Geopolitica y existencialismo

miércoles, 3 de septiembre de 2025
bardo del morir , proceso de disolución sutil , fase de la apariencia.
domingo, 31 de agosto de 2025
texto: Karma y reencarnación en el budismo.
La Rueda del Samsara en otros autores budistas: una
Análisis de los símbolos de la rueda del Samsara.
La Rueda del Samsara: símbolo integral del ciclo del sufrimiento condicionado
La Rueda del Samsara, conocida en sánscrito como Bhavachakra (“rueda de la existencia”), es una representación visual profunda y alegórica del ciclo del nacimiento, la muerte y la reencarnación, condicionado por el karma y la ignorancia. Se trata de un mandala cosmológico y psicológico, una cartografía simbólica de la mente y del sufrimiento humano, utilizada tradicionalmente como herramienta pedagógica para la contemplación y la liberación espiritual.
Su estructura se organiza en varios círculos concéntricos, cada uno de los cuales representa una capa de condicionamiento o de conciencia, y juntos expresan la lógica del sufrimiento cíclico (dukkha) tal como es enseñado por el Buda. Su finalidad última no es metafísica, sino transformativa: mostrar cómo el sufrimiento se perpetúa, y cómo es posible salir de él mediante la sabiduría.
1. El eje central: las Tres Emociones Envenenadas
En el núcleo de la rueda se hallan representadas tres figuras animales: un cerdo, una serpiente y un gallo, que se muerden las colas unos a otros en círculo. Cada uno representa una de las tres raíces del sufrimiento o venenos mentales primarios:
El cerdo representa la ignorancia (avidyā), raíz de todos los demás estados aflictivos. No es una ignorancia intelectual, sino existencial: no ver la realidad tal como es.
La serpiente simboliza la aversión u odio (dvesha), la reacción de rechazo ante lo desagradable.
El gallo encarna el deseo o apego (rāga), el impulso compulsivo a aferrarse a lo placentero.
Estos tres venenos giran mutuamente en un ciclo sin fin, generando el karma y manteniendo al ser atrapado en el samsara. En términos psicológicos, constituyen el motor del sufrimiento interno y la ceguera existencial que impide la liberación.
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2. El segundo círculo: karma y renacimiento
Alrededor de este eje se despliega un segundo anillo, dividido en dos mitades, que muestra el proceso kármico en acción:
En la mitad blanca, figuras humanas ascienden hacia estados superiores de conciencia, simbolizando la acción virtuosa (karma positivo) que conduce a renacimientos afortunados.
En la mitad oscura, seres son arrastrados hacia estados inferiores, representando el karma negativo generado por actos motivados por el odio, la ignorancia o el deseo.
Este anillo ilustra que toda acción intencionada tiene consecuencias, y que el ciclo del samsara se alimenta de estas acciones repetidas una y otra vez. No se trata de un castigo o recompensa, sino de una ley de causalidad ética y mental.
3. El tercer círculo: los Seis Reinos de Existencia
El siguiente círculo muestra los seis reinos del renacimiento, en los cuales pueden encarnar los seres sintientes según su karma. Estos reinos no solo se interpretan como planos de existencia literal, sino también como estados psicológicos y energéticos presentes en la mente humana:
1. Reino de los dioses (devas): existencia placentera pero transitoria, marcada por el orgullo y la distracción espiritual.
2. Reino de los semidioses (asuras): caracterizado por la envidia, la competencia y el conflicto por el poder.
3. Reino humano: considerado el más favorable para la práctica del Dharma, ya que combina sufrimiento y consciencia reflexiva.
4. Reino animal: simboliza la ignorancia instintiva, el miedo y la sumisión a impulsos básicos.
5. Reino de los espíritus hambrientos (pretas): seres dominados por el deseo insaciable, la avidez y la frustración.
6. Reino infernal: estados dominados por el odio, la violencia y el sufrimiento extremo.
Cada uno de estos reinos está habitado por figuras simbólicas y presidido por un Buda o bodhisattva, que representa la posibilidad de liberación incluso en medio del sufrimiento.
4. El cuarto círculo: los Doce Eslabones de la Originación Dependiente (Pratītyasamutpāda)
A lo largo del borde exterior de la rueda se despliega una secuencia de doce viñetas o imágenes, que representan los doce eslabones del origen dependiente, es decir, el proceso por el cual surge y se perpetúa el ciclo del samsara. Este aspecto es central en la enseñanza budista sobre el karma y la reencarnación, y se detalla así:
1. Ignorancia (ceguera): un anciano ciego caminando.
2. Formaciones kármicas: un alfarero modelando barro.
3. Conciencia: un mono saltando de rama en rama.
4. Nombre y forma (nāma-rūpa): dos personas en una barca.
5. Los seis sentidos: una casa con cinco ventanas y una puerta.
6. Contacto: una pareja abrazándose.
7. Sensación: una persona herida en el ojo.
8. Deseo: un hombre bebiendo vino.
9. Apego: una persona agarrando frutos.
10. Existencia kármica: una mujer embarazada.
11. Nacimiento: el nacimiento mismo de un niño.
12. Vejez y muerte: un cadáver llevado a enterrar.
Esta secuencia muestra que el sufrimiento no surge al azar, sino como una cadena de causas y condiciones interdependientes, cuyo punto de quiebre clave es la ignorancia. Al reconocer y deshacer esa ignorancia mediante la práctica contemplativa, puede interrumpirse el ciclo y alcanzarse la liberación (nirvāṇa).
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5. El borde exterior: la impermanencia
A menudo, en los márgenes de la rueda, se incluyen representaciones de escenas cotidianas de vida y muerte, recordando que todo es impermanente y condicionado. También se muestran seres intentando escapar del ciclo, o ser rescatados por enseñanzas espirituales, como representación del camino hacia la liberación.
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6. El guardián de la rueda: Yama, el Señor de la Muerte
La Rueda entera es sostenida por una figura aterradora: el dios Yama, personificación simbólica de la impermanencia y la muerte. Sus colmillos, su mirada penetrante y sus garras sujetan la rueda, recordando que ninguna existencia condicionada puede evitar la disolución.
Yama no es un demonio en el sentido cristiano, sino una fuerza impersonal que representa la ley del tiempo, la decadencia y el ciclo de nacimientos y muertes.
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7. Fuera de la rueda: la vía de la liberación
En muchas representaciones tradicionales, en una esquina del dibujo aparece el Buda señalando hacia fuera de la rueda, indicando que es posible escapar del ciclo del samsara. Su gesto representa el Noble Sendero Óctuple que conduce al despertar: una vía de sabiduría, ética y meditación que permite cortar la ignorancia y alcanzar el nirvana.
Esta imagen fuera del círculo representa lo incondicionado, lo no nacido, lo liberado, en contraposición al samsara. No se trata de otro lugar, sino de una transformación radical de la conciencia.
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---Analisis.simbolico de la rueda del devenir
La Rueda del Samsara como espejo del psiquismo condicionado
La Rueda del Samsara puede ser vista como un arquetipo simbólico total, una imagen mandálica de la conciencia fragmentada, atrapada en ciclos de repetición compulsiva, donde el sufrimiento se autogenera por desconocimiento de la propia naturaleza. En vez de limitarla a un esquema de reencarnaciones literales, podemos leerla como una topografía psíquica del ser humano en su errancia, su deseo, su huida del vacío, su conflicto con el tiempo, y su profunda necesidad de sentido.
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1. El eje central: los tres venenos como estructuras del yo ilusorio
En el centro de la rueda, los tres animales (el cerdo, la serpiente y el gallo) no son solo símbolos de emociones perturbadoras, sino formas arquetípicas del yo dividido. Podemos leerlos así:
El cerdo (ignorancia) es la ceguera estructural del yo, la incapacidad de ver la impermanencia y la interdependencia. Simboliza la raíz del narcisismo ontológico, el deseo de ser algo fijo, separado y permanente.
La serpiente (aversión) representa la proyección del conflicto interno hacia afuera, el rechazo de lo que nos recuerda nuestra finitud o vulnerabilidad.
El gallo (deseo) es el afán de apropiación, la voluntad de poseer, de retener, de prolongar lo placentero, aunque sea irreal.
Estos tres no operan como entidades separadas, sino como un circuito cerrado, un “yo” que desea, teme y no se conoce, generando constantemente sufrimiento por no habitar el presente tal como es.
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2. El karma como repetición de patrones
El anillo siguiente, que muestra la ascensión o caída de los seres según sus actos, puede leerse como una metáfora de los patrones de comportamiento reactivo, que repetimos casi sin conciencia.
Cada acción basada en deseo o miedo genera una reacción, y esa reacción una nueva condición, como en una coreografía circular de la mente, que no sabe cómo detenerse.
El karma, así entendido, no es una ley externa, sino la inercia interna del yo condicionado. Lo que se repite no es una vida tras otra, sino la estructura misma del sufrimiento que se niega a mirarse.
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3. Los seis reinos como estados de conciencia
Los seis reinos del renacimiento pueden reinterpretarse como estados psicológicos universales, que habitamos en distintos momentos de la vida, o incluso en un mismo día. Son escenarios internos, expresiones simbólicas del conflicto humano con su propia condición.
El reino de los dioses es el autoengaño del éxito, del confort espiritual, del yo satisfecho que se cree inmune al sufrimiento. Simboliza el orgullo espiritual y la negación de la impermanencia.
El reino de los asuras es el yo competitivo, siempre comparándose, luchando por reconocimiento. Es la conciencia dominada por el resentimiento, la envidia, el conflicto por el lugar.
El reino humano es el espacio del desequilibrio lúcido, donde se experimenta sufrimiento, pero también capacidad de reflexión y apertura. Es el único estado donde puede surgir el anhelo de liberación.
El reino animal representa la existencia dominada por el instinto, por la repetición ciega, el miedo básico, la sumisión a lo biológico.
El reino de los pretas es el símbolo de la carencia existencial, del hambre que no se sacia, del deseo insaciable que busca completarse sin lograrlo.
El reino infernal representa los estados mentales de odio, violencia, desesperación, cuando el mundo es vivido como amenaza y la identidad como trinchera.
Estos seis mundos son estados del alma, y no lugares externos. Reconocerlos dentro de uno mismo es el primer paso hacia la liberación.
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4. Los doce eslabones como mapa del ego en devenir
Los Doce Eslabones del Origen Dependiente pueden leerse como una fenomenología del yo, una descripción simbólica del proceso por el cual surge la ilusión de un sujeto separado que sufre. Más allá de su valor cosmológico, representan el proceso psíquico mediante el cual el ser humano construye una realidad condicionada por la percepción y el deseo.
La ignorancia es no ver que todo está vacío de esencia fija.
Las formaciones kármicas son los impulsos latentes que nos hacen actuar mecánicamente.
La conciencia nace ya condicionada, seleccionando lo que quiere ver.
Nombre y forma representan la dualidad básica: mente/cuerpo, sujeto/objeto.
Los seis sentidos abren el mundo como campo de atracción o repulsión.
El contacto es el momento en que el mundo toca al yo.
La sensación ya está teñida de juicio: esto me gusta, esto me duele.
El deseo surge como movimiento hacia lo que complace.
El apego cristaliza: esto es “mío”.
La existencia se define en torno a ese apego.
El nacimiento del yo ocurre cada vez que me identifico con ese patrón.
La vejez y muerte muestran que todo eso se descompone… pero el ciclo vuelve a empezar.
En esta lectura, la rueda del samsara es una máquina simbólica de identidad, y el samsara no es un mundo externo, sino la forma en que la mente estructura la experiencia desde la ignorancia.
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5. Yama como símbolo del tiempo y la impermanencia
El dios que sostiene la rueda, Yama, representa el tiempo devorador, el recordatorio de que todo lo condicionado está destinado a disolverse. Es la finitud estructural de toda forma, que nos enfrenta con la muerte como hecho y como símbolo.
Pero Yama no es el enemigo. Es el rostro de la verdad. Su presencia impone una urgencia existencial: todo lo que nace morirá, y toda identidad basada en lo impermanente es ilusión.
En la lógica simbólica del Bhavachakra, Yama es un arquetipo del límite, necesario para despertar la conciencia. Nos confronta con la inutilidad de querer detener el movimiento de la rueda desde dentro, y nos empuja a buscar una salida trascendente, no como evasión, sino como despertar.
La Ignorancia (Avidyā): El Primer Nexo de la Originación Dependiente y Raíz del Samsara.
Texto.:Karma y reencarnación..
En el corazón de las enseñanzas budistas sobre la existencia cíclica (samsara) y el sufrimiento se encuentra la doctrina de la Originación Dependiente (Pratītyasamutpāda), una cadena de doce eslabones que explica cómo se perpetúa la vida condicionada. El primer eslabón, la ignorancia (Avidyā), es universalmente reconocido en todas las escuelas budistas como la causa fundamental de todo el ciclo. Sin comprender la ignorancia, es imposible entender por qué permanecemos atados al samsara y a la reencarnación.
En la Rueda del Samsara, la ignorancia se representa pictóricamente con la imagen de un hombre ciego (o a veces una mujer ciega). Esta figura no puede ver el camino claramente y, por lo tanto, es propensa a tropezar y a seguir direcciones erróneas, simbolizando la incapacidad de la mente para percibir la realidad tal como es.
¿Qué es la Ignorancia (Avidyā) en el Contexto Budista?
Es crucial entender que la ignorancia budista no es simplemente la falta de información o conocimiento. No se trata de "no saber algo". En cambio, es una malinterpretación activa y fundamental de la realidad, una forma distorsionada de percibir la existencia, a uno mismo y a los fenómenos. Es una ignorancia profunda y arraigada sobre la verdadera naturaleza de la realidad.
Los principales aspectos de esta ignorancia son:
* Ignorancia de la Verdad del No-Yo (Anatta):
* Este es el aspecto más crítico. La ignorancia nos hace creer firmemente en la existencia de un "yo" o "sí mismo" inherente, permanente, independiente y sustancial (un "alma" o "esencia") donde no lo hay.
* Percibimos nuestra propia persona, y a menudo la de otros, como poseedora de una identidad sólida, inmutable e independiente, separada del flujo constante de causas y condiciones.
* Esta creencia errónea en un "yo" fijo nos lleva a aferrarnos a él y a "lo mío" (mi cuerpo, mis posesiones, mis ideas, mis relaciones), generando apego y aversión cuando este "yo" percibido es amenazado o no satisfecho.
* Ignorancia de la Impermanencia (Anicca):
* Es la falta de comprensión de que todos los fenómenos condicionados (incluido nuestro propio cuerpo y mente, las emociones, los pensamientos, las relaciones y el mundo externo) son transitorios, cambiantes y están en constante flujo.
* La ignorancia nos lleva a buscar seguridad y felicidad en cosas que son inherentemente inestables y efímeras, lo que inevitablemente conduce a la desilusión y al sufrimiento cuando cambian o desaparecen.
* Ignorancia del Sufrimiento (Dukkha):
* Es la falta de reconocimiento de la insatisfacción inherente en la existencia samsárica. No es solo el sufrimiento obvio (dolor físico, enfermedad), sino también el sufrimiento del cambio (la felicidad pasajera) y el sufrimiento omnipresente (la existencia condicionada misma es insatisfactoria porque es inestable y carece de un yo intrínseco).
* La ignorancia nos hace buscar la felicidad en fuentes que no pueden ofrecer una liberación duradera del sufrimiento.
* Ignorancia de la Interdependencia y la Vacuidad (Sunyata):
* Es la incapacidad de ver que todos los fenómenos surgen en dependencia de causas y condiciones, y que carecen de una existencia intrínseca o inherente por sí mismos.
* La ignorancia nos hace percibir las cosas como si existieran de forma independiente, sólidas y separadas.
¿Cómo Opera la Ignorancia como Primer Nexo?
La ignorancia es el "motor ciego" que impulsa el ciclo. Funciona de la siguiente manera:
* Fundamento de las Aflicciones: Al no comprender la realidad, la ignorancia alimenta los "tres venenos" que se encuentran en el centro de la Rueda del Samsara:
* Apego/Deseo (Raga): Si creemos en un "yo" sustancial, deseamos protegerlo y gratificarlo, y nos aferramos a lo que creemos que le dará placer o seguridad.
* Aversión/Odio (Dvesha): Si creemos en un "yo" sustancial, rechazamos y odiamos todo lo que percibimos como una amenaza para él o para su felicidad.
* La ignorancia, a través de estos venenos, nos lleva a actuar.
* Generación de Formaciones Kármicas (Samskaras): Debido a esta ignorancia fundamental y a las aflicciones que genera, realizamos acciones (karma) con el cuerpo, la palabra y la mente. Estas acciones no son libres, sino que están condicionadas por nuestra percepción distorsionada. Por ejemplo, si creemos que la riqueza nos dará una felicidad permanente y protegerá nuestro "yo", podemos acumularla compulsivamente (karma negativo si daña a otros, o karma positivo si se hace con buenas intenciones pero aún arraigado en la ignorancia).
* Estas formaciones kármicas (el segundo eslabón, simbolizado por un alfarero moldeando vasijas) son las "semillas" o "impresiones" que quedan en la corriente mental. Estas semillas son el potencial para futuros renacimientos.
* Condiciona la Conciencia (Vijñana): Las formaciones kármicas, creadas bajo el influjo de la ignorancia, imprimen sus potenciales en la conciencia (el tercer eslabón, simbolizado por un mono). Es esta conciencia "sembrada" con potenciales kármicos la que busca un nuevo renacimiento.
La Ignorancia y la Reencarnación:
La conexión con la reencarnación es directa y esencial:
* El Combustible del Ciclo: La ignorancia es el combustible que mantiene encendida la llama de la reencarnación. Mientras persista la ignorancia fundamental sobre la verdadera naturaleza del "yo" y la realidad, los seres continuarán generando karma (tanto positivo como negativo) que los impulsará a renacer repetidamente en los diferentes reinos del samsara.
* Renacimiento Condicionado: Cada renacimiento, sin importar cuán afortunado sea (incluso como dios), es el resultado de la ignorancia. Si no hubiera ignorancia, no habría apego ni aversión, no se crearían las formaciones kármicas que atan a la existencia, y el ciclo de nacimiento y muerte se detendría.
* Liberación al Erradicarla: La buena noticia es que, dado que la ignorancia es la causa raíz, su erradicación es el camino hacia la liberación. Cuando la ignorancia se reemplaza por la sabiduría (especialmente la sabiduría que comprende la vacuidad y el no-yo), la cadena de la originación dependiente se rompe. Sin ignorancia, no hay formaciones kármicas condicionadas por ella, y la rueda se detiene. Este es el camino hacia el Nirvana.
En resumen, la ignorancia no es una ausencia pasiva de conocimiento, sino una activa y fundamental malinterpretación de cómo existimos. Es el punto de partida de toda la cadena de sufrimiento y renacimiento. Comprenderla es el primer paso vital para desmantelar la Rueda del Samsara y alcanzar la verdadera libertad.
Hasta aquí, nexo de la ignorancia ( concepto general).
La Ignorancia (Avidyā) y la Reencarnación en los Sutras del Buda.
El Buda Siddhartha Gautama, al alcanzar la iluminación, comprendió la verdadera naturaleza del sufrimiento y su origen. Su enseñanza de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda en Pali, o Pratītyasamutpāda en Sánscrito) es el corazón de esta comprensión, revelando cómo cada fenómeno surge en dependencia de otros, formando una cadena causal que perpetúa el ciclo de nacimientos y muertes (samsara). El primer eslabón de esta cadena, la ignorancia (Avidyā), es el punto ciego que nos mantiene atrapados en la reencarnación.
El Buda no presentó la reencarnación como un dogma, sino como una observación empírica de cómo funciona la realidad condicionada. La ignorancia es lo que impulsa este flujo continuo.
1. La Ignorancia como Raíz de las "Formaciones Kármicas"
El Buda establece directamente la ignorancia como la condición para el surgimiento de las formaciones kármicas. Estas formaciones son las acciones (voliciones o impulsos) que realizamos y que dejan una huella para futuros resultados.
> "Con la ignorancia como condición, surgen las formaciones volicionales (saṅkhāra)."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las formulaciones más directas del Buda sobre el primer nexo. El término Pali saṅkhāra (sánscrito saṃskāra) se refiere a las "formaciones" o "actividades" mentales, verbales y corporales que son volicionales, es decir, realizadas con intención. El Buda explica que estas intenciones, que moldean nuestro karma, no son aleatorias; están condicionadas por la ignorancia. Si la mente fuera completamente lúcida y libre de ignorancia, las voliciones que generarían un futuro renacimiento no surgirían o no tendrían el poder de activar el ciclo. La reencarnación, por lo tanto, no es simplemente un cambio de cuerpo, sino la manifestación de estas "formaciones" que la ignorancia ha cultivado.
2. La Ignorancia y el "Apego" que Conduce a la Existencia
El Buda también vincula la ignorancia con el apego y la avidez, que son fuerzas poderosas que nos mantienen girando en el samsara y buscando la "existencia" o "devenir" (bhava), el nexo que directamente precede al nacimiento.
> "Cuando se comprende que el nacimiento está condicionado por la existencia [devenir], y la existencia por el apego, y el apego por la avidez, y la avidez por la sensación, y la sensación por el contacto, y el contacto por las seis bases de los sentidos, y las seis bases de los sentidos por el nombre-y-forma, y el nombre-y-forma por la conciencia, y la conciencia por las formaciones volicionales, y las formaciones volicionales por la ignorancia — ¡ahí está la raíz!"
> — Maha-nidana Sutta (Digha Nikaya 15), El Buda
>
Comentario: En este sutra crucial, el Buda desglosa la cadena de la Originación Dependiente de manera regresiva, revelando cómo la ignorancia está en la "raíz" de todo el proceso que lleva al nacimiento (reencarnación). Él muestra que el apego (upādāna) y la avidez (taṇhā), que son las fuerzas propulsoras inmediatas hacia la "existencia" y el "nacimiento", están a su vez condicionadas por una cadena que se remonta a la ignorancia. Si no hubiera ignorancia sobre la verdadera naturaleza de la realidad y del "yo", no habría la avidez o el apego que nos hacen buscar y aferrarnos a la existencia, y por lo tanto, la fuerza que impulsa la reencarnación se disiparía. La reencarnación se presenta aquí no como un accidente, sino como el resultado de una mente que, por ignorancia, anhela continuamente la existencia.
3. La Ignorancia como Impulso para la Búsqueda de un Nuevo "Ser"
El Buda enfatiza que la ignorancia no solo genera acciones, sino que también es el velo que nos impide ver la impermanencia, llevándonos a aferrarnos a la vida y, por lo tanto, a buscar continuamente nuevos renacimientos.
> "Monjes, la ignorancia es la causa del sufrimiento, del devenir, de la sed de existencia, del apego a las formas y a los agregados. Por ignorancia, los seres crean nuevos karmas y renacen en diferentes estados de existencia."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (paráfrasis de conceptos clave)
>
Comentario: Este sutra destaca la ignorancia como el origen de la "sed de existencia" (bhava-tanha), el fuerte deseo de continuar existiendo, de devenir. Es esta sed, nacida de la ignorancia (de no ver la insatisfacción inherente en la existencia samsárica y la ausencia de un yo fijo), la que empuja a la conciencia a buscar y tomar un nuevo "ser" o "cuerpo" en el momento de la muerte. La reencarnación es, en esencia, la manifestación de esta búsqueda incesante de la existencia por parte de una mente atrapada en la ignorancia. Si la mente viera claramente que todos los fenómenos son impermanentes y que no hay un "yo" que defender o perpetuar, la sed de existencia se disiparía y, con ella, la necesidad de renacer.
4. La Ignorancia como Obstáculo para la Liberación y el Fin de la Reencarnación
El Buda no solo diagnosticó el problema de la ignorancia, sino que también ofreció la cura: el desarrollo de la sabiduría (paññā en Pali). La erradicación de la ignorancia es el camino hacia el cese del sufrimiento y el fin de la reencarnación.
> "Con el cese total de la ignorancia, cesan las formaciones volicionales; con el cese de las formaciones volicionales, cesa la conciencia;… con el cese del devenir, cesa el nacimiento; con el cese del nacimiento, la vejez y la muerte, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación cesan. Así es el cese de todo este cúmulo de sufrimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Este es el mensaje de esperanza del Buda. La cadena de la Originación Dependiente no es inquebrantable. Si el primer eslabón, la ignorancia, se rompe, toda la secuencia que lleva a la reencarnación y al sufrimiento se detiene. La "sabiduría" o "conocimiento" (vijjā en Pali, opuesto a avidyā) es el antídoto. Cuando la mente ve la realidad tal como es (impermanencia, sufrimiento y no-yo), la ignorancia se disipa. Sin ignorancia, no hay más creación de karma que fuerce un renacimiento. La reencarnación forzada cesa, y el individuo alcanza el Nirvana, el cese definitivo del sufrimiento y de la existencia cíclica.
Conclusión
Desde los sutras, el Buda estableció que la ignorancia (Avidyā) es el pivote central del ciclo de la reencarnación. No es un castigo, sino la consecuencia natural de una mente que no comprende la verdadera naturaleza del "yo" y de todos los fenómenos. Esta ignorancia nos lleva a generar formaciones kármicas y a desarrollar un apego y una sed de existencia que impulsan la conciencia a tomar repetidos nacimientos en los diversos reinos del samsara.
El Buda, sin embargo, también ofreció la solución: al erradicar esta ignorancia a través del cultivo de la sabiduría y la comprensión profunda de la realidad, es posible romper la cadena de la Originación Dependiente y detener la reencarnación forzada, llevando al cese completo del sufrimiento y a la liberación final. Los sutras son claros: el camino hacia el fin de la reencarnación comienza con la iluminación sobre la naturaleza de la ignorancia misma.
Hasta aquí el aporte de los sutras. Nexo de ignorancia.
Las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra): El Segundo Nexo de la Originación Dependiente
Tras la ignorancia (Avidyā), el primer nexo fundamental que vela nuestra percepción de la realidad, surge inevitablemente el segundo nexo: las formaciones kármicas (Saṅkhāra). Estas formaciones no son meras acciones, sino impulsos volitivos o intenciones que, condicionados por la ignorancia, dejan impresiones en nuestra corriente mental y son el puente directo hacia la reencarnación. En la Rueda del Samsara, este nexo se representa con un alfarero moldeando vasijas, una analogía poderosa de cómo se da forma a la existencia futura.
¿Qué son las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra)?
El término Pali saṅkhāra (sánscrito saṃskāra) es complejo y multifacético, pero en el contexto de la Originación Dependiente, se refiere principalmente a las acciones volitivas o intencionales que realizamos. Son las actividades creadoras de karma que surgen de una mente aún no liberada de la ignorancia. Se clasifican en tres tipos:
* Formaciones Corporales (Kāya Saṅkhāra): Acciones físicas intencionales. Por ejemplo, matar, robar, tener conductas sexuales inapropiadas, o por el contrario, ayudar, proteger, dar.
* Formaciones Verbales (Vacī Saṅkhāra): Acciones de habla intencionales. Por ejemplo, mentir, calumniar, hablar ásperamente, o por el contrario, decir la verdad, hablar amablemente, unir a las personas.
* Formaciones Mentales (Citta Saṅkhāra): Pensamientos e intenciones puramente mentales, que aunque no se manifiesten externamente, tienen una fuerza kármica. Por ejemplo, la codicia, el odio, la ira, o por el contrario, la compasión, la alegría empática, la ecuanimidad.
Es crucial entender que no es la acción en sí, sino la intención (cetanā) detrás de la acción lo que le da su poder kármico. Como dijo el Buda: "Monjes, la volición, digo yo, es karma; habiendo querido, uno actúa por el cuerpo, la palabra y la mente" (Anguttara Nikaya 6.63).
La Relación Directa con la Ignorancia (Avidyā)
El nexo de las formaciones kármicas depende fundamentalmente de la ignorancia. Si no hubiera ignorancia, las formaciones kármicas que atan al samsara no surgirían.
* Motivación Distorsionada: La ignorancia nos hace creer en un "yo" sólido y en la existencia inherente de los fenómenos. Esta creencia errónea genera deseos, apegos y aversiones (los "tres venenos" de la Rueda del Samsara). Es para satisfacer o defender este "yo" ilusorio que realizamos acciones.
* Por ejemplo, la codicia (una formación mental) surge de la ignorancia de la impermanencia y el apego a posesiones. El odio surge de la ignorancia sobre la interconexión y la creencia en un "otro" separado que amenaza nuestro "yo".
* Creación de Semillas Kármicas: Cada formación kármica, ya sea positiva (virtuosa) o negativa (no virtuosa), siembra una "semilla" o una "impresión" en la corriente de la conciencia. Estas semillas permanecen latentes hasta que las condiciones adecuadas las hacen madurar en experiencias futuras. Si las acciones se realizan con la ignorancia como base, estas semillas tendrán el potencial de impulsar futuros renacimientos.
El Simbolismo del Alfarero
La representación del alfarero moldeando vasijas para el nexo de las formaciones kármicas es una metáfora perfecta:
* Creación y Formación: Así como un alfarero da forma al barro, nuestras formaciones kármicas dan forma a nuestras experiencias futuras y a nuestro próximo renacimiento. El alfarero tiene la capacidad de crear una vasija hermosa y útil, o una imperfecta y frágil. De igual manera, nuestras acciones pueden construir un futuro de bienestar o de sufrimiento.
* Materia Prima (Barro): El barro es comparable a la conciencia misma o a las tendencias innatas de la mente. Es la "materia prima" maleable que es moldeada por las intenciones y acciones.
* Herramientas y Voluntad (Alfarero): El alfarero representa la intención y la volición. Es la mente la que, impulsada por la ignorancia, elige qué "vasija" (qué tipo de existencia) moldear para el futuro.
* Las Vasijas (Nacimientos Futuros): Las diferentes vasijas simbolizan los diversos tipos de renacimientos que se pueden manifestar en los seis reinos del samsara. Una vasija bien hecha podría representar un renacimiento afortunado (humano o divino), mientras que una vasija rota o defectuosa podría simbolizar un renacimiento desafortunado (animal, preta, infierno).
La Conexión con la Reencarnación
El nexo de las formaciones kármicas es el vínculo directo entre nuestras acciones actuales y nuestros futuros renacimientos. Sin estas formaciones, el proceso de la reencarnación no tendría un motor.
* Impresiones y Potenciales para el Renacimiento: Las saṅkhāras son las impresiones o potenciales que se acumulan en la corriente mental a lo largo de incontables vidas. En el momento de la muerte, cuando el cuerpo se disuelve, estas formaciones kármicas no desaparecen. En cambio, son ellas las que, impulsadas por el aferramiento y la ignorancia, "activan" la conciencia y la dirigen hacia un nuevo renacimiento.
* Determinación del Tipo de Renacimiento: La naturaleza de las formaciones kármicas (positivas, negativas o neutrales) determina la calidad y el reino del próximo renacimiento.
* Las formaciones kármicas negativas (ej. matar, robar, mentir, odio) tienden a producir renacimientos en los reinos de sufrimiento (infiernos, pretas, animales).
* Las formaciones kármicas positivas (ej. generosidad, ética, meditación, amor) tienden a producir renacimientos en los reinos afortunados (humanos, dioses, semidioses).
* Es importante notar que incluso las formaciones kármicas positivas, si están arraigadas en la ignorancia y el apego a la existencia, todavía conducen a un renacimiento dentro del samsara, no a la liberación.
* Continuidad Kármica: Aunque no hay un "alma" que transmigre, las formaciones kármicas aseguran una continuidad causal. El "alfarero" (la mente ignorante) sigue "moldeando vasijas" (creando nuevos renacimientos) mientras persista la ceguera fundamental que lo impulsa a ello. Es el karma generado lo que da forma al siguiente eslabón, la conciencia (Vijñāna), y la dirige hacia una nueva existencia.
En síntesis, las formaciones kármicas son el corazón pulsante del samsara. Son la manifestación de nuestra ignorancia primordial en acciones volitivas que, como el alfarero que moldea el barro, dan forma a nuestra existencia futura. Comprender este nexo es reconocer que somos los arquitectos de nuestro propio destino samsárico, y que al cambiar nuestras intenciones y acciones (liberándolas de la ignorancia), podemos detener el ciclo de reencarnación.
Hasta aquí el concepto de el nexo de formaciones karmicas.
El
Las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra) y la Reencarnación: La Enseñanza de los Sutras del Buda.
El Buda Siddhartha Gautama, al articular la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), reveló el intrincado tejido causal que sostiene el ciclo de nacimiento, vejez y muerte. Después de la ignorancia (Avidyā), el primer nexo, las formaciones kármicas (Saṅkhāra) emergen como las fuerzas activas que impulsan la continuidad de la existencia y, por lo tanto, la reencarnación. Los sutras del Buda son explícitos en establecer cómo estas voliciones son el motor del devenir.
1. Las Formaciones Kármicas como Voliciones que Determinan la Existencia
El Buda definió el karma no como un destino preescrito, sino como el resultado de nuestras intenciones o voliciones. Estas intenciones son las saṅkhāra que nos conducen a futuros estados de ser.
> "Monjes, la volición (cetanā), digo yo, es karma; habiendo querido, uno actúa por el cuerpo, la palabra y la mente."
> — Anguttara Nikaya 6.63 (Cetanā Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las declaraciones más importantes del Buda sobre el karma. Deja claro que la esencia de las formaciones kármicas no es la acción externa, sino la intención consciente detrás de ella. No importa si una acción es "buena" o "mala" en su apariencia; lo que verdaderamente cuenta para el karma que moldea la reencarnación es la voluntad o el impulso volitivo que la originó. Si esa volición está arraigada en la ignorancia (el nexo anterior), en el apego o en la aversión, entonces el karma generado impulsará la continuidad en el samsara. Por ejemplo, una volición de generosidad (motivada por la compasión) sembrará una semilla diferente a una volición de daño (motivada por la ira). Ambas son saṅkhāras, pero con distintos potenciales de reencarnación.
2. La Formación de Karma y el "Devenir" (Bhava) que Precede al Nacimiento
El Buda explica que las formaciones kármicas conducen a la "existencia" o "devenir" (bhava), el nexo que directamente precede al nacimiento (jāti).
> "Y ¿qué es el devenir? Estos tres devenires: devenir sensual, devenir de la forma, devenir sin forma. Esto se llama devenir. Con las formaciones [kármicas] como condición, surge la conciencia. Con la conciencia como condición, surge el nombre-y-forma... con el devenir como condición, surge el nacimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (extracto relevante)
>
Comentario: Aquí, el Buda detalla cómo las formaciones kármicas son la causa para el surgimiento de la conciencia (el tercer nexo) y, eventualmente, para el devenir (bhava), que es el impulso y la propensión a la existencia en un reino particular. Los "tres devenires" se refieren a los reinos de existencia: sensual (humanos, dioses del deseo, infiernos, etc.), de la forma (reinos celestiales de meditación), y sin forma (reinos superiores de meditación pura). Las saṅkhāras que uno acumula determinan la naturaleza de ese devenir. La reencarnación, por tanto, no es simplemente un evento puntual de nacimiento, sino el resultado de un "proceso de devenir" que se activa por las formaciones kármicas. Cada acto volitivo es un ladrillo en la construcción de este "devenir" futuro.
3. Las Formaciones Kármicas como el Vínculo Entre Vidas
Los sutras dejan claro que las formaciones kármicas no se disuelven con la muerte del cuerpo, sino que son la fuerza que asegura la continuidad de la conciencia en una nueva existencia.
> "Aquel que, con la ignorancia como condición, crea formaciones volicionales, ha establecido el fundamento para el surgimiento de la conciencia en un nuevo ser. Esa conciencia, al tomar apego al nombre-y-forma, lleva a la aparición de las seis bases de los sentidos... y finalmente al nacimiento y el sufrimiento."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: Esta cita subraya la progresión desde la ignorancia a las formaciones kármicas y luego a la conciencia. El Buda explica que las saṅkhāras actúan como una energía que, una vez generada, no se extingue fácilmente. Son el "potencial" que la conciencia (que no es un alma inmutable, sino un flujo continuo) lleva consigo. En el momento de la muerte, es la "fuerza" de estas formaciones kármicas, aún activas debido a la ignorancia y el deseo de existir, lo que impulsa el renacimiento. El cuerpo se descompone, pero el saṅkhāra-vijñāna (la conciencia impulsada por las formaciones kármicas) busca un nuevo soporte, dando lugar a la reencarnación. Así, las formaciones kármicas son el verdadero vínculo transmigratorio en el budismo.
4. La Diversidad de los Renacimientos por las Formaciones Kármicas
Los sutras describen explícitamente cómo la naturaleza de las formaciones kármicas conduce a diferentes destinos de reencarnación.
> "Hay seres que se han llevado a sí mismos a estados de privación, a los infiernos. Hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia animal... hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia de los espíritus hambrientos... hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia humana... hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia de los devas (dioses). Todo esto sucede debido a sus acciones [kármicas]."
> — Majjhima Nikaya 135 (Cula-kammavibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: En este sutra, el Buda es inequívoco: los diferentes reinos de existencia en los que los seres reencarnan son el resultado directo de sus propias acciones kármicas (saṅkhāra). No es una deidad o un juicio divino; es la ley natural de causa y efecto en el ámbito moral. Las formaciones kármicas de odio, violencia y engaño llevan a los reinos de sufrimiento, mientras que las de generosidad, ética y compasión llevan a renacimientos más afortunados. La reencarnación, en los sutras, es la manifestación de este principio kármico universal, con las saṅkhāras como las fuerzas definitorias.
La Cesación de las Formaciones Kármicas para el Fin de la Reencarnación
Así como la ignorancia condiciona las formaciones kármicas, el cese de la ignorancia lleva al cese de las formaciones kármicas, y con ello, al fin de la reencarnación.
> "Cuando cesa la ignorancia, cesan las formaciones volicionales; con el cese de las formaciones volicionales, cesa la conciencia;... con el cese del devenir, cesa el nacimiento. Así es el cese de todo este cúmulo de sufrimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Este pasaje crucial de los sutras del Buda ofrece el camino a la liberación. Muestra que la cadena de la Originación Dependiente no es ineludible. Si las formaciones kármicas son el motor de la reencarnación, y estas dependen de la ignorancia, entonces al eliminar la ignorancia a través de la sabiduría, las saṅkhāras que atan al samsara ya no se crean. Sin estas formaciones que impulsen la conciencia, el ciclo del devenir y el nacimiento se detiene. El Nirvana, el cese del sufrimiento y el fin de la reencarnación forzada, se logra al romper este segundo nexo (y, en última instancia, el primero) de la cadena causal.
En conclusión, los sutras del Buda presentan las formaciones kármicas (Saṅkhāra) como las intenciones volitivas que, al estar condicionadas por la ignorancia, son la fuerza impulsora detrás de la reencarnación. Son estas formaciones las que dan forma al próximo devenir, determinando el tipo de existencia y el reino en el que un ser renacerá. La enseñanza del Buda es clara: comprender y purificar estas formaciones kármicas es esencial para liberarse del ciclo interminable de nacimiento, muerte y renacimiento.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre este nexo. De formación karmica.
La Conciencia (Vijñāna): El Tercer Nexo de la Originación Dependiente.
Habiendo explorado la ignorancia (Avidyā) como la raíz y las formaciones kármicas (Saṅkhāra) como las acciones volitivas, llegamos al tercer nexo de la Originación Dependiente: la conciencia (Vijñāna). Este nexo es de vital importancia, ya que es la corriente de conciencia la que lleva las impresiones kármicas de una vida a la siguiente, sirviendo como el "principio de vida" que se asienta en un nuevo renacimiento. En la Rueda del Samsara, la conciencia se simboliza comúnmente con un mono escalando un árbol o, a veces, con una lámpara que ilumina.
1. ¿Qué es la Conciencia (Vijñāna) en este Contexto?
En el contexto de la Originación Dependiente, Vijñāna se refiere a la conciencia de renacimiento o conciencia fundacional que se conecta con la siguiente existencia. No es el "alma" en el sentido occidental de una entidad inmutable y permanente que transmigra. Más bien, es un flujo continuo de energía y patrones que se activa y se enlaza con nuevos agregados.
El Buda identificó seis tipos de conciencia:
* Conciencia visual: Permite ver formas.
* Conciencia auditiva: Permite oír sonidos.
* Conciencia olfativa: Permite oler aromas.
* Conciencia gustativa: Permite saborear.
* Conciencia táctil: Permite sentir sensaciones.
* Conciencia mental: Permite conocer objetos mentales (pensamientos, ideas, emociones).
En el contexto de la Originación Dependiente, el tercer nexo se refiere a la conciencia en un sentido más fundamental: es la conciencia que "toma asimiento" de un nuevo renacimiento, la cual se desarrolla a partir de las formaciones kármicas previas.
2. La Dependencia de las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra)
El Buda establece explícitamente la relación causal:
> "Con las formaciones volicionales [Saṅkhāra] como condición, surge la conciencia [Vijñāna]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este eslabón es la consecuencia directa del anterior. Las formaciones kármicas (nuestras intenciones y acciones pasadas) actúan como el "alimento" o la "energía" que da origen y sostiene la conciencia que conducirá a la próxima vida. Es decir, el tipo y la fuerza de las acciones kármicas de la vida anterior (o vidas anteriores) determinan el carácter y el potencial de la conciencia que se activará en el momento de la muerte para buscar un nuevo renacimiento. Sin formaciones kármicas, la conciencia no tendría el impulso o la dirección para manifestarse en una nueva existencia.
3. La Conciencia como el Enlace del Renacimiento
Este nexo es fundamental para la reencarnación porque es el principio vital que se "establece" en un nuevo embrión.
La Venerable Thubten Chodron lo explica claramente:
> "Cuando una persona muere, la conciencia, impulsada por las formaciones kármicas que ha creado y el aferramiento a la existencia, abandona el cuerpo y se dirige hacia el lugar de su próximo renacimiento, donde se conecta con un nuevo óvulo fertilizado."
> — Vble. Thubten Chodron, Buddhism for Beginners
>
Comentario: Chodron subraya que la conciencia no es una entidad estática que transmigra, sino un flujo energético que se "mueve" de una vida a otra. Es como una onda que, al morir el cuerpo, deja un soporte y, por el impulso kármico y el aferramiento a la existencia (impulsado por la ignorancia), busca y se conecta con un nuevo soporte físico. Es esta conexión de la conciencia con un nuevo organismo lo que da lugar al "nombre y forma" (el siguiente nexo), es decir, al desarrollo de un nuevo ser. Así, la conciencia es el "principio puente" que permite la continuidad de la experiencia, aunque no haya un "alma" eterna.
4. El Simbolismo del Mono Escalando un Árbol
La representación más común de la conciencia es la de un mono escalando un árbol, o saltando de rama en rama:
* Inquietud y Movimiento: El mono es conocido por su naturaleza inquieta, saltando constantemente. Esto simboliza la forma en que la conciencia (particularmente la mente no cultivada) se mueve de un objeto mental a otro, de una experiencia a otra, siempre en busca de estimulación y apego.
* Búsqueda Incesante: El mono "escalando el árbol" sugiere una búsqueda incesante de un nuevo "soporte" o "asiento". En el contexto de la muerte y el renacimiento, la conciencia, impulsada por el karma, busca activamente un nuevo cuerpo y entorno donde manifestarse. No hay un momento en que la conciencia se detenga en el samsara; siempre está buscando un nuevo lugar al que "aferrarse".
* Conexión con los Objetos de los Sentidos: El mono también puede simbolizar la conciencia sensorial que se "aferra" a los objetos que perciben los seis sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto y mente). Esta tendencia a aferrarse a las experiencias es lo que, en última instancia, perpetúa el ciclo de existencia.
5. La Conciencia y la Reencarnación
El nexo de la conciencia es directamente el vehículo por el cual se efectúa la reencarnación:
* El "Continuo" en el Renacimiento: Aunque el budismo niega un alma permanente, el Vijñāna proporciona el elemento de continuidad entre una vida y la siguiente. No es que el mismo "yo" transmigre, sino que la corriente de conciencia, con sus impresiones kármicas, continúa y se reestablece en un nuevo agregado.
* La "Semilla" Kármica se Activa: En el momento de la muerte, las formaciones kármicas latentes se activan y dan impulso a esta conciencia para que "salte" hacia un nuevo nacimiento. La conciencia es el "embajador" que lleva la "carga" kármica al nuevo destino.
* Base para el "Nombre y Forma": Una vez que la conciencia se ha establecido en un nuevo renacimiento, es la condición para el surgimiento del "nombre y forma" (nāmarūpa), que es el desarrollo del organismo psicofísico (cuerpo y mente rudimentarios) en el útero materno o en el entorno de un nacimiento espontáneo. Sin conciencia, no habría base para el desarrollo de un nuevo ser.
En resumen, la conciencia (Vijñāna) en la Originación Dependiente es la corriente de la mente que, condicionada por las acciones kármicas pasadas (Saṅkhāra), se "reengancha" a una nueva existencia. Simbolizada por el mono inquieto, representa el principio vital que busca y se aferra a un nuevo cuerpo, siendo el puente esencial que permite que el ciclo de la reencarnación continúe, llevando las impresiones del karma de una vida a la siguiente. Su existencia depende directamente de la "energía" volitiva creada en el nexo anterior.
Hasta aquí concepto del nexo de la conciencia.
Análisis Simbólico del Nexo de la Conciencia (Vijñāna).
- La Imagen del Mono:
La imagen del mono inquieto escalando o saltando en un árbol es la representación tradicional del tercer nexo de la Originación Dependiente: la conciencia (Vijñāna). Esta poderosa metáfora visual encapsula la naturaleza y función de la conciencia en el ciclo del samsara, revelando aspectos profundos de la mente no liberada y su relación con la reencarnación.
1. El Mono: La Mente Indómita y el Principio de Percepción
La figura central del mono no es arbitraria; es una elección deliberada para simbolizar la cualidad de la conciencia.
* Inquietud y Agitación (Citta-vikṣepa): La característica más obvia del mono es su constante movimiento, su incapacidad para permanecer quieto. Esto representa la agitación inherente de la mente samsárica. La conciencia, mientras no esté cultivada y liberada, salta incesantemente de un objeto a otro (sensaciones, percepciones, pensamientos), sin encontrar reposo. Esta inquietud es lo que nos mantiene atrapados en el ciclo, buscando constantemente nuevas experiencias.
* Aferramiento (Upādāna): El mono se aferra a las ramas con sus manos y pies. Esta acción simboliza la tendencia de la conciencia a apegarse a los fenómenos y a las experiencias. Cada vez que la conciencia se encuentra con un objeto (visual, auditivo, olfativo, gustativo, táctil o mental), tiende a aferrarse a él, generando apego o aversión, lo cual a su vez siembra más karma.
* Búsqueda de Soporte: La búsqueda constante del mono de una nueva rama a la cual aferrarse representa cómo la conciencia, impulsada por las formaciones kármicas (Saṅkhāra) y el deseo de existencia, busca compulsivamente un nuevo "soporte" o "base" para manifestarse. En el contexto de la reencarnación, esto se traduce en la búsqueda de un nuevo cuerpo y entorno en el momento de la muerte.
* Discernimiento Rudimentario: Aunque el mono es inquieto, también es perceptivo y ágil. Simboliza la función básica de la conciencia de registrar y discernir los objetos. Es la conciencia la que hace posible el reconocimiento de las formas, sonidos, etc., aunque de manera no discriminativa en este nexo temprano.
2. El Árbol: El Campo de la Existencia Condicionada y los Objetos Sensoriales
El árbol es el "terreno" sobre el cual opera la conciencia y ofrece múltiples capas de simbolismo.
* El Samsara: En su conjunto, el árbol representa el Samsara, el ciclo de existencia condicionada. Las ramas son las diversas experiencias, situaciones y estados de existencia dentro de este ciclo. El mono está confinado al árbol; no puede salir de él mientras no se libere.
* Los Cinco Agregados (Skandhas): Las diferentes partes del árbol (raíces, tronco, ramas, hojas, frutos) pueden simbolizar los cinco agregados de la existencia (forma, sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia misma). La conciencia (el mono) interactúa con todos estos componentes, aferrándose a ellos y utilizándolos como sustrato.
* Los Seis Reinos Sensoriales (Ayatanas): Las ramas individuales y los frutos pueden representar los objetos de los seis sentidos (formas, sonidos, olores, sabores, sensaciones táctiles y objetos mentales). La conciencia se mueve de uno a otro, interactuando con ellos y generándose a través de su contacto.
* Soporte Vital: El árbol proporciona el soporte vital para el mono, al igual que los agregados y el mundo de los sentidos proporcionan el soporte para la conciencia en el samsara.
