martes, 5 de julio de 2022

Arcano del ermitaño. Al final la verdad.

Arcano del ermitaño. La verdad al final del viaje.



El arcano del ermitaño es el senor del tiempo, que nos refleja cómo se a desplegado nuestro Ser, cómo se proyectó nuestro espíritu en el tiempo y espacio en el cual transcurrió el ciclo vital que termina.
El ciclo vital puede ser una vida biológica, un viaje, un vínculo, etapa de nuestra vida, etc .

El filósofo Diógenes es un personaje que es la fusión del filósofo de las culturas greco latina y los eremitas o caminantes solitarios de las culturas  cristianas y orientales.


El ermitaño es una llamada a mirar para adentro, hacia las profundidades de nuestro Ser.
Está en la cima de la montaña que representa a los logros de las metas, y tiene en una mano la farola con la que ilumina su camino.
El ermitaño a llegado al pináculo, a la cima de la montaña de su evolución y está dispuesta a compartir su sabiduría con los otros.
La estrella dentro de la farola tiene seis puntas representa a la estrella de David y es uno de los sellos de Salomón que representa la sabiduría.
El largo bastón representa a la estrecha senda de la iniciación, y es símbolo de poder espiritual.
Expresa a través de este símbolo la capacidad que tiene el ermitaño de transformar la experiencia de aislamiento y los conocimientos que a adquirido para llegar a los niveles más elevados de conciencia.
El manto gris representa la invisibilidad con la que oculta el conocimiento para hacerlo solo visible o compartirlo con quiénes estén preparados.

El ermitaño representa el examen de la conciencia, la introspección, la soledad que permite o habilita el autoconocimiento.

Concepcion esotérica del arcano ermitaño:

Esotericamente se lo asocia con el signo astrológico de Virgo, con el elemento tierra y la estación de otoño.
En numerología se lo asocia con el número 9 que es la culminación de todos los tiempos y la síntesis de todos los modos de existencia.
El planeta a que se asocia es mercurio.
Virgo es mutable, es también la fertilidad y fecundidad que permite, que libera nuevos niveles de conciencia.
La sacerdotisa analiza el conocimiento, mientras que el ermitaño analiza el pasado y el inconsciente como un espejo.
Se diferencia del hielofante o el papá en que al ermitaño no le interesa difundir el conocimiento sino que lo aplica a si mismo, a su proceso de introspección.
El farol simboliza la prudencia en horas difíciles, la vigilancia y el estar alertas.
Se vincula con la parábola de las vírgenes prudentes que tenían las lámparas preparadas para la llegada del marido, que simbólicamente es el destino.


Aislamiento que libera, Sol edad. 

El ermitaño se va a separar del mundo y sus parámetros de referencia de lo que es lo prioritario para poder analizar el mundo interno, que busca iluminar su inconsciente.
Con la farola y mirando hacia atrás busca iluminar el pasado, que es lo que carga sobre sus espaldas.
Dentro del farol hay una estrella de seis puntas, que es símbolo de la luz que surge de la conjunción de dos triángulos.
Representa a la luz que llevamos en el interior.
La barba es un símbolo de potencia, de conocimiento y autoridad, de un nuevo conocimiento que está representado por la nieve.
La nieve es la metáfora de una hoja en blanco , así como la posición del ermitaño indican la veneración de la tierra.
Su cuerpo puede parecerse a un atalaya donde el ermitaño se aleja del mundo y se puede encontrar consigo mismo y con la totalidad.

En el tarot Osho Zen:

La soledad del ermitaño en el tarot Osho Zen está en presencia de sí mismo, sin necesidad de nadie más para esa conexión.
La soledad como una experiencia existencial fértil y está discriminada o diferenciada de la experiencia de desolación en la cual hay ausencia y carencia del otro.
La soledad es entonces un momento necesario para revisar y analizar, para iluminar con el farol la experiencia del pasado.
Tanto en el tarot de Rider White como en el tarot de Osho Zen ambos tienen una edad avanzada y se apoya en un bastón que representa la experiencia ya vivida que se transforma en sabiduría.
El monje brilla con propia luz, y es en todo momento un recuerdo de el despliegue de la propia luz.
El arcano del ermitaño nos habla de crecer en soledad, de realizar la condición de semilla.
El monje es calvo y mediante ello se representa la humildad, el estar más allá de la mente y renunciar al Samsara.
Frente a si encontramos un acantilado, que nos habla de un destino desconocido y al cual nos vamos a ver lanzados, presipitados tras la experiencia de retiro o aislamiento para sintetizar la experiencia anterior.
La capa que tiene nos indica que aprendió la lección de no echar raíces en el Samsara y sus efímeros refugios sino en si mismos.

El ermitaño en viaje entre vida y vida.

"Que queda de nosotros sino un ataúd, lleno de frases?".
" Luz castrada de esperanza que se vierte en la infinita oscuridad de la catacumba".

" El mundo entero es un conjunto de nubes, ni la gloria ni el poder logran atarme ".

" Mi cuerpo es como un vehículo que veo desvanecerse, pasar , desvanecerse en un río".

El ermitaño y la muerte.

El ermitaño mira hacia atrás al propio pasado, para iluminarla y también poder iluminar su propia mente, y así lograr una síntesis.
La muerte existencial o la cercanía a la muerte física puede provocar la introspección y el mirar a lo pasado para iluminarlo o por el otro lado puede ser que la introspección y contemplación del pasado lleve a una transformación y muerte existencial en algún o varios sentidos.

El ermitaño se encuentra en la cima de la montaña y allí puede, en función de sus conocimientos y comprensión, llegar a una profunda comprensión de la experiencia adquirida y también llegar a los más altos niveles de conciencia.

En el tarot de Osho Zen el ermitaño se corresponde con la carta "la soledad", en la muerte y en todas las transformaciones profundas las conexiones con personas u objetos significativos en los cuales el ego se proyecta y constituye se van a ver suspendidas, y hasta anuladas o nihilizadas por la fuerza arrolladora del morir existencial o físico.

El manto azul es un símbolo de humildad de la conciencia humana ante la infinitud del cosmos y el transcurrir entre vida y vida del espíritu.
Lo efímero del tiempo está representado por el reloj de arena, así como la arena se va cayendo, la fuerza que sostiene la vida se va agotando incesantemente, inevitablemente.
Las horas y su transcurrir siguen al hombre y es la última la que lo impide de seguir transcurriendo en el tiempo, la muerte es así la posibilidad que anula todas las posibilidades de acuerdo a la concepción antropológica de Heidegger del "ser para la muerte".

"Con la fuerza de la voluntad e llegado a la cima más alta".
En ella el ermitaño puede trascender la rueda de nacimientos y muertes condicionadas y que a su vez pueden condicionar aún más para poder retirarse a su propia luz, a la cima de la montaña.
Desde allí puede proyectarse a la existencia desde una voluntad más trascendental , apagando la sed de experiencia.

En el texto "yo, el Tarot" de Jodorowsky escribe sobre este arcano:
" Luz castrada de esperanza que se vierte en la infinita oscuridad de las catacumbas".
" Más verdadero que los huesos de un profeta".
"Ni la gloria ni el poder logran atraerme".