3. El Acto de Escalar/Saltar: El Mecanismo de la Transmigración
El movimiento dinámico del mono es fundamental para entender el proceso de reencarnación.
* Continuidad Causal, No Sustancial: El salto de rama en rama ilustra la continuidad causal de la conciencia, sin que haya una entidad permanente que "salte". Es como una llama que enciende otra: la nueva llama no es idéntica a la anterior, pero depende de ella. Así, la conciencia en el nuevo renacimiento no es la misma que la de la vida anterior, pero es su resultado directo y causalmente conectado.
* Impulso Kármico: El vigoroso movimiento del mono es impulsado. Este impulso proviene de las formaciones kármicas (Saṅkhāra), el nexo anterior. Son las acciones volitivas previas, teñidas de ignorancia y apego, las que dan a la conciencia la "energía" para buscar y establecerse en un nuevo renacimiento.
* Transición Intervida: En el momento de la muerte, cuando el cuerpo se desintegra, la conciencia "salta" de ese soporte. Impulsada por la sed de existencia, se dirige hacia un nuevo entorno (el nuevo árbol o rama) donde pueda manifestarse nuevamente. Esta es la esencia de la reencarnación en el budismo.
4. Detalles Adicionales en la Imagen Tradicional:
* Colores Vibrantes: El uso de colores vivos y detallados en la pintura Thangka subraya que, aunque la existencia samsárica es sufrimiento, está llena de experiencias diversas y a menudo atractivas que capturan la conciencia.
* Marco Ornamental: El intrincado marco que bordea la imagen es característico del arte Thangka y simboliza la naturaleza sagrada de estas enseñanzas y su lugar dentro del mandala de la Rueda de la Existencia.
Conclusión del Simbolismo: La Conciencia como el Puente Activo
La imagen del mono representa la conciencia (Vijñāna) como el nexo activo y fundamental que, condicionado por las formaciones kármicas y la ignorancia, se aferra a la existencia y busca incesantemente nuevos soportes. Es el principio de vida que "salta" de una vida a la siguiente, llevando consigo los potenciales kármicos. El simbolismo enfatiza que la reencarnación no es un evento pasivo, sino un proceso dinámico impulsado por la propia naturaleza de la conciencia. Comprender y, eventualmente, calmar la "mente de mono" a través de la sabiduría y la meditación es el camino para liberarse de este ciclo incesante de nacimiento y muerte.
Hasta aquí análisis símbolico de el cuarto nexo de originación dependiente, la conciencia.
La
La Conciencia (Vijñāna) y la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
El Buda Siddhartha Gautama, al delinear la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), estableció una cadena causal que explica el surgimiento del sufrimiento y el ciclo de la existencia. El tercer nexo, la conciencia (Vijñāna), emerge directamente de las formaciones kármicas (Saṅkhāra) y, a su vez, es la condición indispensable para el desarrollo de un nuevo ser, siendo así un pilar fundamental en la explicación de la reencarnación. Los sutras del Canon Pali, en particular, ofrecen una visión detallada de cómo esta conciencia opera.
1. La Conciencia como una Corriente que Depende de las Formaciones Kármicas
El Buda enfatizó que la conciencia no es una entidad independiente que existe por sí misma, sino que surge condicionada por las acciones volitivas previas.
> "Con las formaciones volicionales [Saṅkhāra] como condición, surge la conciencia [Vijñāna]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este es el pasaje fundamental que establece la dependencia del tercer nexo con el segundo. Las saṅkhāra, es decir, las intenciones y acciones kármicas generadas por la ignorancia, son el "alimento" o la "energía" que da origen a la conciencia. No es que una conciencia preexistente salte de un cuerpo a otro, sino que una nueva conciencia (en un sentido de "momento de conciencia") surge a partir de la fuerza kármica acumulada. Por lo tanto, el tipo y la calidad de las formaciones kármicas de una vida previa determinarán la naturaleza y las tendencias de la conciencia que se manifestará en el próximo renacimiento. Sin la fuerza de las saṅkhāra, no habría un impulso para que la conciencia surgiera de esta manera.
2. La Conciencia como el Elemento que "Toma Asiento" en un Nuevo Ser
Los sutras describen la conciencia como el principio que se asienta en un nuevo embrión, siendo la chispa inicial para el desarrollo del "nombre y forma" (la nueva entidad psicofísica).
> "Si, Ānanda, la conciencia no descendiera en el vientre materno, ¿se formaría allí el nombre-y-forma?" — "No, Venerable Señor."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda a Ānanda
>
Comentario: Este diálogo del Buda es uno de los pasajes más explícitos sobre la relación directa entre la conciencia y el inicio de un nuevo nacimiento. La conciencia (Vijñāna) es presentada como la "fuerza vital" o el "principio de vida" que "desciende" y se "establece" en el momento de la concepción. Sin esta conciencia, el proceso de desarrollo de un nuevo ser (el "nombre y forma", que incluye el cuerpo y los aspectos mentales rudimentarios) no podría comenzar. Es el punto de conexión entre la vida anterior (a través de sus saṅkhāra transportadas en la corriente de conciencia) y el inicio de la nueva. Esto subraya que la reencarnación no es un mero evento biológico, sino un proceso condicionado por la continuidad de la conciencia.
3. La Naturaleza "Peregrina" de la Conciencia y la Reencarnación
El Buda a menudo comparó la conciencia con algo que "vaga" o "deambula", no como un "alma" fija, sino como un flujo que busca constantemente un nuevo soporte o experiencia.
> "Es el cuerpo... la sensación... la percepción... las formaciones... la conciencia la que es impermanente, insatisfactoria y no-yo."
> — Samyutta Nikaya 22.59 (Anattalakkhana Sutta), El Buda (El Sutra de las Características del No-Yo)
>
Comentario: Aunque no habla directamente de reencarnación en esta cita, el Anattalakkhana Sutta es fundamental para entender la naturaleza de la conciencia que reencarna. El Buda niega explícitamente que la conciencia (Vijñāna) sea un "yo" o un "alma" permanente. Si la conciencia fuera un "yo", sería permanente y controlable, pero el Buda afirma que es impermanente, surge y cesa, y por lo tanto, es "no-yo". Esto significa que lo que reencarna no es una entidad inmutable, sino una corriente de conciencia condicionada, que se "salta" o se "transfiere" de un conjunto de agregados (cuerpo-mente) a otro, impulsada por las saṅkhāra y la ignorancia. Es como la llama de una vela que enciende otra vela: la segunda llama no es la misma que la primera, pero depende causalmente de ella. La reencarnación es la continuidad de esta corriente condicionada.
4. La Conciencia como el Soporte de las Impresiones Kármicas
Los sutras aluden a que la conciencia es el medio a través del cual las "semillas" de las acciones pasadas se mantienen y se actualizan en el futuro.
> "Si un monje conoce la consciencia y su cese, conoce también las causas para la liberación de la consciencia, y el camino que lleva a esa liberación."
> — Majjhima Nikaya 115 (Bahudhātuka Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: Aunque no es una cita directa sobre el almacenamiento de karma, sutras como este, y las explicaciones posteriores de los comentarios (como los Abhidhamma), indican que la conciencia es el sustrato donde las impresiones kármicas ("semillas") persisten. Estas semillas, generadas por las saṅkhāra, esperan las condiciones propicias para madurar en experiencias futuras. Cuando ocurre la muerte, la conciencia no se "vacía" de estas semillas. Más bien, la fuerza de estas semillas (el karma) se convierte en la condición para que la corriente de conciencia se "reinicie" o "re-active" en un nuevo plano existencial, lo que se conoce como reencarnación. La conciencia es, en este sentido, el "transportador" de los potenciales kármicos a través de la secuencia de vidas.
5. El Cese de la Conciencia Condicionada para el Fin de la Reencarnación
Finalmente, el Buda enseña que, si la conciencia surge condicionada, su cese también puede ser condicionado, lo que lleva al fin de la reencarnación.
> "Con el cese de las formaciones volicionales, cesa la conciencia. Con el cese de la conciencia, cesa el nombre-y-forma... Así es el cese de todo este cúmulo de sufrimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Este es el camino hacia la liberación, tal como lo describe el Buda. Si la ignorancia (Avidyā) es erradicada, las formaciones kármicas (Saṅkhāra) que atan al samsara ya no se crean. Con el cese de estas formaciones, la conciencia (Vijñāna) ya no tiene la condición para surgir de una manera que impulse la reencarnación. La conciencia no se aniquila, sino que se transforma; deja de ser una conciencia "condicionada" por lañana y el karma que la impulsa a buscar nuevos nacimientos. Cuando esta cadena se rompe, la conciencia deja de "saltar" a nuevas existencias, y el ciclo de la reencarnación, y con él el sufrimiento asociado, llega a su fin, logrando el Nirvana.
En síntesis, los sutras del Buda presentan la conciencia (Vijñāna) como el nexo vital que surge condicionado por las formaciones kármicas, y que a su vez es la condición para el desarrollo de un nuevo ser. No es un alma inmutable, sino una corriente continua que transporta los potenciales kármicos de una vida a otra. Su "descenso" y "toma de asiento" en un nuevo cuerpo es el mecanismo central de la reencarnación. La cesación de la conciencia condicionada por el karma es, por lo tanto, la clave para liberarse del ciclo interminable de nacimiento, muerte y renacimiento.
Espero que este desarrollo detallado del nexo de la conciencia desde los sutras del Buda sea exhaustivo y útil para tu comprensión. Si deseas explorar otros puntos o nexos, estoy a tu disposición.
Hasta aquí los aportes de los sutras sobre el nexo de la conciencia y la reencarnación.
El Nombre y Forma (Nāmarūpa): El Cuarto Nexo de la Originación Dependiente.
Habiendo explorado la ignorancia (Avidyā), las formaciones kármicas (Saṅkhāra) y la conciencia (Vijñāna), llegamos al cuarto nexo de la Originación Dependiente: el nombre y forma (Nāmarūpa). Este nexo representa el desarrollo completo del ser psicofísico, tanto los aspectos mentales (nombre) como los físicos (forma), que surgen una vez que la conciencia se ha "asentado" en un nuevo renacimiento. En la Rueda del Samsara, Nāmarūpa se simboliza comúnmente con personas en un bote o, a veces, con un embrión desarrollándose en el útero.
1. ¿Qué es el Nombre y Forma (Nāmarūpa)?
Nāmarūpa se refiere a la totalidad de la existencia individual, desglosada en sus componentes mentales y físicos:
* Nombre (Nāma): Representa los aspectos inmateriales o mentales de un ser. Tradicionalmente, esto incluye:
* Sensación (Vedanā): La capacidad de experimentar agrado, desagrado o neutralidad.
* Percepción (Saññā): La capacidad de reconocer objetos y experiencias.
* Voluntad/Formaciones Mentales (Cetanā/Saṅkhāra): Las intenciones y hábitos mentales (en este contexto, se refiere a las funciones mentales más básicas que surgen con el ser, no a las formaciones kármicas acumuladas como en el segundo nexo).
* Contacto (Phassa): El encuentro de los órganos sensoriales con sus objetos.
* Atención (Manasikāra): La fijación de la mente en un objeto.
En esencia, 'nombre' se refiere a los aspectos mentales que no tienen forma.
* Forma (Rūpa): Representa los aspectos materiales o físicos de un ser. Tradicionalmente, esto se refiere a:
* Los Cuatro Grandes Elementos (Mahābhūtā): Tierra (solidez), Agua (cohesión), Fuego (calor) y Aire (movimiento).
* Los derivados de los elementos: Los órganos de los sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo) y sus objetos correspondientes (formas visuales, sonidos, olores, sabores, sensaciones táctiles).
En esencia, 'forma' se refiere al cuerpo físico y sus capacidades sensoriales.
El Buda mismo lo definió así:
> "Y ¿qué es nombre-y-forma? La sensación, la percepción, la volición, el contacto, la atención – esto se llama nombre. Las cuatro grandes entidades, y la forma derivada de ellas – esto se llama forma. Así, este nombre y esta forma, esto es el nombre-y-forma."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta definición abarcadora del Buda deja claro que Nāmarūpa es la suma total de lo que un ser es en su manifestación inicial: tanto sus componentes psíquicos (sensación, percepción, etc.) como sus componentes físicos (los elementos del cuerpo y los órganos sensoriales). Es el organismo completo, rudimentario al principio, pero que eventualmente se desarrollará plenamente.
2. La Dependencia de la Conciencia (Vijñāna)
El Nāmarūpa surge directamente como condición de la conciencia, lo que lo convierte en el punto donde la conciencia se materializa en una entidad psicofísica.
> "Con la conciencia [Vijñāna] como condición, surge el nombre-y-forma [Nāmarūpa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta relación es fundamental. La conciencia (Vijñāna), impulsada por las formaciones kármicas de una vida anterior, "desciende" y se "establece" en un nuevo renacimiento. Una vez que la conciencia se ha "conectado" a un nuevo embrión (o se ha manifestado en un nacimiento espontáneo), comienza el proceso de desarrollo del "nombre y forma". La conciencia es como la semilla que, al caer en tierra fértil (el nuevo ser), permite que el cuerpo y las facultades mentales básicas comiencen a germinar y crecer. Sin la conciencia para animar y dar forma, el nombre y forma no podrían surgir.
3. El Simbolismo de Personas en un Bote
La representación más común de Nāmarūpa es la de personas remando en un bote sin un timonel o con un timonel ciego:
* El Bote: El Cuerpo Físico (Rūpa): El bote representa el cuerpo físico, la "forma" o el vehículo material a través del cual la existencia se experimenta. Es lo que nos transporta a través de la vida, pero también es inherentemente frágil y vulnerable.
* Las Personas en el Bote: Los Componentes Mentales (Nāma): Las personas dentro del bote simbolizan los aspectos mentales de Nāmarūpa (sensación, percepción, volición, etc.). Son los "pasajeros" o las "facultades" que operan dentro del cuerpo.
* Sin Timonel o con Timonel Ciego: La ausencia de un timonel o un timonel ciego es crucial. Esto ilustra la falta de un "controlador" o "yo" inherente. El bote está "a la deriva" o se mueve impulsado por las corrientes del karma y la ignorancia. No hay un "alma" que lo dirija conscientemente hacia un destino preestablecido. Simboliza que, en esta etapa, el ser aún carece de una comprensión clara y está siendo llevado por las fuerzas condicionantes.
* Dependencia Mutua: El bote no puede moverse sin las personas, y las personas no pueden cruzar el agua sin el bote. Esto representa la interdependencia inescindible entre el nombre y la forma. No pueden existir el uno sin el otro; la mente necesita un cuerpo para manifestarse y el cuerpo es inerte sin la mente.
4. La Relevancia de Nāmarūpa en la Reencarnación
Nāmarūpa es el punto donde la continuidad de la conciencia de una vida previa se manifiesta como una entidad nueva y funcional, lista para interactuar con el mundo.
* La Manifestación del Nuevo Ser: Es el comienzo del desarrollo del individuo tal como lo conocemos. La conciencia de renacimiento se ha conectado y ha comenzado a construir la base de lo que será el nuevo organismo.
* Base para la Experiencia Sensorial: Al surgir Nāmarūpa (con sus órganos sensoriales y facultades mentales básicas), se establece la base para el siguiente nexo: las seis esferas de los sentidos (Ayatana), que permiten la interacción con el mundo.
* Continuidad del Sufrimiento: Nāmarūpa, al ser condicionado y estar sujeto a la impermanencia, es inherentemente insatisfactorio. Es la base para la experiencia del sufrimiento que se desarrollará en los nexos posteriores. Mientras haya nombre y forma, habrá un "alguien" para experimentar el sufrimiento.
En síntesis, el nombre y forma (Nāmarūpa) es el cuarto nexo de la Originación Dependiente, que representa la formación del ser psicofísico completo (mente y cuerpo rudimentarios) una vez que la conciencia ha tomado asiento. Simbolizado por personas en un bote, subraya la interdependencia de los componentes físicos y mentales, la ausencia de un "yo" permanente que los controle, y su papel como la base para el surgimiento de la experiencia y la perpetuación del ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí el concepto del nexo de la forma.
Análisis Simbólico del Nexo del Nombre y Forma (Nāmarūpa).
El cuarto nexo de la Originación Dependiente, nombre y forma (Nāmarūpa), se simboliza tradicionalmente con la imagen de dos personas en un bote, a menudo con una de ellas ciega. Este símbolo encapsula la naturaleza interdependiente y la constitución psicofísica de un ser al inicio de su nueva existencia, así como la falta de un controlador permanente.
1. El Bote: La Forma (Rūpa)
El bote en la imagen representa la forma (Rūpa), es decir, el cuerpo físico y todos sus componentes materiales.
* Vehículo de la Existencia: Así como un bote transporta a las personas a través del agua, el cuerpo físico es el vehículo que transporta la conciencia y las facultades mentales a través de la vida. Es el soporte para la experiencia.
* Vulnerabilidad y Fragilidad: Un bote está sujeto a los elementos, puede dañarse o hundirse. Esto simboliza la impermanencia, la fragilidad y la vulnerabilidad inherente del cuerpo físico. Está sujeto al deterioro, la enfermedad y, finalmente, la muerte.
* Limitaciones y Dependencia: El bote tiene sus propias limitaciones y depende de las condiciones del agua y de ser impulsado. De manera similar, el cuerpo físico tiene sus limitaciones y depende de factores externos (alimento, aire, etc.) y de la conciencia para funcionar.
2. Las Personas en el Bote: El Nombre (Nāma)
Las personas dentro del bote simbolizan el nombre (Nāma), es decir, los aspectos mentales y psíquicos de un ser, que incluyen sensación, percepción, volición, contacto y atención.
* Facultades Mentales: Las personas son los "ocupantes" o las "facultades" que habitan y operan a través del cuerpo. Son los procesos cognitivos y experienciales básicos que surgen con la conciencia.
* Interacción y Proceso: Las personas interactúan entre sí y con el bote, lo que refleja cómo los diferentes aspectos de la mente y la conciencia interactúan constantemente entre sí y con el cuerpo.
3. La Interdependencia: La Indivisibilidad de Nombre y Forma
La imagen de las personas dentro del bote enfatiza la interdependencia inescindible entre el nombre y la forma.
* No pueden Existir Separados: Las personas no pueden cruzar el agua sin el bote, y el bote no puede moverse por sí solo sin los ocupantes. Esto ilustra que el cuerpo y la mente no pueden funcionar o existir de forma independiente. No hay mente sin cuerpo ni cuerpo animado sin mente en la existencia condicionada. Son dos caras de la misma moneda.
* Una Unidad Funcional: Juntos, el nombre y la forma constituyen la totalidad funcional de un ser individual.
4. El Timonel Ciego o Ausente / La Figura Ciega: La Ausencia de un "Yo" Permanente y la Dirección Kármica
En muchas representaciones tradicionales, uno de los remadores o la figura principal es ciega, o el bote carece de un timonel que vea.
* Ausencia de un "Yo" Permanente (Anattā): Este es uno de los simbolismos más profundos. La falta de un timonel vidente o la presencia de un ciego sugiere que no hay un "yo" o "alma" permanente e independiente que esté controlando conscientemente el bote (el cuerpo) o dirigiendo su curso. La dirección del bote no es el resultado de un "maestro" intrínseco.
* Impulso de la Ignorancia y el Karma: El bote no está a la deriva por casualidad, sino que es impulsado por las corrientes invisibles del karma (las formaciones kármicas previas) y la ignorancia (el nexo inicial). La ceguera del "timonel" o de los ocupantes indica que el "nombre y forma" se está moviendo a través de la existencia sin una visión clara de la verdadera naturaleza de la realidad, guiado por impulsos condicionados.
* Falta de Control Consciente Pleno: Incluso en un nuevo nacimiento, el ser aún está en una etapa temprana de desarrollo. Carece de la sabiduría para dirigir su propio curso de vida plenamente, y es impulsado por sus tendencias kármicas previas.
5. El Agua: El Samsara o la Corriente de la Vida
El agua sobre la que navega el bote representa la corriente del samsara o el flujo incesante de la existencia condicionada.
* Flujo Continuo: El agua está en constante movimiento, simbolizando la impermanencia y el cambio incesante de la vida en el samsara.
* Inestabilidad: Navegar en el agua puede ser inestable y peligroso, lo que refleja la naturaleza inherentemente insatisfactoria y turbulenta de la existencia condicionada.
Conclusión del Simbolismo: La Constitución del Ser en el Samsara
La imagen de las personas en un bote para simbolizar el nombre y forma (Nāmarūpa) es una metáfora poderosa de la constitución psicofísica de un ser en el samsara. Representa el surgimiento de un cuerpo (bote) habitado por las facultades mentales (personas), que, al estar interconectadas y carecer de un "timonel" vidente, son impulsadas por las fuerzas del karma y la ignorancia a través del incesante flujo de la existencia. Es el punto en que la conciencia (del nexo anterior) se materializa y forma la base para todas las futuras experiencias sensoriales y el inevitable ciclo de sufrimiento. La imagen nos recuerda que nuestra existencia está formada por componentes interdependientes que, sin sabiduría, están a la deriva en el vasto océano del samsara.
Análisis símbolico de el nexo de la forma.
El Nombre y Forma (Nāmarūpa) y la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
Los sutras, las palabras directamente atribuidas al Buda, son la fuente primordial para entender el nexo del nombre y forma (Nāmarūpa) dentro de la cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda). En estos textos, el Buda no solo define Nāmarūpa, sino que establece su conexión ineludible con la conciencia de renacimiento y su papel en el surgimiento de un nuevo ser, consolidando así su lugar como un pilar en la explicación de la reencarnación.
1. Nāmarūpa como Resultado Directo de la Conciencia en el Nuevo Renacimiento
El Buda explica que el surgimiento del nombre y forma es una consecuencia directa y necesaria de la conciencia que se establece en un nuevo plano de existencia. Esta es la base de la reencarnación.
> "Con la conciencia [Vijñāna] como condición, surge el nombre-y-forma [Nāmarūpa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las formulaciones más concisas y claras del Buda sobre la interdependencia de estos nexos. Las saṅkhāra (formaciones kármicas) condicionan la conciencia (Vijñāna), y esa conciencia, a su vez, es la condición para el surgimiento del nombre y forma. En el contexto de la reencarnación, esto significa que cuando la corriente de conciencia de una vida pasada (impregnada de karma) busca un nuevo renacimiento y se "asienta" (por ejemplo, en un óvulo fertilizado), los elementos básicos de una nueva entidad psicofísica (el "nombre y forma") comienzan a desarrollarse. El Nāmarūpa es, por lo tanto, la manifestación inicial y material de la conciencia en una nueva existencia. Sin la conciencia que la anime, el nombre y forma no podría cobrar vida.
2. La Interdependencia Ineludible de Nombre y Forma
El Buda enfatizó la relación simbiótica entre los aspectos mentales y físicos del ser, dejando claro que no pueden existir uno sin el otro.
> "Así como dos haces de caña se sostienen mutuamente, así también el nombre y forma se sostienen mutuamente. Si uno de ellos fuera retirado, el otro caería."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda a Ānanda
>
Comentario: Esta famosa analogía de los "haces de caña" ilustra vívidamente la interdependencia del nombre (los aspectos mentales: sensación, percepción, volición, contacto, atención) y la forma (el cuerpo físico y los órganos de los sentidos). El Buda enseña que estos dos componentes no son entidades separadas que simplemente coexisten, sino que se condicionan y se apoyan mutuamente. En el proceso de reencarnación, esto significa que la conciencia no solo genera un cuerpo o solo una mente, sino una unidad funcional de ambos. El nuevo ser que nace es esta combinación inseparable de nombre y forma, que debe existir como una totalidad. Si uno de ellos no existiera, el otro tampoco podría manifestarse en el ciclo de la existencia condicionada.
3. Nāmarūpa como Base para el Surgimiento de los Sentidos y la Experiencia
El Buda subraya que el desarrollo del nombre y forma es la condición necesaria para que un ser pueda experimentar el mundo a través de sus sentidos, lo que a su vez conduce a la perpetuación del sufrimiento.
> "Con el nombre-y-forma como condición, surgen las seis bases de los sentidos [Salāyatana]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Una vez que el "nombre y forma" (la base psicofísica: el cuerpo con sus órganos y la mente con sus facultades rudimentarias) ha surgido en el nuevo renacimiento, se convierte en la condición para el desarrollo de las seis esferas de los sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente). Estos son los "portales" a través de los cuales el ser interactuará con el mundo exterior e interior. Es a través de la presencia de este Nāmarūpa desarrollado que el ser puede tener contacto, sentir, percibir y, en última instancia, generar apego o aversión, cerrando el ciclo kármico y asegurando futuras reencarnaciones.
4. Nāmarūpa como una Manifestación Impermanente y No-Yo
Aunque el Buda explica cómo el Nāmarūpa surge en cada reencarnación, también enfatiza que no es un "yo" permanente ni una entidad controlable, sino que está sujeto a la impermanencia y el sufrimiento.
> "Los monjes, la forma es impermanente; la sensación es impermanente; la percepción es impermanente; las formaciones mentales son impermanentes; la conciencia es impermanente. Lo que es impermanente es sufrimiento. Lo que es sufrimiento es no-yo. Lo que es no-yo no es mío, no soy yo, no es mi ser."
> — Samyutta Nikaya 22.59 (Anattalakkhana Sutta), El Buda (El Sutra de las Características del No-Yo)
>
Comentario: En este sutra fundamental, el Buda desglosa todos los componentes de lo que consideramos un "ser" (incluyendo la forma y los aspectos del nombre) y afirma su impermanencia y su naturaleza de no-yo. Aunque Nāmarūpa es el punto donde un nuevo ser se manifiesta en la reencarnación, el Buda enseña que este Nāmarūpa no es un "alma" eterna que transmigra. En cambio, es un compuesto que surge condicionado, cambia constantemente y eventualmente se disuelve. La reencarnación, por lo tanto, no es la transferencia de un "yo" fijo, sino la continuidad de un proceso causal donde un nuevo "nombre y forma" surge en respuesta a las condiciones kármicas previas, siempre sujeto a la impermanencia y, por lo tanto, al sufrimiento.
Conclusión
Los sutras del Buda revelan que el nombre y forma (Nāmarūpa) es el cuarto nexo crucial en la Originación Dependiente y un componente esencial en la explicación de la reencarnación. Surge directamente de la conciencia de renacimiento y representa la inseparable unidad de los componentes físicos y mentales que constituyen un nuevo ser. Aunque este Nāmarūpa es la base para todas las experiencias futuras en el samsara, el Buda enfatizó que es impermanente y no-yo, lo que subraya que la reencarnación es la renovación constante de una entidad condicionada, no la transmigración de un alma inmutable. Este nexo establece el escenario para el ciclo continuo de apego, acción y sufrimiento.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre este nexo de nombre y forma.
Las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana): El Quinto Nexo de la Originación Dependiente.
Habiendo explorado la ignorancia (Avidyā), las formaciones kármicas (Saṅkhāra), la conciencia (Vijñāna) y el nombre y forma (Nāmarūpa), llegamos al quinto nexo: las seis esferas de los sentidos (Salāyatana). Este nexo representa el desarrollo completo de los órganos sensoriales y sus correspondientes facultades que permiten al ser interactuar con su entorno. En la Rueda del Samsara, Salāyatana se simboliza comúnmente con una casa con seis ventanas (o aberturas).
1. ¿Qué son las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana)?
El término Salāyatana se desglosa en "sal" (seis) y "āyatana" (bases o esferas). Se refiere a las seis facultades sensoriales que actúan como "puertas" a través de las cuales la mente contacta el mundo. No son solo los órganos físicos, sino también la capacidad funcional de esos órganos.
Las seis esferas de los sentidos son:
* Ojo (cakkhu) y formas visibles (rūpa): La facultad de la visión.
* Oído (sota) y sonidos (sadda): La facultad de la audición.
* Nariz (ghāna) y olores (gandha): La facultad del olfato.
* Lengua (jivhā) y sabores (rasa): La facultad del gusto.
* Cuerpo (kāya) y sensaciones táctiles (phoṭṭhabba): La facultad del tacto.
* Mente (mano) y objetos mentales (dhamma): La facultad mental que percibe pensamientos, ideas, recuerdos, fantasías, etc. (A menudo se la equipara con el cerebro o el asiento de los procesos cognitivos).
El Buda mismo lo definió:
> "Y ¿qué son las esferas de los seis sentidos? La esfera del ojo, la esfera del oído, la esfera de la nariz, la esfera de la lengua, la esfera del cuerpo, la esfera de la mente — esto se llama las esferas de los seis sentidos."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Es crucial entender que, aunque hablamos de "órganos", en el budismo se refieren a las facultades sensoriales que permiten el contacto y la percepción. La esfera de la mente como sexto sentido es particularmente importante, ya que engloba la capacidad de la mente para percibir sus propios objetos internos, como pensamientos y emociones, no solo los objetos externos.
2. La Dependencia del Nombre y Forma (Nāmarūpa)
El desarrollo de las seis esferas de los sentidos es una consecuencia directa y natural del nexo previo, el nombre y forma.
> "Con el nombre-y-forma [Nāmarūpa] como condición, surgen las seis esferas de los sentidos [Salāyatana]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Una vez que el "nombre y forma" (la unidad psicofísica rudimentaria: cuerpo y facultades mentales básicas) se ha formado, los órganos sensoriales y sus capacidades funcionales comienzan a desarrollarse y madurar. Nāmarūpa proporciona la estructura y el sustrato para que estos "portales" sensoriales puedan formarse y operar. Por ejemplo, el cuerpo (parte de la "forma") proporciona el ojo físico, y la mente (parte del "nombre") proporciona la capacidad de la conciencia visual. Sin la base del nombre y forma, las esferas de los sentidos no podrían surgir o funcionar.
3. Las Seis Esferas de los Sentidos como "Puertas" a la Experiencia
Salāyatana es el punto donde el ser se abre al mundo y comienza a interactuar activamente con él.
* Puntos de Contacto: Las seis esferas de los sentidos son las "puertas" o "canales" a través de los cuales la conciencia entra en contacto con los objetos externos e internos. Son los instrumentos que nos permiten percibir y conocer el mundo.
* Base para el Contacto (Phassa): El desarrollo de Salāyatana es la condición para el siguiente nexo, el contacto (Phassa). Sin ojos, no puede haber contacto visual; sin oídos, no puede haber contacto auditivo, y así sucesivamente. Por lo tanto, Salāyatana es la infraestructura necesaria para que la experiencia sensorial ocurra.
* Inicio de la Interacción con el Samsara: Es a través de estos sentidos que un ser recién nacido (o un ser en desarrollo) comienza a percibir y formar una relación con el mundo que lo rodea. Esta interacción es lo que eventualmente generará más apego, aversión e ignorancia, perpetuando el ciclo del sufrimiento.
4. El Simbolismo de la Casa con Seis Ventanas
La representación de una casa con seis ventanas (o aberturas) es una analogía poderosa:
* La Casa: El Cuerpo (Rūpa): La casa representa el cuerpo físico del ser, el recipiente en el que residen las facultades sensoriales.
* Las Seis Ventanas: Las Seis Esferas de los Sentidos: Cada ventana simboliza una de las seis esferas de los sentidos. Así como las ventanas permiten que la luz y el sonido entren en una casa y conecten su interior con el exterior, las facultades sensoriales permiten que los objetos sensoriales entren en contacto con la conciencia del ser.
* La Mente como el Ocupante de la Casa: Implícitamente, la mente (conciencia) es el "ocupante" de la casa, el que "mira" por las ventanas y experimenta lo que entra por ellas.
* Un Sentido de Encerramiento/Limitación: La casa, a pesar de sus ventanas, sigue siendo un espacio limitado y cerrado, lo que puede aludir a la naturaleza limitada y condicionada de nuestra experiencia en el samsara, filtrada a través de estos sentidos.
5. La Relevancia de Salāyatana en la Reencarnación
Salāyatana es crucial para entender cómo la reencarnación conduce a la experiencia vital:
* Apertura al Mundo: Después de que un nuevo ser psicofísico (Nāmarūpa) se ha formado, el desarrollo de las esferas sensoriales significa que este ser está ahora completamente equipado para percibir y reaccionar a su entorno.
* Inicio de la Cadena de Reacciones: La presencia de estos "portales" sensoriales es lo que permite el contacto, la sensación, el anhelo y el apego, llevando a la generación de nuevo karma y asegurando futuros renacimientos. Sin Salāyatana, la cadena de la Originación Dependiente no podría avanzar más allá del nombre y forma.
* El Sufrimiento de la Interacción: Al abrirse al mundo a través de los sentidos, el ser se expone a todas las experiencias de agrado, desagrado y neutralidad, que, sin sabiduría, conducen al anhelo y al aferramiento, perpetuando el sufrimiento del samsara.
En resumen, las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) son el quinto nexo de la Originación Dependiente, que representa el desarrollo de las facultades sensoriales y la mente. Condicionadas por el nombre y forma, estas esferas actúan como "puertas" a través de las cuales el ser contacta e interactúa con el mundo. Simbolizadas por una casa con seis ventanas, marcan el punto en que el ser se abre a la experiencia, sentando las bases para el apego y la continuidad del sufrimiento en el ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí concepto de nexo de los sentidos.
Análisis Simbólico del Nexo de las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana).
El quinto nexo de la Originación Dependiente, las seis esferas de los sentidos (Salāyatana), se simboliza tradicionalmente con una casa con seis ventanas o aberturas. Este símbolo es una metáfora elocuente de cómo un ser, una vez que ha desarrollado su "nombre y forma", comienza a interactuar con el mundo y a percibir la realidad, sentando las bases para la continuidad del ciclo del samsara.
1. La Casa: El Cuerpo Físico (Rūpa)
La casa en la imagen representa el cuerpo físico del ser, el recipiente o la estructura que alberga las facultades sensoriales.
* Contenedor de la Experiencia: Es el "hogar" donde reside la conciencia y donde se procesan todas las experiencias sensoriales. Sin esta estructura, la experiencia tal como la conocemos no sería posible.
* Limitación y Encerramiento: Una casa, por muy grande que sea, es un espacio limitado y cerrado. Esto simboliza la naturaleza inherentemente limitada y condicionada de nuestra existencia en el samsara. Nuestra percepción del mundo está confinada y filtrada a través de los límites de nuestro cuerpo y sus sentidos.
* Vulnerabilidad: Una casa puede ser dañada, deteriorarse o colapsar, lo que alude a la impermanencia y la fragilidad del cuerpo físico.
2. Las Seis Ventanas/Aberturas: Las Seis Esferas Sensoriales
Las seis ventanas o aberturas son el elemento central de este nexo, simbolizando las seis facultades sensoriales: ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo (tacto) y mente.
* Puertas de Percepción: Así como las ventanas permiten que la luz, el aire, los sonidos y las vistas entren en una casa, las seis esferas de los sentidos son los "portales" o "canales" a través de los cuales la conciencia contacta y percibe el mundo externo (formas, sonidos, olores, sabores, sensaciones táctiles) e interno (objetos mentales como pensamientos y recuerdos).
* Conexión con el Exterior: Las ventanas son los puntos de conexión entre el interior de la casa (el ser) y el mundo exterior. Esto ilustra cómo los sentidos son los medios por los cuales nos relacionamos y nos abrimos a nuestro entorno.
* Filtros de la Realidad: Cada ventana ofrece una vista limitada y específica. Esto simboliza que nuestra percepción de la realidad no es directa ni completa, sino filtrada y condicionada por las capacidades y limitaciones de nuestros sentidos. No vemos el mundo tal como es, sino tal como nuestros sentidos nos lo presentan.
* Multiplicidad de Canales: El hecho de que haya seis ventanas distintas subraya que la experiencia no es monolítica, sino que llega a través de múltiples canales sensoriales, cada uno con su propio dominio.
3. La Mente como el Ocupante de la Casa
Aunque no se representa directamente, la mente (conciencia) es el "ocupante" implícito de la casa, el que "mira" por las ventanas y experimenta lo que entra por ellas.
* El Perceptor: Es la mente la que integra la información que llega a través de las diferentes ventanas, dando sentido a las percepciones.
* La Sexta Ventana: La "ventana de la mente" es única, ya que no mira hacia afuera, sino hacia adentro, percibiendo sus propios objetos mentales (pensamientos, emociones, recuerdos, etc.). Esto resalta la capacidad de la mente de ser tanto un órgano sensorial como el "integrador" de todas las sensaciones.
4. La Relación con los Nexos Anteriores y Posteriores
El simbolismo de la casa con seis ventanas también ilustra la posición de Salāyatana en la cadena de la Originación Dependiente:
* Condicionado por Nombre y Forma: La casa y sus ventanas (Salāyatana) no podrían existir sin la estructura básica del cuerpo y la mente (Nāmarūpa). Es el Nāmarūpa el que proporciona la "materia prima" para el desarrollo de los sentidos.
* Condición para el Contacto: La presencia de estas ventanas es la condición necesaria para el siguiente nexo, el contacto (Phassa). Sin una ventana (un sentido) y algo que entre por ella (un objeto sensorial), no puede haber contacto.
Conclusión del Simbolismo: La Apertura a la Experiencia del Samsara
La imagen de la casa con seis ventanas para simbolizar las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) es una metáfora elocuente de cómo el ser se abre a la experiencia del mundo. Estas "puertas" sensoriales son los medios por los cuales percibimos, interactuamos y formamos una relación con nuestro entorno, tanto externo como interno. Sin embargo, esta apertura también es el punto donde comenzamos a generar nuevas reacciones, apegos y aversiones, lo que nos encadena aún más al ciclo del sufrimiento en el samsara. La imagen nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras percepciones, filtradas por los sentidos, dan forma a nuestra realidad y nos impulsan a lo largo del camino de la existencia condicionada.
Hasta aquí análisis símbolico del.nexo.
Las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana) y su Vínculo con la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
En la intrincada cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), el quinto nexo, las seis esferas de los sentidos (Salāyatana), se erige como un pivote fundamental. Este nexo describe el desarrollo de las facultades sensoriales —el ojo, el oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente— que permiten a un ser establecer contacto con el mundo. Los sutras del Buda revelan que Salāyatana no es una mera característica biológica, sino el terreno fértil donde las interacciones cotidianas se transforman en fuerzas kármicas, impulsando la continuidad de la existencia y la reencarnación. Las palabras del Buda proporcionan la base para entender cómo estas "puertas" de percepción son tanto un producto de nuestro pasado kármico como los instrumentos a través de los cuales construimos nuestro futuro samsárico.
1. Salāyatana como Consecuencia Directa del Nombre y Forma en el Nuevo Renacimiento
El Buda establece una relación causal explícita entre el nexo de nombre y forma (Nāmarūpa) y el surgimiento de las seis esferas de los sentidos. Este es un paso crucial en la materialización de un nuevo ser.
> "Con el nombre-y-forma [Nāmarūpa] como condición, surgen las seis esferas de los sentidos [Salāyatana]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este verso fundamental del Vibhanga Sutta subraya la naturaleza condicionada de Salāyatana. Una vez que la conciencia (Vijñāna), impulsada por el karma pasado, se ha asentado y ha dado lugar al "nombre y forma" (la unidad psicofísica rudimentaria del nuevo ser), las facultades sensoriales (Salāyatana) comienzan a desarrollarse a partir de esa base. Es decir, las seis esferas de los sentidos no surgen de forma independiente, sino que son la maduración y especialización de las capacidades contenidas en el Nāmarūpa. En el contexto de la reencarnación, esto significa que el tipo de facultades sensoriales (por ejemplo, su agudeza o deficiencia) que poseerá un ser en su nuevo renacimiento está directamente determinado por el Nāmarūpa que surge, el cual, a su vez, está condicionado por el karma acumulado en vidas anteriores. Así, Salāyatana se convierte en la manifestación funcional de un nuevo ser, listo para interactuar con su entorno.
2. Salāyatana como la Plataforma para el Contacto y la Sensación (Karma Potencial)
Los sutras dejan claro que el desarrollo de Salāyatana es indispensable para el siguiente paso en la cadena: el contacto (Phassa), que es el punto donde las fuerzas kármicas comienzan a activarse.
> "Con las seis esferas de los sentidos como condición, surge el contacto [Phassa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es otra articulación directa de la dependencia causal. El Buda explica que Salāyatana proporciona los "portales" o "medios" a través de los cuales la conciencia puede encontrarse con los objetos. Sin la facultad del ojo, no puede haber contacto visual; sin la facultad del oído, no puede haber contacto auditivo, y así sucesivamente para los seis sentidos, incluyendo la mente. Es precisamente este "contacto" tripartito (órgano sensorial + objeto sensorial + conciencia sensorial) el que da lugar a la sensación (Vedanā), que es el nexo siguiente. La importancia de esto para el karma y la reencarnación es inmensa: estas "puertas" sensoriales son el punto de entrada de todas las experiencias, y es nuestra reacción a esas experiencias (deseo, aversión o ignorancia) lo que generará nuevas voliciones kármicas que impulsarán futuras reencarnaciones. Salāyatana es, por lo tanto, el escenario donde el potencial kármico se convierte en acción.
3. La Naturaleza de las Seis Esferas Sensoriales como Inconstante y Fuentes de Sufrimiento
El Buda no solo describe cómo surgen las seis esferas de los sentidos, sino que también enfatiza su naturaleza impermanente, insatisfactoria y no-yo, lo cual es crucial para comprender por qué conducen al sufrimiento y a la continuidad del samsara.
> "El ojo es impermanente; lo que es impermanente es sufrimiento; lo que es sufrimiento es no-yo. Lo que es no-yo no es mío, no soy yo, no es mi ser. De esta manera, debe verse exactamente como es con sabiduría correcta. Lo mismo se aplica al oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente."
> — Samyutta Nikaya 35.1 (Adittapariyaya Sutta), El Sutra del Sermón del Fuego (paráfrasis)
>
Comentario: En este potente sutra, el Buda desmantela la noción de que nuestros sentidos o lo que percibimos a través de ellos tienen una existencia sólida o permanente. Él argumenta que si los sentidos (Salāyatana) son impermanentes y, por lo tanto, fuentes de sufrimiento, y si no poseen un "yo" inherente, entonces aferrarse a ellos o a las experiencias que nos proporcionan es la raíz de la insatisfacción. En el contexto de la reencarnación, esta enseñanza es fundamental: aunque un nuevo ser renazca con nuevas Salāyatana, estas facultades están inherentemente sujetas al cambio, al decaimiento y a la insatisfacción. La ignorancia de esta verdad nos lleva a buscar placer a través de los sentidos y a evitar el dolor, generando así nuevas voliciones kármicas que aseguran que seguiremos renaciendo en existencias donde estos sentidos, y por ende el sufrimiento, persisten. La liberación del ciclo de reencarnación, según el Buda, implica la desidentificación completa con las seis esferas de los sentidos y sus objetos.
4. La Importancia de la Vigilancia de los Sentidos para la Purificación del Karma y el Fin de la Reencarnación
Más allá de describir su surgimiento y naturaleza, los sutras proporcionan una guía explícita sobre cómo la vigilancia de las seis esferas de los sentidos es el camino para detener la acumulación de karma negativo y, en última instancia, romper el ciclo de la reencarnación.
> "El monje, al ver una forma con el ojo, no se aferra a los signos o a los detalles. Por cuanto si su facultad visual no está controlada, las malas y no saludables cualidades —la codicia y el dolor— podrían entrar en él. Así practica el control sobre ella... Lo mismo para el oído... nariz... lengua... cuerpo... y mente. Si un monje practica así, se dice que está practicando el Noble Camino."
> — Anguttara Nikaya 3.86 (Sekha Sutta), El Buda
>
Comentario: Este pasaje del Anguttara Nikaya ofrece una instrucción directa sobre la práctica. El Buda enseña que el camino hacia la liberación (y, por lo tanto, el fin de la reencarnación impulsada por el sufrimiento) implica el control de las puertas sensoriales (indriya-samvara). No se trata de suprimir los sentidos, sino de estar vigilante y atento en el momento del contacto. Si al ver una forma, oír un sonido, etc., nos aferramos a los "signos" (la apariencia superficial) o a los "detalles" (las características que nos atraen o repelen), surge la codicia o el dolor, que son la base para generar karma no hábil. Al practicar el control de Salāyatana, es decir, al observar las percepciones sin apego ni aversión, se interrumpe la cadena que conduce a la formación de nuevo karma que propiciaría futuras reencarnaciones. Esta vigilancia es el karma hábil por excelencia que conduce a la purificación de la mente y, finalmente, al fin de la existencia condicionada.
5. Salāyatana como el Lugar Donde Se Reconocen las Cuatro Nobles Verdades
Finalmente, los sutras sugieren que las seis esferas de los sentidos no son solo un mecanismo de la reencarnación, sino también el lugar donde se puede realizar la verdad de la cesación del sufrimiento.
> "Es en este cuerpo de un braza, con sus percepciones y su mente, donde proclamo el mundo, el origen del mundo, la cesación del mundo y el camino que conduce a la cesación del mundo."
> — Anguttara Nikaya 4.45 (Rohitassa Sutta), El Buda
>
Comentario: Aunque no menciona directamente "Salāyatana", el Buda se refiere a este "cuerpo con sus percepciones y su mente", que es precisamente el Nāmarūpa completo con sus seis esferas sensoriales funcionales. Esta cita es crucial porque posiciona las Salāyatana como el punto de investigación y realización. Es a través de la observación de cómo el sufrimiento surge y cesa en nuestras propias experiencias sensoriales (mediadas por Salāyatana) que podemos comprender las Cuatro Nobles Verdades. Al ver el origen del sufrimiento en el apego a las percepciones sensoriales y al practicar el desapego, se puede alcanzar la liberación del ciclo de reencarnación. Las seis esferas de los sentidos son, paradójicamente, tanto la causa de nuestra atadura al samsara como la puerta de entrada a la iluminación.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y multifacética de las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) y su papel en la reencarnación. El Buda establece claramente que Salāyatana son el producto del nombre y forma y la condición para el contacto, siendo así la interfaz crucial entre el ser y el mundo. Él no solo describe su surgimiento y su naturaleza impermanente, que las convierte en fuentes de sufrimiento y anclaje al samsara, sino que también ofrece un camino claro para la liberación. Mediante la práctica de la vigilancia y el control de los sentidos, se puede interrumpir la generación de karma no hábil, purificar la mente y, en última instancia, liberarse del ciclo incesante de la reencarnación. Las palabras del Buda en los sutras nos invitan a mirar a nuestras propias percepciones sensoriales como el campo donde se despliega y, potencialmente, se resuelve el gran drama del karma y la existencia cíclica.
Hasta aquí aporte de los sutras sobre nexo de los seis sentidos.
El Contacto (Phassa): El Sexto Nexo de la Originación Dependiente.
El ciclo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) continúa desvelando cómo la existencia condicionada se perpetúa. Habiendo establecido las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) como las puertas de la percepción, el siguiente nexo, el contacto (Phassa), emerge como el punto donde la conciencia se encuentra con los objetos a través de estas puertas. Este es un nexo fundamental, ya que es la condición necesaria para el surgimiento de la sensación y, por ende, el inicio del proceso que culmina en la acumulación de karma y la reencarnación.
1. ¿Qué es el Contacto (Phassa)?
En el contexto budista, el contacto (Phassa) no se refiere simplemente a un toque físico. Es un fenómeno mental que ocurre cuando tres elementos se unen simultáneamente:
* Un órgano sensorial (indriya): Una de las seis esferas de los sentidos (ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo, mente).
* Un objeto sensorial (ārammaṇa): La forma visible, el sonido, el olor, el sabor, la sensación táctil o el objeto mental correspondiente.
* La conciencia sensorial (viññāṇa): La conciencia que surge específicamente en relación con ese sentido (conciencia visual, conciencia auditiva, etc.).
El Buda lo explica de la siguiente manera:
> "Con las seis esferas de los sentidos [Salāyatana] como condición, surge el contacto [Phassa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Y más específicamente, en relación con sus componentes:
> "Y ¿qué es el contacto? Con el ojo como base y las formas como objeto, surge la conciencia visual; la conjunción de los tres es contacto. Con el oído como base y los sonidos como objeto, surge la conciencia auditiva; la conjunción de los tres es contacto... Así también con la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (paráfrasis ampliada)
>
Comentario: Phassa es el "momento de encuentro". Es el puente que une al perceptor con lo percibido. Sin Salāyatana (las facultades sensoriales), este encuentro no sería posible. Es importante destacar que el contacto no implica una reacción inmediata de agrado o desagrado; es simplemente la activación de la capacidad de percibir. Por ejemplo, cuando la luz golpea la retina (ojo), y hay una forma visible, y surge la conciencia visual, en ese instante hay "contacto". Este contacto es el punto de partida para toda experiencia consciente.
2. La Dependencia del Contacto de las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana)
Como se mencionó, el contacto depende directamente del nexo anterior, Salāyatana.
* Sin Salāyatana, no hay Phassa: Si las facultades sensoriales no están desarrolladas o no funcionan (como en el caso de la ceguera, la sordera, o al no haber renacido aún), el contacto con el mundo sensorial no puede ocurrir. Salāyatana proporciona la infraestructura para que el contacto tenga lugar.
* Seis Tipos de Contacto: Dado que hay seis esferas de los sentidos, el Buda distingue seis tipos de contacto:
* Contacto visual (cakkhu-samphassa)
* Contacto auditivo (sota-samphassa)
* Contacto olfativo (ghana-samphassa)
* Contacto gustativo (jivhā-samphassa)
* Contacto táctil (kāya-samphassa)
* Contacto mental (mano-samphassa)
3. El Contacto como Condición para la Sensación (Vedanā)
El nexo del contacto es vital porque es la condición inmediata para el surgimiento de la sensación (Vedanā), el nexo siguiente.
> "Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Una vez que hay contacto, la experiencia se cualifica como placentera, dolorosa o neutra. Es decir, el contacto es el "disparador" de la sensación. No puedes sentir placer o dolor a menos que primero haya habido un contacto sensorial. Por ejemplo, solo cuando el ojo contacta con una forma, y la conciencia visual surge, entonces puede experimentarse una sensación placentera o desagradable al ver esa forma. Este es el punto crucial donde la experiencia se tiñe con una cualidad afectiva.
4. El Contacto y su Vínculo con el Karma y la Reencarnación
El papel de Phassa en el ciclo de karma y reencarnación es indirecto pero absolutamente fundamental:
* Puerta de Entrada para la Creación de Karma: Aunque Phassa en sí mismo es neutral (es solo el encuentro), al ser la condición para la sensación, se convierte en el punto crítico donde se desencadenan las reacciones kármicas. Si la sensación que surge del contacto no se maneja con sabiduría, lleva al anhelo (Taṇhā) y al apego (Upādāna), que son las fuerzas directas que generan nuevo karma y, por lo tanto, aseguran futuras reencarnaciones.
* El Vínculo entre el Mundo Interno y Externo: El contacto es la unión de lo que percibimos con la conciencia. Sin contacto, no hay experiencia del mundo, y sin experiencia, no hay oportunidad para el apego o la aversión, que son los motores del karma y el renacimiento.
* No hay Escape del Contacto en el Samsara: Mientras haya renacimiento en el samsara, inevitablemente habrá Salāyatana, y por lo tanto, habrá contacto. La existencia condicionada está intrínsecamente ligada a la interacción sensorial. La diferencia crucial reside en cómo uno responde a este contacto. Un ser liberado experimenta el contacto, pero no se aferra ni reacciona con voliciones kármicas, lo que interrumpe la cadena.
* Base para la Evolución de la Conciencia: Cada momento de contacto es una oportunidad para que la conciencia "aprenda" y "experimente". Las impresiones dejadas por estos contactos, y las voliciones generadas en respuesta a ellos, se almacenan como semillas kármicas en la corriente de la conciencia, madurando en futuros renacimientos y moldeando las Salāyatana y los contactos de esa nueva vida.
5. Simbolismo del Contacto en la Rueda del Samsara
El nexo de contacto (Phassa) se simboliza a menudo en la Rueda del Samsara con un hombre y una mujer abrazándose o un ojo penetrando en algo.
* El Abrazo: Este simbolismo representa la unión íntima e inseparable de los tres elementos (órgano sensorial, objeto sensorial, conciencia sensorial) que constituyen el contacto. No es una mera proximidad, sino una conjunción activa y generadora de experiencia.
* El Ojo Penetrando: Un ojo que penetra en algo (por ejemplo, en una flecha) simboliza la naturaleza "impactante" o "penetrante" del contacto. La conciencia no es pasiva, sino que "contacta" activamente con el objeto, y esto tiene consecuencias directas (la sensación).
Conclusión
El contacto (Phassa) es el sexto nexo de la Originación Dependiente y un punto de transición crítico en el ciclo del samsara. Es el momento en que las seis esferas de los sentidos se activan al encontrarse con sus objetos correspondientes, dando lugar a la conciencia sensorial. Aunque en sí mismo el contacto es neutro, al ser la condición inmediata para la sensación (Vedanā), se convierte en el "umbral" donde se desencadenan las reacciones kármicas de deseo, aversión e ignorancia. Sin una comprensión profunda y una gestión consciente del contacto, la cadena se perpetúa, asegurando que el ser continúe acumulando karma que lo atará a futuras reencarnaciones en el ciclo del sufrimiento. Dominar este nexo es fundamental para romper los lazos del apego y avanzar hacia la liberación.
Hasta aquí concepto de nexo de originación dependiente del contacto.
Análisis Simbólico del Nexo del Contacto (Phassa)
La imagen tradicional del nexo del contacto (Phassa) en la Rueda del Samsara, a menudo representada por un ojo siendo atravesado por una flecha, es rica en simbolismo y transmite poderosamente la naturaleza y la implicación de este nexo en el ciclo del sufrimiento y la reencarnación.
1. El Ojo: La Facultad Sensorial (Indriya).
El ojo en el centro de la imagen simboliza una de las seis facultades sensoriales (indriya), particularmente la vista, que se utiliza como representante de todos los sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto y mente).
* Punto de Percepción: El ojo es la "puerta" a través de la cual el mundo externo (formas visibles) entra en contacto con la conciencia. Representa la capacidad de percibir.
* Vulnerabilidad: Al ser el órgano que experimenta el "impacto" de la flecha, el ojo también simboliza la vulnerabilidad de las facultades sensoriales a las impresiones del mundo.
2. La Flecha: El Objeto Sensorial (Ārammaṇa)
La flecha que se dirige y atraviesa el ojo simboliza el objeto sensorial (ārammaṇa) que entra en el campo de la percepción del sentido.
* Impacto y Directividad: La naturaleza penetrante de la flecha sugiere el impacto directo y a menudo inmediato que los objetos sensoriales tienen sobre nuestras facultades. No es una mera presencia, sino una interacción activa y contundente.
* Naturaleza Inesperada o Inevitable: Las flechas pueden aparecer rápidamente, a menudo sin aviso, lo que puede aludir a la naturaleza a menudo incontrolable e inevitable de cómo los objetos sensoriales se nos presentan en la vida.
* El Objeto como "Causa": La flecha es lo que "dispara" o "activa" la facultad del ojo, haciendo que el contacto ocurra.
3. El Momento del Impacto/Atravesamiento: El Acto del Contacto (Phassa) y la Conciencia Sensorial (Viññāṇa)
El acto de la flecha atravesando el ojo es la representación visual del contacto (Phassa). Implícitamente, este momento también conlleva el surgimiento de la conciencia sensorial (Viññāṇa).
* Conjunción Triple: La imagen captura la esencia de la conjunción de los tres elementos clave del contacto: el órgano sensorial (ojo), el objeto sensorial (flecha) y la conciencia sensorial (la conciencia que surge al impactar la flecha en el ojo).
* Inmediatez de la Percepción: El acto de atravesar es instantáneo, reflejando la inmediatez con la que el contacto ocurre en nuestra experiencia.
* El Umbral de la Experiencia: Este es el punto exacto donde la experiencia del mundo "entra" en el ser. Antes de este punto, hay facultades y objetos, pero no hay interacción consciente.
4. La Relevancia para el Karma y la Reencarnación
El simbolismo de este nexo es fundamental para entender cómo el sufrimiento y el ciclo de reencarnación se perpetúan:
* Desencadenante de la Sensación: El "impacto" de la flecha no es solo el contacto, sino el preludio directo de la sensación (Vedanā), el siguiente nexo. Es el contacto lo que determina si la experiencia es placentera, dolorosa o neutra. La naturaleza de esta sensación, a su vez, influye en el anhelo y el apego, que son los motores directos del karma y el renacimiento.
* Vulnerabilidad al Sufrimiento: La imagen de un ojo siendo atravesado evoca una sensación de dolor o violencia. Simboliza que, aunque el contacto es un proceso natural, cuando no se comprende su naturaleza, se convierte en el origen de heridas, sufrimiento y apego. Es a través de este "golpe" sensorial que surgen las experiencias que, sin sabiduría, nos encadenan.
* La Necesidad de la Atención Plena: Implícitamente, la imagen puede servir como una advertencia. Así como uno no quiere que una flecha perfore su ojo, uno no debería permitir que el contacto sensorial ocurra sin atención plena. Si no hay vigilancia, el contacto lleva automáticamente a la sensación, al anhelo y al apego, perpetuando el karma.
Conclusión del Simbolismo: El Punto de Impacto de la Existencia
La imagen del ojo atravesado por una flecha es una poderosa metáfora visual del nexo del contacto (Phassa). Simboliza la conjunción directa e ineludible entre el perceptor (el sentido), lo percibido (el objeto) y la conciencia que surge. Este "impacto" del contacto es el umbral de toda experiencia, y si bien es un fenómeno natural, es también el punto crucial donde, sin la comprensión de la impermanencia y el no-yo, se desencadenan las sensaciones, el anhelo y el apego.
En la filosofía occidental podemos hablar de la alegoría de la caverna de Platón, donde la percepción del mundo fenoménico impedía el contemplar las cosas como son, y recién al salir al mundo de las ideas, tras la muerte, pueden verse las ideas, ya sin la sobre determinación de los estímulos sensoriales que son como un velo de maia.
Al ilustrar esta penetración directa, el simbolismo nos recuerda la vulnerabilidad del ser en el samsara y la urgencia de la vigilancia en las puertas sensoriales para evitar la acumulación de karma negativo y liberarse del ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí análisis símbolico del contacto.
El Contacto (Phassa) y su Vínculo con la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
En la intrincada cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), el sexto nexo, el contacto (Phassa), emerge como un eslabón pivotal. Surge condicionado por las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) y, a su vez, es la condición necesaria para el surgimiento de la sensación (Vedanā). Los sutras del Buda revelan que Phassa no es un mero encuentro pasivo, sino el punto exacto donde la experiencia se cualifica y, crucialmente, donde se activan las fuerzas kármicas que impulsan la continuidad de la existencia y la reencarnación. Las palabras del Buda proporcionan la base para entender cómo este "impacto" de la percepción es tanto un producto de nuestro pasado kármico como el terreno donde sembramos las semillas de nuestro futuro samsárico.
1. Phassa como la Conjunción de los Tres Elementos: La Definición Fundamental
El Buda establece de manera explícita y repetitiva la definición precisa de contacto, enfatizando su naturaleza como la conjunción de tres factores esenciales. Esta claridad es fundamental para desentrañar su papel en el proceso de la reencarnación.
> "Y ¿qué es el contacto? Con el ojo como base y las formas como objeto, surge la conciencia visual; la conjunción de los tres es contacto. Con el oído como base y los sonidos como objeto, surge la conciencia auditiva; la conjunción de los tres es contacto. Con la nariz como base y los olores como objeto, surge la conciencia olfativa; la conjunción de los tres es contacto. Con la lengua como base y los sabores como objeto, surge la conciencia gustativa; la conjunción de los tres es contacto. Con el cuerpo como base y los tangibles como objeto, surge la conciencia corporal; la conjunción de los tres es contacto. Con la mente como base y los fenómenos mentales como objeto, surge la conciencia mental; la conjunción de los tres es contacto. Esto se llama contacto."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta definición detallada en el Vibhanga Sutta subraya que el contacto (Phassa) no es un simple choque, sino un evento cognitivo que requiere la presencia y la interacción simultánea de la facultad sensorial (como el ojo), el objeto (como una forma) y la conciencia específica que surge de esa interacción (conciencia visual). En el contexto de la reencarnación, esto implica que cada nuevo ser, una vez que ha desarrollado sus seis esferas de los sentidos, está continuamente inmerso en innumerables momentos de contacto. Cada uno de estos momentos, si no se aborda con sabiduría, se convierte en una oportunidad para activar la cadena kármica que asegurará futuras reencarnaciones. La existencia misma en el samsara es una serie ininterrumpida de estos contactos, cada uno con el potencial de generar karma.
2. Phassa como Condición Indispensable para la Sensación (Vedanā)
El Buda establece una relación causal directa y necesaria entre el contacto y la sensación. Este es un nexo crítico, ya que la sensación es el punto donde la experiencia adquiere una cualidad afectiva (placer, dolor, neutralidad), lo cual es crucial para la generación de karma.
> "Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este aforismo conciso pero profundo en el Vibhanga Sutta revela la función pivotal de Phassa. No puede haber sensación sin contacto previo. El contacto es el "disparador" que permite que la experiencia adquiera una valencia afectiva. ¿Por qué es esto tan importante para la reencarnación? Porque es la sensación la que, si se percibe con ignorancia y se reacciona con avidez o aversión, da origen al anhelo (Taṇhā). Y el anhelo es la fuerza principal que genera nuevo karma y, en última instancia, nos ata a futuras existencias. Por lo tanto, el contacto es el punto en el que el ser, recién renacido con sus sentidos activos, empieza a experimentar el mundo de una manera que puede llevarle a acumular más karma y, con ello, a continuar en el ciclo de nacimientos y muertes.
3. La Naturaleza Condicionada e Impersonal del Contacto
Los sutras del Buda no solo explican cómo surge el contacto, sino que también enfatizan su naturaleza impermanente e impersonal, lo cual es fundamental para desmantelar la ilusión de un "yo" que experimenta.
> "Monjes, si los monjes no encuentran deleite en el contacto, no se aferran al contacto, no se instalan en el contacto, entonces no hay más acumulación de karma. No hay más continuidad. No hay más renacimiento."
> — Anguttara Nikaya 6.63 (Sārandada Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: Aquí, el Buda va más allá de la mera descripción del contacto y ofrece una instrucción liberadora. Si uno se aferra al contacto, es decir, si lo ve como algo "propio" o si busca deleite en las sensaciones que de él se derivan, entonces se genera karma. Este apego al contacto (y a las sensaciones que produce) es lo que impulsa la continuidad de la existencia (bhava) y, por ende, el renacimiento (jati). La enseñanza es clara: al no encontrar deleite ni aferramiento en el contacto, al reconocer su naturaleza impersonal e impermanente, se interrumpe la acumulación de nuevo karma. Esta es una clave directa para la cesación de la reencarnación. El Buda nos invita a observar el contacto no como una experiencia de un "yo" que percibe, sino como un proceso condicionado y transitorio.
4. La Vigilancia del Contacto como Práctica Liberadora
Los sutras proporcionan una guía explícita sobre cómo la atención y el control sobre el contacto sensorial son esenciales para la purificación del karma y la liberación del samsara.
> "Cuando el ojo contacta con una forma, el monje no está complacido ni disgustado. Permanece ecuánime, con atención plena y clara comprensión. Así el contacto no lo corrompe. Lo mismo con el oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente."
> — Majjhima Nikaya 137 (Salāyatana-vibhanga Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: En este sutra, el Buda ofrece una enseñanza práctica para trabajar con el nexo de Phassa. La clave no es evitar el contacto (lo cual es imposible en la existencia), sino evitar la reacción condicionada a él. Al no permitir que la mente se complazca o se disguste con lo que surge del contacto, se evita la activación de las aflicciones (como el deseo y la aversión) que son la raíz del karma. La práctica de la ecuanimidad y la atención plena en el momento del contacto es, por lo tanto, la vía directa para desmantelar el mecanismo del karma. Esta purificación del karma en la fuente misma (el contacto) es lo que eventualmente detendrá el impulso hacia futuras reencarnaciones, conduciendo al estado de la liberación. El contacto es el campo de batalla donde se gana o se pierde la libertad del samsara.
5. El Contacto como Lugar de Realización de las Cuatro Nobles Verdades
El Buda a menudo enfatizaba que los fenómenos de la Originación Dependiente, incluido el contacto, deben ser comprendidos y transformados dentro del marco de las Cuatro Nobles Verdades.
> "Es en esta brazada de cuerpo, con sus percepciones y su mente, donde declaro el mundo, el origen del mundo, la cesación del mundo y el camino que conduce a la cesación del mundo."
> — Anguttara Nikaya 4.45 (Rohitassa Sutta), El Buda
>
Comentario: Aunque esta cita se refiere al cuerpo en general, incluye implícitamente la operación de las seis esferas de los sentidos y el contacto. El Buda subraya que el sufrimiento (la primera Noble Verdad), su origen (el apego y el anhelo, que surgen del contacto y la sensación), su cesación (la erradicación de ese apego), y el camino hacia esa cesación (la práctica de la atención plena en el contacto), deben ser comprendidos y realizados dentro de nuestra propia experiencia sensorial. Es en los momentos de contacto donde el sufrimiento surge, donde se genera el karma que impulsa la reencarnación, y es también allí donde podemos aplicar la sabiduría y la atención plena para desvincularnos y lograr la liberación del ciclo samsárico. El contacto no es solo un mecanismo, sino el lugar de nuestra práctica y nuestra potencial iluminación.
Conclusión
Los sutras del Buda revelan que el contacto (Phassa) es un nexo indispensable y profundamente significativo en la cadena de la Originación Dependiente, con implicaciones directas para el karma y la reencarnación. El Buda no solo define el contacto como la conjunción de la facultad sensorial, el objeto y la conciencia, sino que también lo identifica como la condición necesaria para la sensación, que es el umbral para el anhelo y la acumulación de karma.
A través de sus enseñanzas, el Buda subraya la naturaleza impermanente e impersonal del contacto y, crucialmente, proporciona un camino práctico: la vigilancia y el control de los sentidos en el momento del contacto. Al no complacernos ni disgustarnos con las impresiones sensoriales, al practicar la ecuanimidad y la atención plena, podemos interrumpir la reacción automática que genera karma negativo. Esta purificación en el punto mismo del contacto es la clave para desmantelar el impulso hacia futuras reencarnaciones, permitiendo que la mente se libere de las ataduras del samsara y realice la cesación del sufrimiento. Los sutras nos dirigen a la experiencia directa del contacto como el campo de nuestra liberación.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre este nexo del contacto,
La Sensación (Vedanā): El Séptimo Nexo de la Originación Dependiente.
El séptimo nexo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es la sensación (Vedanā). Este nexo surge directamente del contacto (Phassa) y es la condición indispensable para el surgimiento del anhelo (Taṇhā). Es el aspecto afectivo de la experiencia, la reacción inmediata y automática de la mente a las impresiones sensoriales. Vedanā, por lo tanto, no es simplemente una percepción, sino el tono emocional que tiñe cada experiencia y que se convierte en el punto de inflexión que nos ata al karma y la reencarnación.
1. ¿Qué es la Sensación (Vedanā)?.
El Buda define la sensación de forma muy precisa, dividiéndola en tres categorías principales.
"Y ¿qué es la sensación? Hay seis clases de sensación: la sensación que surge del contacto con el ojo, la sensación que surge del contacto con el oído, la sensación que surge del contacto con la nariz, la sensación que surge del contacto con la lengua, la sensación que surge del contacto con el cuerpo, y la sensación que surge del contacto con la mente. En cada caso, la sensación puede ser placentera (sukha), dolorosa (dukkha), o neutra (adukkhamasukha)."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta definición concisa es fundamental. Vedanā no se refiere a la emoción compleja y prolongada (como la tristeza o la alegría), sino a la experiencia básica y cruda del placer, el dolor o la neutralidad que surge inmediatamente después del contacto sensorial. Cada vez que el ojo ve una forma, el oído oye un sonido, o la mente piensa en una idea, una de estas tres sensaciones surge inevitablemente. En el contexto de la reencarnación, estas sensaciones son el terreno fértil donde la ignorancia (el primer nexo) se manifiesta como anhelo y aversión, los verdaderos motores del karma.
2. La Dependencia de Vedanā del Contacto (Phassa)
El Buda establece una conexión causal directa entre el contacto y la sensación.
"Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Este aforismo subraya que la sensación no puede surgir por sí sola. Es el contacto sensorial lo que la activa. No puede haber una sensación agradable si no ha habido un contacto previo con un objeto considerado agradable (por ejemplo, ver una hermosa flor). Esto posiciona a Vedanā como el resultado directo del nexo anterior y como la primera experiencia subjetiva cualificada. Al ser el resultado de un proceso condicionado, la sensación también es impermanente, una verdad que la práctica budista busca revelar.
3. El Papel de Vedanā en el Karma y la Reencarnación
Vedanā es el punto de inflexión crucial en la cadena de la Originación Dependiente que nos ata al ciclo de la reencarnación.
* El Puente hacia el Anhelo: La sensación es la condición inmediata para el surgimiento del anhelo (Taṇhā), el siguiente nexo. Cuando experimentamos una sensación placentera, deseamos que continúe; cuando experimentamos una sensación dolorosa, deseamos que termine. Esta reacción automática es la fuerza que impulsa el anhelo.
* La Fuente de la Volición y el Karma: El anhelo, a su vez, conduce al apego y a la "volición" (Cetanā), que es la intención kármica detrás de nuestras acciones. Por lo tanto, Vedanā es la chispa inicial que, si se maneja con ignorancia, enciende el fuego del anhelo que nos impulsa a realizar acciones kármicas. Es a través de estas acciones que acumulamos el karma que determinará la naturaleza de nuestras futuras reencarnaciones.
* La Importancia de la Atención Plena:
El Buda enseñó que la liberación del samsara no se logra evitando el contacto o la sensación, sino cambiando nuestra respuesta a ellos. En lugar de reaccionar con anhelo o aversión, la práctica de la atención plena (satipaṭṭhāna) en las sensaciones nos permite simplemente observarlas como fenómenos impermanentes. Al hacerlo, se rompe la conexión automática entre la sensación y el anhelo.
4. Simbolismo de Vedanā en la Rueda del Samsara
El nexo de la sensación (Vedanā) se simboliza en la Rueda del Samsara típicamente con la imagen de un hombre con una flecha en el ojo.
* La Flecha: Como vimos en el nexo del contacto, la flecha simboliza el impacto del objeto sensorial.
* El Hombre con la Flecha en el Ojo: Sin embargo, en el nexo de Vedanā, esta imagen se interpreta con un énfasis diferente. El hombre que siente el dolor de la flecha en el ojo representa la experiencia de la sensación dolorosa (dukkha vedanā). Esta imagen impactante simboliza que las sensaciones pueden ser dolorosas y que la mente a menudo se identifica y reacciona de manera negativa a estas experiencias.
* Otras interpretaciones: En algunas representaciones, el símbolo de Vedanā puede ser una pareja abrazándose, para simbolizar las sensaciones placenteras, o un hombre y una mujer compartiendo una bebida. El punto central es la experiencia subjetiva del placer o el dolor que surge de un contacto.
El séptimo nexo, la sensación (Vedanā), es un eslabón vital en la cadena de la Originación Dependiente. Es la cualificación afectiva de la experiencia que surge directamente del contacto sensorial. Aunque es un fenómeno natural y inevitable en la existencia, Vedanā es también el punto de inflexión donde se pueden generar las causas del sufrimiento. Sin una respuesta consciente, el anhelo y la aversión se apoderan de nosotros, nos impulsan a la acción kármica y nos atan al ciclo de la reencarnación. El Buda, sin embargo, nos ofrece un camino: a través de la atención plena, podemos observar las sensaciones como fenómenos impermanentes y, al hacerlo, interrumpir el proceso automático de aferramiento, rompiendo así la cadena que nos encadena al samsara.
Hasta aquí el concepto de el nexo de la sensación.
Análisis Simbólico del Nexo de la Sensación (Vedanā).
La imagen tradicional del nexo de la sensación (Vedanā) en la Rueda del Samsara, a menudo representada por un hombre siendo atravesado por una flecha en el ojo, es rica en simbolismo y transmite poderosamente la naturaleza y la implicación de este nexo en el ciclo del sufrimiento y la reencarnación.
1. El Hombre: El Perceptor o "Yo"
El hombre en la imagen simboliza al ser individual, al perceptor, el "yo" ilusorio que se experimenta a sí mismo como separado y sustancial. Esta figura representa la mente y el cuerpo que experimentan el mundo.
* La Vulnerabilidad del Ser: El hombre está en una posición vulnerable, siendo el recipiente del impacto de la flecha. Simboliza que, en el samsara, el ser está intrínsecamente expuesto a las impresiones sensoriales que pueden ser dolorosas.
* El Foco en la Experiencia Subjetiva: A diferencia del nexo del contacto (donde el enfoque podría estar en la interacción), aquí el foco está en el hombre que experimenta la flecha. La imagen se centra en el dolor, la sensación subjetiva que surge del impacto.
2. La Flecha: El Impacto de la Experiencia y el Dolor
La flecha que atraviesa el ojo es un símbolo extremadamente vívido y potente. A diferencia de la representación del nexo del contacto, aquí el énfasis no está solo en el "choque", sino en el resultado doloroso.
* La Sensación Dolorosa (Dukkha Vedanā): La flecha clavada en el ojo es la representación más directa del sufrimiento físico y mental. Es una metáfora de la experiencia dolorosa, de lo indeseable, del impacto que nos causa dolor o aflicción.
* La Experiencia como una Herida: La flecha no solo "golpea", sino que "atraviesa", lo que significa que la experiencia sensorial puede ser como una herida que nos afecta profundamente. Esta herida es el sufrimiento.
* La Naturaleza Inevitable del Dolor en el Samsara: Así como un arquero dispara una flecha, la vida en el samsara dispara continuamente experiencias dolorosas hacia nosotros. El símbolo de la flecha nos recuerda que el sufrimiento es una parte ineludible de la existencia condicionada.
3. El Ojo: El Portal Sensorial y el Objeto de la Herida
El ojo vuelve a ser central en esta imagen, pero su papel es diferente al del nexo del contacto.
* El Portal Abierto al Sufrimiento: El ojo es el portal a través del cual la percepción entra. Al ser el objeto de la herida, el ojo simboliza cómo nuestras facultades sensoriales son las "puertas" a través de las cuales el sufrimiento del mundo puede entrar y causarnos dolor.
* El Enfoque en el Sentido de la Vista: Al igual que en el nexo anterior, el ojo se utiliza como representante de todos los sentidos. El dolor de una flecha en el ojo simboliza el dolor que puede surgir de cualquier contacto sensorial (sonidos, olores, sabores, etc.).
4. Alternativas Simbólicas: Placer y Neutralidad
Aunque la flecha en el ojo es el símbolo más común y potente, otras representaciones se utilizan para ilustrar las otras dos clases de sensación:
* La Pareja Abrazándose (Placer): Esta imagen simboliza la sensación placentera (sukha vedanā). El abrazo representa la experiencia de cercanía, afecto y placer físico o emocional que surge del contacto sensorial. Sin embargo, en el contexto del samsara, esta imagen es una advertencia: el placer, al igual que el dolor, es impermanente y el apego a él es la causa del anhelo y el sufrimiento.
* Un Hombre Compartiendo una Bebida (Neutralidad o Placer): A veces, esta imagen se utiliza para la sensación neutral o placentera. Beber juntos puede simbolizar una experiencia socialmente aceptable o simplemente agradable, pero que también es fugaz.
5. La Relevancia para el Karma y la Reencarnación
El simbolismo de la sensación es crucial para entender cómo el sufrimiento y el ciclo de reencarnación se perpetúan:
* El Desencadenante del Anhelo: La sensación, ya sea placentera (el abrazo) o dolorosa (la flecha), es el catalizador que activa el siguiente nexo, el anhelo (Taṇhā). Si la sensación es placentera, surge el anhelo de que continúe. Si es dolorosa, surge el anhelo de que termine.
* La Causa del Karma Negativo: El símbolo de la flecha en el ojo es un poderoso recordatorio de que las sensaciones dolorosas a menudo conducen a la aversión y la rabia, que son las fuerzas que impulsan el karma negativo. Sin la atención plena, la reacción a una sensación dolorosa se convierte en la causa de futuras acciones perjudiciales, perpetuando el ciclo de la reencarnación.
* El Punto de Intervención: Implícitamente, el simbolismo de la flecha también nos llama a la acción. Así como no queremos que una flecha perfore nuestro ojo, no deberíamos permitir que las sensaciones (placenteras o dolorosas) nos atraviesen sin ser observadas con atención plena. Es en este punto, al observar las sensaciones como impermanentes y no "nuestras", que se puede romper la cadena que conduce al anhelo y al apego.
Simbolismo: El Punto de Partida del Anhelo.
El objetivo es llegar a la ecuanimidad, la imparcialidad, que es el antídoto de el deseo , rechazo e ignorancia que son la causa del sufrimiento.
La imagen de un hombre con una flecha en el ojo es una poderosa metáfora visual del nexo de la sensación (Vedanā). Simboliza la experiencia subjetiva del dolor que surge del contacto sensorial. Las representaciones de placer y neutralidad complementan esta imagen, ilustrando que toda sensación es impermanente y, si no se aborda con sabiduría, se convierte en el cimiento del anhelo. El simbolismo nos enseña que la sensación es el punto de inflexión en la cadena de la Originación Dependiente, donde el perceptor (el hombre) se encuentra con el mundo (la flecha) y, si reacciona con ignorancia, genera el karma que le encadenará al ciclo de la reencarnación. Es en este nexo donde reside la clave para la liberación, al aprender a ver las sensaciones como lo que realmente son: fenómenos fugaces y vacíos de un "yo" que los posee.
Análisis símbolico de el nexo de la sensación.
La Sensación (Vedanā): Aportes de los Sutras del Buda sobre su Relación con la Reencarnación.
El séptimo nexo de la Originación Dependiente, la sensación (Vedanā), es el puente entre el mundo sensorial y la reacción de la mente. Los sutras del Buda nos ofrecen una visión clara de su naturaleza, su posición en la cadena causal y el método para trascenderlo. En las enseñanzas originales, Vedanā no es visto como un problema en sí mismo, sino como un fenómeno natural que, sin la guía de la sabiduría, conduce inevitablemente al anhelo y, por ende, a la perpetuación del ciclo de la reencarnación.
1. La Definición Canónica del Buda: El Surgimiento Condicionado de la Sensación.
El Buda, en los sutras, define la sensación (Vedanā) con una claridad metódica, estableciendo su dependencia directa del contacto (Phassa) y su división en tres categorías.
> "Y ¿qué es la sensación? Hay seis clases de sensación: la sensación que surge del contacto con el ojo, la sensación que surge del contacto con el oído, la sensación que surge del contacto con la nariz, la sensación que surge del contacto con la lengua, la sensación que surge del contacto con el cuerpo, y la sensación que surge del contacto con la mente. En cada caso, la sensación puede ser placentera (sukha), dolorosa (dukkha), o neutra (adukkhamasukha)."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta definición es fundamental. El Buda no habla de emociones complejas, sino de la cualidad afectiva básica de la experiencia: placentera, dolorosa o neutra. Al enumerar las seis clases de sensación basadas en los seis sentidos, subraya que Vedanā es un fenómeno que surge en cada momento de interacción con el mundo. La reencarnación, por lo tanto, es el ciclo de nacimiento, vejez, enfermedad y muerte, donde un ser está perpetuamente expuesto a esta gama de sensaciones, y su reacción a ellas determinará el curso de su existencia.
2. La Conexión Causal con el Anhelo: El Motor de la Reencarnación.
El aporte más crítico de los sutras sobre Vedanā es su posición como la condición directa e inevitable para el surgimiento del anhelo (Taṇhā), el verdadero motor de la reencarnación.
"Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]. Con la sensación [Vedanā] como condición, surge el anhelo [Taṇhā]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta fórmula es la clave del problema. La sensación placentera (sukha vedanā) provoca el anhelo de que continúe, mientras que la sensación dolorosa (dukkha vedanā) provoca el anhelo de que cese. Este anhelo es la fuerza impulsora detrás de la volición kármica (Cetanā) que, según el Buda, lleva al "devenir" (Bhava) y al "nacimiento" (Jāti). Por lo tanto, el sutra nos enseña que las sensaciones en sí mismas no son el problema, sino la reacción automática y habitual que les sigue. Es este anhelo el que genera el karma que nos encadena a renacimientos futuros. La reencarnación es, en esencia, un ciclo de anhelo y persecución de las sensaciones placenteras y evasión de las dolorosas.
3. El Antídoto del Buda: La Contemplación de las Sensaciones.
Los sutras no solo diagnostican el problema, sino que también ofrecen la cura. El Buda propone la práctica de la atención plena (sati) en las sensaciones como el método directo para romper la cadena causal.
"Y ¿qué es la contemplación de las sensaciones? Aquí, un monje, cuando experimenta una sensación placentera, entiende: 'Experimento una sensación placentera'. Cuando experimenta una sensación dolorosa, entiende: 'Experimento una sensación dolorosa'. Cuando experimenta una sensación neutra, entiende: 'Experimento una sensación neutra'... Al contemplar el surgimiento y la disolución de las sensaciones, él permanece desapegado y no se aferra a nada en el mundo."
— Digha Nikaya 22 (Mahasatipatthana Sutta), El Buda
Comentario: Este pasaje del Sutra de los Cuatro Fundamentos de la Atención Plena es la instrucción de práctica más explícita sobre Vedanā. El Buda no nos dice que suprimamos las sensaciones, sino que las observemos con ecuanimidad y sin juicio. Al ver que todas las sensaciones surgen y se disuelven (su naturaleza impermanente), la mente no encuentra un objeto sólido al que aferrarse. Esta observación consciente interrumpe el flujo automático de la sensación al anhelo. Al romper este vínculo, se detiene la creación de nuevo karma y se debilita el motor que impulsa la reencarnación.
4. La Sensación como Objeto de Sabiduría.
Los sutras elevan la comprensión de la sensación de un simple fenómeno a un objeto de sabiduría que, cuando se entiende correctamente, conduce a la liberación.
Un monje que, con sabiduría, comprende que la sensación es impermanente y sin sustancia, no se aferra a ella. Al no aferrarse, el anhelo desaparece. Con la desaparición del anhelo, la mente se libera. Con la liberación de la mente, ya no hay nacimiento, ni vejez, ni muerte."
— Samyutta Nikaya 36.6 (Sakkāya Sutta), El Buda (paráfrasis).
Comentario: Este sutra resume el camino. La sabiduría (pañña) de la impermanencia y el no-yo es lo que permite que la mente deje de aferrarse a las sensaciones. Si la mente ya no busca replicar los placeres ni evitar los dolores, la fuerza que genera karma se detiene. Esto tiene un impacto directo y definitivo en el ciclo de la reencarnación. La liberación se logra al desengancharse de la rueda causal en el punto crucial de la sensación, demostrando que el Buda no solo ofreció un diagnóstico del samsara, sino también el camino práctico para su cese.
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y práctica del nexo de la sensación (Vedanā). En primer lugar, lo definen como la consecuencia directa e inevitable del contacto sensorial. En segundo lugar, lo señalan como el punto de origen del anhelo, el verdadero motor de la reencarnación. Sin embargo, el aporte más significativo es la instrucción explícita de practicar la atención plena en las sensaciones. El Buda nos enseña que al observar su naturaleza impermanente y vacía, se corta el vínculo que las une al anhelo, deteniendo así la creación de nuevo karma y, por ende, el ciclo de nacimientos y muertes. De esta manera, los sutras nos muestran que la sensación, que puede ser un punto de partida para el sufrimiento, es también la puerta de entrada a la sabiduría y la liberación.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre el nexo de sensación.
El Anhelo (Taṇhā): El Concepto de la Sed en la Originación Dependiente.
El octavo nexo de la Originación Dependiente es el anhelo, deseo o sed (Taṇhā). Este es un punto crítico en la cadena, ya que representa la energía que impulsa el ciclo del sufrimiento, tal como se explica en la Segunda Noble Verdad del Buda. El anhelo surge directamente de las sensaciones (Vedanā) y se convierte en la causa inmediata del apego (Upādāna). La relación es directa e ineludible: sin anhelo, no hay apego; sin apego, la cadena se rompe. Los grandes maestros budistas han analizado este nexo desde diversas perspectivas, ofreciendo una comprensión profunda de su naturaleza y los métodos para trascenderlo.
1. Buddhaghosa: El Anhelo como un Proceso Técnico y sus Tres Manifestaciones
Buddhaghosa, en su obra maestra Visuddhimagga, proporciona un análisis exhaustivo del anhelo desde la perspectiva del Abhidhamma, la psicología budista. Para él, el anhelo no es una fuerza abstracta, sino un factor mental que surge de manera precisa y sistemática. Él detalla cómo las sensaciones del nexo anterior —agradables, desagradables y neutras— actúan como su base.
* De la Sensación al Anhelo: Buddhaghosa explica que una sensación agradable genera un anhelo por que esa sensación continúe. Una sensación desagradable genera un anhelo por que esa sensación termine. Una sensación neutra, a menudo, genera un anhelo por que la sensación se aclare o cambie. Este proceso, que ocurre de manera imperceptible en la mente no entrenada, es el mecanismo por el cual el anhelo surge de la experiencia.
* Los Tres Tipos de Anhelo: Buddhaghosa detalla las tres formas en que el anhelo se manifiesta, que son las mismas que el Buda enseñó. Estas tres formas son el motor principal de la reencarnación y las causas de nuestro sufrimiento.
* Anhelo de Placer Sensorial (Kāma-taṇhā): Es el deseo de experimentar placer a través de los cinco sentidos. Es el anhelo de ver vistas hermosas, escuchar sonidos agradables, oler aromas dulces, saborear comidas deliciosas y sentir sensaciones táctiles placenteras. Este anhelo es la causa de la reencarnación en los reinos del deseo.
* Anhelo de Existencia (Bhava-taṇhā): Este es un anhelo más profundo. Es el deseo de continuar existiendo, de ser alguien, de tener una identidad o un estatus. Es el deseo de renacer, de permanecer en la existencia. Este anhelo es la base del apego a la creencia en un "yo" y es una fuerza poderosa que nos mantiene atados a los reinos superiores del ser.
* Anhelo de No-Existencia (Vibhava-taṇhā): Este tipo de anhelo es la contraparte de los anteriores. Es el deseo de dejar de existir, de la aniquilación. Es la aversión a la existencia, al dolor o al sufrimiento. La creencia de que la muerte es el fin de todo, o el deseo de que el dolor simplemente desaparezca, es una manifestación de este anhelo. Este es un tipo de anhelo que, paradójicamente, también crea el karma para un futuro renacimiento.
Comentario: La contribución de Buddhaghosa es un mapa detallado del funcionamiento del anhelo. Nos muestra que el anhelo no es un concepto monolítico, sino una serie de factores mentales interconectados que, cuando se activan, nos impulsan a la acción. Su análisis nos permite diagnosticar con precisión la naturaleza del anhelo en nuestras propias mentes.
2. Nagarjuna: La Deconstrucción del Anhelo a través de la Vacuidad
Nagarjuna, en su obra fundamental Mūlamadhyamakakārikā, aborda el anhelo desde la perspectiva de la vacuidad. Para él, el anhelo es un concepto que, como todos los fenómenos, carece de una existencia inherente. Su método no es el de la psicología, sino el de la lógica filosófica que deconstruye la realidad para revelar su verdadera naturaleza.
* El Anhelo como una Interdependencia: Nagarjuna argumenta que el anhelo no puede surgir por sí mismo. Depende de la sensación, que a su vez depende del contacto, y así sucesivamente. Esta interdependencia significa que el anhelo no tiene una naturaleza propia. Es una mera convención, un eslabón en una cadena de causas y efectos.
* La Lógica de la Vacuidad: Desde el punto de vista de Nagarjuna, el "anhelador", el "anhelo" y el "objeto de anhelo" son todos interdependientes y vacíos. Si el anhelo existiera de manera inherente, no podría surgir de una causa (la sensación) ni podría ser una causa para un efecto (el apego). Pero como el anhelo depende de una causa y tiene un efecto, demuestra que no es inherente. Es una ilusión que la mente, impulsada por la ignorancia, trata como si fuera real.
> "El anhelo no puede existir sin la sensación. Pero si todos estos factores carecen de naturaleza propia, ¿cómo puede haber anhelo? El anhelo es vacío."
> — Nagarjuna, Mūlamadhyamakakārikā, Capítulo XVI (paráfrasis).
>
Comentario: La enseñanza de Nagarjuna es el antídoto filosófico final. No nos dice cómo evitar el anhelo en el nivel de nuestra experiencia, sino que nos da la sabiduría para ver que el anhelo mismo es una ilusión. Esta sabiduría de la vacuidad es la que, en última instancia, desarraiga el anhelo desde su origen.
3. Gampopa: El Anhelo como un Fenómeno Meditativo y la Observación del Vínculo
Gampopa, en El Adorno de la Liberación Preciosa, nos ofrece un enfoque práctico y centrado en la meditación. Para él, el anhelo no es un concepto abstracto, sino un fenómeno que el meditador puede observar en su propia mente y, al hacerlo, debilitar su poder.
* La Observación Directa del Anhelo: Gampopa enseña que el anhelo se manifiesta como una emoción o una tendencia de la mente. El meditador, en lugar de dejarse arrastrar por el anhelo o de intentar suprimirlo, simplemente lo observa con atención plena. Se observa cómo el anhelo surge, cuánto dura y cómo se disuelve, sin juzgarlo. Esta observación desapasionada revela que el anhelo es impermanente y carece de la solidez que la mente le proyecta.
* La Relación con la Mente: El enfoque de Gampopa es el de la meditación Mahamudra, que se centra en descansar la mente en su propia naturaleza. Desde esta perspectiva, el anhelo es solo una manifestación temporal de la mente. Cuando la mente se reconoce a sí misma, el anhelo, al igual que cualquier otro pensamiento o emoción, no tiene un lugar donde aferrarse y simplemente se disuelve.
Comentario: La contribución de Gampopa es la de un maestro de meditación que nos da las herramientas para trabajar con el anhelo en el nivel de nuestra experiencia. Él nos enseña que el camino no es una lucha contra el anhelo, sino una práctica de reconocimiento y liberación.
4. Lama Zopa Rimpoché: El Anhelo como el Motor de la Insatisfacción en la Vida Diaria
Lama Zopa Rimpoché, desde la tradición del lamrim (las etapas del camino), ofrece un enfoque compasivo y muy práctico del anhelo. Él lo presenta como el motor de todo el sufrimiento y la insatisfacción que experimentamos en nuestra vida diaria.
* El Anhelo como Raíz de la Infelicidad: Para Lama Zopa Rimpoché, el anhelo no es solo una causa abstracta de la reencarnación, sino la causa directa de nuestra infelicidad. El anhelo por los placeres materiales nos lleva a la frustración cuando no los obtenemos o a la tristeza cuando los perdemos. El anhelo por el "yo" nos lleva al miedo, la ansiedad y la ira.
* Los Antídotos Prácticos: Lama Zopa Rimpoché enfatiza la importancia de tres antídotos principales:
* Renuncia: Es la comprensión de que el samsara está en la naturaleza del sufrimiento y que el anhelo solo perpetúa ese ciclo. Esta reflexión genera un deseo profundo de liberarse del anhelo.
* Bodhichita: El desarrollo de la bodichita, la mente de la iluminación para el beneficio de todos los seres, es el antídoto final para el egoísmo que subyace al anhelo. Al cambiar el enfoque de "lo que yo quiero" a "lo que otros necesitan", la mente se libera del poder del anhelo.
* Sabiduría de la Vacuidad: La meditación en la vacuidad, según Lama Zopa Rimpoché, es el camino para cortar la raíz del anhelo al disolver la creencia en un "yo" que anhela y en los objetos de anhelo.
Comentario: El aporte de Lama Zopa Rimpoché es práctico y accesible. Nos muestra que el anhelo es un problema que podemos abordar en nuestra vida diaria a través de la reflexión, la compasión y la sabiduría, y que la liberación no es un concepto distante, sino una posibilidad que se logra paso a paso.
Conclusión
Los aportes de estos maestros sobre el nexo del anhelo (Taṇhā) son inmensamente ricos y complementarios. Buddhaghosa nos proporciona la anatomía del anhelo, mostrándonos sus tres formas y su surgimiento desde las sensaciones. Nagarjuna nos ofrece la sabiduría filosófica de la vacuidad para desmantelar la base conceptual del anhelo mismo. Gampopa nos guía en la práctica de la meditación para que podamos observar y liberar el anhelo en el nivel de nuestra propia experiencia. Y Lama Zopa Rimpoché nos da las herramientas prácticas y compasivas del lamrim para transformar el anhelo en el camino hacia la liberación.
En conjunto, estas enseñanzas nos muestran que el anhelo no es una fuerza externa incontrolable, sino un factor mental que, a través de la sabiduría y la práctica, puede ser entendido, debilitado y, en última instancia, trascendido, rompiendo así la cadena que nos ata al ciclo de la reencarnación y del sufrimiento.
Hasta aquí el concepto de el nexo de originación dependiente de la sed.
Análisis Simbólico del Nexo de la Sed (Taṇhā)
El nexo de la sed o anhelo (Taṇhā)
, El octavo eslabón de la Originación Dependiente, se representa en el simbolismo tradicional de la Rueda del Samsara con la imagen de una persona bebiendo una bebida embriagadora o insatisfactoria. Esta imagen, a primera vista, parece sencilla, pero encapsula la esencia misma del anhelo: una búsqueda insaciable de satisfacción que, paradójicamente, solo conduce a más sed. Analicemos los componentes de este poderoso símbolo.
1. El Vaso y la Persona: La Seducción de la Sensación
La persona en el símbolo representa la conciencia, el ser sintiente, que se ve atraído por los objetos de los sentidos. El vaso contiene la "bebida" que, en este contexto, simboliza las tres formas de anhelo:
* El Anhelo por los Placeres Sensuales: La bebida representa los placeres que experimentamos a través de los cinco sentidos. Parece prometedora y deliciosa, pero su satisfacción es tan efímera como el líquido en el vaso.
* El Anhelo por la Existencia y la No-Existencia: La bebida también simboliza nuestros deseos de ser o de no ser, que son los anhelos más profundos. La persona bebe porque quiere sentir algo (existencia) o dejar de sentir algo (no-existencia), buscando una solución permanente en una fuente temporal.
El simbolismo clave aquí es la seducción. La sensación (el nexo anterior) presenta algo como deseable (el vaso), y el anhelo es el primer movimiento de la mente para responder a esa seducción, extendiendo la mano hacia el vaso.
2. El Acto de Beber: El Ciclo Vicioso del Anhelo
El acto de beber es el corazón del símbolo y representa el nexo de Taṇhā. No es solo un deseo, sino el acto de consumirlo. Este acto revela la naturaleza de nuestra avidez:
* Insatisfacción Inherente: La bebida no sacia la sed. El bebedor puede tomar un trago, pero la sed regresa con más fuerza. Esto simboliza cómo satisfacer un deseo solo conduce a que surja uno nuevo, atrapándonos en un ciclo sin fin de búsqueda y decepción. La felicidad que se busca en los placeres es ilusoria, y la mente no entrenada no puede ver que la verdadera causa de su sed es el propio anhelo, no la falta de bebida.
* Intoxicación y Engaño: En algunas representaciones, la bebida es embriagadora. Esto simboliza cómo el anhelo nos intoxica, nublando nuestra conciencia. El apego a los placeres nos hace perder la claridad mental, impidiendo que veamos la impermanencia y la naturaleza insatisfactoria de todo.
3. La Relación con el Ciclo de la Reencarnación
El simbolismo de la sed es una poderosa alegoría de la reencarnación. La persona que bebe para saciar su sed es una metáfora del ser que se aferra a la existencia. Este "beber" continuo simboliza la forma en que los seres, movidos por el anhelo, se encadenan a un ciclo perpetuo de nacimiento, muerte y renacimiento.
* El anhelo es el combustible que alimenta el fuego de la existencia. Al extender la mano para beber, la persona está alimentando el fuego de sus deseos, que a su vez se convierte en la causa del apego (Upādāna), el siguiente nexo de la cadena.
La imagen de la persona bebiendo para saciar su sed es una representación profunda y directa del nexo del anhelo (Taṇhā). Nos revela que el origen del sufrimiento no es la falta de placeres, sino el deseo insaciable que nos impulsa a buscarlos. Este anhelo, que surge de nuestras sensaciones, nos intoxica y nos engaña, impidiéndonos ver que la verdadera paz y la liberación no se encuentran en el siguiente sorbo, sino en dejar de beber por completo. La cesación del anhelo es la cesación del sufrimiento y el fin del ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí el análisis símbolico.
Este es un punto crítico en la cadena, ya que
El Anhelo (Taṇhā): El Concepto de la Sed en los Sutras.
El nexo del anhelo, sed o deseo (Taṇhā) es, según los sutras, el eslabón de la Originación Dependiente que sirve como el motor fundamental del sufrimiento y de la reencarnación. El Buda, en sus primeros discursos, estableció de manera clara y directa que la raíz del sufrimiento es el anhelo. A través de sus enseñanzas, el Buda no solo definió este nexo, sino que también proporcionó una anatomía detallada de sus manifestaciones y el camino para su total erradicación.
1. La Definición Canónica: El Anhelo como Raíz del Sufrimiento
En el Canon Pali, el Buda define el anhelo como la fuerza que convierte las sensaciones del mundo en el impulso para el renacimiento. Esta relación causal es el corazón de la enseñanza sobre la Originación Dependiente.
> "Con la sensación (Vedanā) como condición, surge el anhelo (Taṇhā). Con el anhelo (Taṇhā) como condición, surge el apego (Upādāna). Del anhelo depende el sufrimiento, y del anhelo surge la existencia."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta)
>
Esta fórmula es central y aparece en casi todos los sutras que tratan sobre la Originación Dependiente. El anhelo no es una simple inclinación, sino una fuerza mental potente y volitiva que surge como una reacción no iluminada a las sensaciones que experimentamos. La sensación puede ser agradable, desagradable o neutra, pero si no se aborda con sabiduría, el anhelo surgirá de ella. El anhelo, a su vez, genera el apego, que es una forma más intensa y solidificada del anhelo, y que nos lleva a la existencia.
El Buda también lo establece de manera explícita en las Cuatro Nobles Verdades, donde la Segunda Noble Verdad dice: "Esta, monjes, es la noble verdad del origen del sufrimiento: el anhelo que lleva a nuevos nacimientos, acompañado de deleite y pasión, buscando placer aquí y allá. A saber, el anhelo por los placeres de los sentidos, el anhelo por la existencia, el anhelo por la no-existencia."
Comentario: Los sutras nos muestran que la raíz del problema no es el sufrimiento en sí mismo, sino el anhelo que lo causa. Al identificar el anhelo como el origen, el Buda nos da una esperanza clara y un camino para la liberación. La clave es entender que si el anhelo es la causa, la cesación del anhelo es la cesación del sufrimiento.
2. Los Tres Tipos de Anhelo en los Sutras y sus Consecuencias
El Buda, para ofrecer una guía más precisa, desglosó el anhelo en tres tipos que cubren todas las formas en que la mente busca la satisfacción en la existencia. Estos tres tipos de anhelo son los que nos mantienen atados a los diferentes reinos de la reencarnación.
* Anhelo por los Placeres Sensoriales (Kāma-taṇhā): Este es el anhelo más común, que se refiere al deseo de placer a través de los cinco sentidos. El Buda lo describe como el "anhelo por la forma, el sonido, el olor, el sabor y la sensación táctil" que son placenteros. En los sutras, el Buda a menudo compara estos placeres con huesos sin carne o con una llama que quema al que se acerca demasiado, advirtiendo de su naturaleza insatisfactoria y peligrosa. Este anhelo es la causa principal de la reencarnación en los reinos inferiores del deseo.
* Anhelo por la Existencia (Bhava-taṇhā): Este es un anhelo más sutil y poderoso. Es el deseo de continuar existiendo, de ser. El Buda lo describe como "el anhelo por la existencia y el devenir". Es la fuerza que impulsa el apego a la creencia en un "yo" o un "alma" permanente, y el deseo de renacer una y otra vez. Este anhelo es la base de los renacimientos en los reinos superiores de la forma y la no-forma.
* Anhelo por la No-Existencia (Vibhava-taṇhā): Este anhelo es la contraparte del anterior y es también una causa de renacimiento. Es el deseo de la aniquilación, de que el "yo" no exista, de que el sufrimiento cese por completo con la muerte. El Buda lo describe como "el anhelo por el cese del devenir". Este anhelo, aunque parece una forma de liberación, es en realidad una forma de aversión que también genera karma y nos encadena al ciclo.
Comentario: Los sutras nos dan una guía precisa de las diferentes formas en que el anhelo se manifiesta. Nos muestran que la liberación no es simplemente deshacerse de los deseos superficiales, sino de ir a la raíz de nuestros anhelos más profundos: el deseo de ser y el deseo de no ser.
3. La Metáfora de la Liana y el Rio: El Anhelo y el Ciclo de la Reencarnación
El Buda, para ilustrar el poder del anhelo, utilizó metáforas vívidas que aparecen a lo largo de los sutras. La imagen más recurrente es la de un río de anhelo o de una liana que nos ata a la existencia.
> "Tal como una liana trepa y se extiende, así este anhelo crece. Cuando uno está atado por las corrientes del anhelo, el sufrimiento crece como la hierba baada después de la lluvia."
> — Dhammapada 334
>
Esta metáfora de la liana que crece y se enreda simboliza cómo el anhelo, si no se corta, se extiende y nos enreda más profundamente en el ciclo del sufrimiento. Otra metáfora poderosa es la del río de la existencia (bhava-srota), del cual el anhelo es la corriente. El ser es como un pez que es arrastrado por esta corriente, y solo a través de un esfuerzo consciente puede nadar contra ella y llegar a la orilla del Nibbāna. El anhelo es el río que nos arrastra una y otra vez a una nueva existencia.
Comentario: Estas metáforas de los sutras nos hacen entender que el anhelo no es una fuerza estática, sino una energía dinámica y envolvente que, si no se aborda con sabiduría, nos arrastrará en un ciclo sin fin de sufrimiento.
4. El Antídoto en los Sutras: El Noble Óctuple Sendero
El Buda no solo diagnosticó el problema del anhelo, sino que también nos dio la prescripción para su erradicación. Esta prescripción es el Noble Óctuple Sendero, el camino que conduce a la cesación del anhelo y, por lo tanto, a la cesación del sufrimiento y la reencarnación.
En sutras como el Dīgha Nikāya 22 (Mahāsatipaṭṭhāna Sutta), el Buda nos enseña que el camino para superar el anhelo comienza con la atención plena (Sati). Al observar las sensaciones que surgen sin apegarse a ellas ni rechazarlas, el practicante puede cortar la cadena en el nexo del anhelo. Si la mente simplemente observa una sensación agradable como "sólo una sensación agradable" sin que surja el anhelo por más, la cadena se rompe.
El Noble Óctuple Sendero nos da las herramientas para esta práctica:
* Sabiduría (Paññā): El entendimiento correcto y el pensamiento correcto nos permiten ver la impermanencia, el sufrimiento y la no-identidad de todas las cosas, lo que socava la creencia de que el anhelo puede traer una felicidad duradera.
* Conducta Moral (Sīla): El habla correcta, la acción correcta y el modo de vida correcto crean una base de paz que no alimenta el anhelo.
* Concentración (Samādhi): El esfuerzo correcto, la atención correcta y la concentración correcta nos dan la estabilidad mental para observar el anhelo sin dejarnos llevar por él.
Comentario: Los sutras nos dan una guía completa y práctica. Nos muestran que el anhelo no es un enemigo que deba ser aniquilado por la fuerza, sino un hábito mental que puede ser superado a través del desarrollo de la sabiduría y la atención plena.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y precisa del nexo del anhelo (Taṇhā). Al definirlo como la raíz de todo sufrimiento, desglosarlo en tres tipos y utilizar poderosas metáforas, el Buda nos enseña que el anhelo es el motor principal que nos ata al ciclo de la reencarnación. Sin embargo, los sutras también nos dan la solución: a través de la práctica del Noble Óctuple Sendero y la cultivación de la sabiduría y la atención plena, es posible cortar la liana del anhelo, apagar el fuego de la existencia y alcanzar la liberación total del sufrimiento.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre el nexo del anhelo
El Apego o Aferramiento (Upādāna): El Noveno Nexo de la Originación Dependiente.
El noveno nexo de la Originación Dependiente es el apego o aferramiento (Upādāna). Surge directamente del anhelo o deseo (Taṇhā) y sirve como la condición para el devenir o existencia (Bhava). La relación entre Taṇhā y Upādāna es fundamental: el anhelo es como el deseo de comer un fruto, mientras que el apego es el acto de extender la mano para tomarlo. El apego es el paso final en el que una tendencia mental se convierte en una acción concreta, solidificando así las causas para una nueva existencia.
1. La Naturaleza y los Cuatro Tipos de Apego según Buddhaghosa.
Buddhaghosa, en su obra maestra Visuddhimagga, proporciona un análisis exhaustivo del apego, distinguiéndolo claramente del anhelo. El anhelo es un factor mental que desea, mientras que el apego es el factor mental que se aferra, toma y sostiene. Él describe el apego como un combustible que aviva el fuego de la existencia, y lo clasifica en cuatro categorías principales que cubren todas las formas en que la mente se aferra a la existencia.
* Apego a los Placeres Sensuales (Kāmupādāna): Este es el apego a los objetos de los cinco sentidos. Es el deseo de disfrutar, una y otra vez, de las sensaciones placenteras (vista, sonido, olfato, gusto y tacto). El apego aquí va más allá de un simple gusto, es la convicción de que la felicidad se encuentra en la posesión y el disfrute de estos objetos.
* Apego a las Visiones Equivocadas (Diṭṭhupādāna): Se refiere al aferramiento a ideas y opiniones erróneas, especialmente aquellas que niegan la causalidad (karma y reencarnación), la existencia de los Tres Tesoros o la verdad de las Cuatro Nobles Verdades. Este apego se basa en la ignorancia y solidifica las barreras que impiden el progreso espiritual.
* Apego a Ritos y Rituales (Sīlabbatupādāna): Es el aferramiento a prácticas externas o rituales como fines en sí mismos, creyendo que por sí solas pueden conducir a la liberación sin la necesidad de la purificación de la mente. Este apego se manifiesta cuando se confunde el medio con el fin, creyendo que la forma es más importante que la intención.
* Apego a la Creencia en un 'Yo' (Attavādupādāna): Este es, según los maestros, el tipo más fundamental de apego. Es la convicción de que existe un "yo" o un "alma" permanente, independiente e inmutable dentro de los cinco agregados. Este aferramiento es la raíz de todo el sufrimiento, ya que genera un miedo existencial a la pérdida y la muerte que impulsa los otros tres tipos de apego.
La contribución de Buddhaghosa es un mapa de la mente. Nos muestra que el apego no es solo a objetos externos, sino también a nuestras propias ideas y creencias, siendo el aferramiento a un "yo" la fuerza más potente y perniciosa que nos ata al samsara.
2. Nagarjuna: La Deconstrucción Filosófica del Apego.
Nagarjuna, en su Mūlamadhyamakakārikā, aborda el apego desde la perspectiva de la vacuidad. Para él, el apego, al igual que todos los fenómenos, no tiene una existencia inherente. El acto de aferrarse requiere un "aferrador" y un "objeto de apego", pero como ambos son dependientemente originados, carecen de una naturaleza propia.
* El Apego como Interdependencia: Nagarjuna argumenta que el apego no puede surgir de manera independiente. Depende del objeto al que se aferra y de la mente que lo hace. Si el objeto de apego es un fenómeno interdependiente y vacío, ¿cómo puede el apego, que depende de él, ser algo inherentemente real?
* La Ilusión del Aferramiento: La deconstrucción de Nagarjuna nos lleva a ver que el apego es una proyección mental. La mente, impulsada por la ignorancia, se aferra a un "objeto" que percibe como real y a un "yo" que cree que está aferrando. Al disolver esta ilusión a través de la sabiduría de la vacuidad, el apego se disuelve por sí mismo.
"El apego no puede existir sin el anhelo. El anhelo no existe sin la sensación. Pero si todos estos factores carecen de naturaleza propia, ¿cómo puede haber apego? El apego es vacío."
— Nagarjuna, Mūlamadhyamakakārikā, Capítulo XVI (paráfrasis).
El aporte de Nagarjuna es el antídoto final para el apego. Nos enseña que la verdadera liberación no viene de simplemente soltar el apego, sino de comprender que la naturaleza del apego mismo es vacía. Esta comprensión filosófica disuelve la base misma de la acción de aferrarse.
3. Gampopa: El Apego como un Proceso Mental que el Practicante Debe Observar.
Gampopa, en El Adorno de la Liberación Preciosa, sitúa el apego en el contexto de la práctica meditativa. Para él, el apego no es solo una abstracción, sino un proceso mental que podemos observar en nuestra propia mente.
* El Apego como una Fijación Mental: Gampopa enseña que el apego se manifiesta en la mente como una fijación. La mente se "adhiere" a un pensamiento, a una emoción o a un recuerdo, tomando su contenido como real y sólido. Esta fijación es lo que diferencia el anhelo del apego; el primero es una inclinación, el segundo es una adherencia.
"Cuando el apego surge, observa su naturaleza, su origen y su disolución. No te aferres al apego mismo. El apego es una manifestación de la mente, pero la mente no es el apego. Si meditas en la naturaleza de la mente, el apego no tendrá donde morar."
Gampopa, El Adorno de la Liberación Preciosa (paráfrasis).
La contribución de Gampopa es práctica y orientada al meditador. Nos da las herramientas para trabajar directamente con el apego en el nivel de nuestra experiencia, sin la necesidad de una deconstrucción filosófica completa en ese momento. Simplemente observando su naturaleza efímera, el apego pierde su poder.
4. Lama Zopa Rimpoché: El Apego como un Obstáculo para el Desarrollo Espiritual
Lama Zopa Rimpoché, desde la perspectiva del Lamrim, considera el apego como un obstáculo fundamental para el desarrollo espiritual y una de las causas principales de la reencarnación.
* El Apego como la Causa de la Ira y el Miedo:
Para Lama Zopa Rimpoché, el apego es la raíz de la mayoría de nuestros problemas. Nos aferramos a los placeres y las posesiones, y cuando no los conseguimos o los perdemos, surge la ira y el sufrimiento. El apego a la existencia y a nuestro cuerpo es la raíz del miedo a la muerte y al renacimiento.
* Los Antídotos Prácticos: El maestro enfatiza que los antídotos para el apego son la renuncia (reconocer que el samsara está en la naturaleza del sufrimiento), el cultivo de la bodichita (cambiar el enfoque de nuestro propio bienestar a la liberación de todos los seres) y la meditación en la vacuidad. La renuncia nos ayuda a reconocer el dolor del apego, la bodichita nos hace querer liberarnos de él para ayudar a otros, y la sabiduría de la vacuidad nos permite ver que no hay un yo sólido al que aferrarse.
Lama Zopa Rimpoché nos ofrece una perspectiva compasiva y muy práctica. Él enmarca el apego no solo como un problema filosófico, sino como la causa directa de nuestro sufrimiento diario. Nos da las herramientas para trabajar con él en nuestro camino espiritual, mostrando que el apego puede ser vencido a través de la compasión, la renuncia y la sabiduría, que son la base de la liberación.
Conclusión
El apego o aferramiento (Upādāna) es un nexo crucial que ha sido analizado de manera profunda por los maestros budistas. Buddhaghosa nos proporciona un mapa técnico de sus cuatro manifestaciones; Nagarjuna nos da la sabiduría de la vacuidad para deconstruir su naturaleza ilusoria; Gampopa nos guía en la meditación para observarlo y dejarlo ir; y Lama Zopa Rimpoché nos da los antídotos prácticos del lamrim para trascenderlo. Estos aportes, aunque diversos en su enfoque, convergen en la misma verdad: el apego es la fuerza mental que nos ata al ciclo de la reencarnación, y el camino de la liberación consiste en comprender y liberar esta poderosa tendencia de la mente.
Hasta aquí concepto de nezo de apego.
El Mono y la Fruta: Un Análsis Profundo del Apego (Upādāna)Análisis simbólico.
El noveno nexo de la Originación Dependiente, el apego o aferramiento (Upādāna), se representa en la Rueda del Samsara con la imagen de un mono agarrando una fruta de un árbol. Esta simple escena es, en realidad, una de las alegorías más profundas del budismo, que destila la complejidad del proceso mental que nos ata al ciclo del sufrimiento. Para desentrañar su significado, debemos analizar cada uno de sus componentes: el mono, la fruta, el árbol, el acto de agarrar y el entorno en el que todo esto ocurre. La Rueda del Samsara nos invita a una introspección radical sobre la naturaleza de nuestra propia conciencia y nuestras acciones.
1. El Mono: El Simbolismo de la Mente Inquieta (Kapi-Citta)
El mono, en la tradición budista, es el símbolo por excelencia de la mente no entrenada. Se le conoce como la "mente mono" (kapi-citta), una mente que salta de un pensamiento a otro, de un objeto de los sentidos a otro, sin paz ni estabilidad.
* La Inquietud y la Impulsividad: El mono no se queda en un lugar. Su naturaleza impulsiva lo lleva a estar en constante movimiento, buscando nuevas ramas, nuevos alimentos, nuevas distracciones. Este movimiento incesante es una metáfora de la mente humana que, sin el control de la atención plena, no puede descansar en el momento presente. La mente salta de un recuerdo a una fantasía, de una preocupación a un plan futuro, de un placer a una aversión, sin encontrar un punto de anclaje.
* La Insaciable Avidez: Un mono en la naturaleza no come solo para vivir; come por puro placer, se hincha de fruta hasta que su barriga está a punto de reventar. A pesar de haber comido, su mente ya está buscando la próxima fruta, la más jugosa, la más grande. Este apetito voraz simboliza el anhelo (Taṇhā) que precede al apego. La mente no se satisface con una sola experiencia placentera; siempre quiere más, un estado que es fundamentalmente insatisfactorio y es el motor del sufrimiento.
* La Falta de Previsión: El mono vive en el momento, sin considerar las consecuencias a largo plazo de sus acciones. No se detiene a pensar que el fruto que está a punto de agarrar podría estar podrido, o que al agarrar un fruto en una rama débil podría caerse. Esta falta de sabiduría es una alegoría de la ignorancia (Avidyā) que es la raíz de toda la cadena de la Originación Dependiente. La mente, en su estado no iluminado, busca la satisfacción inmediata sin ver que ese mismo acto está sembrando las semillas de un sufrimiento futuro.
El mono, por lo tanto, no es solo un simple animal en un árbol. Es el reflejo de nuestra propia mente, inquieta, avara y desprovista de la sabiduría que nos permitiría ver la verdadera naturaleza de las cosas. Es el agente que, movido por el anhelo, se prepara para el acto del apego.
2. La Fruta y el Árbol: El Símbolo de los Placeres Sensoriales
La fruta en la mano del mono representa el objeto de nuestro apego. Es la manifestación de lo que la mente percibe como deseable, valioso y, sobre todo, como una fuente de felicidad duradera.
* Los Cinco Sentidos: La fruta puede ser vista como los objetos de los cinco sentidos. Su forma, color y textura son estímulos visuales; su aroma es un estímulo olfativo; su sabor es un estímulo gustativo; la sensación al tocarla es un estímulo táctil. El apego no es solo a objetos materiales, sino a la totalidad de la experiencia sensorial.
* La Ilusión de la Solidez: La fruta parece ser un objeto sólido y real que tiene el poder de traer felicidad. Esta creencia es una ilusión. La fruta, como todos los fenómenos, es impermanente. Una vez que se come, desaparece. La felicidad que proporciona es fugaz y, en el fondo, no es más que la satisfacción temporal de un deseo. El apego a la fruta, por lo tanto, se basa en la ignorancia de su naturaleza impermanente.
* El Árbol del Samsara: La fruta cuelga de un árbol, y este árbol representa el mundo de los fenómenos, el universo de la experiencia sensorial (kāma-loka). Las ramas del árbol son las diferentes posibilidades y opciones que se nos presentan, y cada una de ellas sostiene una fruta diferente, un potencial objeto de apego. El mono salta de rama en rama, de un deseo a otro, de un objeto a otro, en un ciclo interminable. El árbol, en este sentido, es el propio samsara, el ciclo de la existencia condicionada.
El apego, en esta alegoría, es la relación que la mente (el mono) establece con los fenómenos (la fruta), basada en la creencia errónea de que estos fenómenos son sólidos y pueden proporcionar una felicidad duradera.
3. El Acto de Agarrar: La Volición y la Causa del Devenir
El punto central de la imagen simbólica no es el mono, ni la fruta, sino el acto de agarrar. Este acto es la manifestación de Upādāna y la diferencia crucial entre el mero deseo (Taṇhā) y el apego.
* Del Deseo a la Acción Volitiva: El anhelo (Taṇhā) es el impulso de querer. El apego (Upādāna) es la volición de tomar. Es el momento en que la mente, impulsada por la ignorancia, se compromete con el deseo y actúa para satisfacerlo. Este compromiso mental y físico es una acción kármica que tiene consecuencias inevitables. El mono no solo mira la fruta, la agarra con fuerza, solidificando su deseo en un acto que tendrá ramificaciones.
* La Creación de la Causa para la Existencia (Bhava): El apego es el eslabón directo que lleva al devenir (Bhava). El acto de agarrar la fruta genera una energía kármica que se almacena en la corriente de la conciencia. Esta energía es la causa que, en un futuro, madurará en un nuevo renacimiento. El mono, al agarrar la fruta, se ha atado a una cadena de causa y efecto que lo llevará a otra existencia. En este sentido, el acto de agarrar es la manifestación de la fuerza vital que nos arrastra al samsara.
* El Karma del Apego: Según la ley del karma, las acciones impulsadas por el apego, el odio y la ignorancia son las que generan un karma negativo que conduce a un sufrimiento futuro. El mono, al agarrar la fruta, no solo satisface su deseo momentáneo, sino que también crea la causa para que en el futuro vuelva a tener un cuerpo y una mente que deseen y se aferren, perpetuando así el ciclo.
El acto de agarrar, por lo tanto, es el punto de inflexión en la cadena de la Originación Dependiente. Es la acción que convierte el deseo en destino, la volición en devenir, y la ignorancia en la causa de la reencarnación.
4. El Contexto del Simbolismo: La Soledad y la Naturaleza del Samsara
El simbolismo de Upādāna no se limita a los elementos principales, sino que también se encuentra en el contexto en el que se desarrolla la escena.
* La Soledad del Mono: A menudo, en las representaciones de la Rueda del Samsara, el mono aparece solo en el árbol. Esta soledad simboliza la naturaleza solitaria de la existencia. Por más que nos rodeemos de amigos y posesiones, el apego es una experiencia puramente individual, y el sufrimiento que de él surge debe ser enfrentado en soledad.
* El Ciclo Vicioso: La imagen del mono que salta de rama en rama en busca de la fruta, siempre insatisfecho, es un retrato perfecto del ciclo del sufrimiento. El mono nunca está verdaderamente feliz. Su vida es una constante búsqueda de la próxima satisfacción, lo que lo mantiene en un estado de insatisfacción fundamental, un reflejo de la primera Noble Verdad del Buda: la vida es sufrimiento (Dukkha).
5. El Antídoto Simbólico: La Liberación del Apego
La Rueda del Samsara, si bien nos muestra el problema, también nos insinúa la solución. La liberación del nexo del apego (Upādāna) se encuentra en trascender la naturaleza del mono.
* La Mente Desapegada: La liberación no implica matar al mono o destruir el árbol. El mono debe ser domesticado, su mente debe ser entrenada. El objetivo de la meditación y la atención plena es convertir la "mente mono" en una mente pacífica y observadora. Una mente entrenada es capaz de ver la fruta y su naturaleza ilusoria, y en lugar de agarrarla, simplemente la observa, sin apego.
* La Comprensión de la Vacuidad: El antídoto final al apego es la comprensión de la vacuidad. Al entender que el mono, la fruta y el acto de agarrar son interdependientes y carecen de una existencia inherente, el apego pierde su base. Cuando el mono se da cuenta de que la fruta es solo una ilusión y que él mismo es solo un flujo de conciencia y no una entidad sólida, el acto de agarrar se vuelve absurdo.
* El Fin del Devenir: Al no haber apego, no hay acción volitiva (karma) para agarrar. El mono ya no se aferra a la fruta, por lo que no se crea la energía kármica que daría lugar al devenir (Bhava). La cadena causal se rompe, y el ciclo de la reencarnación se detiene.
Conclusión
El simbolismo del mono agarrando la fruta es una representación magistral del nexo del apego (Upādāna). Nos muestra, con una claridad sorprendente, cómo la mente inquieta y la avidez (el mono) se aferran a los objetos de la ilusión (la fruta), y cómo este acto de aferramiento es la fuerza volitiva que nos arrastra a un nuevo nacimiento y nos mantiene en el ciclo del sufrimiento. Sin embargo, este mismo símbolo nos señala el camino a la liberación: la domesticación de la mente, la sabiduría de la vacuidad y el desarrollo de la atención plena son las herramientas para soltar la fruta y trascender el ciclo de la existencia.
Hasta aquí análisis símbolico de nexo de aferramiento o apego.
El Apego (Upādāna): La Enseñanza del Buda en los Sutras.
El noveno nexo de la Originación Dependiente, el apego o aferramiento (Upādāna), es un concepto que el Buda analizó con gran precisión en los sutras. A diferencia de un simple deseo, el apego es una fuerza activa y poderosa que, según las enseñanzas canónicas, se convierte en la causa directa del devenir (Bhava) y, por lo tanto, de la reencarnación. El Buda, en sus discursos, no solo define este nexo, sino que también nos ofrece un mapa detallado de sus manifestaciones y la forma de liberarnos de él.
1. La Definición Canónica: El Apego como la Condición del Devenir
En los sutras, el Buda establece la relación causal del apego de forma inequívoca. El apego es el eslabón de la cadena que transforma el deseo latente en un acto de aferramiento que, inevitablemente, dará lugar a una nueva existencia.
> "Con el anhelo (Taṇhā) como condición, surge el apego (Upādāna). Con el apego (Upādāna) como condición, surge el devenir (Bhava)."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Esta fórmula es fundamental para entender el funcionamiento de la cadena. El apego no es una simple inclinación, sino una toma de posesión, una "acción" mental que genera un karma potente. Es el momento en que la mente, impulsada por el deseo, se solidifica alrededor de un objeto o una idea, creando la energía para una futura existencia.
2. Los Cuatro Combustibles del Apego en los Sutras
El Buda no se limitó a una definición general del apego, sino que lo desglosó en cuatro tipos específicos de aferramiento. Estos cuatro "combustibles" son los que, según los sutras, avivan el fuego del devenir y nos mantienen atados al ciclo de la reencarnación.
* Apego a los Placeres Sensuales (Kāmupādāna): El Buda enseñó que este es el aferramiento a los objetos de los cinco sentidos. Es la creencia de que la felicidad se encuentra en el disfrute de la vista, los sonidos, los olores, los sabores y el tacto. Este apego es la base de las acciones que nos llevan al renacimiento en el reino del deseo.
* Apego a las Visiones (Diṭṭhupādāna): Se refiere al aferramiento a opiniones y creencias erróneas, especialmente aquellas que niegan la ley del karma y la reencarnación, o que afirman que la vida es una simple casualidad. Este apego se basa en la ignorancia y cierra la mente a la verdad del Dharma, impidiendo el progreso hacia la liberación.
* Apego a Ritos y Rituales (Sīlabbatupādāna): El Buda advirtió contra la creencia de que la purificación y la liberación pueden alcanzarse a través de la práctica de ritos, rituales o una moralidad estricta sin la purificación de la mente. Este apego, aunque puede generar buen karma, no libera al ser del ciclo de la reencarnación, ya que aún está arraigado en la ignorancia.
* Apego a la Creencia en un 'Yo' (Attavādupādāna): Este es, según el Buda, el apego más pernicioso. Es el aferramiento a la idea de que existe una entidad permanente e inmutable llamada "yo" o "alma". Esta visión errónea es la raíz de la ignorancia, ya que es la base de todos los demás apegos. Es el motor principal que impulsa el ciclo de la reencarnación, ya que la mente se aferra a la existencia "para sí misma".
Comentario: Los sutras nos muestran que el apego no es un concepto monolítico. Al desglosarlo en cuatro tipos, el Buda nos proporciona un diagnóstico preciso de las diferentes formas en que la mente se aferra, siendo el apego a la creencia en un "yo" el más fundamental de todos.
3. La Metáfora del Fuego: El Apego como Combustible de la Reencarnación
El Buda utilizó la poderosa metáfora del fuego para explicar la naturaleza del apego y su relación con el ciclo de la reencarnación. En el famoso Āditta Sutta, el Buda dice: "Todo está en llamas." Los ojos, los oídos, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente están en llamas con la pasión, la aversión y la ignorancia.
Extrapolando esta metáfora a la cadena de causalidad, el devenir (Bhava) es el fuego, y el apego (Upādāna) es el combustible.
* El apego es el acto de "poner leña al fuego" de la existencia. Mientras la mente se aferre a los placeres, las ideas, los rituales y la creencia en un "yo", continuará alimentando el fuego de la existencia.
* Cuando el combustible (apego) se agota, el fuego (devenir) se extingue. La liberación, o el Nibbāna, es la cesación del fuego. Es el estado en el que la mente ya no se aferra, por lo que no hay más combustible para el fuego de la existencia y, por lo tanto, no hay más renacimiento.
Comentario: Esta metáfora, recurrente en los sutras, hace que la causa de la reencarnación sea tangible. Nos muestra que el apego no es solo una emoción, sino una fuerza que tiene el poder de mantener la vida en el ciclo del sufrimiento. Al detener el suministro de combustible, la reencarnación se detiene.
4. El Antídoto en los Sutras: El Camino hacia el Desapego
El Buda enseñó que el camino hacia el cese del apego es la cultivación de la sabiduría y la atención plena. El antídoto no es la supresión forzada del apego, sino la comprensión de su naturaleza.
* La Atención Plena (Satipaṭṭhāna): El Buda, en el Digha Nikaya 22 (Mahāsatipaṭṭhāna Sutta), enseñó que el apego puede ser superado a través de la atención plena en el cuerpo, las sensaciones, la mente y los fenómenos. Al observar la naturaleza impermanente e insatisfactoria de estas experiencias, la mente ya no encuentra una razón para aferrarse a ellas.
* La Sabiduría de la No-Identificación: La sabiduría que surge de la meditación nos permite ver que no hay un "yo" inherente que se aferra. Al comprender que los cinco agregados no son un yo ni pertenecen a un yo, el apego más fundamental, el apego a la existencia misma, se disuelve.
Comentario: Los sutras nos dan una guía clara y metódica para la liberación. Nos muestran que el apego es el problema, pero que la solución reside en la mente misma, en la capacidad de la mente para ver la verdad y liberarse de las ilusiones a las que se aferra.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y precisa del nexo del apego o aferramiento (Upādāna). Al definirlo como la condición para el devenir, desglosarlo en cuatro tipos de aferramiento y utilizar la poderosa metáfora del fuego, el Buda nos explica cómo este nexo es el punto de inflexión que convierte el deseo en una causa activa de la reencarnación. Sin embargo, los sutras también nos dan la solución: a través de la atención plena y la sabiduría, podemos cesar el apego, apagar el fuego de la existencia y alcanzar la liberación del ciclo del sufrimiento.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre el nexo de aferramiento y la reencarnación.
La Existencia o el Devenir (Bhava): El Décimo Nexo de la Originación Dependiente.
El décimo nexo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es el devenir o existencia (Bhava). Este nexo surge directamente del apego o aferramiento (Upādāna) y es la condición indispensable para el nacimiento (Jāti). Bhava representa el proceso en el que nuestras acciones, impulsadas por el apego, acumulan energía kármica que madurará en una nueva existencia. No se refiere al nacimiento en sí, sino a la fuerza causal que hace que el nacimiento sea inevitable. En la Rueda del Samsara, este nexo es el último eslabón antes de que la nueva vida se manifieste.
1. El Significado de "Bhava" en los Sutras y la Distinción Clave
El Buda, en los sutras, hace una distinción crucial que nos permite entender la complejidad del devenir. Divide Bhava en dos tipos:
* El Devenir por el Karma (Kamma-bhava): Se refiere a la volición o intención (Cetanā) que hay detrás de nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Es la acumulación de karma que hemos generado a lo largo de esta vida. El apego a la existencia y la ignorancia son los motores que impulsan este devenir kármico.
* El Devenir por el Renacimiento (Upapatti-bhava): Se refiere a la existencia real que surge como resultado del kamma-bhava. Es la manifestación de este karma en una nueva vida dentro de los reinos de la existencia (deseo, forma, o sin forma).
El Buda subraya que el devenir es un proceso activo y continuo.
> "Y ¿qué es el devenir? El devenir por el karma y el devenir por el renacimiento. Estas son las dos clases de devenir."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este sutra es fundamental porque aclara que el devenir no es una existencia estática, sino un proceso dinámico. Es la energía de nuestras acciones kármicas (kamma-bhava) que se convierte en la fuerza que nos proyecta a una nueva vida (upapatti-bhava). Si Upādāna (el aferramiento) es el combustible, Bhava es la combustión que genera el impulso hacia un nuevo nacimiento.
2. El Simbolismo de la Mujer Embarazada en la Rueda del Samsara
En la Rueda del Samsara, el nexo del devenir (Bhava) se simboliza con una mujer embarazada.
* La Gestación del Karma: La mujer embarazada simboliza la gestación de la fuerza kármica que se ha acumulado en las etapas anteriores de la cadena. Así como un bebé se desarrolla en el vientre materno, el karma generado por nuestras acciones y apego se está "gestando" en la corriente mental, preparándose para dar a luz a una nueva vida.
* El Punto de No Retorno: Esta imagen poderosa representa que el proceso ya está en marcha. Una vez que el devenir (Bhava) se ha establecido, el nacimiento (Jāti) es inevitable, de la misma manera que el parto es la conclusión natural del embarazo.
* El Futuro Contenido en el Presente: El símbolo nos recuerda que nuestro futuro ya está contenido en nuestras acciones presentes. Cada vez que nos aferramos a una idea, un placer o una posesión, estamos, figurativamente, "embarazándonos" con el karma que determinará nuestro próximo renacimiento.
3. Aportes de los Maestros Budistas sobre el Devenir (Bhava)
Buddhaghosa: El Mecanismo de la Volición Kármica
Buddhaghosa, en el Visuddhimagga, explica el devenir con gran detalle. Para él, Bhava es la volición (Cetanā) que surge del apego. Es la "energía volicional" que se acumula en el momento de la acción y que crea la potencialidad para el renacimiento.
> "El devenir (Bhava) tiene la característica de la volición. Su función es acumular karma. Su manifestación es la causa que genera una existencia futura. Surge a partir del apego."
> — Buddhaghosa, Visuddhimagga, Capítulo XVII, "El Conocimiento del Origen Dependiente" (paráfrasis basada en su análisis Abhidhamma).
>
Comentario: El aporte de Buddhaghosa es crucial para entender el mecanismo del karma. No es el pensamiento o la acción en sí, sino la intención (Cetanā) detrás de ellos, la que se convierte en la fuerza del devenir. Esta es la energía que, una vez que el aferramiento la ha reforzado, se almacena en la corriente de la conciencia hasta el momento de la muerte, donde se activa y proyecta una nueva existencia.
Nagarjuna: La Vacuidad del Devenir
Nagarjuna, en su Mūlamadhyamakakārikā, deconstruye el concepto de Bhava, demostrando que, como todos los fenómenos, carece de existencia inherente.
> "El devenir (Bhava) no existe en sí mismo, porque surge de la condición del apego (Upādāna). Si el apego es vacío, ¿cómo puede el devenir tener una existencia inherente? Lo que surge del devenir es también vacío. Si la cadena es vacía, ¿a qué nos aferramos para generar el nacimiento y la muerte?"
> — Nagarjuna, Mūlamadhyamakakārikā, Capítulo XVI, "Examen del Devenir" (paráfrasis).
>
Comentario: La enseñanza de Nagarjuna es el antídoto final para el apego. Nos enseña que la idea de un "devenir" que existe por sí mismo es una ilusión. La fuerza del devenir solo tiene poder porque la mente cree en su realidad inherente. Al comprender su vacuidad, se socava la base misma del apego. Esta sabiduría es la que, en última instancia, detiene el ciclo de la Originación Dependiente de raíz, ya que se deja de creer en un "yo" que se aferra a un "devenir".
Gampopa: El Devenir como un Proceso que se puede Trascender
Gampopa, en El Adorno de la Liberación Preciosa, se enfoca en la perspectiva del practicante. El devenir no es un destino ineludible, sino una tendencia mental que se puede reconocer y trascender.
> "La mente es la que crea los seis reinos del devenir. Cuando la mente se aferra a la ignorancia y al apego, crea las causas para el renacimiento en los reinos inferiores. Cuando meditas en la naturaleza de la mente, en su vacuidad y luminosidad, el devenir no encuentra una base en la cual manifestarse. Por lo tanto, el camino de la liberación es el camino de purificar la mente que crea el devenir."
> — Gampopa, El Adorno de la Liberación Preciosa (paráfrasis).
>
Comentario: Gampopa nos ofrece una visión esperanzadora. A pesar de que el devenir es un proceso poderoso, el control sobre él reside en la mente. La práctica meditativa es el método para reconocer la mente que se aferra y generar la intención de liberarse de ella, en lugar de alimentar las tendencias kármicas que conducen a un nuevo nacimiento.
Aportes de la FPMT: La Purificación del Karma y el Devenir
En la FPMT, Lama Zopa Rimpoché y Thubten Chodron enfatizan la importancia de purificar los karmas negativos que se han acumulado, que son la esencia del devenir (kamma-bhava).
> "El devenir, la existencia, son las semillas kármicas que hemos plantado con la ignorancia y el apego. Si no purificamos estas semillas a través de prácticas como las postraciones, la meditación de Vajrasattva y el poder de los mantras, ellas inevitablemente madurarán en un futuro renacimiento. El propósito de la purificación es debilitar estas semillas de modo que no puedan proyectar una nueva existencia."
> — Lama Zopa Rimpoché, La Rueda de la Vida (paráfrasis).
>
Comentario: La perspectiva de la FPMT es muy práctica. Reconoce que hemos creado un inmenso devenir kármico en innumerables vidas pasadas. La única manera de evitar que madure en un renacimiento insatisfactorio es purificarlo activamente. Esta purificación, combinada con la sabiduría de la vacuidad y el desarrollo de la compasión, es el camino para detener el devenir y, en última instancia, liberarse de la reencarnación.
Conclusión
El devenir (Bhava) es un nexo fundamental en la Originación Dependiente. Representa la fase en la que el apego se convierte en una fuerza kármica latente, lista para proyectar una nueva existencia. Los sutras nos dan una definición clara, distinguiendo entre el karma que se acumula y el renacimiento que resulta de él. El simbolismo de la mujer embarazada nos recuerda que el proceso ya está en marcha, y los maestros como Buddhaghosa, Nagarjuna, Gampopa y Lama Zopa Rimpoché nos ofrecen una variedad de enfoques, desde el análisis del mecanismo kármico hasta la deconstrucción filosófica y las prácticas meditativas para trascender este nexo. En última instancia, todos coinciden en que la única forma de detener el devenir es cortar el apego que lo impulsa y purificar las semillas kármicas acumuladas, asegurando así que la conciencia ya no sea arrastrada a un nuevo ciclo de reencarnación.
Hasta aquí el concepto del nexo de originación dependiente de la existencia.
Análisis Simbólico del Nexo de la Existencia (Bhava).
El nexo del devenir o existencia (Bhava) es la etapa final de la cadena de causalidad antes de que un nuevo nacimiento (Jāti) tenga lugar. Su representación simbólica como una mujer embarazada es una de las imágenes más directas y poderosas de la Rueda del Samsara, ya que encapsula la idea de que el karma generado en el pasado está ahora gestando un futuro inevitable.
1. La Mujer: El Contenedor del Karma
La mujer en la imagen simboliza al ser que ha acumulado el karma a lo largo de su vida. Representa la conciencia y la corriente mental que ha sido impregnada por la ignorancia, el anhelo y el apego.
* El Sujeto del Karma: La figura femenina es el sujeto que, a través de sus acciones (tanto volitivas como no volitivas), ha plantado las semillas que ahora está "gestando".
* La Universalidad del Proceso: La elección de la figura de una mujer embarazada, una imagen universal de la vida, subraya que este proceso de devenir kármico es aplicable a todos los seres, en cualquier reino de existencia, ya sea humano, animal, o celestial.
2. El Embarazo: La Gestación del Futuro
El embarazo es el símbolo más crucial de este nexo. No representa el nacimiento en sí, sino el proceso que lo precede y lo garantiza.
* El Proceso de Maduración del Karma: El embarazo es una metáfora perfecta para el proceso de maduración de las semillas kármicas. El karma no produce resultados de inmediato; necesita tiempo para gestarse en la corriente de la conciencia. Este período de gestación es el Bhava. La imagen nos dice que el resultado de nuestras acciones ya está en marcha, aunque no sea visible.
* La Transición del Potencial a la Realidad: En la cadena de la Originación Dependiente, el nexo del apego (Upādāna) es el que "enciende la mecha" del karma, mientras que el devenir (Bhava) es la "gestación" de esa mecha en un impulso que proyectará un nuevo renacimiento. El embarazo representa este paso de la potencia kármica a la inminencia del resultado.
3. La Frialdad del Vientre: El Karma como Destino Inevitable
El vientre de la mujer embarazada es el foco central de la imagen. A menudo se le representa de manera prominente, y su condición es la clave del simbolismo.
* La Inevitabilidad del Nacimiento: Una vez que la mujer está embarazada, el nacimiento es inevitable. De la misma manera, una vez que el devenir (Bhava) ha sido creado por el apego y la ignorancia, el nacimiento (Jāti) es la consecuencia inevitable. No hay vuelta atrás en este punto. El símbolo del embarazo subraya que, en esta etapa, el destino de una nueva vida ya está sellado.
* La Neutralidad del Proceso: La mujer embarazada a menudo tiene una expresión serena, ni eufórica ni sufriente. Esto puede simbolizar la neutralidad del karma. El karma no es una fuerza moral en sí misma; es una ley natural. Es la intención detrás de nuestras acciones la que determina si el fruto de este embarazo kármico será un renacimiento dichoso o uno miserable.
4. La Relación con los Nexos Anteriores y Posteriores
El simbolismo de la mujer embarazada también se puede entender a través de su posición en la cadena de causalidad.
* Consecuencia del Apego (Upādāna): La mujer embarazada es la consecuencia directa del nexo anterior, el aferramiento. Si el apego es el acto de "tomar" o "agarrarse" a la existencia, el devenir es el resultado de este acto: el "embarazo" con el karma resultante.
* Condición para el Nacimiento (Jāti): La mujer embarazada es la condición necesaria para el próximo nexo, el nacimiento. Sin el devenir, no puede haber nacimiento. La imagen nos muestra el eslabón final que conecta la vida pasada (a través del karma) con la vida futura (el nuevo nacimiento).
5. La Perspectiva de la Liberación
Aunque el símbolo del embarazo representa la inevitabilidad del renacimiento, también tiene una implicación para el camino de la liberación.
* El Punto de Intervención: Implícitamente, el simbolismo nos recuerda que la cadena debe romperse en un punto anterior. El "embarazo" no puede ser interrumpido sin consecuencias. La práctica del Dharma debe enfocarse en detener el anhelo (Taṇhā) y el aferramiento (Upādāna) que son las causas del devenir (Bhava), mucho antes de que el "embarazo" kármico tenga lugar.
Conclusión del Simbolismo: La Causa Inminente de un Nuevo Nacimiento
La imagen de la mujer embarazada es un símbolo extraordinariamente claro del nexo del devenir o existencia (Bhava). No solo ilustra el concepto de la gestación del karma que inevitablemente conducirá a un nuevo nacimiento, sino que también nos recuerda que el destino de nuestra próxima vida ya está siendo moldeado por nuestras acciones y apegos actuales. Es una poderosa advertencia sobre el funcionamiento de la ley del karma y una motivación para intervenir en la cadena de la Originación Dependiente en sus etapas más tempranas, antes de que el proceso de reencarnación se vuelva inminente.
Hasta aquí el análisis símbolico de este nexo de originación dependiente de existencia
El Devenir (Bhava): Aportes de los Sutras del Buda sobre la Reencarnación.
El devenir o existencia (Bhava) es el nexo que surge del aferramiento (Upādāna) y que sirve como la condición para el nacimiento (Jāti). Los sutras del Buda no lo describen como una existencia pasiva, sino como un proceso activo y poderoso de "llegar a ser". Las enseñanzas del Buda en el Canon Pali nos ofrecen una comprensión detallada de cómo este nexo funciona, por qué es el motor de la reencarnación y cómo, a través de la sabiduría, podemos evitarlo.
1. La Definición del Buda: Bhava como la Causa de Nacimiento
En los sutras, el Buda establece la relación causal de Bhava de forma explícita y sin ambigüedades.
> "Con el aferramiento (Upādāna) como condición, surge el devenir (Bhava). Con el devenir (Bhava) como condición, surge el nacimiento (Jāti)."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Esta fórmula es el corazón de la enseñanza. El Buda también distingue el devenir en dos tipos, un punto clave para entender el mecanismo de la reencarnación:
* El Devenir por el Karma (Kamma-bhava): Se refiere a la volición (Cetanā) detrás de las acciones. Esta es la fuerza activa que genera y acumula el karma que, según el sutra, se convierte en la condición para un nuevo nacimiento. Es el acto de sembrar la semilla.
* El Devenir por el Renacimiento (Upapatti-bhava): Se refiere a la existencia en sí, la nueva vida que surge como resultado del kamma-bhava. Es la manifestación de la semilla que ha madurado.
Comentario: El aporte de los sutras es que el devenir no es una "existencia" ya establecida, sino el proceso de "llegar a ser". Es la acumulación de la intención kármica que, en el momento del aferramiento, adquiere la potencia suficiente para manifestarse como una nueva vida. Este nexo, por lo tanto, es el punto final de la preparación kármica antes de la reencarnación real.
2. El Mecanismo Kármico del Devenir
Los sutras del Buda también nos dan una visión más profunda del kamma-bhava, explicando que es la volición la que crea el devenir. La volición, a su vez, está condicionada por la ignorancia y el aferramiento.
> "Os digo, monjes, que la volición (Cetanā) es el karma. Habiendo realizado una volición, uno actúa con el cuerpo, con el habla y con la mente."
> — Anguttara Nikaya 6.63 (Cetanā Sutta), El Buda
>
Este sutra establece la conexión directa entre la intención y el karma. Las voliciones, que están contaminadas por el aferramiento a las sensaciones y a las ideas de un "yo", son las que se acumulan como kamma-bhava. Los sutras también identifican cuatro tipos de aferramiento (Upādāna) que actúan como combustible para el devenir: el aferramiento a los placeres sensuales, el aferramiento a las visiones y opiniones equivocadas, el aferramiento a las reglas y rituales, y el aferramiento a la creencia en un yo.
Comentario: Aquí, el Buda nos enseña que el devenir no es una fuerza externa o mística, sino el resultado de nuestras propias elecciones y hábitos mentales. Cada vez que actuamos con la intención de aferrarnos a algo, estamos activamente alimentando la fuerza del devenir que nos llevará a una nueva vida. La reencarnación, por lo tanto, no es un castigo ni una recompensa, sino el resultado inevitable de este proceso causal.
3. Los Tipos de Devenir y la Reencarnación en los Tres Reinos.
Los sutras van más allá de la mera definición del devenir y lo clasifican en tres tipos, que corresponden a los tres reinos de la existencia, lo que demuestra la profunda conexión con la reencarnación.
* Devenir del Reino del Deseo (Kāma-bhava): Surge de las acciones impulsadas por un fuerte apego a los placeres sensuales. Este devenir conduce al renacimiento en el reino humano, animal o en los reinos celestiales del deseo.
* Devenir del Reino de la Forma (Rūpa-bhava): Surge de la meditación y las acciones asociadas con los estados de concentración mental (Jhāna). Este tipo de karma conduce al renacimiento en los reinos celestiales de la forma.
* Devenir del Reino sin Forma (Arūpa-bhava): Surge de la meditación en los estados de concentración más elevados, que trascienden la forma. Este karma conduce al renacimiento en los reinos celestiales sin forma.
Comentario: Los sutras nos muestran que incluso las acciones virtuosas que conducen a renacimientos celestiales están atrapadas en el ciclo del devenir si están teñidas por la ignorancia del apego. La reencarnación no se limita a renacimientos insatisfactorios; cualquier existencia, incluso una celestial, es un devenir que eventualmente llevará a la vejez y la muerte. Solo la interrupción de la cadena, es decir, el cese del devenir, conduce a la liberación final.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión causal y precisa del nexo del devenir o existencia (Bhava). Presentan a Bhava como la fuerza de la volición que, alimentada por el aferramiento, acumula la energía kármica que inevitablemente se manifestará como un nuevo nacimiento. Los sutras no solo diagnostican el problema del devenir, sino que también nos muestran el camino para detenerlo: a través de la sabiduría que disuelve el apego y la ignorancia, se corta la condición para el devenir, poniendo fin al ciclo de la reencarnación. La enseñanza del Buda es que el devenir no es un destino inamovible, sino un proceso que podemos trascender.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre nexo de existencia.
El Nacimiento (Jāti): El Undécimo Nexo de la Originación Dependiente.
El ciclo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es una cadena de doce eslabones que explican cómo surge el sufrimiento y cómo se perpetúa la existencia en el samsara. Después de la existencia (Bhava), que representa el potencial kármico para un nuevo nacimiento, el siguiente nexo es el nacimiento (Jāti). Este es el momento de la manifestación real de un nuevo ser en cualquiera de los reinos de existencia. En la Rueda del Samsara, el nacimiento se simboliza comúnmente con una mujer dando a luz o, a veces, con un ser emergiendo de un capullo o huevo.
1. ¿Qué es el Nacimiento (Jāti) en este Contexto?
En el contexto de la Originación Dependiente, Jāti se refiere al nacimiento en cualquiera de los cinco destinos (o seis reinos, incluyendo el reino de los dioses) dentro del samsara: seres infernales, espíritus hambrientos (pretas), animales, humanos y dioses (o asuras). No se limita al nacimiento humano, sino a la aparición de un nuevo ser en cualquier forma de existencia condicionada.
El Buda define el nacimiento de manera exhaustiva:
> "Y ¿qué es el nacimiento? El nacimiento de varios seres en los varios órdenes de seres, su producción, su concepción, su venida al ser, la manifestación de los agregados, la adquisición de las esferas de los sentidos — esto se llama nacimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta definición abarca todas las formas en que un ser puede "nacer" o manifestarse. Incluye la concepción (para nacimientos vivíparos), la eclosión (para ovíparos), la metamorfosis (para nacimientos por humedad) y la aparición espontánea (para algunos seres celestiales o infernales). Lo crucial es que Jāti es la manifestación inicial de los cinco agregados (skandhas) en una nueva existencia. Es el momento en que la conciencia (Vijñāna), que ha sido condicionada por las formaciones kármicas y el potencial de existencia, se materializa en una forma perceptible y comienza a interactuar con el mundo.
2. La Dependencia de la Existencia (Bhava)
El Buda establece claramente la relación causal con el nexo anterior:
> "Con la existencia [Bhava] como condición, surge el nacimiento [Jāti]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: El nexo de la "existencia" (Bhava) se refiere al potencial kármico acumulado que está listo para producir un nuevo nacimiento. Es la fuerza impulsora, la "semilla" madura que está a punto de germinar. El nacimiento (Jāti) es la actualización de ese potencial. Es decir, Bhava es la causa activa (el karma que se ha vuelto operativo para un renacimiento específico), y Jāti es el efecto inmediato de esa causa, la manifestación de ese karma en una nueva vida. Si no hay potencial de existencia (Bhava), no puede haber nacimiento.
3. El Nacimiento como la Puerta de Entrada a la Vejez y la Muerte
El nacimiento es el punto de partida para todo el sufrimiento inherente al samsara. Es la condición necesaria para que surjan la vejez, la enfermedad y la muerte.
> "Con el nacimiento como condición, surge la vejez y la muerte, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las verdades más directas y a menudo dolorosas de la Originación Dependiente. El Buda no ve el nacimiento como un evento puramente alegre, sino como la puerta de entrada inevitable al sufrimiento. Al nacer, un ser se vuelve inherentemente vulnerable a la vejez, la enfermedad, el declive y, finalmente, la muerte. La pena, el lamento y la desesperación son las consecuencias emocionales de esta realidad. Por lo tanto, mientras haya nacimiento, habrá sufrimiento. Este nexo subraya la razón por la cual el objetivo del budismo es la liberación del ciclo de nacimientos y muertes.
4. El Simbolismo de la Mujer Dando a Luz
La representación más común del nacimiento es la de una mujer dando a luz:
* Manifestación de una Nueva Vida: Es el símbolo universal de la aparición de un nuevo ser en el mundo físico. Representa el momento en que la conciencia (Vijñāna) y el nombre y forma (Nāmarūpa) se materializan en una forma viable.
* Dolor y Esfuerzo: El parto es un proceso que implica dolor y esfuerzo, tanto para la madre como para el ser que nace. Esto puede simbolizar el sufrimiento inherente al proceso de entrar en la existencia samsárica.
* Vulnerabilidad Inicial: Un recién nacido es completamente vulnerable y dependiente, lo que refleja la naturaleza inherentemente frágil y dependiente de la existencia condicionada.
5. El Nacimiento y la Reencarnación
El nexo del nacimiento es la culminación y la manifestación visible del proceso de reencarnación:
* Actualización del Karma: Es el momento en que el karma acumulado (las formaciones kármicas) y el potencial de existencia (Bhava) se actualizan en una nueva forma de vida. El tipo de nacimiento (humano, animal, etc.) está directamente determinado por la naturaleza del karma de la vida anterior.
* Inicio de un Nuevo Ciclo: Cada nacimiento es el comienzo de un nuevo ciclo de los doce nexos para ese ser. Una vez que hay nacimiento, inevitablemente habrá vejez, enfermedad y muerte, y la conciencia continuará creando nuevas formaciones kármicas.
* El Punto de Entrada al Sufrimiento: Desde la perspectiva budista, el nacimiento no es un evento fortuito, sino el resultado de causas y condiciones previas. Es también el punto de entrada a todo el sufrimiento inherente al samsara. La liberación del sufrimiento, por lo tanto, implica la liberación del nacimiento mismo.
En resumen, el nacimiento (Jāti) es el undécimo nexo de la Originación Dependiente, que representa la manifestación de un nuevo ser en el samsara. Condicionado por el potencial de existencia (Bhava), es la culminación del proceso de reencarnación y, al mismo tiempo, la puerta de entrada inevitable a la vejez, la muerte y todo el sufrimiento asociado. Simbolizado por una mujer dando a luz, subraya la naturaleza cíclica e interdependiente de la existencia condicionada.
Hasta aquí concepto de nexo de origen dependiente del nacimiento.
Análisis Simbólico del Nexo del Nacimiento (Jāti).
La imagen tradicional del undécimo nexo de la Originación Dependiente, el nacimiento (Jāti), se representa con una mujer dando a luz a un niño. Este símbolo es directo y universalmente comprensible, pero en el contexto budista de la Rueda del Samsara, conlleva significados profundos sobre la naturaleza del sufrimiento y la perpetuación del ciclo de la existencia.
1. La Mujer Dando a Luz: La Manifestación de una Nueva Existencia
La figura de la mujer en el acto del parto es el símbolo central de este nexo.
* Manifestación Corporal: Representa el momento en que un nuevo ser, impulsado por el karma y la conciencia (los nexos anteriores), toma una forma física y discernible en uno de los seis reinos del samsara. Es la materialización de un potencial de existencia (Bhava).
* Renacimiento en Cualquier Reino: Aunque se muestre una mujer humana, el simbolismo se extiende a cualquier forma de nacimiento: humano, animal, divino, infernal o como espíritu hambriento. Es la venida al ser en cualquier tipo de existencia condicionada.
* Proceso Natural: El acto de dar a luz es un proceso natural y biológico, lo que subraya que el nacimiento es una consecuencia inevitable de las causas y condiciones previas en la cadena de la Originación Dependiente. No es un evento fortuito, sino el resultado del karma acumulado.
2. El Niño Recién Nacido: La Vulnerabilidad y el Inicio del Sufrimiento
El niño emergiendo de la madre es igualmente simbólico.
* Vulnerabilidad Inherente: El recién nacido es el epítome de la vulnerabilidad y la dependencia. Esto simboliza la naturaleza frágil e indefensa de la existencia samsárica. Al nacer, un ser se vuelve inmediatamente susceptible a la enfermedad, el dolor, la frustración, la separación y, en última instancia, la muerte.
* Inicio de una Nueva Rueda (Mini-Samsara): Cada nacimiento marca el comienzo de una nueva "micro-rueda" de la Originación Dependiente para ese individuo. Al nacer, el ser entra inevitablemente en la experiencia de la vejez, la enfermedad y la muerte (el siguiente nexo). Es el punto de partida de un nuevo ciclo de sufrimiento.
* Un Ciclo de Agregados: El niño representa el surgimiento de un nuevo conjunto de los cinco agregados (Skandhas): forma (el cuerpo del niño), sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia. Estos son los componentes de la existencia que, al aferrarse a ellos, perpetúan el sufrimiento.
3. El Esfuerzo y el Dolor del Parto: El Sufrimiento Inherente al Inicio de la Existencia
Aunque las representaciones budistas a menudo estilizan la escena, el acto de dar a luz implica esfuerzo y dolor.
* Dukkha del Nacimiento: Esto simboliza el "Dukkha" o sufrimiento inherente al nacimiento mismo. El budismo no romantiza el nacimiento; lo ve como el inicio de una existencia que por naturaleza está imbuida de insatisfacción, impermanencia y no-yo. El dolor físico del parto es una metáfora del sufrimiento fundamental de entrar en el samsara.
* Salida de la Seguridad: El nacimiento también representa una salida de la seguridad relativa del vientre materno hacia un mundo lleno de desafíos y adversidades.
4. La Conexión con los Nexos Anteriores: La Culminación del Proceso Kármico
El nexo del nacimiento es la culminación de una larga cadena causal:
* Del Potencial a la Realidad: Es la manifestación tangible del potencial de existencia (Bhava), el karma que estaba listo para fructificar. La mujer dando a luz es la realización de ese potencial latente.
* La Conciencia Toma Raíz: La conciencia (Vijñāna) que fue "transportada" por las formaciones kármicas ahora encuentra un nuevo "asiento" y se materializa en esta nueva forma de vida.
* Resultado del Karma: El tipo de nacimiento (humano, animal, etc.) está directamente determinado por la naturaleza de las formaciones kármicas (Saṅkhāra) acumuladas en vidas pasadas, impulsadas por la ignorancia (Avidyā).
Conclusión del Simbolismo: El Nacimiento como la Puerta del Samsara
La imagen de la mujer dando a luz para simbolizar el nacimiento (Jāti) es un recordatorio poderoso de que el nacimiento no es el fin, sino el punto de entrada a la continuidad del sufrimiento en el samsara. Es la inevitable consecuencia de los nexos anteriores y, a su vez, la condición necesaria para que la vejez, la enfermedad y la muerte (el siguiente nexo) se manifiesten. Al nacer, un ser queda atrapado en el ciclo de la existencia condicionada. La liberación del samsara, por lo tanto, implica la cesación de este nacimiento impulsado por el karma y las aflicciones. La imagen nos insta a reflexionar sobre las causas del renacimiento y a buscar el camino que conduce más allá de esta puerta del sufrimiento.
Hasta aquí análisis símbolico del nexo karmico del nacimiento.
El
Citas de los sutras sobre este nexo.del nacimiento.
El nexo del nacimiento: su sentido en la cadena de originación dependiente y su conexión con el karma y la reencarnación
La enseñanza de los Doce Eslabones de Originación Dependiente (Paticca Samuppāda) representa uno de los pilares más profundos y sofisticados del pensamiento budista. Entre estos eslabones, el nexo del jāti —nacimiento— ocupa un lugar crucial como manifestación concreta de una continuidad kármica que se proyecta a lo largo de múltiples existencias. En este apartado, exploraremos el significado y las implicancias de este nexo, analizando citas clave de los sutras y comentarios contemporáneos, para mostrar cómo el nacimiento no es un simple evento biológico, sino el resultado de una red de causas éticas, mentales y existenciales que anudan karma y reencarnación.
Comencemos por ubicar el nexo del nacimiento dentro de la secuencia:
> “Desde el devenir (bhava) surge el nacimiento (jāti); desde el nacimiento surgen la vejez y la muerte, el pesar, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación.”
(Samyutta Nikāya 12.2 – Vibhaṅga Sutta)
Esta cita, fundamental para el análisis doctrinal, muestra que el nacimiento no surge en el vacío ni es primera causa. Le antecede el devenir (bhava), es decir, la propensión mental y volitiva acumulada, orientada hacia una forma específica de existencia. El nacimiento es entonces el resultado inevitable de una serie de condicionamientos: los actos pasados (karma), los impulsos mentales, las formaciones volitivas, la conciencia que se proyecta, y el deseo que actúa como fuerza movilizadora hacia una nueva encarnación.
Bhikkhu Bodhi comenta este punto con claridad en su traducción y exégesis del Samyutta Nikāya:
> “The link of birth does not refer to the moment of physical delivery alone, but to the whole existential designation of a being into a new realm of experience. It is the kammic fruit of past volitional formations.”
(Bodhi, “The Connected Discourses of the Buddha”, 2000, p. 554)
Así, el nacimiento es la consecuencia madurada del karma acumulado: no como una sanción punitiva, sino como resultado natural de tendencias y decisiones previas. Esta perspectiva nos lleva a reconsiderar la reencarnación no como una simple “repetición” vital, sino como una manifestación del flujo mental condicionado.
En el Mahānidāna Sutta (Dīgha Nikāya 15), uno de los textos más complejos y filosóficamente ricos del Canon Pali, se amplía este punto:
> “Donde hay sensación, hay anhelo. Donde hay anhelo, hay apego. Donde hay apego, hay devenir. Donde hay devenir, hay nacimiento.”
(DN 15.1–2)
El nexo del nacimiento se presenta aquí como resultado de un encadenamiento de procesos internos. El deseo no surge de la nada, sino de la percepción errónea de los fenómenos como permanentes o satisfactorios. El nacimiento aparece, por tanto, como el “fruto maduro” del apego a la ilusión de un yo que desea prolongarse. Este pasaje permite ver que no hay alma transmigrante sino una continuidad condicionada (santāna), un flujo dinámico que lleva la impronta kármica.
Thubten Chodron, en su texto Twelve Links of Dependent Arising (2006), explica esta continuidad en términos didácticos pero profundamente coherentes con el canon:
> “Birth refers to the arising of the aggregates in a new life. It’s propelled by karma and craving. This is not a one-time event but the start of an entire life based on those causes.”
(Chodron, 2006, p. 8)
Su enfoque nos recuerda que el nacimiento, como inicio de una vida específica, no debe entenderse como desconectado del entramado mental y ético que lo antecede. Cada nuevo nacimiento es, por así decirlo, la cristalización de una tendencia kármica que ha encontrado condiciones favorables para manifestarse. El karma actúa como la semilla, pero la tierra fértil es el deseo, la ilusión de permanencia, la ignorancia.
Este punto es bellamente articulado por Bhikkhu Analayo en Rebirth and the Stream of Life (2023), particularmente en el capítulo 5, donde señala:
> “In early Buddhist thought, rebirth is a conditioned event based on intentional action. The link of birth is the formal instantiation of a previous momentum of clinging and becoming.”
(Analayo, 2023, cap. 5)
Analayo subraya que el nacimiento no se explica por sí mismo, sino que es la exteriorización de una causa interior: la voluntad de devenir, la sed del ego por afirmarse en una nueva forma. En esa clave, la reencarnación no puede comprenderse como castigo, sino como repetición estructurada por patrones de apego. Es la mente no liberada que, movida por el karma, reencarna.
Por ello, en el Visuddhimagga (siglo V), Buddhaghosa resume esta noción con claridad:
> “Because of craving and clinging, the being takes birth again, according to the seed of past actions. Birth is the arising of the new five aggregates.”
(Visuddhimagga, XVII, 291)
El nacimiento, según esta escuela, no es mera continuidad, sino renovación condicionada de los cinco agregados (pañcakkhandha), que constituyen el soporte del sentido del yo. En otras palabras, nacer es reconstruir ilusoriamente la identidad sobre cimientos kármicos. La rueda del samsara gira porque el nacimiento sigue al deseo, y este al error cognitivo: ignorar la impermanencia.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre el nexo de nacimiento.
La Vejez y la Muerte (Jarāmaraṇa): El Duodécimo Nexo de la Originación Dependiente.
El último eslabón en la cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa). Este nexo representa el resultado final y doloroso de todo el proceso condicionado, el culmen de una existencia ligada al samsara. Si bien es el final de una vida individual, también es el recordatorio más vívido de la naturaleza cíclica del sufrimiento y la impermanencia, ya que la muerte de un ser, impulsada por el karma acumulado y la ignorancia, conduce inevitablemente a un nuevo nacimiento y, con ello, al reinicio de la cadena.
Jarāmaraṇa, por lo tanto, no es simplemente el cese de las funciones vitales, sino el sufrimiento inherente a la decadencia y el fin de cualquier existencia condicionada.
1. ¿Qué es la Vejez (Jarā) y la Muerte (Maraṇa)?
El Buda define la vejez y la muerte de manera clara, enfatizando sus características como el punto culminante del sufrimiento en la existencia.
"Y ¿qué es la vejez? Es el envejecimiento de los seres en las diversas clases de seres, su decrepitud, la rotura de sus dientes, el encanecimiento de su cabello, el arrugamiento de su piel, el deterioro de su vida, el debilitamiento de sus facultades sensoriales. Esto se llama vejez."
"Y ¿qué es la muerte? Es el perecer de los seres en las diversas clases de seres, su desaparición, su desintegración, su extinción, la interrupción de sus existencias, la rotura de las agregaciones, el abandono del cuerpo. Esto se llama muerte."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: El Vibhanga Sutta ofrece definiciones explícitas y sombrías de vejez y muerte. La vejez (jarā) se describe no solo como un proceso físico (arrugas, canas, debilidad) sino como un deterioro general de la vitalidad y las facultades sensoriales. La muerte (maraṇa) es la disolución total del ser, el cese de la vida y la interrupción de la existencia como la conocemos. Estas descripciones no buscan ser meramente biológicas, sino que resaltan la inherente insatisfacción y el sufrimiento (dukkha) asociados con el ciclo de la existencia condicionada. Son el resultado inevitable de haber renacido.
2. La Dependencia de Jarāmaraṇa del Nacimiento (Jāti)
El Buda establece una dependencia directa y causal entre el nacimiento y la inevitable experiencia de la vejez y la muerte.
"Con el nacimiento [Jāti] como condición, surge la vejez y la muerte [Jarāmaraṇa]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta es la conexión más directa en esta parte de la cadena. Una vez que un ser ha tomado nacimiento (Jāti), ya sea en cualquier reino o forma, está intrínsecamente sujeto a la vejez, la enfermedad y la muerte. No hay escape de este destino en el samsara. Este nexo subraya la primera Noble Verdad: la existencia es sufrimiento, y gran parte de ese sufrimiento se manifiesta en la decrepitud y el fin de la vida. Para la reencarnación, esto significa que el acto mismo de renacer, impulsado por la ignorancia y el karma, es la condición para experimentar este inevitable sufrimiento final. Mientras haya nacimiento, habrá vejez y muerte, lo que a su vez creará las condiciones para un nuevo nacimiento, perpetuando el ciclo.
3. El Sufrimiento Inherentemente Asociado con Jarāmaraṇa.
Jarāmaraṇa no es solo un hecho biológico, sino que el Buda enfatizó el dolor y la aflicción que conlleva.
> "Y ¿qué es el sufrimiento? Tristeza, lamento, dolor, aflicción, desesperación – esto es sufrimiento."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (comentario adicional en otros sutras)
Comentario: Asociado con la vejez y la muerte están las aflicciones mentales y emocionales: la tristeza por la pérdida, el lamento por lo que se va, el dolor físico y mental, la aflicción profunda y la desesperación ante lo inevitable. Estas no son experiencias accidentales, sino que son inherentemente parte del proceso de vejez y muerte en el samsara. Para la reencarnación, esto es crucial: el ciclo de nacimientos y muertes es un ciclo de sufrimiento. Cada vez que se nace, se hereda la certeza de experimentar estos aspectos dolorosos de la vejez y la muerte. Es precisamente este sufrimiento el que motiva la búsqueda de la liberación del samsara.
4. Jarāmaraṇa y el Ciclo de la Reencarnación
El nexo de Jarāmaraṇa es el cierre de un ciclo individual, pero es también el punto que inmediatamente nos remite al comienzo del siguiente.
* El Cierre de una Vida, el Impulso para la Siguiente: La muerte disuelve los cinco agregados (cuerpo, sensaciones, percepciones, formaciones mentales, conciencia) de una existencia. Sin embargo, las improntas kármicas (semillas de acciones pasadas) y la ignorancia fundamental (el primer nexo) que no han sido erradicadas, junto con el apego al ser (Upādāna) y la tendencia a devenir (Bhava), aseguran que la corriente de la conciencia busque un nuevo nacimiento. La muerte no es un fin absoluto, sino una transición en el samsara.
* La Compulsión del Renacimiento: La muerte, aunque dolorosa, no libera de la reencarnación si la ignorancia y el anhelo persisten. La vejez y la muerte son la consecuencia inevitable de haber renacido y, a su vez, la experiencia de la muerte, con su aferramiento al ser, alimenta la sed por una nueva existencia.
* El Motivo para Romper la Cadena: La comprensión profunda de que la vejez y la muerte son el destino ineludible de todo nacimiento es un poderoso motivador para buscar la liberación. Es la realización de que, mientras la rueda de la Originación Dependiente gire, este sufrimiento final se repetirá una y otra vez.
5. Simbolismo de Jarāmaraṇa en la Rueda del Samsara.
El nexo de la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa) se simboliza en la Rueda del Samsara típicamente con un cadáver siendo llevado para su entierro o cremación, o un anciano jorobado y ciego.
* El Cadáver / Entierro: Simboliza el final innegable de la vida, la disolución del cuerpo y el abandono de los cinco agregados. Es la representación de la muerte física.
* El Anciano Jorobado y Ciego: Este símbolo destaca la vejez (jarā) en sus aspectos más debilitantes: la postura encorvada por la edad, la ceguera que representa la pérdida de facultades sensoriales y la fragilidad general. También puede simbolizar la pérdida de discernimiento y la incapacidad de ver la verdad sin la práctica. Es un recordatorio de la decadencia inherente a toda forma nacida.
Ambos símbolos refuerzan la idea de que la existencia condicionada, a pesar de sus placeres fugaces, culmina en la decrepitud y la disolución. Son el resultado de todo lo que precede en la cadena de la Originación Dependiente.
El duodécimo nexo, la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa), es el punto final de una existencia individual en el ciclo de la Originación Dependiente, directamente condicionado por el nacimiento. Es el doloroso culmen de una vida ligada al samsara, manifestado en la decrepitud física, la pérdida de facultades y la disolución final del cuerpo y la mente. Los sutras del Buda no solo definen estos fenómenos, sino que enfatizan el sufrimiento inherente a ellos.
Para la reencarnación, Jarāmaraṇa es un recordatorio implacable: cada nuevo nacimiento lleva consigo la semilla de esta inevitable conclusión. La muerte, sin la erradicación de la ignorancia y el anhelo, no es una liberación, sino una puerta giratoria hacia un nuevo ciclo. Comprender y contemplar la vejez y la muerte con sabiduría es un poderoso catalizador para buscar el cese de la Originación Dependiente, que es la liberación de la rueda de nacimientos y muertes. Este nexo final nos impulsa a ver la verdad del sufrimiento y a trabajar diligentemente para romper las cadenas que nos atan a él.
Hasta acá concepto de nexo de muerte.
Análisis Simbólico del Nexo de la Vejez y la Muerte (Jarāmaraṇa).
El duodécimo y último nexo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa), es un poderoso recordatorio visual y conceptual de la inevitabilidad del sufrimiento inherente a la existencia samsárica. En la Rueda del Samsara, este nexo se simboliza típicamente de dos maneras complementarias, cada una ofreciendo una perspectiva única sobre el culmen del ciclo vital condicionado.
1. El Cadáver Siendo Llevado para su Entierro o Cremación.
Este es uno de los símbolos más directos y universales de la muerte. La imagen de un cuerpo sin vida, inerte, que es transportado para su disposición final, encierra múltiples capas de significado.
* La Inevitabilidad de la Muerte: Es el fin innegable de una existencia individual. Sin importar cuán exitosa, placentera o larga sea una vida, su conclusión última es la muerte física. Simboliza que, una vez que hay nacimiento (Jāti), la muerte es el destino ineludible.
* La Disolución de los Agregados: El cadáver representa la disolución de los cinco agregados de apego (cuerpo, sensaciones, percepciones, formaciones mentales y conciencia) que conforman la identidad personal. Al morir, esta "construcción" se desintegra, revelando su naturaleza impermanente y no-sustancial.
* La Pérdida y el Dolor: La imagen evoca la tristeza, el lamento y la aflicción asociados con la pérdida de un ser querido, o el miedo a la propia desaparición. Es el sufrimiento (Dukkha) en su forma más cruda y final.
* El Fin de una Manifestación, no del Flujo: Aunque el cuerpo y la vida particular cesan, en el contexto de la Rueda del Samsara, la muerte no significa el fin del sufrimiento si la ignorancia y el apego persisten. El acto de llevar el cadáver sugiere un "movimiento", una continuación, no un cese absoluto. Simbólicamente, es la disolución de esta forma que permite que la corriente de la conciencia, impulsada por el karma, busque una nueva existencia.
2. El Anciano Jorobado y Ciego.
Este símbolo, que a menudo aparece junto al cadáver o como una alternativa, se centra en la "vejez" (Jarā) y sus penurias, que preceden y conducen a la muerte.
* La Decadencia del Cuerpo: La figura encorvada y frágil del anciano simboliza el deterioro físico inevitable que acompaña a la edad: la pérdida de fuerza, agilidad y vitalidad. Es un recordatorio de que el cuerpo, una vez nacido, está sujeto a la decadencia.
* El Debilitamiento de las Facultades Sensoriales: La ceguera del anciano representa el debilitamiento de las facultades sensoriales (vista, oído, etc.) que ocurre con la vejez. Alude a la disminución de la capacidad de interactuar con el mundo de la manera en que se hacía en la juventud, generando frustración y desapego de las experiencias.
* La Carga de la Existencia: La joroba del anciano puede simbolizar la carga acumulada de una vida de experiencias, preocupaciones y karma. Es el peso de la existencia samsárica manifestándose en el cuerpo.
* La Pérdida de Autonomía y Dignidad: La imagen puede evocar la vulnerabilidad y la dependencia que a menudo acompañan a la vejez avanzada, donde el ser ya no es plenamente capaz de valerse por sí mismo.
* La Incapacidad de Ver la Verdad: La ceguera también puede ser una metáfora de la ignorancia (Avidyā), el primer nexo de la cadena. A pesar de una vida de experiencias, la vejez a menudo no trae consigo la sabiduría liberadora si la ignorancia fundamental no ha sido erradicada. Uno puede llegar a la vejez sin haber "visto" la verdadera naturaleza de la realidad.
3. La Implicación Global en la Rueda del Samsara.
Jarāmaraṇa, como último nexo, es la culminación de toda la cadena de la Originación Dependiente.
* El Fruto Amargo del Nacimiento: Este nexo es el resultado inevitable de haber experimentado el nacimiento (Jāti). No puedes nacer sin eventualmente envejecer y morir.
* La Circularidad del Samsara: La vejez y la muerte no son el "fin" del ciclo en sí, sino el punto que inevitablemente nos lleva de regreso al primer nexo: la ignorancia. El temor y el aferramiento a la existencia en el momento de la muerte, si la ignorancia persiste, alimentan la volición y la conciencia para un nuevo renacimiento, reiniciando la rueda. La muerte es una transición, no una escapatoria definitiva si la raíz del samsara (la ignorancia) no ha sido erradicada.
* La Motivación para la Liberación: La cruda realidad de la vejez y la muerte, con todo el sufrimiento que implican, sirve como un poderoso catalizador para la práctica budista. Al contemplar la inevitabilidad de Jarāmaraṇa, uno se motiva a buscar la verdadera liberación del samsara, rompiendo la cadena de la Originación Dependiente antes de que conduzca a un nuevo nacimiento y a un nuevo ciclo de sufrimiento.
Conclusión del Simbolismo: La Inevitable Conclusión de una Existencia Condicionada.
El simbolismo de la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa) en la Rueda del Samsara es una profunda meditación sobre la transitoriedad y la inherente insatisfacción de la existencia condicionada. Ya sea a través de la imagen del cadáver inerte o del anciano decrépito, ambos símbolos nos confrontan con la cruda realidad de que todo lo que nace debe morir y que este proceso está teñido de sufrimiento. Lejos de ser un mero final, Jarāmaraṇa es el recordatorio más potente de la naturaleza cíclica del samsara y la fuerza impulsora detrás de la búsqueda budista de la liberación. Nos insta a reconocer que el verdadero escape del sufrimiento no radica en evitar la muerte, sino en erradicar las causas fundamentales (la ignorancia y el anhelo) que nos encadenan a repetidos nacimientos, y por ende, a repetidas vejeces y muertes.
Hasta acá análisis símbolico.
La Vejez y la Muerte (Jarāmaraṇa): Aportes de los Sutras del Buda sobre su Relación con la Reencarnación.
El duodécimo y último nexo de la Originación Dependiente, la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa), es el fin inevitable de cualquier existencia condicionada. Los sutras del Buda revelan que este nexo es el resultado directo del nacimiento (Jāti) y el recordatorio más contundente de la naturaleza insatisfactoria del samsara. Las palabras del Buda no solo definen la vejez y la muerte, sino que utilizan su inevitabilidad para motivar la práctica espiritual, revelando que la única forma de escapar de ellas es erradicando la ignorancia y el anhelo que nos atan al ciclo de nacimientos y muertes.
1. La Definición del Buda: La Consecuencia Directa del Nacimiento.
El Buda define la vejez y la muerte de manera explícita y sin paliativos, estableciendo una relación causal directa con el nacimiento.
> "Y ¿qué es la vejez? Es el envejecimiento de los seres... su decrepitud, la rotura de sus dientes, el encanecimiento de su cabello, el arrugamiento de su piel, el deterioro de su vida, el debilitamiento de sus facultades sensoriales. Esto se llama vejez."
> "Y ¿qué es la muerte? Es el perecer de los seres... su desintegración, su extinción, la interrupción de sus existencias, la rotura de las agregaciones. Esto se llama muerte."
"Con el nacimiento [Jāti] como condición, surge la vejez y la muerte [Jarāmaraṇa]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Estas definiciones no solo son descripciones biológicas, sino que sirven para resaltar la inherente insatisfacción y el sufrimiento (Dukkha) que caracterizan el envejecimiento y el fin de la vida. El Buda establece inequívocamente que si hay nacimiento, habrá vejez y muerte. Para la reencarnación, esto significa que el acto mismo de renacer, impulsado por el karma y la ignorancia, es la condición fundamental para experimentar este sufrimiento final. Mientras un ser permanezca en el samsara, esta cadena causal será implacable.
2. La Muerte como el Cese de los Agregados de Apego.
El Buda explica la muerte como la disolución de los cinco agregados que conforman la identidad individual, subrayando que no hay una "esencia" o "alma" que perezca.
"Monjes, si los cinco agregados no existieran, no habría muerte. Pero como existen, la muerte ocurre. Por lo tanto, el final del cuerpo, las sensaciones, las percepciones, las formaciones mentales y la conciencia, esta es la muerte."
> — Samyutta Nikaya 22.39 (Upadana Sutta), El Buda (paráfrasis)
Comentario: Esta enseñanza es crucial para refutar la noción de un alma eterna. La muerte es el cese de los agregados. Sin embargo, los sutras también nos enseñan que el karma acumulado, las voliciones y las tendencias mentales, no se aniquilan. La corriente de la conciencia continúa. Por lo tanto, en la reencarnación, la muerte es el final de una manifestación de los agregados, pero las causas que los produjeron persisten y se manifiestan en un nuevo nacimiento. La muerte es la disolución del "paquete" de una vida, pero las "semillas" kármicas en el subconsciente esperan el momento de germinar en una nueva existencia.
3. La Vejez y la Muerte como el Origen del Lamento y la Desesperación.
Los sutras señalan la vejez y la muerte no solo como eventos físicos, sino como la fuente de un profundo sufrimiento emocional y mental.
"Y ¿qué es el sufrimiento? El dolor, el lamento, la aflicción, la desesperación. Es por la vejez, por la enfermedad, por la muerte, que surgen el dolor, el lamento, la aflicción y la desesperación."
— Digha Nikaya 22 (Mahasatipatthana Sutta), El Buda
Comentario: En el gran sutra de los Cuatro Fundamentos de la Atención Plena, el Buda asocia directamente la vejez y la muerte con el sufrimiento en su forma emocional más intensa. Esto sirve para recalcar que la vida en el samsara no solo culmina en la disolución, sino en la angustia. La reencarnación perpetúa este ciclo. Cada vez que se nace, se hereda la certeza de volver a experimentar este doloroso final, a menos que se rompa la cadena de la Originación Dependiente en su raíz.
4. La Muerte como Motivación para la Práctica del Dharma.
El Buda utiliza la inevitabilidad de la vejez y la muerte para inspirar a sus discípulos a practicar con urgencia. La contemplación de Jarāmaraṇa no es mórbida, sino una práctica de sabiduría.
"Monjes, no es posible decir que un ser que ha nacido no morirá. No es posible que un ser que ha muerto no vaya a renacer. Solo aquellos que han roto las ataduras de la ignorancia y el anhelo no renacerán. Por lo tanto, Monjes, mediten sobre la muerte y la impermanencia para liberarse de este sufrimiento."
> — Anguttara Nikaya 3.33 (Maha-Saccaka Sutta), El Buda (paráfrasis)
Comentario: Este pasaje crucial revela el propósito liberador de la contemplación de Jarāmaraṇa. El Buda nos dice que, si bien la muerte es inevitable en esta vida, el renacimiento no lo es. La única forma de romper el ciclo es erradicar las causas fundamentales (ignorancia y anhelo) que nos atan a él.
La contemplación de la vejez y la muerte sirve como un recordatorio contundente de la urgencia de la práctica. Es el "aguijón" que nos despierta de la complacencia y nos motiva a seguir el Óctuple Sendero, el único camino para alcanzar el estado donde no hay nacimiento, y por lo tanto, no hay vejez ni muerte.
5. La Muerte como el Umbral entre Vidas sin la Conclusión del Karma.
Los sutras también explican cómo la muerte es el puente entre existencias, impulsado por el karma sin purificar.
"Con la ignorancia como condición, surgen las formaciones kármicas; con las formaciones kármicas como condición, surge la conciencia; con la conciencia como condición, surge la mente y el cuerpo... con la muerte como condición, surge el renacimiento."
— Samyutta Nikaya 12.1 (Paccaya Sutta), El Buda (paráfrasis del ciclo completo)
Comentario: Esta visión del ciclo completo nos recuerda que Jarāmaraṇa no es un nexo aislado, sino que está íntimamente ligado a los demás.
La muerte (y el sufrimiento que conlleva) es la consecuencia del nacimiento, que a su vez es el resultado de las "causas de devenir" (Bhava), que son impulsadas por el apego y el anhelo. A menos que se rompa la cadena antes de que se llegue al apego, la muerte no será el fin del ciclo, sino el catalizador del renacimiento. Los sutras nos advierten que mientras las raíces de la ignorancia y el apego persistan, la muerte simplemente abrirá la puerta a un nuevo nacimiento y, con él, a un nuevo ciclo de vejez y muerte.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre el nexo de muerte.
La Rueda del Samsara en otros autores budistas: una
Análisis de los símbolos de la rueda del Samsara.
La Rueda del Samsara: símbolo integral del ciclo del sufrimiento condicionado
La Rueda del Samsara, conocida en sánscrito como Bhavachakra (“rueda de la existencia”), es una representación visual profunda y alegórica del ciclo del nacimiento, la muerte y la reencarnación, condicionado por el karma y la ignorancia. Se trata de un mandala cosmológico y psicológico, una cartografía simbólica de la mente y del sufrimiento humano, utilizada tradicionalmente como herramienta pedagógica para la contemplación y la liberación espiritual.
Su estructura se organiza en varios círculos concéntricos, cada uno de los cuales representa una capa de condicionamiento o de conciencia, y juntos expresan la lógica del sufrimiento cíclico (dukkha) tal como es enseñado por el Buda. Su finalidad última no es metafísica, sino transformativa: mostrar cómo el sufrimiento se perpetúa, y cómo es posible salir de él mediante la sabiduría.
1. El eje central: las Tres Emociones Envenenadas
En el núcleo de la rueda se hallan representadas tres figuras animales: un cerdo, una serpiente y un gallo, que se muerden las colas unos a otros en círculo. Cada uno representa una de las tres raíces del sufrimiento o venenos mentales primarios:
El cerdo representa la ignorancia (avidyā), raíz de todos los demás estados aflictivos. No es una ignorancia intelectual, sino existencial: no ver la realidad tal como es.
La serpiente simboliza la aversión u odio (dvesha), la reacción de rechazo ante lo desagradable.
El gallo encarna el deseo o apego (rāga), el impulso compulsivo a aferrarse a lo placentero.
Estos tres venenos giran mutuamente en un ciclo sin fin, generando el karma y manteniendo al ser atrapado en el samsara. En términos psicológicos, constituyen el motor del sufrimiento interno y la ceguera existencial que impide la liberación.
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2. El segundo círculo: karma y renacimiento
Alrededor de este eje se despliega un segundo anillo, dividido en dos mitades, que muestra el proceso kármico en acción:
En la mitad blanca, figuras humanas ascienden hacia estados superiores de conciencia, simbolizando la acción virtuosa (karma positivo) que conduce a renacimientos afortunados.
En la mitad oscura, seres son arrastrados hacia estados inferiores, representando el karma negativo generado por actos motivados por el odio, la ignorancia o el deseo.
Este anillo ilustra que toda acción intencionada tiene consecuencias, y que el ciclo del samsara se alimenta de estas acciones repetidas una y otra vez. No se trata de un castigo o recompensa, sino de una ley de causalidad ética y mental.
3. El tercer círculo: los Seis Reinos de Existencia
El siguiente círculo muestra los seis reinos del renacimiento, en los cuales pueden encarnar los seres sintientes según su karma. Estos reinos no solo se interpretan como planos de existencia literal, sino también como estados psicológicos y energéticos presentes en la mente humana:
1. Reino de los dioses (devas): existencia placentera pero transitoria, marcada por el orgullo y la distracción espiritual.
2. Reino de los semidioses (asuras): caracterizado por la envidia, la competencia y el conflicto por el poder.
3. Reino humano: considerado el más favorable para la práctica del Dharma, ya que combina sufrimiento y consciencia reflexiva.
4. Reino animal: simboliza la ignorancia instintiva, el miedo y la sumisión a impulsos básicos.
5. Reino de los espíritus hambrientos (pretas): seres dominados por el deseo insaciable, la avidez y la frustración.
6. Reino infernal: estados dominados por el odio, la violencia y el sufrimiento extremo.
Cada uno de estos reinos está habitado por figuras simbólicas y presidido por un Buda o bodhisattva, que representa la posibilidad de liberación incluso en medio del sufrimiento.
4. El cuarto círculo: los Doce Eslabones de la Originación Dependiente (Pratītyasamutpāda)
A lo largo del borde exterior de la rueda se despliega una secuencia de doce viñetas o imágenes, que representan los doce eslabones del origen dependiente, es decir, el proceso por el cual surge y se perpetúa el ciclo del samsara. Este aspecto es central en la enseñanza budista sobre el karma y la reencarnación, y se detalla así:
1. Ignorancia (ceguera): un anciano ciego caminando.
2. Formaciones kármicas: un alfarero modelando barro.
3. Conciencia: un mono saltando de rama en rama.
4. Nombre y forma (nāma-rūpa): dos personas en una barca.
5. Los seis sentidos: una casa con cinco ventanas y una puerta.
6. Contacto: una pareja abrazándose.
7. Sensación: una persona herida en el ojo.
8. Deseo: un hombre bebiendo vino.
9. Apego: una persona agarrando frutos.
10. Existencia kármica: una mujer embarazada.
11. Nacimiento: el nacimiento mismo de un niño.
12. Vejez y muerte: un cadáver llevado a enterrar.
Esta secuencia muestra que el sufrimiento no surge al azar, sino como una cadena de causas y condiciones interdependientes, cuyo punto de quiebre clave es la ignorancia. Al reconocer y deshacer esa ignorancia mediante la práctica contemplativa, puede interrumpirse el ciclo y alcanzarse la liberación (nirvāṇa).
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5. El borde exterior: la impermanencia
A menudo, en los márgenes de la rueda, se incluyen representaciones de escenas cotidianas de vida y muerte, recordando que todo es impermanente y condicionado. También se muestran seres intentando escapar del ciclo, o ser rescatados por enseñanzas espirituales, como representación del camino hacia la liberación.
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6. El guardián de la rueda: Yama, el Señor de la Muerte
La Rueda entera es sostenida por una figura aterradora: el dios Yama, personificación simbólica de la impermanencia y la muerte. Sus colmillos, su mirada penetrante y sus garras sujetan la rueda, recordando que ninguna existencia condicionada puede evitar la disolución.
Yama no es un demonio en el sentido cristiano, sino una fuerza impersonal que representa la ley del tiempo, la decadencia y el ciclo de nacimientos y muertes.
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7. Fuera de la rueda: la vía de la liberación
En muchas representaciones tradicionales, en una esquina del dibujo aparece el Buda señalando hacia fuera de la rueda, indicando que es posible escapar del ciclo del samsara. Su gesto representa el Noble Sendero Óctuple que conduce al despertar: una vía de sabiduría, ética y meditación que permite cortar la ignorancia y alcanzar el nirvana.
Esta imagen fuera del círculo representa lo incondicionado, lo no nacido, lo liberado, en contraposición al samsara. No se trata de otro lugar, sino de una transformación radical de la conciencia.
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---Analisis.simbolico de la rueda del devenir
La Rueda del Samsara como espejo del psiquismo condicionado
La Rueda del Samsara puede ser vista como un arquetipo simbólico total, una imagen mandálica de la conciencia fragmentada, atrapada en ciclos de repetición compulsiva, donde el sufrimiento se autogenera por desconocimiento de la propia naturaleza. En vez de limitarla a un esquema de reencarnaciones literales, podemos leerla como una topografía psíquica del ser humano en su errancia, su deseo, su huida del vacío, su conflicto con el tiempo, y su profunda necesidad de sentido.
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1. El eje central: los tres venenos como estructuras del yo ilusorio
En el centro de la rueda, los tres animales (el cerdo, la serpiente y el gallo) no son solo símbolos de emociones perturbadoras, sino formas arquetípicas del yo dividido. Podemos leerlos así:
El cerdo (ignorancia) es la ceguera estructural del yo, la incapacidad de ver la impermanencia y la interdependencia. Simboliza la raíz del narcisismo ontológico, el deseo de ser algo fijo, separado y permanente.
La serpiente (aversión) representa la proyección del conflicto interno hacia afuera, el rechazo de lo que nos recuerda nuestra finitud o vulnerabilidad.
El gallo (deseo) es el afán de apropiación, la voluntad de poseer, de retener, de prolongar lo placentero, aunque sea irreal.
Estos tres no operan como entidades separadas, sino como un circuito cerrado, un “yo” que desea, teme y no se conoce, generando constantemente sufrimiento por no habitar el presente tal como es.
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2. El karma como repetición de patrones
El anillo siguiente, que muestra la ascensión o caída de los seres según sus actos, puede leerse como una metáfora de los patrones de comportamiento reactivo, que repetimos casi sin conciencia.
Cada acción basada en deseo o miedo genera una reacción, y esa reacción una nueva condición, como en una coreografía circular de la mente, que no sabe cómo detenerse.
El karma, así entendido, no es una ley externa, sino la inercia interna del yo condicionado. Lo que se repite no es una vida tras otra, sino la estructura misma del sufrimiento que se niega a mirarse.
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3. Los seis reinos como estados de conciencia
Los seis reinos del renacimiento pueden reinterpretarse como estados psicológicos universales, que habitamos en distintos momentos de la vida, o incluso en un mismo día. Son escenarios internos, expresiones simbólicas del conflicto humano con su propia condición.
El reino de los dioses es el autoengaño del éxito, del confort espiritual, del yo satisfecho que se cree inmune al sufrimiento. Simboliza el orgullo espiritual y la negación de la impermanencia.
El reino de los asuras es el yo competitivo, siempre comparándose, luchando por reconocimiento. Es la conciencia dominada por el resentimiento, la envidia, el conflicto por el lugar.
El reino humano es el espacio del desequilibrio lúcido, donde se experimenta sufrimiento, pero también capacidad de reflexión y apertura. Es el único estado donde puede surgir el anhelo de liberación.
El reino animal representa la existencia dominada por el instinto, por la repetición ciega, el miedo básico, la sumisión a lo biológico.
El reino de los pretas es el símbolo de la carencia existencial, del hambre que no se sacia, del deseo insaciable que busca completarse sin lograrlo.
El reino infernal representa los estados mentales de odio, violencia, desesperación, cuando el mundo es vivido como amenaza y la identidad como trinchera.
Estos seis mundos son estados del alma, y no lugares externos. Reconocerlos dentro de uno mismo es el primer paso hacia la liberación.
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4. Los doce eslabones como mapa del ego en devenir
Los Doce Eslabones del Origen Dependiente pueden leerse como una fenomenología del yo, una descripción simbólica del proceso por el cual surge la ilusión de un sujeto separado que sufre. Más allá de su valor cosmológico, representan el proceso psíquico mediante el cual el ser humano construye una realidad condicionada por la percepción y el deseo.
La ignorancia es no ver que todo está vacío de esencia fija.
Las formaciones kármicas son los impulsos latentes que nos hacen actuar mecánicamente.
La conciencia nace ya condicionada, seleccionando lo que quiere ver.
Nombre y forma representan la dualidad básica: mente/cuerpo, sujeto/objeto.
Los seis sentidos abren el mundo como campo de atracción o repulsión.
El contacto es el momento en que el mundo toca al yo.
La sensación ya está teñida de juicio: esto me gusta, esto me duele.
El deseo surge como movimiento hacia lo que complace.
El apego cristaliza: esto es “mío”.
La existencia se define en torno a ese apego.
El nacimiento del yo ocurre cada vez que me identifico con ese patrón.
La vejez y muerte muestran que todo eso se descompone… pero el ciclo vuelve a empezar.
En esta lectura, la rueda del samsara es una máquina simbólica de identidad, y el samsara no es un mundo externo, sino la forma en que la mente estructura la experiencia desde la ignorancia.
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5. Yama como símbolo del tiempo y la impermanencia
El dios que sostiene la rueda, Yama, representa el tiempo devorador, el recordatorio de que todo lo condicionado está destinado a disolverse. Es la finitud estructural de toda forma, que nos enfrenta con la muerte como hecho y como símbolo.
Pero Yama no es el enemigo. Es el rostro de la verdad. Su presencia impone una urgencia existencial: todo lo que nace morirá, y toda identidad basada en lo impermanente es ilusión.
En la lógica simbólica del Bhavachakra, Yama es un arquetipo del límite, necesario para despertar la conciencia. Nos confronta con la inutilidad de querer detener el movimiento de la rueda desde dentro, y nos empuja a buscar una salida trascendente, no como evasión, sino como despertar.
La Ignorancia (Avidyā): El Primer Nexo de la Originación Dependiente y Raíz del Samsara.
Texto.:Karma y reencarnación..
En el corazón de las enseñanzas budistas sobre la existencia cíclica (samsara) y el sufrimiento se encuentra la doctrina de la Originación Dependiente (Pratītyasamutpāda), una cadena de doce eslabones que explica cómo se perpetúa la vida condicionada. El primer eslabón, la ignorancia (Avidyā), es universalmente reconocido en todas las escuelas budistas como la causa fundamental de todo el ciclo. Sin comprender la ignorancia, es imposible entender por qué permanecemos atados al samsara y a la reencarnación.
En la Rueda del Samsara, la ignorancia se representa pictóricamente con la imagen de un hombre ciego (o a veces una mujer ciega). Esta figura no puede ver el camino claramente y, por lo tanto, es propensa a tropezar y a seguir direcciones erróneas, simbolizando la incapacidad de la mente para percibir la realidad tal como es.
¿Qué es la Ignorancia (Avidyā) en el Contexto Budista?
Es crucial entender que la ignorancia budista no es simplemente la falta de información o conocimiento. No se trata de "no saber algo". En cambio, es una malinterpretación activa y fundamental de la realidad, una forma distorsionada de percibir la existencia, a uno mismo y a los fenómenos. Es una ignorancia profunda y arraigada sobre la verdadera naturaleza de la realidad.
Los principales aspectos de esta ignorancia son:
* Ignorancia de la Verdad del No-Yo (Anatta):
* Este es el aspecto más crítico. La ignorancia nos hace creer firmemente en la existencia de un "yo" o "sí mismo" inherente, permanente, independiente y sustancial (un "alma" o "esencia") donde no lo hay.
* Percibimos nuestra propia persona, y a menudo la de otros, como poseedora de una identidad sólida, inmutable e independiente, separada del flujo constante de causas y condiciones.
* Esta creencia errónea en un "yo" fijo nos lleva a aferrarnos a él y a "lo mío" (mi cuerpo, mis posesiones, mis ideas, mis relaciones), generando apego y aversión cuando este "yo" percibido es amenazado o no satisfecho.
* Ignorancia de la Impermanencia (Anicca):
* Es la falta de comprensión de que todos los fenómenos condicionados (incluido nuestro propio cuerpo y mente, las emociones, los pensamientos, las relaciones y el mundo externo) son transitorios, cambiantes y están en constante flujo.
* La ignorancia nos lleva a buscar seguridad y felicidad en cosas que son inherentemente inestables y efímeras, lo que inevitablemente conduce a la desilusión y al sufrimiento cuando cambian o desaparecen.
* Ignorancia del Sufrimiento (Dukkha):
* Es la falta de reconocimiento de la insatisfacción inherente en la existencia samsárica. No es solo el sufrimiento obvio (dolor físico, enfermedad), sino también el sufrimiento del cambio (la felicidad pasajera) y el sufrimiento omnipresente (la existencia condicionada misma es insatisfactoria porque es inestable y carece de un yo intrínseco).
* La ignorancia nos hace buscar la felicidad en fuentes que no pueden ofrecer una liberación duradera del sufrimiento.
* Ignorancia de la Interdependencia y la Vacuidad (Sunyata):
* Es la incapacidad de ver que todos los fenómenos surgen en dependencia de causas y condiciones, y que carecen de una existencia intrínseca o inherente por sí mismos.
* La ignorancia nos hace percibir las cosas como si existieran de forma independiente, sólidas y separadas.
¿Cómo Opera la Ignorancia como Primer Nexo?
La ignorancia es el "motor ciego" que impulsa el ciclo. Funciona de la siguiente manera:
* Fundamento de las Aflicciones: Al no comprender la realidad, la ignorancia alimenta los "tres venenos" que se encuentran en el centro de la Rueda del Samsara:
* Apego/Deseo (Raga): Si creemos en un "yo" sustancial, deseamos protegerlo y gratificarlo, y nos aferramos a lo que creemos que le dará placer o seguridad.
* Aversión/Odio (Dvesha): Si creemos en un "yo" sustancial, rechazamos y odiamos todo lo que percibimos como una amenaza para él o para su felicidad.
* La ignorancia, a través de estos venenos, nos lleva a actuar.
* Generación de Formaciones Kármicas (Samskaras): Debido a esta ignorancia fundamental y a las aflicciones que genera, realizamos acciones (karma) con el cuerpo, la palabra y la mente. Estas acciones no son libres, sino que están condicionadas por nuestra percepción distorsionada. Por ejemplo, si creemos que la riqueza nos dará una felicidad permanente y protegerá nuestro "yo", podemos acumularla compulsivamente (karma negativo si daña a otros, o karma positivo si se hace con buenas intenciones pero aún arraigado en la ignorancia).
* Estas formaciones kármicas (el segundo eslabón, simbolizado por un alfarero moldeando vasijas) son las "semillas" o "impresiones" que quedan en la corriente mental. Estas semillas son el potencial para futuros renacimientos.
* Condiciona la Conciencia (Vijñana): Las formaciones kármicas, creadas bajo el influjo de la ignorancia, imprimen sus potenciales en la conciencia (el tercer eslabón, simbolizado por un mono). Es esta conciencia "sembrada" con potenciales kármicos la que busca un nuevo renacimiento.
La Ignorancia y la Reencarnación:
La conexión con la reencarnación es directa y esencial:
* El Combustible del Ciclo: La ignorancia es el combustible que mantiene encendida la llama de la reencarnación. Mientras persista la ignorancia fundamental sobre la verdadera naturaleza del "yo" y la realidad, los seres continuarán generando karma (tanto positivo como negativo) que los impulsará a renacer repetidamente en los diferentes reinos del samsara.
* Renacimiento Condicionado: Cada renacimiento, sin importar cuán afortunado sea (incluso como dios), es el resultado de la ignorancia. Si no hubiera ignorancia, no habría apego ni aversión, no se crearían las formaciones kármicas que atan a la existencia, y el ciclo de nacimiento y muerte se detendría.
* Liberación al Erradicarla: La buena noticia es que, dado que la ignorancia es la causa raíz, su erradicación es el camino hacia la liberación. Cuando la ignorancia se reemplaza por la sabiduría (especialmente la sabiduría que comprende la vacuidad y el no-yo), la cadena de la originación dependiente se rompe. Sin ignorancia, no hay formaciones kármicas condicionadas por ella, y la rueda se detiene. Este es el camino hacia el Nirvana.
En resumen, la ignorancia no es una ausencia pasiva de conocimiento, sino una activa y fundamental malinterpretación de cómo existimos. Es el punto de partida de toda la cadena de sufrimiento y renacimiento. Comprenderla es el primer paso vital para desmantelar la Rueda del Samsara y alcanzar la verdadera libertad.
Hasta aquí, nexo de la ignorancia ( concepto general).
La Ignorancia (Avidyā) y la Reencarnación en los Sutras del Buda.
El Buda Siddhartha Gautama, al alcanzar la iluminación, comprendió la verdadera naturaleza del sufrimiento y su origen. Su enseñanza de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda en Pali, o Pratītyasamutpāda en Sánscrito) es el corazón de esta comprensión, revelando cómo cada fenómeno surge en dependencia de otros, formando una cadena causal que perpetúa el ciclo de nacimientos y muertes (samsara). El primer eslabón de esta cadena, la ignorancia (Avidyā), es el punto ciego que nos mantiene atrapados en la reencarnación.
El Buda no presentó la reencarnación como un dogma, sino como una observación empírica de cómo funciona la realidad condicionada. La ignorancia es lo que impulsa este flujo continuo.
1. La Ignorancia como Raíz de las "Formaciones Kármicas"
El Buda establece directamente la ignorancia como la condición para el surgimiento de las formaciones kármicas. Estas formaciones son las acciones (voliciones o impulsos) que realizamos y que dejan una huella para futuros resultados.
> "Con la ignorancia como condición, surgen las formaciones volicionales (saṅkhāra)."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las formulaciones más directas del Buda sobre el primer nexo. El término Pali saṅkhāra (sánscrito saṃskāra) se refiere a las "formaciones" o "actividades" mentales, verbales y corporales que son volicionales, es decir, realizadas con intención. El Buda explica que estas intenciones, que moldean nuestro karma, no son aleatorias; están condicionadas por la ignorancia. Si la mente fuera completamente lúcida y libre de ignorancia, las voliciones que generarían un futuro renacimiento no surgirían o no tendrían el poder de activar el ciclo. La reencarnación, por lo tanto, no es simplemente un cambio de cuerpo, sino la manifestación de estas "formaciones" que la ignorancia ha cultivado.
2. La Ignorancia y el "Apego" que Conduce a la Existencia
El Buda también vincula la ignorancia con el apego y la avidez, que son fuerzas poderosas que nos mantienen girando en el samsara y buscando la "existencia" o "devenir" (bhava), el nexo que directamente precede al nacimiento.
> "Cuando se comprende que el nacimiento está condicionado por la existencia [devenir], y la existencia por el apego, y el apego por la avidez, y la avidez por la sensación, y la sensación por el contacto, y el contacto por las seis bases de los sentidos, y las seis bases de los sentidos por el nombre-y-forma, y el nombre-y-forma por la conciencia, y la conciencia por las formaciones volicionales, y las formaciones volicionales por la ignorancia — ¡ahí está la raíz!"
> — Maha-nidana Sutta (Digha Nikaya 15), El Buda
>
Comentario: En este sutra crucial, el Buda desglosa la cadena de la Originación Dependiente de manera regresiva, revelando cómo la ignorancia está en la "raíz" de todo el proceso que lleva al nacimiento (reencarnación). Él muestra que el apego (upādāna) y la avidez (taṇhā), que son las fuerzas propulsoras inmediatas hacia la "existencia" y el "nacimiento", están a su vez condicionadas por una cadena que se remonta a la ignorancia. Si no hubiera ignorancia sobre la verdadera naturaleza de la realidad y del "yo", no habría la avidez o el apego que nos hacen buscar y aferrarnos a la existencia, y por lo tanto, la fuerza que impulsa la reencarnación se disiparía. La reencarnación se presenta aquí no como un accidente, sino como el resultado de una mente que, por ignorancia, anhela continuamente la existencia.
3. La Ignorancia como Impulso para la Búsqueda de un Nuevo "Ser"
El Buda enfatiza que la ignorancia no solo genera acciones, sino que también es el velo que nos impide ver la impermanencia, llevándonos a aferrarnos a la vida y, por lo tanto, a buscar continuamente nuevos renacimientos.
> "Monjes, la ignorancia es la causa del sufrimiento, del devenir, de la sed de existencia, del apego a las formas y a los agregados. Por ignorancia, los seres crean nuevos karmas y renacen en diferentes estados de existencia."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (paráfrasis de conceptos clave)
>
Comentario: Este sutra destaca la ignorancia como el origen de la "sed de existencia" (bhava-tanha), el fuerte deseo de continuar existiendo, de devenir. Es esta sed, nacida de la ignorancia (de no ver la insatisfacción inherente en la existencia samsárica y la ausencia de un yo fijo), la que empuja a la conciencia a buscar y tomar un nuevo "ser" o "cuerpo" en el momento de la muerte. La reencarnación es, en esencia, la manifestación de esta búsqueda incesante de la existencia por parte de una mente atrapada en la ignorancia. Si la mente viera claramente que todos los fenómenos son impermanentes y que no hay un "yo" que defender o perpetuar, la sed de existencia se disiparía y, con ella, la necesidad de renacer.
4. La Ignorancia como Obstáculo para la Liberación y el Fin de la Reencarnación
El Buda no solo diagnosticó el problema de la ignorancia, sino que también ofreció la cura: el desarrollo de la sabiduría (paññā en Pali). La erradicación de la ignorancia es el camino hacia el cese del sufrimiento y el fin de la reencarnación.
> "Con el cese total de la ignorancia, cesan las formaciones volicionales; con el cese de las formaciones volicionales, cesa la conciencia;… con el cese del devenir, cesa el nacimiento; con el cese del nacimiento, la vejez y la muerte, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación cesan. Así es el cese de todo este cúmulo de sufrimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Este es el mensaje de esperanza del Buda. La cadena de la Originación Dependiente no es inquebrantable. Si el primer eslabón, la ignorancia, se rompe, toda la secuencia que lleva a la reencarnación y al sufrimiento se detiene. La "sabiduría" o "conocimiento" (vijjā en Pali, opuesto a avidyā) es el antídoto. Cuando la mente ve la realidad tal como es (impermanencia, sufrimiento y no-yo), la ignorancia se disipa. Sin ignorancia, no hay más creación de karma que fuerce un renacimiento. La reencarnación forzada cesa, y el individuo alcanza el Nirvana, el cese definitivo del sufrimiento y de la existencia cíclica.
Conclusión
Desde los sutras, el Buda estableció que la ignorancia (Avidyā) es el pivote central del ciclo de la reencarnación. No es un castigo, sino la consecuencia natural de una mente que no comprende la verdadera naturaleza del "yo" y de todos los fenómenos. Esta ignorancia nos lleva a generar formaciones kármicas y a desarrollar un apego y una sed de existencia que impulsan la conciencia a tomar repetidos nacimientos en los diversos reinos del samsara.
El Buda, sin embargo, también ofreció la solución: al erradicar esta ignorancia a través del cultivo de la sabiduría y la comprensión profunda de la realidad, es posible romper la cadena de la Originación Dependiente y detener la reencarnación forzada, llevando al cese completo del sufrimiento y a la liberación final. Los sutras son claros: el camino hacia el fin de la reencarnación comienza con la iluminación sobre la naturaleza de la ignorancia misma.
Hasta aquí el aporte de los sutras. Nexo de ignorancia.
Las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra): El Segundo Nexo de la Originación Dependiente
Tras la ignorancia (Avidyā), el primer nexo fundamental que vela nuestra percepción de la realidad, surge inevitablemente el segundo nexo: las formaciones kármicas (Saṅkhāra). Estas formaciones no son meras acciones, sino impulsos volitivos o intenciones que, condicionados por la ignorancia, dejan impresiones en nuestra corriente mental y son el puente directo hacia la reencarnación. En la Rueda del Samsara, este nexo se representa con un alfarero moldeando vasijas, una analogía poderosa de cómo se da forma a la existencia futura.
¿Qué son las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra)?
El término Pali saṅkhāra (sánscrito saṃskāra) es complejo y multifacético, pero en el contexto de la Originación Dependiente, se refiere principalmente a las acciones volitivas o intencionales que realizamos. Son las actividades creadoras de karma que surgen de una mente aún no liberada de la ignorancia. Se clasifican en tres tipos:
* Formaciones Corporales (Kāya Saṅkhāra): Acciones físicas intencionales. Por ejemplo, matar, robar, tener conductas sexuales inapropiadas, o por el contrario, ayudar, proteger, dar.
* Formaciones Verbales (Vacī Saṅkhāra): Acciones de habla intencionales. Por ejemplo, mentir, calumniar, hablar ásperamente, o por el contrario, decir la verdad, hablar amablemente, unir a las personas.
* Formaciones Mentales (Citta Saṅkhāra): Pensamientos e intenciones puramente mentales, que aunque no se manifiesten externamente, tienen una fuerza kármica. Por ejemplo, la codicia, el odio, la ira, o por el contrario, la compasión, la alegría empática, la ecuanimidad.
Es crucial entender que no es la acción en sí, sino la intención (cetanā) detrás de la acción lo que le da su poder kármico. Como dijo el Buda: "Monjes, la volición, digo yo, es karma; habiendo querido, uno actúa por el cuerpo, la palabra y la mente" (Anguttara Nikaya 6.63).
La Relación Directa con la Ignorancia (Avidyā)
El nexo de las formaciones kármicas depende fundamentalmente de la ignorancia. Si no hubiera ignorancia, las formaciones kármicas que atan al samsara no surgirían.
* Motivación Distorsionada: La ignorancia nos hace creer en un "yo" sólido y en la existencia inherente de los fenómenos. Esta creencia errónea genera deseos, apegos y aversiones (los "tres venenos" de la Rueda del Samsara). Es para satisfacer o defender este "yo" ilusorio que realizamos acciones.
* Por ejemplo, la codicia (una formación mental) surge de la ignorancia de la impermanencia y el apego a posesiones. El odio surge de la ignorancia sobre la interconexión y la creencia en un "otro" separado que amenaza nuestro "yo".
* Creación de Semillas Kármicas: Cada formación kármica, ya sea positiva (virtuosa) o negativa (no virtuosa), siembra una "semilla" o una "impresión" en la corriente de la conciencia. Estas semillas permanecen latentes hasta que las condiciones adecuadas las hacen madurar en experiencias futuras. Si las acciones se realizan con la ignorancia como base, estas semillas tendrán el potencial de impulsar futuros renacimientos.
El Simbolismo del Alfarero
La representación del alfarero moldeando vasijas para el nexo de las formaciones kármicas es una metáfora perfecta:
* Creación y Formación: Así como un alfarero da forma al barro, nuestras formaciones kármicas dan forma a nuestras experiencias futuras y a nuestro próximo renacimiento. El alfarero tiene la capacidad de crear una vasija hermosa y útil, o una imperfecta y frágil. De igual manera, nuestras acciones pueden construir un futuro de bienestar o de sufrimiento.
* Materia Prima (Barro): El barro es comparable a la conciencia misma o a las tendencias innatas de la mente. Es la "materia prima" maleable que es moldeada por las intenciones y acciones.
* Herramientas y Voluntad (Alfarero): El alfarero representa la intención y la volición. Es la mente la que, impulsada por la ignorancia, elige qué "vasija" (qué tipo de existencia) moldear para el futuro.
* Las Vasijas (Nacimientos Futuros): Las diferentes vasijas simbolizan los diversos tipos de renacimientos que se pueden manifestar en los seis reinos del samsara. Una vasija bien hecha podría representar un renacimiento afortunado (humano o divino), mientras que una vasija rota o defectuosa podría simbolizar un renacimiento desafortunado (animal, preta, infierno).
La Conexión con la Reencarnación
El nexo de las formaciones kármicas es el vínculo directo entre nuestras acciones actuales y nuestros futuros renacimientos. Sin estas formaciones, el proceso de la reencarnación no tendría un motor.
* Impresiones y Potenciales para el Renacimiento: Las saṅkhāras son las impresiones o potenciales que se acumulan en la corriente mental a lo largo de incontables vidas. En el momento de la muerte, cuando el cuerpo se disuelve, estas formaciones kármicas no desaparecen. En cambio, son ellas las que, impulsadas por el aferramiento y la ignorancia, "activan" la conciencia y la dirigen hacia un nuevo renacimiento.
* Determinación del Tipo de Renacimiento: La naturaleza de las formaciones kármicas (positivas, negativas o neutrales) determina la calidad y el reino del próximo renacimiento.
* Las formaciones kármicas negativas (ej. matar, robar, mentir, odio) tienden a producir renacimientos en los reinos de sufrimiento (infiernos, pretas, animales).
* Las formaciones kármicas positivas (ej. generosidad, ética, meditación, amor) tienden a producir renacimientos en los reinos afortunados (humanos, dioses, semidioses).
* Es importante notar que incluso las formaciones kármicas positivas, si están arraigadas en la ignorancia y el apego a la existencia, todavía conducen a un renacimiento dentro del samsara, no a la liberación.
* Continuidad Kármica: Aunque no hay un "alma" que transmigre, las formaciones kármicas aseguran una continuidad causal. El "alfarero" (la mente ignorante) sigue "moldeando vasijas" (creando nuevos renacimientos) mientras persista la ceguera fundamental que lo impulsa a ello. Es el karma generado lo que da forma al siguiente eslabón, la conciencia (Vijñāna), y la dirige hacia una nueva existencia.
En síntesis, las formaciones kármicas son el corazón pulsante del samsara. Son la manifestación de nuestra ignorancia primordial en acciones volitivas que, como el alfarero que moldea el barro, dan forma a nuestra existencia futura. Comprender este nexo es reconocer que somos los arquitectos de nuestro propio destino samsárico, y que al cambiar nuestras intenciones y acciones (liberándolas de la ignorancia), podemos detener el ciclo de reencarnación.
Hasta aquí el concepto de el nexo de formaciones karmicas.
El
Las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra) y la Reencarnación: La Enseñanza de los Sutras del Buda.
El Buda Siddhartha Gautama, al articular la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), reveló el intrincado tejido causal que sostiene el ciclo de nacimiento, vejez y muerte. Después de la ignorancia (Avidyā), el primer nexo, las formaciones kármicas (Saṅkhāra) emergen como las fuerzas activas que impulsan la continuidad de la existencia y, por lo tanto, la reencarnación. Los sutras del Buda son explícitos en establecer cómo estas voliciones son el motor del devenir.
1. Las Formaciones Kármicas como Voliciones que Determinan la Existencia
El Buda definió el karma no como un destino preescrito, sino como el resultado de nuestras intenciones o voliciones. Estas intenciones son las saṅkhāra que nos conducen a futuros estados de ser.
> "Monjes, la volición (cetanā), digo yo, es karma; habiendo querido, uno actúa por el cuerpo, la palabra y la mente."
> — Anguttara Nikaya 6.63 (Cetanā Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las declaraciones más importantes del Buda sobre el karma. Deja claro que la esencia de las formaciones kármicas no es la acción externa, sino la intención consciente detrás de ella. No importa si una acción es "buena" o "mala" en su apariencia; lo que verdaderamente cuenta para el karma que moldea la reencarnación es la voluntad o el impulso volitivo que la originó. Si esa volición está arraigada en la ignorancia (el nexo anterior), en el apego o en la aversión, entonces el karma generado impulsará la continuidad en el samsara. Por ejemplo, una volición de generosidad (motivada por la compasión) sembrará una semilla diferente a una volición de daño (motivada por la ira). Ambas son saṅkhāras, pero con distintos potenciales de reencarnación.
2. La Formación de Karma y el "Devenir" (Bhava) que Precede al Nacimiento
El Buda explica que las formaciones kármicas conducen a la "existencia" o "devenir" (bhava), el nexo que directamente precede al nacimiento (jāti).
> "Y ¿qué es el devenir? Estos tres devenires: devenir sensual, devenir de la forma, devenir sin forma. Esto se llama devenir. Con las formaciones [kármicas] como condición, surge la conciencia. Con la conciencia como condición, surge el nombre-y-forma... con el devenir como condición, surge el nacimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (extracto relevante)
>
Comentario: Aquí, el Buda detalla cómo las formaciones kármicas son la causa para el surgimiento de la conciencia (el tercer nexo) y, eventualmente, para el devenir (bhava), que es el impulso y la propensión a la existencia en un reino particular. Los "tres devenires" se refieren a los reinos de existencia: sensual (humanos, dioses del deseo, infiernos, etc.), de la forma (reinos celestiales de meditación), y sin forma (reinos superiores de meditación pura). Las saṅkhāras que uno acumula determinan la naturaleza de ese devenir. La reencarnación, por tanto, no es simplemente un evento puntual de nacimiento, sino el resultado de un "proceso de devenir" que se activa por las formaciones kármicas. Cada acto volitivo es un ladrillo en la construcción de este "devenir" futuro.
3. Las Formaciones Kármicas como el Vínculo Entre Vidas
Los sutras dejan claro que las formaciones kármicas no se disuelven con la muerte del cuerpo, sino que son la fuerza que asegura la continuidad de la conciencia en una nueva existencia.
> "Aquel que, con la ignorancia como condición, crea formaciones volicionales, ha establecido el fundamento para el surgimiento de la conciencia en un nuevo ser. Esa conciencia, al tomar apego al nombre-y-forma, lleva a la aparición de las seis bases de los sentidos... y finalmente al nacimiento y el sufrimiento."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: Esta cita subraya la progresión desde la ignorancia a las formaciones kármicas y luego a la conciencia. El Buda explica que las saṅkhāras actúan como una energía que, una vez generada, no se extingue fácilmente. Son el "potencial" que la conciencia (que no es un alma inmutable, sino un flujo continuo) lleva consigo. En el momento de la muerte, es la "fuerza" de estas formaciones kármicas, aún activas debido a la ignorancia y el deseo de existir, lo que impulsa el renacimiento. El cuerpo se descompone, pero el saṅkhāra-vijñāna (la conciencia impulsada por las formaciones kármicas) busca un nuevo soporte, dando lugar a la reencarnación. Así, las formaciones kármicas son el verdadero vínculo transmigratorio en el budismo.
4. La Diversidad de los Renacimientos por las Formaciones Kármicas
Los sutras describen explícitamente cómo la naturaleza de las formaciones kármicas conduce a diferentes destinos de reencarnación.
> "Hay seres que se han llevado a sí mismos a estados de privación, a los infiernos. Hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia animal... hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia de los espíritus hambrientos... hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia humana... hay otros que se han llevado a sí mismos a la existencia de los devas (dioses). Todo esto sucede debido a sus acciones [kármicas]."
> — Majjhima Nikaya 135 (Cula-kammavibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: En este sutra, el Buda es inequívoco: los diferentes reinos de existencia en los que los seres reencarnan son el resultado directo de sus propias acciones kármicas (saṅkhāra). No es una deidad o un juicio divino; es la ley natural de causa y efecto en el ámbito moral. Las formaciones kármicas de odio, violencia y engaño llevan a los reinos de sufrimiento, mientras que las de generosidad, ética y compasión llevan a renacimientos más afortunados. La reencarnación, en los sutras, es la manifestación de este principio kármico universal, con las saṅkhāras como las fuerzas definitorias.
La Cesación de las Formaciones Kármicas para el Fin de la Reencarnación
Así como la ignorancia condiciona las formaciones kármicas, el cese de la ignorancia lleva al cese de las formaciones kármicas, y con ello, al fin de la reencarnación.
> "Cuando cesa la ignorancia, cesan las formaciones volicionales; con el cese de las formaciones volicionales, cesa la conciencia;... con el cese del devenir, cesa el nacimiento. Así es el cese de todo este cúmulo de sufrimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Este pasaje crucial de los sutras del Buda ofrece el camino a la liberación. Muestra que la cadena de la Originación Dependiente no es ineludible. Si las formaciones kármicas son el motor de la reencarnación, y estas dependen de la ignorancia, entonces al eliminar la ignorancia a través de la sabiduría, las saṅkhāras que atan al samsara ya no se crean. Sin estas formaciones que impulsen la conciencia, el ciclo del devenir y el nacimiento se detiene. El Nirvana, el cese del sufrimiento y el fin de la reencarnación forzada, se logra al romper este segundo nexo (y, en última instancia, el primero) de la cadena causal.
En conclusión, los sutras del Buda presentan las formaciones kármicas (Saṅkhāra) como las intenciones volitivas que, al estar condicionadas por la ignorancia, son la fuerza impulsora detrás de la reencarnación. Son estas formaciones las que dan forma al próximo devenir, determinando el tipo de existencia y el reino en el que un ser renacerá. La enseñanza del Buda es clara: comprender y purificar estas formaciones kármicas es esencial para liberarse del ciclo interminable de nacimiento, muerte y renacimiento.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre este nexo. De formación karmica.
La Conciencia (Vijñāna): El Tercer Nexo de la Originación Dependiente.
Habiendo explorado la ignorancia (Avidyā) como la raíz y las formaciones kármicas (Saṅkhāra) como las acciones volitivas, llegamos al tercer nexo de la Originación Dependiente: la conciencia (Vijñāna). Este nexo es de vital importancia, ya que es la corriente de conciencia la que lleva las impresiones kármicas de una vida a la siguiente, sirviendo como el "principio de vida" que se asienta en un nuevo renacimiento. En la Rueda del Samsara, la conciencia se simboliza comúnmente con un mono escalando un árbol o, a veces, con una lámpara que ilumina.
1. ¿Qué es la Conciencia (Vijñāna) en este Contexto?
En el contexto de la Originación Dependiente, Vijñāna se refiere a la conciencia de renacimiento o conciencia fundacional que se conecta con la siguiente existencia. No es el "alma" en el sentido occidental de una entidad inmutable y permanente que transmigra. Más bien, es un flujo continuo de energía y patrones que se activa y se enlaza con nuevos agregados.
El Buda identificó seis tipos de conciencia:
* Conciencia visual: Permite ver formas.
* Conciencia auditiva: Permite oír sonidos.
* Conciencia olfativa: Permite oler aromas.
* Conciencia gustativa: Permite saborear.
* Conciencia táctil: Permite sentir sensaciones.
* Conciencia mental: Permite conocer objetos mentales (pensamientos, ideas, emociones).
En el contexto de la Originación Dependiente, el tercer nexo se refiere a la conciencia en un sentido más fundamental: es la conciencia que "toma asimiento" de un nuevo renacimiento, la cual se desarrolla a partir de las formaciones kármicas previas.
2. La Dependencia de las Formaciones Kármicas (Saṅkhāra)
El Buda establece explícitamente la relación causal:
> "Con las formaciones volicionales [Saṅkhāra] como condición, surge la conciencia [Vijñāna]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este eslabón es la consecuencia directa del anterior. Las formaciones kármicas (nuestras intenciones y acciones pasadas) actúan como el "alimento" o la "energía" que da origen y sostiene la conciencia que conducirá a la próxima vida. Es decir, el tipo y la fuerza de las acciones kármicas de la vida anterior (o vidas anteriores) determinan el carácter y el potencial de la conciencia que se activará en el momento de la muerte para buscar un nuevo renacimiento. Sin formaciones kármicas, la conciencia no tendría el impulso o la dirección para manifestarse en una nueva existencia.
3. La Conciencia como el Enlace del Renacimiento
Este nexo es fundamental para la reencarnación porque es el principio vital que se "establece" en un nuevo embrión.
La Venerable Thubten Chodron lo explica claramente:
> "Cuando una persona muere, la conciencia, impulsada por las formaciones kármicas que ha creado y el aferramiento a la existencia, abandona el cuerpo y se dirige hacia el lugar de su próximo renacimiento, donde se conecta con un nuevo óvulo fertilizado."
> — Vble. Thubten Chodron, Buddhism for Beginners
>
Comentario: Chodron subraya que la conciencia no es una entidad estática que transmigra, sino un flujo energético que se "mueve" de una vida a otra. Es como una onda que, al morir el cuerpo, deja un soporte y, por el impulso kármico y el aferramiento a la existencia (impulsado por la ignorancia), busca y se conecta con un nuevo soporte físico. Es esta conexión de la conciencia con un nuevo organismo lo que da lugar al "nombre y forma" (el siguiente nexo), es decir, al desarrollo de un nuevo ser. Así, la conciencia es el "principio puente" que permite la continuidad de la experiencia, aunque no haya un "alma" eterna.
4. El Simbolismo del Mono Escalando un Árbol
La representación más común de la conciencia es la de un mono escalando un árbol, o saltando de rama en rama:
* Inquietud y Movimiento: El mono es conocido por su naturaleza inquieta, saltando constantemente. Esto simboliza la forma en que la conciencia (particularmente la mente no cultivada) se mueve de un objeto mental a otro, de una experiencia a otra, siempre en busca de estimulación y apego.
* Búsqueda Incesante: El mono "escalando el árbol" sugiere una búsqueda incesante de un nuevo "soporte" o "asiento". En el contexto de la muerte y el renacimiento, la conciencia, impulsada por el karma, busca activamente un nuevo cuerpo y entorno donde manifestarse. No hay un momento en que la conciencia se detenga en el samsara; siempre está buscando un nuevo lugar al que "aferrarse".
* Conexión con los Objetos de los Sentidos: El mono también puede simbolizar la conciencia sensorial que se "aferra" a los objetos que perciben los seis sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto y mente). Esta tendencia a aferrarse a las experiencias es lo que, en última instancia, perpetúa el ciclo de existencia.
5. La Conciencia y la Reencarnación
El nexo de la conciencia es directamente el vehículo por el cual se efectúa la reencarnación:
* El "Continuo" en el Renacimiento: Aunque el budismo niega un alma permanente, el Vijñāna proporciona el elemento de continuidad entre una vida y la siguiente. No es que el mismo "yo" transmigre, sino que la corriente de conciencia, con sus impresiones kármicas, continúa y se reestablece en un nuevo agregado.
* La "Semilla" Kármica se Activa: En el momento de la muerte, las formaciones kármicas latentes se activan y dan impulso a esta conciencia para que "salte" hacia un nuevo nacimiento. La conciencia es el "embajador" que lleva la "carga" kármica al nuevo destino.
* Base para el "Nombre y Forma": Una vez que la conciencia se ha establecido en un nuevo renacimiento, es la condición para el surgimiento del "nombre y forma" (nāmarūpa), que es el desarrollo del organismo psicofísico (cuerpo y mente rudimentarios) en el útero materno o en el entorno de un nacimiento espontáneo. Sin conciencia, no habría base para el desarrollo de un nuevo ser.
En resumen, la conciencia (Vijñāna) en la Originación Dependiente es la corriente de la mente que, condicionada por las acciones kármicas pasadas (Saṅkhāra), se "reengancha" a una nueva existencia. Simbolizada por el mono inquieto, representa el principio vital que busca y se aferra a un nuevo cuerpo, siendo el puente esencial que permite que el ciclo de la reencarnación continúe, llevando las impresiones del karma de una vida a la siguiente. Su existencia depende directamente de la "energía" volitiva creada en el nexo anterior.
Hasta aquí concepto del nexo de la conciencia.
Análisis Simbólico del Nexo de la Conciencia (Vijñāna).
- La Imagen del Mono:
La imagen del mono inquieto escalando o saltando en un árbol es la representación tradicional del tercer nexo de la Originación Dependiente: la conciencia (Vijñāna). Esta poderosa metáfora visual encapsula la naturaleza y función de la conciencia en el ciclo del samsara, revelando aspectos profundos de la mente no liberada y su relación con la reencarnación.
1. El Mono: La Mente Indómita y el Principio de Percepción
La figura central del mono no es arbitraria; es una elección deliberada para simbolizar la cualidad de la conciencia.
* Inquietud y Agitación (Citta-vikṣepa): La característica más obvia del mono es su constante movimiento, su incapacidad para permanecer quieto. Esto representa la agitación inherente de la mente samsárica. La conciencia, mientras no esté cultivada y liberada, salta incesantemente de un objeto a otro (sensaciones, percepciones, pensamientos), sin encontrar reposo. Esta inquietud es lo que nos mantiene atrapados en el ciclo, buscando constantemente nuevas experiencias.
* Aferramiento (Upādāna): El mono se aferra a las ramas con sus manos y pies. Esta acción simboliza la tendencia de la conciencia a apegarse a los fenómenos y a las experiencias. Cada vez que la conciencia se encuentra con un objeto (visual, auditivo, olfativo, gustativo, táctil o mental), tiende a aferrarse a él, generando apego o aversión, lo cual a su vez siembra más karma.
* Búsqueda de Soporte: La búsqueda constante del mono de una nueva rama a la cual aferrarse representa cómo la conciencia, impulsada por las formaciones kármicas (Saṅkhāra) y el deseo de existencia, busca compulsivamente un nuevo "soporte" o "base" para manifestarse. En el contexto de la reencarnación, esto se traduce en la búsqueda de un nuevo cuerpo y entorno en el momento de la muerte.
* Discernimiento Rudimentario: Aunque el mono es inquieto, también es perceptivo y ágil. Simboliza la función básica de la conciencia de registrar y discernir los objetos. Es la conciencia la que hace posible el reconocimiento de las formas, sonidos, etc., aunque de manera no discriminativa en este nexo temprano.
2. El Árbol: El Campo de la Existencia Condicionada y los Objetos Sensoriales
El árbol es el "terreno" sobre el cual opera la conciencia y ofrece múltiples capas de simbolismo.
* El Samsara: En su conjunto, el árbol representa el Samsara, el ciclo de existencia condicionada. Las ramas son las diversas experiencias, situaciones y estados de existencia dentro de este ciclo. El mono está confinado al árbol; no puede salir de él mientras no se libere.
* Los Cinco Agregados (Skandhas): Las diferentes partes del árbol (raíces, tronco, ramas, hojas, frutos) pueden simbolizar los cinco agregados de la existencia (forma, sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia misma). La conciencia (el mono) interactúa con todos estos componentes, aferrándose a ellos y utilizándolos como sustrato.
* Los Seis Reinos Sensoriales (Ayatanas): Las ramas individuales y los frutos pueden representar los objetos de los seis sentidos (formas, sonidos, olores, sabores, sensaciones táctiles y objetos mentales). La conciencia se mueve de uno a otro, interactuando con ellos y generándose a través de su contacto.
* Soporte Vital: El árbol proporciona el soporte vital para el mono, al igual que los agregados y el mundo de los sentidos proporcionan el soporte para la conciencia en el samsara.
3. El Acto de Escalar/Saltar: El Mecanismo de la Transmigración
El movimiento dinámico del mono es fundamental para entender el proceso de reencarnación.
* Continuidad Causal, No Sustancial: El salto de rama en rama ilustra la continuidad causal de la conciencia, sin que haya una entidad permanente que "salte". Es como una llama que enciende otra: la nueva llama no es idéntica a la anterior, pero depende de ella. Así, la conciencia en el nuevo renacimiento no es la misma que la de la vida anterior, pero es su resultado directo y causalmente conectado.
* Impulso Kármico: El vigoroso movimiento del mono es impulsado. Este impulso proviene de las formaciones kármicas (Saṅkhāra), el nexo anterior. Son las acciones volitivas previas, teñidas de ignorancia y apego, las que dan a la conciencia la "energía" para buscar y establecerse en un nuevo renacimiento.
* Transición Intervida: En el momento de la muerte, cuando el cuerpo se desintegra, la conciencia "salta" de ese soporte. Impulsada por la sed de existencia, se dirige hacia un nuevo entorno (el nuevo árbol o rama) donde pueda manifestarse nuevamente. Esta es la esencia de la reencarnación en el budismo.
4. Detalles Adicionales en la Imagen Tradicional:
* Colores Vibrantes: El uso de colores vivos y detallados en la pintura Thangka subraya que, aunque la existencia samsárica es sufrimiento, está llena de experiencias diversas y a menudo atractivas que capturan la conciencia.
* Marco Ornamental: El intrincado marco que bordea la imagen es característico del arte Thangka y simboliza la naturaleza sagrada de estas enseñanzas y su lugar dentro del mandala de la Rueda de la Existencia.
Conclusión del Simbolismo: La Conciencia como el Puente Activo
La imagen del mono representa la conciencia (Vijñāna) como el nexo activo y fundamental que, condicionado por las formaciones kármicas y la ignorancia, se aferra a la existencia y busca incesantemente nuevos soportes. Es el principio de vida que "salta" de una vida a la siguiente, llevando consigo los potenciales kármicos. El simbolismo enfatiza que la reencarnación no es un evento pasivo, sino un proceso dinámico impulsado por la propia naturaleza de la conciencia. Comprender y, eventualmente, calmar la "mente de mono" a través de la sabiduría y la meditación es el camino para liberarse de este ciclo incesante de nacimiento y muerte.
Hasta aquí análisis símbolico de el cuarto nexo de originación dependiente, la conciencia.
La
La Conciencia (Vijñāna) y la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
El Buda Siddhartha Gautama, al delinear la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), estableció una cadena causal que explica el surgimiento del sufrimiento y el ciclo de la existencia. El tercer nexo, la conciencia (Vijñāna), emerge directamente de las formaciones kármicas (Saṅkhāra) y, a su vez, es la condición indispensable para el desarrollo de un nuevo ser, siendo así un pilar fundamental en la explicación de la reencarnación. Los sutras del Canon Pali, en particular, ofrecen una visión detallada de cómo esta conciencia opera.
1. La Conciencia como una Corriente que Depende de las Formaciones Kármicas
El Buda enfatizó que la conciencia no es una entidad independiente que existe por sí misma, sino que surge condicionada por las acciones volitivas previas.
> "Con las formaciones volicionales [Saṅkhāra] como condición, surge la conciencia [Vijñāna]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este es el pasaje fundamental que establece la dependencia del tercer nexo con el segundo. Las saṅkhāra, es decir, las intenciones y acciones kármicas generadas por la ignorancia, son el "alimento" o la "energía" que da origen a la conciencia. No es que una conciencia preexistente salte de un cuerpo a otro, sino que una nueva conciencia (en un sentido de "momento de conciencia") surge a partir de la fuerza kármica acumulada. Por lo tanto, el tipo y la calidad de las formaciones kármicas de una vida previa determinarán la naturaleza y las tendencias de la conciencia que se manifestará en el próximo renacimiento. Sin la fuerza de las saṅkhāra, no habría un impulso para que la conciencia surgiera de esta manera.
2. La Conciencia como el Elemento que "Toma Asiento" en un Nuevo Ser
Los sutras describen la conciencia como el principio que se asienta en un nuevo embrión, siendo la chispa inicial para el desarrollo del "nombre y forma" (la nueva entidad psicofísica).
> "Si, Ānanda, la conciencia no descendiera en el vientre materno, ¿se formaría allí el nombre-y-forma?" — "No, Venerable Señor."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda a Ānanda
>
Comentario: Este diálogo del Buda es uno de los pasajes más explícitos sobre la relación directa entre la conciencia y el inicio de un nuevo nacimiento. La conciencia (Vijñāna) es presentada como la "fuerza vital" o el "principio de vida" que "desciende" y se "establece" en el momento de la concepción. Sin esta conciencia, el proceso de desarrollo de un nuevo ser (el "nombre y forma", que incluye el cuerpo y los aspectos mentales rudimentarios) no podría comenzar. Es el punto de conexión entre la vida anterior (a través de sus saṅkhāra transportadas en la corriente de conciencia) y el inicio de la nueva. Esto subraya que la reencarnación no es un mero evento biológico, sino un proceso condicionado por la continuidad de la conciencia.
3. La Naturaleza "Peregrina" de la Conciencia y la Reencarnación
El Buda a menudo comparó la conciencia con algo que "vaga" o "deambula", no como un "alma" fija, sino como un flujo que busca constantemente un nuevo soporte o experiencia.
> "Es el cuerpo... la sensación... la percepción... las formaciones... la conciencia la que es impermanente, insatisfactoria y no-yo."
> — Samyutta Nikaya 22.59 (Anattalakkhana Sutta), El Buda (El Sutra de las Características del No-Yo)
>
Comentario: Aunque no habla directamente de reencarnación en esta cita, el Anattalakkhana Sutta es fundamental para entender la naturaleza de la conciencia que reencarna. El Buda niega explícitamente que la conciencia (Vijñāna) sea un "yo" o un "alma" permanente. Si la conciencia fuera un "yo", sería permanente y controlable, pero el Buda afirma que es impermanente, surge y cesa, y por lo tanto, es "no-yo". Esto significa que lo que reencarna no es una entidad inmutable, sino una corriente de conciencia condicionada, que se "salta" o se "transfiere" de un conjunto de agregados (cuerpo-mente) a otro, impulsada por las saṅkhāra y la ignorancia. Es como la llama de una vela que enciende otra vela: la segunda llama no es la misma que la primera, pero depende causalmente de ella. La reencarnación es la continuidad de esta corriente condicionada.
4. La Conciencia como el Soporte de las Impresiones Kármicas
Los sutras aluden a que la conciencia es el medio a través del cual las "semillas" de las acciones pasadas se mantienen y se actualizan en el futuro.
> "Si un monje conoce la consciencia y su cese, conoce también las causas para la liberación de la consciencia, y el camino que lleva a esa liberación."
> — Majjhima Nikaya 115 (Bahudhātuka Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: Aunque no es una cita directa sobre el almacenamiento de karma, sutras como este, y las explicaciones posteriores de los comentarios (como los Abhidhamma), indican que la conciencia es el sustrato donde las impresiones kármicas ("semillas") persisten. Estas semillas, generadas por las saṅkhāra, esperan las condiciones propicias para madurar en experiencias futuras. Cuando ocurre la muerte, la conciencia no se "vacía" de estas semillas. Más bien, la fuerza de estas semillas (el karma) se convierte en la condición para que la corriente de conciencia se "reinicie" o "re-active" en un nuevo plano existencial, lo que se conoce como reencarnación. La conciencia es, en este sentido, el "transportador" de los potenciales kármicos a través de la secuencia de vidas.
5. El Cese de la Conciencia Condicionada para el Fin de la Reencarnación
Finalmente, el Buda enseña que, si la conciencia surge condicionada, su cese también puede ser condicionado, lo que lleva al fin de la reencarnación.
> "Con el cese de las formaciones volicionales, cesa la conciencia. Con el cese de la conciencia, cesa el nombre-y-forma... Así es el cese de todo este cúmulo de sufrimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.1 (Bhikkhu Sutta), El Buda
>
Comentario: Este es el camino hacia la liberación, tal como lo describe el Buda. Si la ignorancia (Avidyā) es erradicada, las formaciones kármicas (Saṅkhāra) que atan al samsara ya no se crean. Con el cese de estas formaciones, la conciencia (Vijñāna) ya no tiene la condición para surgir de una manera que impulse la reencarnación. La conciencia no se aniquila, sino que se transforma; deja de ser una conciencia "condicionada" por lañana y el karma que la impulsa a buscar nuevos nacimientos. Cuando esta cadena se rompe, la conciencia deja de "saltar" a nuevas existencias, y el ciclo de la reencarnación, y con él el sufrimiento asociado, llega a su fin, logrando el Nirvana.
En síntesis, los sutras del Buda presentan la conciencia (Vijñāna) como el nexo vital que surge condicionado por las formaciones kármicas, y que a su vez es la condición para el desarrollo de un nuevo ser. No es un alma inmutable, sino una corriente continua que transporta los potenciales kármicos de una vida a otra. Su "descenso" y "toma de asiento" en un nuevo cuerpo es el mecanismo central de la reencarnación. La cesación de la conciencia condicionada por el karma es, por lo tanto, la clave para liberarse del ciclo interminable de nacimiento, muerte y renacimiento.
Espero que este desarrollo detallado del nexo de la conciencia desde los sutras del Buda sea exhaustivo y útil para tu comprensión. Si deseas explorar otros puntos o nexos, estoy a tu disposición.
Hasta aquí los aportes de los sutras sobre el nexo de la conciencia y la reencarnación.
El Nombre y Forma (Nāmarūpa): El Cuarto Nexo de la Originación Dependiente.
Habiendo explorado la ignorancia (Avidyā), las formaciones kármicas (Saṅkhāra) y la conciencia (Vijñāna), llegamos al cuarto nexo de la Originación Dependiente: el nombre y forma (Nāmarūpa). Este nexo representa el desarrollo completo del ser psicofísico, tanto los aspectos mentales (nombre) como los físicos (forma), que surgen una vez que la conciencia se ha "asentado" en un nuevo renacimiento. En la Rueda del Samsara, Nāmarūpa se simboliza comúnmente con personas en un bote o, a veces, con un embrión desarrollándose en el útero.
1. ¿Qué es el Nombre y Forma (Nāmarūpa)?
Nāmarūpa se refiere a la totalidad de la existencia individual, desglosada en sus componentes mentales y físicos:
* Nombre (Nāma): Representa los aspectos inmateriales o mentales de un ser. Tradicionalmente, esto incluye:
* Sensación (Vedanā): La capacidad de experimentar agrado, desagrado o neutralidad.
* Percepción (Saññā): La capacidad de reconocer objetos y experiencias.
* Voluntad/Formaciones Mentales (Cetanā/Saṅkhāra): Las intenciones y hábitos mentales (en este contexto, se refiere a las funciones mentales más básicas que surgen con el ser, no a las formaciones kármicas acumuladas como en el segundo nexo).
* Contacto (Phassa): El encuentro de los órganos sensoriales con sus objetos.
* Atención (Manasikāra): La fijación de la mente en un objeto.
En esencia, 'nombre' se refiere a los aspectos mentales que no tienen forma.
* Forma (Rūpa): Representa los aspectos materiales o físicos de un ser. Tradicionalmente, esto se refiere a:
* Los Cuatro Grandes Elementos (Mahābhūtā): Tierra (solidez), Agua (cohesión), Fuego (calor) y Aire (movimiento).
* Los derivados de los elementos: Los órganos de los sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo) y sus objetos correspondientes (formas visuales, sonidos, olores, sabores, sensaciones táctiles).
En esencia, 'forma' se refiere al cuerpo físico y sus capacidades sensoriales.
El Buda mismo lo definió así:
> "Y ¿qué es nombre-y-forma? La sensación, la percepción, la volición, el contacto, la atención – esto se llama nombre. Las cuatro grandes entidades, y la forma derivada de ellas – esto se llama forma. Así, este nombre y esta forma, esto es el nombre-y-forma."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta definición abarcadora del Buda deja claro que Nāmarūpa es la suma total de lo que un ser es en su manifestación inicial: tanto sus componentes psíquicos (sensación, percepción, etc.) como sus componentes físicos (los elementos del cuerpo y los órganos sensoriales). Es el organismo completo, rudimentario al principio, pero que eventualmente se desarrollará plenamente.
2. La Dependencia de la Conciencia (Vijñāna)
El Nāmarūpa surge directamente como condición de la conciencia, lo que lo convierte en el punto donde la conciencia se materializa en una entidad psicofísica.
> "Con la conciencia [Vijñāna] como condición, surge el nombre-y-forma [Nāmarūpa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta relación es fundamental. La conciencia (Vijñāna), impulsada por las formaciones kármicas de una vida anterior, "desciende" y se "establece" en un nuevo renacimiento. Una vez que la conciencia se ha "conectado" a un nuevo embrión (o se ha manifestado en un nacimiento espontáneo), comienza el proceso de desarrollo del "nombre y forma". La conciencia es como la semilla que, al caer en tierra fértil (el nuevo ser), permite que el cuerpo y las facultades mentales básicas comiencen a germinar y crecer. Sin la conciencia para animar y dar forma, el nombre y forma no podrían surgir.
3. El Simbolismo de Personas en un Bote
La representación más común de Nāmarūpa es la de personas remando en un bote sin un timonel o con un timonel ciego:
* El Bote: El Cuerpo Físico (Rūpa): El bote representa el cuerpo físico, la "forma" o el vehículo material a través del cual la existencia se experimenta. Es lo que nos transporta a través de la vida, pero también es inherentemente frágil y vulnerable.
* Las Personas en el Bote: Los Componentes Mentales (Nāma): Las personas dentro del bote simbolizan los aspectos mentales de Nāmarūpa (sensación, percepción, volición, etc.). Son los "pasajeros" o las "facultades" que operan dentro del cuerpo.
* Sin Timonel o con Timonel Ciego: La ausencia de un timonel o un timonel ciego es crucial. Esto ilustra la falta de un "controlador" o "yo" inherente. El bote está "a la deriva" o se mueve impulsado por las corrientes del karma y la ignorancia. No hay un "alma" que lo dirija conscientemente hacia un destino preestablecido. Simboliza que, en esta etapa, el ser aún carece de una comprensión clara y está siendo llevado por las fuerzas condicionantes.
* Dependencia Mutua: El bote no puede moverse sin las personas, y las personas no pueden cruzar el agua sin el bote. Esto representa la interdependencia inescindible entre el nombre y la forma. No pueden existir el uno sin el otro; la mente necesita un cuerpo para manifestarse y el cuerpo es inerte sin la mente.
4. La Relevancia de Nāmarūpa en la Reencarnación
Nāmarūpa es el punto donde la continuidad de la conciencia de una vida previa se manifiesta como una entidad nueva y funcional, lista para interactuar con el mundo.
* La Manifestación del Nuevo Ser: Es el comienzo del desarrollo del individuo tal como lo conocemos. La conciencia de renacimiento se ha conectado y ha comenzado a construir la base de lo que será el nuevo organismo.
* Base para la Experiencia Sensorial: Al surgir Nāmarūpa (con sus órganos sensoriales y facultades mentales básicas), se establece la base para el siguiente nexo: las seis esferas de los sentidos (Ayatana), que permiten la interacción con el mundo.
* Continuidad del Sufrimiento: Nāmarūpa, al ser condicionado y estar sujeto a la impermanencia, es inherentemente insatisfactorio. Es la base para la experiencia del sufrimiento que se desarrollará en los nexos posteriores. Mientras haya nombre y forma, habrá un "alguien" para experimentar el sufrimiento.
En síntesis, el nombre y forma (Nāmarūpa) es el cuarto nexo de la Originación Dependiente, que representa la formación del ser psicofísico completo (mente y cuerpo rudimentarios) una vez que la conciencia ha tomado asiento. Simbolizado por personas en un bote, subraya la interdependencia de los componentes físicos y mentales, la ausencia de un "yo" permanente que los controle, y su papel como la base para el surgimiento de la experiencia y la perpetuación del ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí el concepto del nexo de la forma.
Análisis Simbólico del Nexo del Nombre y Forma (Nāmarūpa).
El cuarto nexo de la Originación Dependiente, nombre y forma (Nāmarūpa), se simboliza tradicionalmente con la imagen de dos personas en un bote, a menudo con una de ellas ciega. Este símbolo encapsula la naturaleza interdependiente y la constitución psicofísica de un ser al inicio de su nueva existencia, así como la falta de un controlador permanente.
1. El Bote: La Forma (Rūpa)
El bote en la imagen representa la forma (Rūpa), es decir, el cuerpo físico y todos sus componentes materiales.
* Vehículo de la Existencia: Así como un bote transporta a las personas a través del agua, el cuerpo físico es el vehículo que transporta la conciencia y las facultades mentales a través de la vida. Es el soporte para la experiencia.
* Vulnerabilidad y Fragilidad: Un bote está sujeto a los elementos, puede dañarse o hundirse. Esto simboliza la impermanencia, la fragilidad y la vulnerabilidad inherente del cuerpo físico. Está sujeto al deterioro, la enfermedad y, finalmente, la muerte.
* Limitaciones y Dependencia: El bote tiene sus propias limitaciones y depende de las condiciones del agua y de ser impulsado. De manera similar, el cuerpo físico tiene sus limitaciones y depende de factores externos (alimento, aire, etc.) y de la conciencia para funcionar.
2. Las Personas en el Bote: El Nombre (Nāma)
Las personas dentro del bote simbolizan el nombre (Nāma), es decir, los aspectos mentales y psíquicos de un ser, que incluyen sensación, percepción, volición, contacto y atención.
* Facultades Mentales: Las personas son los "ocupantes" o las "facultades" que habitan y operan a través del cuerpo. Son los procesos cognitivos y experienciales básicos que surgen con la conciencia.
* Interacción y Proceso: Las personas interactúan entre sí y con el bote, lo que refleja cómo los diferentes aspectos de la mente y la conciencia interactúan constantemente entre sí y con el cuerpo.
3. La Interdependencia: La Indivisibilidad de Nombre y Forma
La imagen de las personas dentro del bote enfatiza la interdependencia inescindible entre el nombre y la forma.
* No pueden Existir Separados: Las personas no pueden cruzar el agua sin el bote, y el bote no puede moverse por sí solo sin los ocupantes. Esto ilustra que el cuerpo y la mente no pueden funcionar o existir de forma independiente. No hay mente sin cuerpo ni cuerpo animado sin mente en la existencia condicionada. Son dos caras de la misma moneda.
* Una Unidad Funcional: Juntos, el nombre y la forma constituyen la totalidad funcional de un ser individual.
4. El Timonel Ciego o Ausente / La Figura Ciega: La Ausencia de un "Yo" Permanente y la Dirección Kármica
En muchas representaciones tradicionales, uno de los remadores o la figura principal es ciega, o el bote carece de un timonel que vea.
* Ausencia de un "Yo" Permanente (Anattā): Este es uno de los simbolismos más profundos. La falta de un timonel vidente o la presencia de un ciego sugiere que no hay un "yo" o "alma" permanente e independiente que esté controlando conscientemente el bote (el cuerpo) o dirigiendo su curso. La dirección del bote no es el resultado de un "maestro" intrínseco.
* Impulso de la Ignorancia y el Karma: El bote no está a la deriva por casualidad, sino que es impulsado por las corrientes invisibles del karma (las formaciones kármicas previas) y la ignorancia (el nexo inicial). La ceguera del "timonel" o de los ocupantes indica que el "nombre y forma" se está moviendo a través de la existencia sin una visión clara de la verdadera naturaleza de la realidad, guiado por impulsos condicionados.
* Falta de Control Consciente Pleno: Incluso en un nuevo nacimiento, el ser aún está en una etapa temprana de desarrollo. Carece de la sabiduría para dirigir su propio curso de vida plenamente, y es impulsado por sus tendencias kármicas previas.
5. El Agua: El Samsara o la Corriente de la Vida
El agua sobre la que navega el bote representa la corriente del samsara o el flujo incesante de la existencia condicionada.
* Flujo Continuo: El agua está en constante movimiento, simbolizando la impermanencia y el cambio incesante de la vida en el samsara.
* Inestabilidad: Navegar en el agua puede ser inestable y peligroso, lo que refleja la naturaleza inherentemente insatisfactoria y turbulenta de la existencia condicionada.
Conclusión del Simbolismo: La Constitución del Ser en el Samsara
La imagen de las personas en un bote para simbolizar el nombre y forma (Nāmarūpa) es una metáfora poderosa de la constitución psicofísica de un ser en el samsara. Representa el surgimiento de un cuerpo (bote) habitado por las facultades mentales (personas), que, al estar interconectadas y carecer de un "timonel" vidente, son impulsadas por las fuerzas del karma y la ignorancia a través del incesante flujo de la existencia. Es el punto en que la conciencia (del nexo anterior) se materializa y forma la base para todas las futuras experiencias sensoriales y el inevitable ciclo de sufrimiento. La imagen nos recuerda que nuestra existencia está formada por componentes interdependientes que, sin sabiduría, están a la deriva en el vasto océano del samsara.
Análisis símbolico de el nexo de la forma.
El Nombre y Forma (Nāmarūpa) y la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
Los sutras, las palabras directamente atribuidas al Buda, son la fuente primordial para entender el nexo del nombre y forma (Nāmarūpa) dentro de la cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda). En estos textos, el Buda no solo define Nāmarūpa, sino que establece su conexión ineludible con la conciencia de renacimiento y su papel en el surgimiento de un nuevo ser, consolidando así su lugar como un pilar en la explicación de la reencarnación.
1. Nāmarūpa como Resultado Directo de la Conciencia en el Nuevo Renacimiento
El Buda explica que el surgimiento del nombre y forma es una consecuencia directa y necesaria de la conciencia que se establece en un nuevo plano de existencia. Esta es la base de la reencarnación.
> "Con la conciencia [Vijñāna] como condición, surge el nombre-y-forma [Nāmarūpa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las formulaciones más concisas y claras del Buda sobre la interdependencia de estos nexos. Las saṅkhāra (formaciones kármicas) condicionan la conciencia (Vijñāna), y esa conciencia, a su vez, es la condición para el surgimiento del nombre y forma. En el contexto de la reencarnación, esto significa que cuando la corriente de conciencia de una vida pasada (impregnada de karma) busca un nuevo renacimiento y se "asienta" (por ejemplo, en un óvulo fertilizado), los elementos básicos de una nueva entidad psicofísica (el "nombre y forma") comienzan a desarrollarse. El Nāmarūpa es, por lo tanto, la manifestación inicial y material de la conciencia en una nueva existencia. Sin la conciencia que la anime, el nombre y forma no podría cobrar vida.
2. La Interdependencia Ineludible de Nombre y Forma
El Buda enfatizó la relación simbiótica entre los aspectos mentales y físicos del ser, dejando claro que no pueden existir uno sin el otro.
> "Así como dos haces de caña se sostienen mutuamente, así también el nombre y forma se sostienen mutuamente. Si uno de ellos fuera retirado, el otro caería."
> — Digha Nikaya 15 (Maha-nidana Sutta), El Buda a Ānanda
>
Comentario: Esta famosa analogía de los "haces de caña" ilustra vívidamente la interdependencia del nombre (los aspectos mentales: sensación, percepción, volición, contacto, atención) y la forma (el cuerpo físico y los órganos de los sentidos). El Buda enseña que estos dos componentes no son entidades separadas que simplemente coexisten, sino que se condicionan y se apoyan mutuamente. En el proceso de reencarnación, esto significa que la conciencia no solo genera un cuerpo o solo una mente, sino una unidad funcional de ambos. El nuevo ser que nace es esta combinación inseparable de nombre y forma, que debe existir como una totalidad. Si uno de ellos no existiera, el otro tampoco podría manifestarse en el ciclo de la existencia condicionada.
3. Nāmarūpa como Base para el Surgimiento de los Sentidos y la Experiencia
El Buda subraya que el desarrollo del nombre y forma es la condición necesaria para que un ser pueda experimentar el mundo a través de sus sentidos, lo que a su vez conduce a la perpetuación del sufrimiento.
> "Con el nombre-y-forma como condición, surgen las seis bases de los sentidos [Salāyatana]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Una vez que el "nombre y forma" (la base psicofísica: el cuerpo con sus órganos y la mente con sus facultades rudimentarias) ha surgido en el nuevo renacimiento, se convierte en la condición para el desarrollo de las seis esferas de los sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente). Estos son los "portales" a través de los cuales el ser interactuará con el mundo exterior e interior. Es a través de la presencia de este Nāmarūpa desarrollado que el ser puede tener contacto, sentir, percibir y, en última instancia, generar apego o aversión, cerrando el ciclo kármico y asegurando futuras reencarnaciones.
4. Nāmarūpa como una Manifestación Impermanente y No-Yo
Aunque el Buda explica cómo el Nāmarūpa surge en cada reencarnación, también enfatiza que no es un "yo" permanente ni una entidad controlable, sino que está sujeto a la impermanencia y el sufrimiento.
> "Los monjes, la forma es impermanente; la sensación es impermanente; la percepción es impermanente; las formaciones mentales son impermanentes; la conciencia es impermanente. Lo que es impermanente es sufrimiento. Lo que es sufrimiento es no-yo. Lo que es no-yo no es mío, no soy yo, no es mi ser."
> — Samyutta Nikaya 22.59 (Anattalakkhana Sutta), El Buda (El Sutra de las Características del No-Yo)
>
Comentario: En este sutra fundamental, el Buda desglosa todos los componentes de lo que consideramos un "ser" (incluyendo la forma y los aspectos del nombre) y afirma su impermanencia y su naturaleza de no-yo. Aunque Nāmarūpa es el punto donde un nuevo ser se manifiesta en la reencarnación, el Buda enseña que este Nāmarūpa no es un "alma" eterna que transmigra. En cambio, es un compuesto que surge condicionado, cambia constantemente y eventualmente se disuelve. La reencarnación, por lo tanto, no es la transferencia de un "yo" fijo, sino la continuidad de un proceso causal donde un nuevo "nombre y forma" surge en respuesta a las condiciones kármicas previas, siempre sujeto a la impermanencia y, por lo tanto, al sufrimiento.
Conclusión
Los sutras del Buda revelan que el nombre y forma (Nāmarūpa) es el cuarto nexo crucial en la Originación Dependiente y un componente esencial en la explicación de la reencarnación. Surge directamente de la conciencia de renacimiento y representa la inseparable unidad de los componentes físicos y mentales que constituyen un nuevo ser. Aunque este Nāmarūpa es la base para todas las experiencias futuras en el samsara, el Buda enfatizó que es impermanente y no-yo, lo que subraya que la reencarnación es la renovación constante de una entidad condicionada, no la transmigración de un alma inmutable. Este nexo establece el escenario para el ciclo continuo de apego, acción y sufrimiento.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre este nexo de nombre y forma.
Las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana): El Quinto Nexo de la Originación Dependiente.
Habiendo explorado la ignorancia (Avidyā), las formaciones kármicas (Saṅkhāra), la conciencia (Vijñāna) y el nombre y forma (Nāmarūpa), llegamos al quinto nexo: las seis esferas de los sentidos (Salāyatana). Este nexo representa el desarrollo completo de los órganos sensoriales y sus correspondientes facultades que permiten al ser interactuar con su entorno. En la Rueda del Samsara, Salāyatana se simboliza comúnmente con una casa con seis ventanas (o aberturas).
1. ¿Qué son las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana)?
El término Salāyatana se desglosa en "sal" (seis) y "āyatana" (bases o esferas). Se refiere a las seis facultades sensoriales que actúan como "puertas" a través de las cuales la mente contacta el mundo. No son solo los órganos físicos, sino también la capacidad funcional de esos órganos.
Las seis esferas de los sentidos son:
* Ojo (cakkhu) y formas visibles (rūpa): La facultad de la visión.
* Oído (sota) y sonidos (sadda): La facultad de la audición.
* Nariz (ghāna) y olores (gandha): La facultad del olfato.
* Lengua (jivhā) y sabores (rasa): La facultad del gusto.
* Cuerpo (kāya) y sensaciones táctiles (phoṭṭhabba): La facultad del tacto.
* Mente (mano) y objetos mentales (dhamma): La facultad mental que percibe pensamientos, ideas, recuerdos, fantasías, etc. (A menudo se la equipara con el cerebro o el asiento de los procesos cognitivos).
El Buda mismo lo definió:
> "Y ¿qué son las esferas de los seis sentidos? La esfera del ojo, la esfera del oído, la esfera de la nariz, la esfera de la lengua, la esfera del cuerpo, la esfera de la mente — esto se llama las esferas de los seis sentidos."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Es crucial entender que, aunque hablamos de "órganos", en el budismo se refieren a las facultades sensoriales que permiten el contacto y la percepción. La esfera de la mente como sexto sentido es particularmente importante, ya que engloba la capacidad de la mente para percibir sus propios objetos internos, como pensamientos y emociones, no solo los objetos externos.
2. La Dependencia del Nombre y Forma (Nāmarūpa)
El desarrollo de las seis esferas de los sentidos es una consecuencia directa y natural del nexo previo, el nombre y forma.
> "Con el nombre-y-forma [Nāmarūpa] como condición, surgen las seis esferas de los sentidos [Salāyatana]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Una vez que el "nombre y forma" (la unidad psicofísica rudimentaria: cuerpo y facultades mentales básicas) se ha formado, los órganos sensoriales y sus capacidades funcionales comienzan a desarrollarse y madurar. Nāmarūpa proporciona la estructura y el sustrato para que estos "portales" sensoriales puedan formarse y operar. Por ejemplo, el cuerpo (parte de la "forma") proporciona el ojo físico, y la mente (parte del "nombre") proporciona la capacidad de la conciencia visual. Sin la base del nombre y forma, las esferas de los sentidos no podrían surgir o funcionar.
3. Las Seis Esferas de los Sentidos como "Puertas" a la Experiencia
Salāyatana es el punto donde el ser se abre al mundo y comienza a interactuar activamente con él.
* Puntos de Contacto: Las seis esferas de los sentidos son las "puertas" o "canales" a través de los cuales la conciencia entra en contacto con los objetos externos e internos. Son los instrumentos que nos permiten percibir y conocer el mundo.
* Base para el Contacto (Phassa): El desarrollo de Salāyatana es la condición para el siguiente nexo, el contacto (Phassa). Sin ojos, no puede haber contacto visual; sin oídos, no puede haber contacto auditivo, y así sucesivamente. Por lo tanto, Salāyatana es la infraestructura necesaria para que la experiencia sensorial ocurra.
* Inicio de la Interacción con el Samsara: Es a través de estos sentidos que un ser recién nacido (o un ser en desarrollo) comienza a percibir y formar una relación con el mundo que lo rodea. Esta interacción es lo que eventualmente generará más apego, aversión e ignorancia, perpetuando el ciclo del sufrimiento.
4. El Simbolismo de la Casa con Seis Ventanas
La representación de una casa con seis ventanas (o aberturas) es una analogía poderosa:
* La Casa: El Cuerpo (Rūpa): La casa representa el cuerpo físico del ser, el recipiente en el que residen las facultades sensoriales.
* Las Seis Ventanas: Las Seis Esferas de los Sentidos: Cada ventana simboliza una de las seis esferas de los sentidos. Así como las ventanas permiten que la luz y el sonido entren en una casa y conecten su interior con el exterior, las facultades sensoriales permiten que los objetos sensoriales entren en contacto con la conciencia del ser.
* La Mente como el Ocupante de la Casa: Implícitamente, la mente (conciencia) es el "ocupante" de la casa, el que "mira" por las ventanas y experimenta lo que entra por ellas.
* Un Sentido de Encerramiento/Limitación: La casa, a pesar de sus ventanas, sigue siendo un espacio limitado y cerrado, lo que puede aludir a la naturaleza limitada y condicionada de nuestra experiencia en el samsara, filtrada a través de estos sentidos.
5. La Relevancia de Salāyatana en la Reencarnación
Salāyatana es crucial para entender cómo la reencarnación conduce a la experiencia vital:
* Apertura al Mundo: Después de que un nuevo ser psicofísico (Nāmarūpa) se ha formado, el desarrollo de las esferas sensoriales significa que este ser está ahora completamente equipado para percibir y reaccionar a su entorno.
* Inicio de la Cadena de Reacciones: La presencia de estos "portales" sensoriales es lo que permite el contacto, la sensación, el anhelo y el apego, llevando a la generación de nuevo karma y asegurando futuros renacimientos. Sin Salāyatana, la cadena de la Originación Dependiente no podría avanzar más allá del nombre y forma.
* El Sufrimiento de la Interacción: Al abrirse al mundo a través de los sentidos, el ser se expone a todas las experiencias de agrado, desagrado y neutralidad, que, sin sabiduría, conducen al anhelo y al aferramiento, perpetuando el sufrimiento del samsara.
En resumen, las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) son el quinto nexo de la Originación Dependiente, que representa el desarrollo de las facultades sensoriales y la mente. Condicionadas por el nombre y forma, estas esferas actúan como "puertas" a través de las cuales el ser contacta e interactúa con el mundo. Simbolizadas por una casa con seis ventanas, marcan el punto en que el ser se abre a la experiencia, sentando las bases para el apego y la continuidad del sufrimiento en el ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí concepto de nexo de los sentidos.
Análisis Simbólico del Nexo de las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana).
El quinto nexo de la Originación Dependiente, las seis esferas de los sentidos (Salāyatana), se simboliza tradicionalmente con una casa con seis ventanas o aberturas. Este símbolo es una metáfora elocuente de cómo un ser, una vez que ha desarrollado su "nombre y forma", comienza a interactuar con el mundo y a percibir la realidad, sentando las bases para la continuidad del ciclo del samsara.
1. La Casa: El Cuerpo Físico (Rūpa)
La casa en la imagen representa el cuerpo físico del ser, el recipiente o la estructura que alberga las facultades sensoriales.
* Contenedor de la Experiencia: Es el "hogar" donde reside la conciencia y donde se procesan todas las experiencias sensoriales. Sin esta estructura, la experiencia tal como la conocemos no sería posible.
* Limitación y Encerramiento: Una casa, por muy grande que sea, es un espacio limitado y cerrado. Esto simboliza la naturaleza inherentemente limitada y condicionada de nuestra existencia en el samsara. Nuestra percepción del mundo está confinada y filtrada a través de los límites de nuestro cuerpo y sus sentidos.
* Vulnerabilidad: Una casa puede ser dañada, deteriorarse o colapsar, lo que alude a la impermanencia y la fragilidad del cuerpo físico.
2. Las Seis Ventanas/Aberturas: Las Seis Esferas Sensoriales
Las seis ventanas o aberturas son el elemento central de este nexo, simbolizando las seis facultades sensoriales: ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo (tacto) y mente.
* Puertas de Percepción: Así como las ventanas permiten que la luz, el aire, los sonidos y las vistas entren en una casa, las seis esferas de los sentidos son los "portales" o "canales" a través de los cuales la conciencia contacta y percibe el mundo externo (formas, sonidos, olores, sabores, sensaciones táctiles) e interno (objetos mentales como pensamientos y recuerdos).
* Conexión con el Exterior: Las ventanas son los puntos de conexión entre el interior de la casa (el ser) y el mundo exterior. Esto ilustra cómo los sentidos son los medios por los cuales nos relacionamos y nos abrimos a nuestro entorno.
* Filtros de la Realidad: Cada ventana ofrece una vista limitada y específica. Esto simboliza que nuestra percepción de la realidad no es directa ni completa, sino filtrada y condicionada por las capacidades y limitaciones de nuestros sentidos. No vemos el mundo tal como es, sino tal como nuestros sentidos nos lo presentan.
* Multiplicidad de Canales: El hecho de que haya seis ventanas distintas subraya que la experiencia no es monolítica, sino que llega a través de múltiples canales sensoriales, cada uno con su propio dominio.
3. La Mente como el Ocupante de la Casa
Aunque no se representa directamente, la mente (conciencia) es el "ocupante" implícito de la casa, el que "mira" por las ventanas y experimenta lo que entra por ellas.
* El Perceptor: Es la mente la que integra la información que llega a través de las diferentes ventanas, dando sentido a las percepciones.
* La Sexta Ventana: La "ventana de la mente" es única, ya que no mira hacia afuera, sino hacia adentro, percibiendo sus propios objetos mentales (pensamientos, emociones, recuerdos, etc.). Esto resalta la capacidad de la mente de ser tanto un órgano sensorial como el "integrador" de todas las sensaciones.
4. La Relación con los Nexos Anteriores y Posteriores
El simbolismo de la casa con seis ventanas también ilustra la posición de Salāyatana en la cadena de la Originación Dependiente:
* Condicionado por Nombre y Forma: La casa y sus ventanas (Salāyatana) no podrían existir sin la estructura básica del cuerpo y la mente (Nāmarūpa). Es el Nāmarūpa el que proporciona la "materia prima" para el desarrollo de los sentidos.
* Condición para el Contacto: La presencia de estas ventanas es la condición necesaria para el siguiente nexo, el contacto (Phassa). Sin una ventana (un sentido) y algo que entre por ella (un objeto sensorial), no puede haber contacto.
Conclusión del Simbolismo: La Apertura a la Experiencia del Samsara
La imagen de la casa con seis ventanas para simbolizar las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) es una metáfora elocuente de cómo el ser se abre a la experiencia del mundo. Estas "puertas" sensoriales son los medios por los cuales percibimos, interactuamos y formamos una relación con nuestro entorno, tanto externo como interno. Sin embargo, esta apertura también es el punto donde comenzamos a generar nuevas reacciones, apegos y aversiones, lo que nos encadena aún más al ciclo del sufrimiento en el samsara. La imagen nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras percepciones, filtradas por los sentidos, dan forma a nuestra realidad y nos impulsan a lo largo del camino de la existencia condicionada.
Hasta aquí análisis símbolico del.nexo.
Las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana) y su Vínculo con la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
En la intrincada cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), el quinto nexo, las seis esferas de los sentidos (Salāyatana), se erige como un pivote fundamental. Este nexo describe el desarrollo de las facultades sensoriales —el ojo, el oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente— que permiten a un ser establecer contacto con el mundo. Los sutras del Buda revelan que Salāyatana no es una mera característica biológica, sino el terreno fértil donde las interacciones cotidianas se transforman en fuerzas kármicas, impulsando la continuidad de la existencia y la reencarnación. Las palabras del Buda proporcionan la base para entender cómo estas "puertas" de percepción son tanto un producto de nuestro pasado kármico como los instrumentos a través de los cuales construimos nuestro futuro samsárico.
1. Salāyatana como Consecuencia Directa del Nombre y Forma en el Nuevo Renacimiento
El Buda establece una relación causal explícita entre el nexo de nombre y forma (Nāmarūpa) y el surgimiento de las seis esferas de los sentidos. Este es un paso crucial en la materialización de un nuevo ser.
> "Con el nombre-y-forma [Nāmarūpa] como condición, surgen las seis esferas de los sentidos [Salāyatana]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este verso fundamental del Vibhanga Sutta subraya la naturaleza condicionada de Salāyatana. Una vez que la conciencia (Vijñāna), impulsada por el karma pasado, se ha asentado y ha dado lugar al "nombre y forma" (la unidad psicofísica rudimentaria del nuevo ser), las facultades sensoriales (Salāyatana) comienzan a desarrollarse a partir de esa base. Es decir, las seis esferas de los sentidos no surgen de forma independiente, sino que son la maduración y especialización de las capacidades contenidas en el Nāmarūpa. En el contexto de la reencarnación, esto significa que el tipo de facultades sensoriales (por ejemplo, su agudeza o deficiencia) que poseerá un ser en su nuevo renacimiento está directamente determinado por el Nāmarūpa que surge, el cual, a su vez, está condicionado por el karma acumulado en vidas anteriores. Así, Salāyatana se convierte en la manifestación funcional de un nuevo ser, listo para interactuar con su entorno.
2. Salāyatana como la Plataforma para el Contacto y la Sensación (Karma Potencial)
Los sutras dejan claro que el desarrollo de Salāyatana es indispensable para el siguiente paso en la cadena: el contacto (Phassa), que es el punto donde las fuerzas kármicas comienzan a activarse.
> "Con las seis esferas de los sentidos como condición, surge el contacto [Phassa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es otra articulación directa de la dependencia causal. El Buda explica que Salāyatana proporciona los "portales" o "medios" a través de los cuales la conciencia puede encontrarse con los objetos. Sin la facultad del ojo, no puede haber contacto visual; sin la facultad del oído, no puede haber contacto auditivo, y así sucesivamente para los seis sentidos, incluyendo la mente. Es precisamente este "contacto" tripartito (órgano sensorial + objeto sensorial + conciencia sensorial) el que da lugar a la sensación (Vedanā), que es el nexo siguiente. La importancia de esto para el karma y la reencarnación es inmensa: estas "puertas" sensoriales son el punto de entrada de todas las experiencias, y es nuestra reacción a esas experiencias (deseo, aversión o ignorancia) lo que generará nuevas voliciones kármicas que impulsarán futuras reencarnaciones. Salāyatana es, por lo tanto, el escenario donde el potencial kármico se convierte en acción.
3. La Naturaleza de las Seis Esferas Sensoriales como Inconstante y Fuentes de Sufrimiento
El Buda no solo describe cómo surgen las seis esferas de los sentidos, sino que también enfatiza su naturaleza impermanente, insatisfactoria y no-yo, lo cual es crucial para comprender por qué conducen al sufrimiento y a la continuidad del samsara.
> "El ojo es impermanente; lo que es impermanente es sufrimiento; lo que es sufrimiento es no-yo. Lo que es no-yo no es mío, no soy yo, no es mi ser. De esta manera, debe verse exactamente como es con sabiduría correcta. Lo mismo se aplica al oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente."
> — Samyutta Nikaya 35.1 (Adittapariyaya Sutta), El Sutra del Sermón del Fuego (paráfrasis)
>
Comentario: En este potente sutra, el Buda desmantela la noción de que nuestros sentidos o lo que percibimos a través de ellos tienen una existencia sólida o permanente. Él argumenta que si los sentidos (Salāyatana) son impermanentes y, por lo tanto, fuentes de sufrimiento, y si no poseen un "yo" inherente, entonces aferrarse a ellos o a las experiencias que nos proporcionan es la raíz de la insatisfacción. En el contexto de la reencarnación, esta enseñanza es fundamental: aunque un nuevo ser renazca con nuevas Salāyatana, estas facultades están inherentemente sujetas al cambio, al decaimiento y a la insatisfacción. La ignorancia de esta verdad nos lleva a buscar placer a través de los sentidos y a evitar el dolor, generando así nuevas voliciones kármicas que aseguran que seguiremos renaciendo en existencias donde estos sentidos, y por ende el sufrimiento, persisten. La liberación del ciclo de reencarnación, según el Buda, implica la desidentificación completa con las seis esferas de los sentidos y sus objetos.
4. La Importancia de la Vigilancia de los Sentidos para la Purificación del Karma y el Fin de la Reencarnación
Más allá de describir su surgimiento y naturaleza, los sutras proporcionan una guía explícita sobre cómo la vigilancia de las seis esferas de los sentidos es el camino para detener la acumulación de karma negativo y, en última instancia, romper el ciclo de la reencarnación.
> "El monje, al ver una forma con el ojo, no se aferra a los signos o a los detalles. Por cuanto si su facultad visual no está controlada, las malas y no saludables cualidades —la codicia y el dolor— podrían entrar en él. Así practica el control sobre ella... Lo mismo para el oído... nariz... lengua... cuerpo... y mente. Si un monje practica así, se dice que está practicando el Noble Camino."
> — Anguttara Nikaya 3.86 (Sekha Sutta), El Buda
>
Comentario: Este pasaje del Anguttara Nikaya ofrece una instrucción directa sobre la práctica. El Buda enseña que el camino hacia la liberación (y, por lo tanto, el fin de la reencarnación impulsada por el sufrimiento) implica el control de las puertas sensoriales (indriya-samvara). No se trata de suprimir los sentidos, sino de estar vigilante y atento en el momento del contacto. Si al ver una forma, oír un sonido, etc., nos aferramos a los "signos" (la apariencia superficial) o a los "detalles" (las características que nos atraen o repelen), surge la codicia o el dolor, que son la base para generar karma no hábil. Al practicar el control de Salāyatana, es decir, al observar las percepciones sin apego ni aversión, se interrumpe la cadena que conduce a la formación de nuevo karma que propiciaría futuras reencarnaciones. Esta vigilancia es el karma hábil por excelencia que conduce a la purificación de la mente y, finalmente, al fin de la existencia condicionada.
5. Salāyatana como el Lugar Donde Se Reconocen las Cuatro Nobles Verdades
Finalmente, los sutras sugieren que las seis esferas de los sentidos no son solo un mecanismo de la reencarnación, sino también el lugar donde se puede realizar la verdad de la cesación del sufrimiento.
> "Es en este cuerpo de un braza, con sus percepciones y su mente, donde proclamo el mundo, el origen del mundo, la cesación del mundo y el camino que conduce a la cesación del mundo."
> — Anguttara Nikaya 4.45 (Rohitassa Sutta), El Buda
>
Comentario: Aunque no menciona directamente "Salāyatana", el Buda se refiere a este "cuerpo con sus percepciones y su mente", que es precisamente el Nāmarūpa completo con sus seis esferas sensoriales funcionales. Esta cita es crucial porque posiciona las Salāyatana como el punto de investigación y realización. Es a través de la observación de cómo el sufrimiento surge y cesa en nuestras propias experiencias sensoriales (mediadas por Salāyatana) que podemos comprender las Cuatro Nobles Verdades. Al ver el origen del sufrimiento en el apego a las percepciones sensoriales y al practicar el desapego, se puede alcanzar la liberación del ciclo de reencarnación. Las seis esferas de los sentidos son, paradójicamente, tanto la causa de nuestra atadura al samsara como la puerta de entrada a la iluminación.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y multifacética de las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) y su papel en la reencarnación. El Buda establece claramente que Salāyatana son el producto del nombre y forma y la condición para el contacto, siendo así la interfaz crucial entre el ser y el mundo. Él no solo describe su surgimiento y su naturaleza impermanente, que las convierte en fuentes de sufrimiento y anclaje al samsara, sino que también ofrece un camino claro para la liberación. Mediante la práctica de la vigilancia y el control de los sentidos, se puede interrumpir la generación de karma no hábil, purificar la mente y, en última instancia, liberarse del ciclo incesante de la reencarnación. Las palabras del Buda en los sutras nos invitan a mirar a nuestras propias percepciones sensoriales como el campo donde se despliega y, potencialmente, se resuelve el gran drama del karma y la existencia cíclica.
Hasta aquí aporte de los sutras sobre nexo de los seis sentidos.
El Contacto (Phassa): El Sexto Nexo de la Originación Dependiente.
El ciclo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) continúa desvelando cómo la existencia condicionada se perpetúa. Habiendo establecido las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) como las puertas de la percepción, el siguiente nexo, el contacto (Phassa), emerge como el punto donde la conciencia se encuentra con los objetos a través de estas puertas. Este es un nexo fundamental, ya que es la condición necesaria para el surgimiento de la sensación y, por ende, el inicio del proceso que culmina en la acumulación de karma y la reencarnación.
1. ¿Qué es el Contacto (Phassa)?
En el contexto budista, el contacto (Phassa) no se refiere simplemente a un toque físico. Es un fenómeno mental que ocurre cuando tres elementos se unen simultáneamente:
* Un órgano sensorial (indriya): Una de las seis esferas de los sentidos (ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo, mente).
* Un objeto sensorial (ārammaṇa): La forma visible, el sonido, el olor, el sabor, la sensación táctil o el objeto mental correspondiente.
* La conciencia sensorial (viññāṇa): La conciencia que surge específicamente en relación con ese sentido (conciencia visual, conciencia auditiva, etc.).
El Buda lo explica de la siguiente manera:
> "Con las seis esferas de los sentidos [Salāyatana] como condición, surge el contacto [Phassa]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Y más específicamente, en relación con sus componentes:
> "Y ¿qué es el contacto? Con el ojo como base y las formas como objeto, surge la conciencia visual; la conjunción de los tres es contacto. Con el oído como base y los sonidos como objeto, surge la conciencia auditiva; la conjunción de los tres es contacto... Así también con la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (paráfrasis ampliada)
>
Comentario: Phassa es el "momento de encuentro". Es el puente que une al perceptor con lo percibido. Sin Salāyatana (las facultades sensoriales), este encuentro no sería posible. Es importante destacar que el contacto no implica una reacción inmediata de agrado o desagrado; es simplemente la activación de la capacidad de percibir. Por ejemplo, cuando la luz golpea la retina (ojo), y hay una forma visible, y surge la conciencia visual, en ese instante hay "contacto". Este contacto es el punto de partida para toda experiencia consciente.
2. La Dependencia del Contacto de las Seis Esferas de los Sentidos (Salāyatana)
Como se mencionó, el contacto depende directamente del nexo anterior, Salāyatana.
* Sin Salāyatana, no hay Phassa: Si las facultades sensoriales no están desarrolladas o no funcionan (como en el caso de la ceguera, la sordera, o al no haber renacido aún), el contacto con el mundo sensorial no puede ocurrir. Salāyatana proporciona la infraestructura para que el contacto tenga lugar.
* Seis Tipos de Contacto: Dado que hay seis esferas de los sentidos, el Buda distingue seis tipos de contacto:
* Contacto visual (cakkhu-samphassa)
* Contacto auditivo (sota-samphassa)
* Contacto olfativo (ghana-samphassa)
* Contacto gustativo (jivhā-samphassa)
* Contacto táctil (kāya-samphassa)
* Contacto mental (mano-samphassa)
3. El Contacto como Condición para la Sensación (Vedanā)
El nexo del contacto es vital porque es la condición inmediata para el surgimiento de la sensación (Vedanā), el nexo siguiente.
> "Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Una vez que hay contacto, la experiencia se cualifica como placentera, dolorosa o neutra. Es decir, el contacto es el "disparador" de la sensación. No puedes sentir placer o dolor a menos que primero haya habido un contacto sensorial. Por ejemplo, solo cuando el ojo contacta con una forma, y la conciencia visual surge, entonces puede experimentarse una sensación placentera o desagradable al ver esa forma. Este es el punto crucial donde la experiencia se tiñe con una cualidad afectiva.
4. El Contacto y su Vínculo con el Karma y la Reencarnación
El papel de Phassa en el ciclo de karma y reencarnación es indirecto pero absolutamente fundamental:
* Puerta de Entrada para la Creación de Karma: Aunque Phassa en sí mismo es neutral (es solo el encuentro), al ser la condición para la sensación, se convierte en el punto crítico donde se desencadenan las reacciones kármicas. Si la sensación que surge del contacto no se maneja con sabiduría, lleva al anhelo (Taṇhā) y al apego (Upādāna), que son las fuerzas directas que generan nuevo karma y, por lo tanto, aseguran futuras reencarnaciones.
* El Vínculo entre el Mundo Interno y Externo: El contacto es la unión de lo que percibimos con la conciencia. Sin contacto, no hay experiencia del mundo, y sin experiencia, no hay oportunidad para el apego o la aversión, que son los motores del karma y el renacimiento.
* No hay Escape del Contacto en el Samsara: Mientras haya renacimiento en el samsara, inevitablemente habrá Salāyatana, y por lo tanto, habrá contacto. La existencia condicionada está intrínsecamente ligada a la interacción sensorial. La diferencia crucial reside en cómo uno responde a este contacto. Un ser liberado experimenta el contacto, pero no se aferra ni reacciona con voliciones kármicas, lo que interrumpe la cadena.
* Base para la Evolución de la Conciencia: Cada momento de contacto es una oportunidad para que la conciencia "aprenda" y "experimente". Las impresiones dejadas por estos contactos, y las voliciones generadas en respuesta a ellos, se almacenan como semillas kármicas en la corriente de la conciencia, madurando en futuros renacimientos y moldeando las Salāyatana y los contactos de esa nueva vida.
5. Simbolismo del Contacto en la Rueda del Samsara
El nexo de contacto (Phassa) se simboliza a menudo en la Rueda del Samsara con un hombre y una mujer abrazándose o un ojo penetrando en algo.
* El Abrazo: Este simbolismo representa la unión íntima e inseparable de los tres elementos (órgano sensorial, objeto sensorial, conciencia sensorial) que constituyen el contacto. No es una mera proximidad, sino una conjunción activa y generadora de experiencia.
* El Ojo Penetrando: Un ojo que penetra en algo (por ejemplo, en una flecha) simboliza la naturaleza "impactante" o "penetrante" del contacto. La conciencia no es pasiva, sino que "contacta" activamente con el objeto, y esto tiene consecuencias directas (la sensación).
Conclusión
El contacto (Phassa) es el sexto nexo de la Originación Dependiente y un punto de transición crítico en el ciclo del samsara. Es el momento en que las seis esferas de los sentidos se activan al encontrarse con sus objetos correspondientes, dando lugar a la conciencia sensorial. Aunque en sí mismo el contacto es neutro, al ser la condición inmediata para la sensación (Vedanā), se convierte en el "umbral" donde se desencadenan las reacciones kármicas de deseo, aversión e ignorancia. Sin una comprensión profunda y una gestión consciente del contacto, la cadena se perpetúa, asegurando que el ser continúe acumulando karma que lo atará a futuras reencarnaciones en el ciclo del sufrimiento. Dominar este nexo es fundamental para romper los lazos del apego y avanzar hacia la liberación.
Hasta aquí concepto de nexo de originación dependiente del contacto.
Análisis Simbólico del Nexo del Contacto (Phassa)
La imagen tradicional del nexo del contacto (Phassa) en la Rueda del Samsara, a menudo representada por un ojo siendo atravesado por una flecha, es rica en simbolismo y transmite poderosamente la naturaleza y la implicación de este nexo en el ciclo del sufrimiento y la reencarnación.
1. El Ojo: La Facultad Sensorial (Indriya).
El ojo en el centro de la imagen simboliza una de las seis facultades sensoriales (indriya), particularmente la vista, que se utiliza como representante de todos los sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto y mente).
* Punto de Percepción: El ojo es la "puerta" a través de la cual el mundo externo (formas visibles) entra en contacto con la conciencia. Representa la capacidad de percibir.
* Vulnerabilidad: Al ser el órgano que experimenta el "impacto" de la flecha, el ojo también simboliza la vulnerabilidad de las facultades sensoriales a las impresiones del mundo.
2. La Flecha: El Objeto Sensorial (Ārammaṇa)
La flecha que se dirige y atraviesa el ojo simboliza el objeto sensorial (ārammaṇa) que entra en el campo de la percepción del sentido.
* Impacto y Directividad: La naturaleza penetrante de la flecha sugiere el impacto directo y a menudo inmediato que los objetos sensoriales tienen sobre nuestras facultades. No es una mera presencia, sino una interacción activa y contundente.
* Naturaleza Inesperada o Inevitable: Las flechas pueden aparecer rápidamente, a menudo sin aviso, lo que puede aludir a la naturaleza a menudo incontrolable e inevitable de cómo los objetos sensoriales se nos presentan en la vida.
* El Objeto como "Causa": La flecha es lo que "dispara" o "activa" la facultad del ojo, haciendo que el contacto ocurra.
3. El Momento del Impacto/Atravesamiento: El Acto del Contacto (Phassa) y la Conciencia Sensorial (Viññāṇa)
El acto de la flecha atravesando el ojo es la representación visual del contacto (Phassa). Implícitamente, este momento también conlleva el surgimiento de la conciencia sensorial (Viññāṇa).
* Conjunción Triple: La imagen captura la esencia de la conjunción de los tres elementos clave del contacto: el órgano sensorial (ojo), el objeto sensorial (flecha) y la conciencia sensorial (la conciencia que surge al impactar la flecha en el ojo).
* Inmediatez de la Percepción: El acto de atravesar es instantáneo, reflejando la inmediatez con la que el contacto ocurre en nuestra experiencia.
* El Umbral de la Experiencia: Este es el punto exacto donde la experiencia del mundo "entra" en el ser. Antes de este punto, hay facultades y objetos, pero no hay interacción consciente.
4. La Relevancia para el Karma y la Reencarnación
El simbolismo de este nexo es fundamental para entender cómo el sufrimiento y el ciclo de reencarnación se perpetúan:
* Desencadenante de la Sensación: El "impacto" de la flecha no es solo el contacto, sino el preludio directo de la sensación (Vedanā), el siguiente nexo. Es el contacto lo que determina si la experiencia es placentera, dolorosa o neutra. La naturaleza de esta sensación, a su vez, influye en el anhelo y el apego, que son los motores directos del karma y el renacimiento.
* Vulnerabilidad al Sufrimiento: La imagen de un ojo siendo atravesado evoca una sensación de dolor o violencia. Simboliza que, aunque el contacto es un proceso natural, cuando no se comprende su naturaleza, se convierte en el origen de heridas, sufrimiento y apego. Es a través de este "golpe" sensorial que surgen las experiencias que, sin sabiduría, nos encadenan.
* La Necesidad de la Atención Plena: Implícitamente, la imagen puede servir como una advertencia. Así como uno no quiere que una flecha perfore su ojo, uno no debería permitir que el contacto sensorial ocurra sin atención plena. Si no hay vigilancia, el contacto lleva automáticamente a la sensación, al anhelo y al apego, perpetuando el karma.
Conclusión del Simbolismo: El Punto de Impacto de la Existencia
La imagen del ojo atravesado por una flecha es una poderosa metáfora visual del nexo del contacto (Phassa). Simboliza la conjunción directa e ineludible entre el perceptor (el sentido), lo percibido (el objeto) y la conciencia que surge. Este "impacto" del contacto es el umbral de toda experiencia, y si bien es un fenómeno natural, es también el punto crucial donde, sin la comprensión de la impermanencia y el no-yo, se desencadenan las sensaciones, el anhelo y el apego.
En la filosofía occidental podemos hablar de la alegoría de la caverna de Platón, donde la percepción del mundo fenoménico impedía el contemplar las cosas como son, y recién al salir al mundo de las ideas, tras la muerte, pueden verse las ideas, ya sin la sobre determinación de los estímulos sensoriales que son como un velo de maia.
Al ilustrar esta penetración directa, el simbolismo nos recuerda la vulnerabilidad del ser en el samsara y la urgencia de la vigilancia en las puertas sensoriales para evitar la acumulación de karma negativo y liberarse del ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí análisis símbolico del contacto.
El Contacto (Phassa) y su Vínculo con la Reencarnación: Aportes de los Sutras del Buda.
En la intrincada cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), el sexto nexo, el contacto (Phassa), emerge como un eslabón pivotal. Surge condicionado por las seis esferas de los sentidos (Salāyatana) y, a su vez, es la condición necesaria para el surgimiento de la sensación (Vedanā). Los sutras del Buda revelan que Phassa no es un mero encuentro pasivo, sino el punto exacto donde la experiencia se cualifica y, crucialmente, donde se activan las fuerzas kármicas que impulsan la continuidad de la existencia y la reencarnación. Las palabras del Buda proporcionan la base para entender cómo este "impacto" de la percepción es tanto un producto de nuestro pasado kármico como el terreno donde sembramos las semillas de nuestro futuro samsárico.
1. Phassa como la Conjunción de los Tres Elementos: La Definición Fundamental
El Buda establece de manera explícita y repetitiva la definición precisa de contacto, enfatizando su naturaleza como la conjunción de tres factores esenciales. Esta claridad es fundamental para desentrañar su papel en el proceso de la reencarnación.
> "Y ¿qué es el contacto? Con el ojo como base y las formas como objeto, surge la conciencia visual; la conjunción de los tres es contacto. Con el oído como base y los sonidos como objeto, surge la conciencia auditiva; la conjunción de los tres es contacto. Con la nariz como base y los olores como objeto, surge la conciencia olfativa; la conjunción de los tres es contacto. Con la lengua como base y los sabores como objeto, surge la conciencia gustativa; la conjunción de los tres es contacto. Con el cuerpo como base y los tangibles como objeto, surge la conciencia corporal; la conjunción de los tres es contacto. Con la mente como base y los fenómenos mentales como objeto, surge la conciencia mental; la conjunción de los tres es contacto. Esto se llama contacto."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta definición detallada en el Vibhanga Sutta subraya que el contacto (Phassa) no es un simple choque, sino un evento cognitivo que requiere la presencia y la interacción simultánea de la facultad sensorial (como el ojo), el objeto (como una forma) y la conciencia específica que surge de esa interacción (conciencia visual). En el contexto de la reencarnación, esto implica que cada nuevo ser, una vez que ha desarrollado sus seis esferas de los sentidos, está continuamente inmerso en innumerables momentos de contacto. Cada uno de estos momentos, si no se aborda con sabiduría, se convierte en una oportunidad para activar la cadena kármica que asegurará futuras reencarnaciones. La existencia misma en el samsara es una serie ininterrumpida de estos contactos, cada uno con el potencial de generar karma.
2. Phassa como Condición Indispensable para la Sensación (Vedanā)
El Buda establece una relación causal directa y necesaria entre el contacto y la sensación. Este es un nexo crítico, ya que la sensación es el punto donde la experiencia adquiere una cualidad afectiva (placer, dolor, neutralidad), lo cual es crucial para la generación de karma.
> "Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este aforismo conciso pero profundo en el Vibhanga Sutta revela la función pivotal de Phassa. No puede haber sensación sin contacto previo. El contacto es el "disparador" que permite que la experiencia adquiera una valencia afectiva. ¿Por qué es esto tan importante para la reencarnación? Porque es la sensación la que, si se percibe con ignorancia y se reacciona con avidez o aversión, da origen al anhelo (Taṇhā). Y el anhelo es la fuerza principal que genera nuevo karma y, en última instancia, nos ata a futuras existencias. Por lo tanto, el contacto es el punto en el que el ser, recién renacido con sus sentidos activos, empieza a experimentar el mundo de una manera que puede llevarle a acumular más karma y, con ello, a continuar en el ciclo de nacimientos y muertes.
3. La Naturaleza Condicionada e Impersonal del Contacto
Los sutras del Buda no solo explican cómo surge el contacto, sino que también enfatizan su naturaleza impermanente e impersonal, lo cual es fundamental para desmantelar la ilusión de un "yo" que experimenta.
> "Monjes, si los monjes no encuentran deleite en el contacto, no se aferran al contacto, no se instalan en el contacto, entonces no hay más acumulación de karma. No hay más continuidad. No hay más renacimiento."
> — Anguttara Nikaya 6.63 (Sārandada Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: Aquí, el Buda va más allá de la mera descripción del contacto y ofrece una instrucción liberadora. Si uno se aferra al contacto, es decir, si lo ve como algo "propio" o si busca deleite en las sensaciones que de él se derivan, entonces se genera karma. Este apego al contacto (y a las sensaciones que produce) es lo que impulsa la continuidad de la existencia (bhava) y, por ende, el renacimiento (jati). La enseñanza es clara: al no encontrar deleite ni aferramiento en el contacto, al reconocer su naturaleza impersonal e impermanente, se interrumpe la acumulación de nuevo karma. Esta es una clave directa para la cesación de la reencarnación. El Buda nos invita a observar el contacto no como una experiencia de un "yo" que percibe, sino como un proceso condicionado y transitorio.
4. La Vigilancia del Contacto como Práctica Liberadora
Los sutras proporcionan una guía explícita sobre cómo la atención y el control sobre el contacto sensorial son esenciales para la purificación del karma y la liberación del samsara.
> "Cuando el ojo contacta con una forma, el monje no está complacido ni disgustado. Permanece ecuánime, con atención plena y clara comprensión. Así el contacto no lo corrompe. Lo mismo con el oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente."
> — Majjhima Nikaya 137 (Salāyatana-vibhanga Sutta), El Buda (paráfrasis)
>
Comentario: En este sutra, el Buda ofrece una enseñanza práctica para trabajar con el nexo de Phassa. La clave no es evitar el contacto (lo cual es imposible en la existencia), sino evitar la reacción condicionada a él. Al no permitir que la mente se complazca o se disguste con lo que surge del contacto, se evita la activación de las aflicciones (como el deseo y la aversión) que son la raíz del karma. La práctica de la ecuanimidad y la atención plena en el momento del contacto es, por lo tanto, la vía directa para desmantelar el mecanismo del karma. Esta purificación del karma en la fuente misma (el contacto) es lo que eventualmente detendrá el impulso hacia futuras reencarnaciones, conduciendo al estado de la liberación. El contacto es el campo de batalla donde se gana o se pierde la libertad del samsara.
5. El Contacto como Lugar de Realización de las Cuatro Nobles Verdades
El Buda a menudo enfatizaba que los fenómenos de la Originación Dependiente, incluido el contacto, deben ser comprendidos y transformados dentro del marco de las Cuatro Nobles Verdades.
> "Es en esta brazada de cuerpo, con sus percepciones y su mente, donde declaro el mundo, el origen del mundo, la cesación del mundo y el camino que conduce a la cesación del mundo."
> — Anguttara Nikaya 4.45 (Rohitassa Sutta), El Buda
>
Comentario: Aunque esta cita se refiere al cuerpo en general, incluye implícitamente la operación de las seis esferas de los sentidos y el contacto. El Buda subraya que el sufrimiento (la primera Noble Verdad), su origen (el apego y el anhelo, que surgen del contacto y la sensación), su cesación (la erradicación de ese apego), y el camino hacia esa cesación (la práctica de la atención plena en el contacto), deben ser comprendidos y realizados dentro de nuestra propia experiencia sensorial. Es en los momentos de contacto donde el sufrimiento surge, donde se genera el karma que impulsa la reencarnación, y es también allí donde podemos aplicar la sabiduría y la atención plena para desvincularnos y lograr la liberación del ciclo samsárico. El contacto no es solo un mecanismo, sino el lugar de nuestra práctica y nuestra potencial iluminación.
Conclusión
Los sutras del Buda revelan que el contacto (Phassa) es un nexo indispensable y profundamente significativo en la cadena de la Originación Dependiente, con implicaciones directas para el karma y la reencarnación. El Buda no solo define el contacto como la conjunción de la facultad sensorial, el objeto y la conciencia, sino que también lo identifica como la condición necesaria para la sensación, que es el umbral para el anhelo y la acumulación de karma.
A través de sus enseñanzas, el Buda subraya la naturaleza impermanente e impersonal del contacto y, crucialmente, proporciona un camino práctico: la vigilancia y el control de los sentidos en el momento del contacto. Al no complacernos ni disgustarnos con las impresiones sensoriales, al practicar la ecuanimidad y la atención plena, podemos interrumpir la reacción automática que genera karma negativo. Esta purificación en el punto mismo del contacto es la clave para desmantelar el impulso hacia futuras reencarnaciones, permitiendo que la mente se libere de las ataduras del samsara y realice la cesación del sufrimiento. Los sutras nos dirigen a la experiencia directa del contacto como el campo de nuestra liberación.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre este nexo del contacto,
La Sensación (Vedanā): El Séptimo Nexo de la Originación Dependiente.
El séptimo nexo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es la sensación (Vedanā). Este nexo surge directamente del contacto (Phassa) y es la condición indispensable para el surgimiento del anhelo (Taṇhā). Es el aspecto afectivo de la experiencia, la reacción inmediata y automática de la mente a las impresiones sensoriales. Vedanā, por lo tanto, no es simplemente una percepción, sino el tono emocional que tiñe cada experiencia y que se convierte en el punto de inflexión que nos ata al karma y la reencarnación.
1. ¿Qué es la Sensación (Vedanā)?.
El Buda define la sensación de forma muy precisa, dividiéndola en tres categorías principales.
"Y ¿qué es la sensación? Hay seis clases de sensación: la sensación que surge del contacto con el ojo, la sensación que surge del contacto con el oído, la sensación que surge del contacto con la nariz, la sensación que surge del contacto con la lengua, la sensación que surge del contacto con el cuerpo, y la sensación que surge del contacto con la mente. En cada caso, la sensación puede ser placentera (sukha), dolorosa (dukkha), o neutra (adukkhamasukha)."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta definición concisa es fundamental. Vedanā no se refiere a la emoción compleja y prolongada (como la tristeza o la alegría), sino a la experiencia básica y cruda del placer, el dolor o la neutralidad que surge inmediatamente después del contacto sensorial. Cada vez que el ojo ve una forma, el oído oye un sonido, o la mente piensa en una idea, una de estas tres sensaciones surge inevitablemente. En el contexto de la reencarnación, estas sensaciones son el terreno fértil donde la ignorancia (el primer nexo) se manifiesta como anhelo y aversión, los verdaderos motores del karma.
2. La Dependencia de Vedanā del Contacto (Phassa)
El Buda establece una conexión causal directa entre el contacto y la sensación.
"Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Este aforismo subraya que la sensación no puede surgir por sí sola. Es el contacto sensorial lo que la activa. No puede haber una sensación agradable si no ha habido un contacto previo con un objeto considerado agradable (por ejemplo, ver una hermosa flor). Esto posiciona a Vedanā como el resultado directo del nexo anterior y como la primera experiencia subjetiva cualificada. Al ser el resultado de un proceso condicionado, la sensación también es impermanente, una verdad que la práctica budista busca revelar.
3. El Papel de Vedanā en el Karma y la Reencarnación
Vedanā es el punto de inflexión crucial en la cadena de la Originación Dependiente que nos ata al ciclo de la reencarnación.
* El Puente hacia el Anhelo: La sensación es la condición inmediata para el surgimiento del anhelo (Taṇhā), el siguiente nexo. Cuando experimentamos una sensación placentera, deseamos que continúe; cuando experimentamos una sensación dolorosa, deseamos que termine. Esta reacción automática es la fuerza que impulsa el anhelo.
* La Fuente de la Volición y el Karma: El anhelo, a su vez, conduce al apego y a la "volición" (Cetanā), que es la intención kármica detrás de nuestras acciones. Por lo tanto, Vedanā es la chispa inicial que, si se maneja con ignorancia, enciende el fuego del anhelo que nos impulsa a realizar acciones kármicas. Es a través de estas acciones que acumulamos el karma que determinará la naturaleza de nuestras futuras reencarnaciones.
* La Importancia de la Atención Plena:
El Buda enseñó que la liberación del samsara no se logra evitando el contacto o la sensación, sino cambiando nuestra respuesta a ellos. En lugar de reaccionar con anhelo o aversión, la práctica de la atención plena (satipaṭṭhāna) en las sensaciones nos permite simplemente observarlas como fenómenos impermanentes. Al hacerlo, se rompe la conexión automática entre la sensación y el anhelo.
4. Simbolismo de Vedanā en la Rueda del Samsara
El nexo de la sensación (Vedanā) se simboliza en la Rueda del Samsara típicamente con la imagen de un hombre con una flecha en el ojo.
* La Flecha: Como vimos en el nexo del contacto, la flecha simboliza el impacto del objeto sensorial.
* El Hombre con la Flecha en el Ojo: Sin embargo, en el nexo de Vedanā, esta imagen se interpreta con un énfasis diferente. El hombre que siente el dolor de la flecha en el ojo representa la experiencia de la sensación dolorosa (dukkha vedanā). Esta imagen impactante simboliza que las sensaciones pueden ser dolorosas y que la mente a menudo se identifica y reacciona de manera negativa a estas experiencias.
* Otras interpretaciones: En algunas representaciones, el símbolo de Vedanā puede ser una pareja abrazándose, para simbolizar las sensaciones placenteras, o un hombre y una mujer compartiendo una bebida. El punto central es la experiencia subjetiva del placer o el dolor que surge de un contacto.
El séptimo nexo, la sensación (Vedanā), es un eslabón vital en la cadena de la Originación Dependiente. Es la cualificación afectiva de la experiencia que surge directamente del contacto sensorial. Aunque es un fenómeno natural y inevitable en la existencia, Vedanā es también el punto de inflexión donde se pueden generar las causas del sufrimiento. Sin una respuesta consciente, el anhelo y la aversión se apoderan de nosotros, nos impulsan a la acción kármica y nos atan al ciclo de la reencarnación. El Buda, sin embargo, nos ofrece un camino: a través de la atención plena, podemos observar las sensaciones como fenómenos impermanentes y, al hacerlo, interrumpir el proceso automático de aferramiento, rompiendo así la cadena que nos encadena al samsara.
Hasta aquí el concepto de el nexo de la sensación.
Análisis Simbólico del Nexo de la Sensación (Vedanā).
La imagen tradicional del nexo de la sensación (Vedanā) en la Rueda del Samsara, a menudo representada por un hombre siendo atravesado por una flecha en el ojo, es rica en simbolismo y transmite poderosamente la naturaleza y la implicación de este nexo en el ciclo del sufrimiento y la reencarnación.
1. El Hombre: El Perceptor o "Yo"
El hombre en la imagen simboliza al ser individual, al perceptor, el "yo" ilusorio que se experimenta a sí mismo como separado y sustancial. Esta figura representa la mente y el cuerpo que experimentan el mundo.
* La Vulnerabilidad del Ser: El hombre está en una posición vulnerable, siendo el recipiente del impacto de la flecha. Simboliza que, en el samsara, el ser está intrínsecamente expuesto a las impresiones sensoriales que pueden ser dolorosas.
* El Foco en la Experiencia Subjetiva: A diferencia del nexo del contacto (donde el enfoque podría estar en la interacción), aquí el foco está en el hombre que experimenta la flecha. La imagen se centra en el dolor, la sensación subjetiva que surge del impacto.
2. La Flecha: El Impacto de la Experiencia y el Dolor
La flecha que atraviesa el ojo es un símbolo extremadamente vívido y potente. A diferencia de la representación del nexo del contacto, aquí el énfasis no está solo en el "choque", sino en el resultado doloroso.
* La Sensación Dolorosa (Dukkha Vedanā): La flecha clavada en el ojo es la representación más directa del sufrimiento físico y mental. Es una metáfora de la experiencia dolorosa, de lo indeseable, del impacto que nos causa dolor o aflicción.
* La Experiencia como una Herida: La flecha no solo "golpea", sino que "atraviesa", lo que significa que la experiencia sensorial puede ser como una herida que nos afecta profundamente. Esta herida es el sufrimiento.
* La Naturaleza Inevitable del Dolor en el Samsara: Así como un arquero dispara una flecha, la vida en el samsara dispara continuamente experiencias dolorosas hacia nosotros. El símbolo de la flecha nos recuerda que el sufrimiento es una parte ineludible de la existencia condicionada.
3. El Ojo: El Portal Sensorial y el Objeto de la Herida
El ojo vuelve a ser central en esta imagen, pero su papel es diferente al del nexo del contacto.
* El Portal Abierto al Sufrimiento: El ojo es el portal a través del cual la percepción entra. Al ser el objeto de la herida, el ojo simboliza cómo nuestras facultades sensoriales son las "puertas" a través de las cuales el sufrimiento del mundo puede entrar y causarnos dolor.
* El Enfoque en el Sentido de la Vista: Al igual que en el nexo anterior, el ojo se utiliza como representante de todos los sentidos. El dolor de una flecha en el ojo simboliza el dolor que puede surgir de cualquier contacto sensorial (sonidos, olores, sabores, etc.).
4. Alternativas Simbólicas: Placer y Neutralidad
Aunque la flecha en el ojo es el símbolo más común y potente, otras representaciones se utilizan para ilustrar las otras dos clases de sensación:
* La Pareja Abrazándose (Placer): Esta imagen simboliza la sensación placentera (sukha vedanā). El abrazo representa la experiencia de cercanía, afecto y placer físico o emocional que surge del contacto sensorial. Sin embargo, en el contexto del samsara, esta imagen es una advertencia: el placer, al igual que el dolor, es impermanente y el apego a él es la causa del anhelo y el sufrimiento.
* Un Hombre Compartiendo una Bebida (Neutralidad o Placer): A veces, esta imagen se utiliza para la sensación neutral o placentera. Beber juntos puede simbolizar una experiencia socialmente aceptable o simplemente agradable, pero que también es fugaz.
5. La Relevancia para el Karma y la Reencarnación
El simbolismo de la sensación es crucial para entender cómo el sufrimiento y el ciclo de reencarnación se perpetúan:
* El Desencadenante del Anhelo: La sensación, ya sea placentera (el abrazo) o dolorosa (la flecha), es el catalizador que activa el siguiente nexo, el anhelo (Taṇhā). Si la sensación es placentera, surge el anhelo de que continúe. Si es dolorosa, surge el anhelo de que termine.
* La Causa del Karma Negativo: El símbolo de la flecha en el ojo es un poderoso recordatorio de que las sensaciones dolorosas a menudo conducen a la aversión y la rabia, que son las fuerzas que impulsan el karma negativo. Sin la atención plena, la reacción a una sensación dolorosa se convierte en la causa de futuras acciones perjudiciales, perpetuando el ciclo de la reencarnación.
* El Punto de Intervención: Implícitamente, el simbolismo de la flecha también nos llama a la acción. Así como no queremos que una flecha perfore nuestro ojo, no deberíamos permitir que las sensaciones (placenteras o dolorosas) nos atraviesen sin ser observadas con atención plena. Es en este punto, al observar las sensaciones como impermanentes y no "nuestras", que se puede romper la cadena que conduce al anhelo y al apego.
Simbolismo: El Punto de Partida del Anhelo.
El objetivo es llegar a la ecuanimidad, la imparcialidad, que es el antídoto de el deseo , rechazo e ignorancia que son la causa del sufrimiento.
La imagen de un hombre con una flecha en el ojo es una poderosa metáfora visual del nexo de la sensación (Vedanā). Simboliza la experiencia subjetiva del dolor que surge del contacto sensorial. Las representaciones de placer y neutralidad complementan esta imagen, ilustrando que toda sensación es impermanente y, si no se aborda con sabiduría, se convierte en el cimiento del anhelo. El simbolismo nos enseña que la sensación es el punto de inflexión en la cadena de la Originación Dependiente, donde el perceptor (el hombre) se encuentra con el mundo (la flecha) y, si reacciona con ignorancia, genera el karma que le encadenará al ciclo de la reencarnación. Es en este nexo donde reside la clave para la liberación, al aprender a ver las sensaciones como lo que realmente son: fenómenos fugaces y vacíos de un "yo" que los posee.
Análisis símbolico de el nexo de la sensación.
La Sensación (Vedanā): Aportes de los Sutras del Buda sobre su Relación con la Reencarnación.
El séptimo nexo de la Originación Dependiente, la sensación (Vedanā), es el puente entre el mundo sensorial y la reacción de la mente. Los sutras del Buda nos ofrecen una visión clara de su naturaleza, su posición en la cadena causal y el método para trascenderlo. En las enseñanzas originales, Vedanā no es visto como un problema en sí mismo, sino como un fenómeno natural que, sin la guía de la sabiduría, conduce inevitablemente al anhelo y, por ende, a la perpetuación del ciclo de la reencarnación.
1. La Definición Canónica del Buda: El Surgimiento Condicionado de la Sensación.
El Buda, en los sutras, define la sensación (Vedanā) con una claridad metódica, estableciendo su dependencia directa del contacto (Phassa) y su división en tres categorías.
> "Y ¿qué es la sensación? Hay seis clases de sensación: la sensación que surge del contacto con el ojo, la sensación que surge del contacto con el oído, la sensación que surge del contacto con la nariz, la sensación que surge del contacto con la lengua, la sensación que surge del contacto con el cuerpo, y la sensación que surge del contacto con la mente. En cada caso, la sensación puede ser placentera (sukha), dolorosa (dukkha), o neutra (adukkhamasukha)."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta definición es fundamental. El Buda no habla de emociones complejas, sino de la cualidad afectiva básica de la experiencia: placentera, dolorosa o neutra. Al enumerar las seis clases de sensación basadas en los seis sentidos, subraya que Vedanā es un fenómeno que surge en cada momento de interacción con el mundo. La reencarnación, por lo tanto, es el ciclo de nacimiento, vejez, enfermedad y muerte, donde un ser está perpetuamente expuesto a esta gama de sensaciones, y su reacción a ellas determinará el curso de su existencia.
2. La Conexión Causal con el Anhelo: El Motor de la Reencarnación.
El aporte más crítico de los sutras sobre Vedanā es su posición como la condición directa e inevitable para el surgimiento del anhelo (Taṇhā), el verdadero motor de la reencarnación.
"Con el contacto [Phassa] como condición, surge la sensación [Vedanā]. Con la sensación [Vedanā] como condición, surge el anhelo [Taṇhā]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta fórmula es la clave del problema. La sensación placentera (sukha vedanā) provoca el anhelo de que continúe, mientras que la sensación dolorosa (dukkha vedanā) provoca el anhelo de que cese. Este anhelo es la fuerza impulsora detrás de la volición kármica (Cetanā) que, según el Buda, lleva al "devenir" (Bhava) y al "nacimiento" (Jāti). Por lo tanto, el sutra nos enseña que las sensaciones en sí mismas no son el problema, sino la reacción automática y habitual que les sigue. Es este anhelo el que genera el karma que nos encadena a renacimientos futuros. La reencarnación es, en esencia, un ciclo de anhelo y persecución de las sensaciones placenteras y evasión de las dolorosas.
3. El Antídoto del Buda: La Contemplación de las Sensaciones.
Los sutras no solo diagnostican el problema, sino que también ofrecen la cura. El Buda propone la práctica de la atención plena (sati) en las sensaciones como el método directo para romper la cadena causal.
"Y ¿qué es la contemplación de las sensaciones? Aquí, un monje, cuando experimenta una sensación placentera, entiende: 'Experimento una sensación placentera'. Cuando experimenta una sensación dolorosa, entiende: 'Experimento una sensación dolorosa'. Cuando experimenta una sensación neutra, entiende: 'Experimento una sensación neutra'... Al contemplar el surgimiento y la disolución de las sensaciones, él permanece desapegado y no se aferra a nada en el mundo."
— Digha Nikaya 22 (Mahasatipatthana Sutta), El Buda
Comentario: Este pasaje del Sutra de los Cuatro Fundamentos de la Atención Plena es la instrucción de práctica más explícita sobre Vedanā. El Buda no nos dice que suprimamos las sensaciones, sino que las observemos con ecuanimidad y sin juicio. Al ver que todas las sensaciones surgen y se disuelven (su naturaleza impermanente), la mente no encuentra un objeto sólido al que aferrarse. Esta observación consciente interrumpe el flujo automático de la sensación al anhelo. Al romper este vínculo, se detiene la creación de nuevo karma y se debilita el motor que impulsa la reencarnación.
4. La Sensación como Objeto de Sabiduría.
Los sutras elevan la comprensión de la sensación de un simple fenómeno a un objeto de sabiduría que, cuando se entiende correctamente, conduce a la liberación.
Un monje que, con sabiduría, comprende que la sensación es impermanente y sin sustancia, no se aferra a ella. Al no aferrarse, el anhelo desaparece. Con la desaparición del anhelo, la mente se libera. Con la liberación de la mente, ya no hay nacimiento, ni vejez, ni muerte."
— Samyutta Nikaya 36.6 (Sakkāya Sutta), El Buda (paráfrasis).
Comentario: Este sutra resume el camino. La sabiduría (pañña) de la impermanencia y el no-yo es lo que permite que la mente deje de aferrarse a las sensaciones. Si la mente ya no busca replicar los placeres ni evitar los dolores, la fuerza que genera karma se detiene. Esto tiene un impacto directo y definitivo en el ciclo de la reencarnación. La liberación se logra al desengancharse de la rueda causal en el punto crucial de la sensación, demostrando que el Buda no solo ofreció un diagnóstico del samsara, sino también el camino práctico para su cese.
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y práctica del nexo de la sensación (Vedanā). En primer lugar, lo definen como la consecuencia directa e inevitable del contacto sensorial. En segundo lugar, lo señalan como el punto de origen del anhelo, el verdadero motor de la reencarnación. Sin embargo, el aporte más significativo es la instrucción explícita de practicar la atención plena en las sensaciones. El Buda nos enseña que al observar su naturaleza impermanente y vacía, se corta el vínculo que las une al anhelo, deteniendo así la creación de nuevo karma y, por ende, el ciclo de nacimientos y muertes. De esta manera, los sutras nos muestran que la sensación, que puede ser un punto de partida para el sufrimiento, es también la puerta de entrada a la sabiduría y la liberación.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre el nexo de sensación.
El Anhelo (Taṇhā): El Concepto de la Sed en la Originación Dependiente.
El octavo nexo de la Originación Dependiente es el anhelo, deseo o sed (Taṇhā). Este es un punto crítico en la cadena, ya que representa la energía que impulsa el ciclo del sufrimiento, tal como se explica en la Segunda Noble Verdad del Buda. El anhelo surge directamente de las sensaciones (Vedanā) y se convierte en la causa inmediata del apego (Upādāna). La relación es directa e ineludible: sin anhelo, no hay apego; sin apego, la cadena se rompe. Los grandes maestros budistas han analizado este nexo desde diversas perspectivas, ofreciendo una comprensión profunda de su naturaleza y los métodos para trascenderlo.
1. Buddhaghosa: El Anhelo como un Proceso Técnico y sus Tres Manifestaciones
Buddhaghosa, en su obra maestra Visuddhimagga, proporciona un análisis exhaustivo del anhelo desde la perspectiva del Abhidhamma, la psicología budista. Para él, el anhelo no es una fuerza abstracta, sino un factor mental que surge de manera precisa y sistemática. Él detalla cómo las sensaciones del nexo anterior —agradables, desagradables y neutras— actúan como su base.
* De la Sensación al Anhelo: Buddhaghosa explica que una sensación agradable genera un anhelo por que esa sensación continúe. Una sensación desagradable genera un anhelo por que esa sensación termine. Una sensación neutra, a menudo, genera un anhelo por que la sensación se aclare o cambie. Este proceso, que ocurre de manera imperceptible en la mente no entrenada, es el mecanismo por el cual el anhelo surge de la experiencia.
* Los Tres Tipos de Anhelo: Buddhaghosa detalla las tres formas en que el anhelo se manifiesta, que son las mismas que el Buda enseñó. Estas tres formas son el motor principal de la reencarnación y las causas de nuestro sufrimiento.
* Anhelo de Placer Sensorial (Kāma-taṇhā): Es el deseo de experimentar placer a través de los cinco sentidos. Es el anhelo de ver vistas hermosas, escuchar sonidos agradables, oler aromas dulces, saborear comidas deliciosas y sentir sensaciones táctiles placenteras. Este anhelo es la causa de la reencarnación en los reinos del deseo.
* Anhelo de Existencia (Bhava-taṇhā): Este es un anhelo más profundo. Es el deseo de continuar existiendo, de ser alguien, de tener una identidad o un estatus. Es el deseo de renacer, de permanecer en la existencia. Este anhelo es la base del apego a la creencia en un "yo" y es una fuerza poderosa que nos mantiene atados a los reinos superiores del ser.
* Anhelo de No-Existencia (Vibhava-taṇhā): Este tipo de anhelo es la contraparte de los anteriores. Es el deseo de dejar de existir, de la aniquilación. Es la aversión a la existencia, al dolor o al sufrimiento. La creencia de que la muerte es el fin de todo, o el deseo de que el dolor simplemente desaparezca, es una manifestación de este anhelo. Este es un tipo de anhelo que, paradójicamente, también crea el karma para un futuro renacimiento.
Comentario: La contribución de Buddhaghosa es un mapa detallado del funcionamiento del anhelo. Nos muestra que el anhelo no es un concepto monolítico, sino una serie de factores mentales interconectados que, cuando se activan, nos impulsan a la acción. Su análisis nos permite diagnosticar con precisión la naturaleza del anhelo en nuestras propias mentes.
2. Nagarjuna: La Deconstrucción del Anhelo a través de la Vacuidad
Nagarjuna, en su obra fundamental Mūlamadhyamakakārikā, aborda el anhelo desde la perspectiva de la vacuidad. Para él, el anhelo es un concepto que, como todos los fenómenos, carece de una existencia inherente. Su método no es el de la psicología, sino el de la lógica filosófica que deconstruye la realidad para revelar su verdadera naturaleza.
* El Anhelo como una Interdependencia: Nagarjuna argumenta que el anhelo no puede surgir por sí mismo. Depende de la sensación, que a su vez depende del contacto, y así sucesivamente. Esta interdependencia significa que el anhelo no tiene una naturaleza propia. Es una mera convención, un eslabón en una cadena de causas y efectos.
* La Lógica de la Vacuidad: Desde el punto de vista de Nagarjuna, el "anhelador", el "anhelo" y el "objeto de anhelo" son todos interdependientes y vacíos. Si el anhelo existiera de manera inherente, no podría surgir de una causa (la sensación) ni podría ser una causa para un efecto (el apego). Pero como el anhelo depende de una causa y tiene un efecto, demuestra que no es inherente. Es una ilusión que la mente, impulsada por la ignorancia, trata como si fuera real.
> "El anhelo no puede existir sin la sensación. Pero si todos estos factores carecen de naturaleza propia, ¿cómo puede haber anhelo? El anhelo es vacío."
> — Nagarjuna, Mūlamadhyamakakārikā, Capítulo XVI (paráfrasis).
>
Comentario: La enseñanza de Nagarjuna es el antídoto filosófico final. No nos dice cómo evitar el anhelo en el nivel de nuestra experiencia, sino que nos da la sabiduría para ver que el anhelo mismo es una ilusión. Esta sabiduría de la vacuidad es la que, en última instancia, desarraiga el anhelo desde su origen.
3. Gampopa: El Anhelo como un Fenómeno Meditativo y la Observación del Vínculo
Gampopa, en El Adorno de la Liberación Preciosa, nos ofrece un enfoque práctico y centrado en la meditación. Para él, el anhelo no es un concepto abstracto, sino un fenómeno que el meditador puede observar en su propia mente y, al hacerlo, debilitar su poder.
* La Observación Directa del Anhelo: Gampopa enseña que el anhelo se manifiesta como una emoción o una tendencia de la mente. El meditador, en lugar de dejarse arrastrar por el anhelo o de intentar suprimirlo, simplemente lo observa con atención plena. Se observa cómo el anhelo surge, cuánto dura y cómo se disuelve, sin juzgarlo. Esta observación desapasionada revela que el anhelo es impermanente y carece de la solidez que la mente le proyecta.
* La Relación con la Mente: El enfoque de Gampopa es el de la meditación Mahamudra, que se centra en descansar la mente en su propia naturaleza. Desde esta perspectiva, el anhelo es solo una manifestación temporal de la mente. Cuando la mente se reconoce a sí misma, el anhelo, al igual que cualquier otro pensamiento o emoción, no tiene un lugar donde aferrarse y simplemente se disuelve.
Comentario: La contribución de Gampopa es la de un maestro de meditación que nos da las herramientas para trabajar con el anhelo en el nivel de nuestra experiencia. Él nos enseña que el camino no es una lucha contra el anhelo, sino una práctica de reconocimiento y liberación.
4. Lama Zopa Rimpoché: El Anhelo como el Motor de la Insatisfacción en la Vida Diaria
Lama Zopa Rimpoché, desde la tradición del lamrim (las etapas del camino), ofrece un enfoque compasivo y muy práctico del anhelo. Él lo presenta como el motor de todo el sufrimiento y la insatisfacción que experimentamos en nuestra vida diaria.
* El Anhelo como Raíz de la Infelicidad: Para Lama Zopa Rimpoché, el anhelo no es solo una causa abstracta de la reencarnación, sino la causa directa de nuestra infelicidad. El anhelo por los placeres materiales nos lleva a la frustración cuando no los obtenemos o a la tristeza cuando los perdemos. El anhelo por el "yo" nos lleva al miedo, la ansiedad y la ira.
* Los Antídotos Prácticos: Lama Zopa Rimpoché enfatiza la importancia de tres antídotos principales:
* Renuncia: Es la comprensión de que el samsara está en la naturaleza del sufrimiento y que el anhelo solo perpetúa ese ciclo. Esta reflexión genera un deseo profundo de liberarse del anhelo.
* Bodhichita: El desarrollo de la bodichita, la mente de la iluminación para el beneficio de todos los seres, es el antídoto final para el egoísmo que subyace al anhelo. Al cambiar el enfoque de "lo que yo quiero" a "lo que otros necesitan", la mente se libera del poder del anhelo.
* Sabiduría de la Vacuidad: La meditación en la vacuidad, según Lama Zopa Rimpoché, es el camino para cortar la raíz del anhelo al disolver la creencia en un "yo" que anhela y en los objetos de anhelo.
Comentario: El aporte de Lama Zopa Rimpoché es práctico y accesible. Nos muestra que el anhelo es un problema que podemos abordar en nuestra vida diaria a través de la reflexión, la compasión y la sabiduría, y que la liberación no es un concepto distante, sino una posibilidad que se logra paso a paso.
Conclusión
Los aportes de estos maestros sobre el nexo del anhelo (Taṇhā) son inmensamente ricos y complementarios. Buddhaghosa nos proporciona la anatomía del anhelo, mostrándonos sus tres formas y su surgimiento desde las sensaciones. Nagarjuna nos ofrece la sabiduría filosófica de la vacuidad para desmantelar la base conceptual del anhelo mismo. Gampopa nos guía en la práctica de la meditación para que podamos observar y liberar el anhelo en el nivel de nuestra propia experiencia. Y Lama Zopa Rimpoché nos da las herramientas prácticas y compasivas del lamrim para transformar el anhelo en el camino hacia la liberación.
En conjunto, estas enseñanzas nos muestran que el anhelo no es una fuerza externa incontrolable, sino un factor mental que, a través de la sabiduría y la práctica, puede ser entendido, debilitado y, en última instancia, trascendido, rompiendo así la cadena que nos ata al ciclo de la reencarnación y del sufrimiento.
Hasta aquí el concepto de el nexo de originación dependiente de la sed.
Análisis Simbólico del Nexo de la Sed (Taṇhā)
El nexo de la sed o anhelo (Taṇhā)
, El octavo eslabón de la Originación Dependiente, se representa en el simbolismo tradicional de la Rueda del Samsara con la imagen de una persona bebiendo una bebida embriagadora o insatisfactoria. Esta imagen, a primera vista, parece sencilla, pero encapsula la esencia misma del anhelo: una búsqueda insaciable de satisfacción que, paradójicamente, solo conduce a más sed. Analicemos los componentes de este poderoso símbolo.
1. El Vaso y la Persona: La Seducción de la Sensación
La persona en el símbolo representa la conciencia, el ser sintiente, que se ve atraído por los objetos de los sentidos. El vaso contiene la "bebida" que, en este contexto, simboliza las tres formas de anhelo:
* El Anhelo por los Placeres Sensuales: La bebida representa los placeres que experimentamos a través de los cinco sentidos. Parece prometedora y deliciosa, pero su satisfacción es tan efímera como el líquido en el vaso.
* El Anhelo por la Existencia y la No-Existencia: La bebida también simboliza nuestros deseos de ser o de no ser, que son los anhelos más profundos. La persona bebe porque quiere sentir algo (existencia) o dejar de sentir algo (no-existencia), buscando una solución permanente en una fuente temporal.
El simbolismo clave aquí es la seducción. La sensación (el nexo anterior) presenta algo como deseable (el vaso), y el anhelo es el primer movimiento de la mente para responder a esa seducción, extendiendo la mano hacia el vaso.
2. El Acto de Beber: El Ciclo Vicioso del Anhelo
El acto de beber es el corazón del símbolo y representa el nexo de Taṇhā. No es solo un deseo, sino el acto de consumirlo. Este acto revela la naturaleza de nuestra avidez:
* Insatisfacción Inherente: La bebida no sacia la sed. El bebedor puede tomar un trago, pero la sed regresa con más fuerza. Esto simboliza cómo satisfacer un deseo solo conduce a que surja uno nuevo, atrapándonos en un ciclo sin fin de búsqueda y decepción. La felicidad que se busca en los placeres es ilusoria, y la mente no entrenada no puede ver que la verdadera causa de su sed es el propio anhelo, no la falta de bebida.
* Intoxicación y Engaño: En algunas representaciones, la bebida es embriagadora. Esto simboliza cómo el anhelo nos intoxica, nublando nuestra conciencia. El apego a los placeres nos hace perder la claridad mental, impidiendo que veamos la impermanencia y la naturaleza insatisfactoria de todo.
3. La Relación con el Ciclo de la Reencarnación
El simbolismo de la sed es una poderosa alegoría de la reencarnación. La persona que bebe para saciar su sed es una metáfora del ser que se aferra a la existencia. Este "beber" continuo simboliza la forma en que los seres, movidos por el anhelo, se encadenan a un ciclo perpetuo de nacimiento, muerte y renacimiento.
* El anhelo es el combustible que alimenta el fuego de la existencia. Al extender la mano para beber, la persona está alimentando el fuego de sus deseos, que a su vez se convierte en la causa del apego (Upādāna), el siguiente nexo de la cadena.
La imagen de la persona bebiendo para saciar su sed es una representación profunda y directa del nexo del anhelo (Taṇhā). Nos revela que el origen del sufrimiento no es la falta de placeres, sino el deseo insaciable que nos impulsa a buscarlos. Este anhelo, que surge de nuestras sensaciones, nos intoxica y nos engaña, impidiéndonos ver que la verdadera paz y la liberación no se encuentran en el siguiente sorbo, sino en dejar de beber por completo. La cesación del anhelo es la cesación del sufrimiento y el fin del ciclo de la reencarnación.
Hasta aquí el análisis símbolico.
Este es un punto crítico en la cadena, ya que
El Anhelo (Taṇhā): El Concepto de la Sed en los Sutras.
El nexo del anhelo, sed o deseo (Taṇhā) es, según los sutras, el eslabón de la Originación Dependiente que sirve como el motor fundamental del sufrimiento y de la reencarnación. El Buda, en sus primeros discursos, estableció de manera clara y directa que la raíz del sufrimiento es el anhelo. A través de sus enseñanzas, el Buda no solo definió este nexo, sino que también proporcionó una anatomía detallada de sus manifestaciones y el camino para su total erradicación.
1. La Definición Canónica: El Anhelo como Raíz del Sufrimiento
En el Canon Pali, el Buda define el anhelo como la fuerza que convierte las sensaciones del mundo en el impulso para el renacimiento. Esta relación causal es el corazón de la enseñanza sobre la Originación Dependiente.
> "Con la sensación (Vedanā) como condición, surge el anhelo (Taṇhā). Con el anhelo (Taṇhā) como condición, surge el apego (Upādāna). Del anhelo depende el sufrimiento, y del anhelo surge la existencia."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta)
>
Esta fórmula es central y aparece en casi todos los sutras que tratan sobre la Originación Dependiente. El anhelo no es una simple inclinación, sino una fuerza mental potente y volitiva que surge como una reacción no iluminada a las sensaciones que experimentamos. La sensación puede ser agradable, desagradable o neutra, pero si no se aborda con sabiduría, el anhelo surgirá de ella. El anhelo, a su vez, genera el apego, que es una forma más intensa y solidificada del anhelo, y que nos lleva a la existencia.
El Buda también lo establece de manera explícita en las Cuatro Nobles Verdades, donde la Segunda Noble Verdad dice: "Esta, monjes, es la noble verdad del origen del sufrimiento: el anhelo que lleva a nuevos nacimientos, acompañado de deleite y pasión, buscando placer aquí y allá. A saber, el anhelo por los placeres de los sentidos, el anhelo por la existencia, el anhelo por la no-existencia."
Comentario: Los sutras nos muestran que la raíz del problema no es el sufrimiento en sí mismo, sino el anhelo que lo causa. Al identificar el anhelo como el origen, el Buda nos da una esperanza clara y un camino para la liberación. La clave es entender que si el anhelo es la causa, la cesación del anhelo es la cesación del sufrimiento.
2. Los Tres Tipos de Anhelo en los Sutras y sus Consecuencias
El Buda, para ofrecer una guía más precisa, desglosó el anhelo en tres tipos que cubren todas las formas en que la mente busca la satisfacción en la existencia. Estos tres tipos de anhelo son los que nos mantienen atados a los diferentes reinos de la reencarnación.
* Anhelo por los Placeres Sensoriales (Kāma-taṇhā): Este es el anhelo más común, que se refiere al deseo de placer a través de los cinco sentidos. El Buda lo describe como el "anhelo por la forma, el sonido, el olor, el sabor y la sensación táctil" que son placenteros. En los sutras, el Buda a menudo compara estos placeres con huesos sin carne o con una llama que quema al que se acerca demasiado, advirtiendo de su naturaleza insatisfactoria y peligrosa. Este anhelo es la causa principal de la reencarnación en los reinos inferiores del deseo.
* Anhelo por la Existencia (Bhava-taṇhā): Este es un anhelo más sutil y poderoso. Es el deseo de continuar existiendo, de ser. El Buda lo describe como "el anhelo por la existencia y el devenir". Es la fuerza que impulsa el apego a la creencia en un "yo" o un "alma" permanente, y el deseo de renacer una y otra vez. Este anhelo es la base de los renacimientos en los reinos superiores de la forma y la no-forma.
* Anhelo por la No-Existencia (Vibhava-taṇhā): Este anhelo es la contraparte del anterior y es también una causa de renacimiento. Es el deseo de la aniquilación, de que el "yo" no exista, de que el sufrimiento cese por completo con la muerte. El Buda lo describe como "el anhelo por el cese del devenir". Este anhelo, aunque parece una forma de liberación, es en realidad una forma de aversión que también genera karma y nos encadena al ciclo.
Comentario: Los sutras nos dan una guía precisa de las diferentes formas en que el anhelo se manifiesta. Nos muestran que la liberación no es simplemente deshacerse de los deseos superficiales, sino de ir a la raíz de nuestros anhelos más profundos: el deseo de ser y el deseo de no ser.
3. La Metáfora de la Liana y el Rio: El Anhelo y el Ciclo de la Reencarnación
El Buda, para ilustrar el poder del anhelo, utilizó metáforas vívidas que aparecen a lo largo de los sutras. La imagen más recurrente es la de un río de anhelo o de una liana que nos ata a la existencia.
> "Tal como una liana trepa y se extiende, así este anhelo crece. Cuando uno está atado por las corrientes del anhelo, el sufrimiento crece como la hierba baada después de la lluvia."
> — Dhammapada 334
>
Esta metáfora de la liana que crece y se enreda simboliza cómo el anhelo, si no se corta, se extiende y nos enreda más profundamente en el ciclo del sufrimiento. Otra metáfora poderosa es la del río de la existencia (bhava-srota), del cual el anhelo es la corriente. El ser es como un pez que es arrastrado por esta corriente, y solo a través de un esfuerzo consciente puede nadar contra ella y llegar a la orilla del Nibbāna. El anhelo es el río que nos arrastra una y otra vez a una nueva existencia.
Comentario: Estas metáforas de los sutras nos hacen entender que el anhelo no es una fuerza estática, sino una energía dinámica y envolvente que, si no se aborda con sabiduría, nos arrastrará en un ciclo sin fin de sufrimiento.
4. El Antídoto en los Sutras: El Noble Óctuple Sendero
El Buda no solo diagnosticó el problema del anhelo, sino que también nos dio la prescripción para su erradicación. Esta prescripción es el Noble Óctuple Sendero, el camino que conduce a la cesación del anhelo y, por lo tanto, a la cesación del sufrimiento y la reencarnación.
En sutras como el Dīgha Nikāya 22 (Mahāsatipaṭṭhāna Sutta), el Buda nos enseña que el camino para superar el anhelo comienza con la atención plena (Sati). Al observar las sensaciones que surgen sin apegarse a ellas ni rechazarlas, el practicante puede cortar la cadena en el nexo del anhelo. Si la mente simplemente observa una sensación agradable como "sólo una sensación agradable" sin que surja el anhelo por más, la cadena se rompe.
El Noble Óctuple Sendero nos da las herramientas para esta práctica:
* Sabiduría (Paññā): El entendimiento correcto y el pensamiento correcto nos permiten ver la impermanencia, el sufrimiento y la no-identidad de todas las cosas, lo que socava la creencia de que el anhelo puede traer una felicidad duradera.
* Conducta Moral (Sīla): El habla correcta, la acción correcta y el modo de vida correcto crean una base de paz que no alimenta el anhelo.
* Concentración (Samādhi): El esfuerzo correcto, la atención correcta y la concentración correcta nos dan la estabilidad mental para observar el anhelo sin dejarnos llevar por él.
Comentario: Los sutras nos dan una guía completa y práctica. Nos muestran que el anhelo no es un enemigo que deba ser aniquilado por la fuerza, sino un hábito mental que puede ser superado a través del desarrollo de la sabiduría y la atención plena.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y precisa del nexo del anhelo (Taṇhā). Al definirlo como la raíz de todo sufrimiento, desglosarlo en tres tipos y utilizar poderosas metáforas, el Buda nos enseña que el anhelo es el motor principal que nos ata al ciclo de la reencarnación. Sin embargo, los sutras también nos dan la solución: a través de la práctica del Noble Óctuple Sendero y la cultivación de la sabiduría y la atención plena, es posible cortar la liana del anhelo, apagar el fuego de la existencia y alcanzar la liberación total del sufrimiento.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre el nexo del anhelo
El Apego o Aferramiento (Upādāna): El Noveno Nexo de la Originación Dependiente.
El noveno nexo de la Originación Dependiente es el apego o aferramiento (Upādāna). Surge directamente del anhelo o deseo (Taṇhā) y sirve como la condición para el devenir o existencia (Bhava). La relación entre Taṇhā y Upādāna es fundamental: el anhelo es como el deseo de comer un fruto, mientras que el apego es el acto de extender la mano para tomarlo. El apego es el paso final en el que una tendencia mental se convierte en una acción concreta, solidificando así las causas para una nueva existencia.
1. La Naturaleza y los Cuatro Tipos de Apego según Buddhaghosa.
Buddhaghosa, en su obra maestra Visuddhimagga, proporciona un análisis exhaustivo del apego, distinguiéndolo claramente del anhelo. El anhelo es un factor mental que desea, mientras que el apego es el factor mental que se aferra, toma y sostiene. Él describe el apego como un combustible que aviva el fuego de la existencia, y lo clasifica en cuatro categorías principales que cubren todas las formas en que la mente se aferra a la existencia.
* Apego a los Placeres Sensuales (Kāmupādāna): Este es el apego a los objetos de los cinco sentidos. Es el deseo de disfrutar, una y otra vez, de las sensaciones placenteras (vista, sonido, olfato, gusto y tacto). El apego aquí va más allá de un simple gusto, es la convicción de que la felicidad se encuentra en la posesión y el disfrute de estos objetos.
* Apego a las Visiones Equivocadas (Diṭṭhupādāna): Se refiere al aferramiento a ideas y opiniones erróneas, especialmente aquellas que niegan la causalidad (karma y reencarnación), la existencia de los Tres Tesoros o la verdad de las Cuatro Nobles Verdades. Este apego se basa en la ignorancia y solidifica las barreras que impiden el progreso espiritual.
* Apego a Ritos y Rituales (Sīlabbatupādāna): Es el aferramiento a prácticas externas o rituales como fines en sí mismos, creyendo que por sí solas pueden conducir a la liberación sin la necesidad de la purificación de la mente. Este apego se manifiesta cuando se confunde el medio con el fin, creyendo que la forma es más importante que la intención.
* Apego a la Creencia en un 'Yo' (Attavādupādāna): Este es, según los maestros, el tipo más fundamental de apego. Es la convicción de que existe un "yo" o un "alma" permanente, independiente e inmutable dentro de los cinco agregados. Este aferramiento es la raíz de todo el sufrimiento, ya que genera un miedo existencial a la pérdida y la muerte que impulsa los otros tres tipos de apego.
La contribución de Buddhaghosa es un mapa de la mente. Nos muestra que el apego no es solo a objetos externos, sino también a nuestras propias ideas y creencias, siendo el aferramiento a un "yo" la fuerza más potente y perniciosa que nos ata al samsara.
2. Nagarjuna: La Deconstrucción Filosófica del Apego.
Nagarjuna, en su Mūlamadhyamakakārikā, aborda el apego desde la perspectiva de la vacuidad. Para él, el apego, al igual que todos los fenómenos, no tiene una existencia inherente. El acto de aferrarse requiere un "aferrador" y un "objeto de apego", pero como ambos son dependientemente originados, carecen de una naturaleza propia.
* El Apego como Interdependencia: Nagarjuna argumenta que el apego no puede surgir de manera independiente. Depende del objeto al que se aferra y de la mente que lo hace. Si el objeto de apego es un fenómeno interdependiente y vacío, ¿cómo puede el apego, que depende de él, ser algo inherentemente real?
* La Ilusión del Aferramiento: La deconstrucción de Nagarjuna nos lleva a ver que el apego es una proyección mental. La mente, impulsada por la ignorancia, se aferra a un "objeto" que percibe como real y a un "yo" que cree que está aferrando. Al disolver esta ilusión a través de la sabiduría de la vacuidad, el apego se disuelve por sí mismo.
"El apego no puede existir sin el anhelo. El anhelo no existe sin la sensación. Pero si todos estos factores carecen de naturaleza propia, ¿cómo puede haber apego? El apego es vacío."
— Nagarjuna, Mūlamadhyamakakārikā, Capítulo XVI (paráfrasis).
El aporte de Nagarjuna es el antídoto final para el apego. Nos enseña que la verdadera liberación no viene de simplemente soltar el apego, sino de comprender que la naturaleza del apego mismo es vacía. Esta comprensión filosófica disuelve la base misma de la acción de aferrarse.
3. Gampopa: El Apego como un Proceso Mental que el Practicante Debe Observar.
Gampopa, en El Adorno de la Liberación Preciosa, sitúa el apego en el contexto de la práctica meditativa. Para él, el apego no es solo una abstracción, sino un proceso mental que podemos observar en nuestra propia mente.
* El Apego como una Fijación Mental: Gampopa enseña que el apego se manifiesta en la mente como una fijación. La mente se "adhiere" a un pensamiento, a una emoción o a un recuerdo, tomando su contenido como real y sólido. Esta fijación es lo que diferencia el anhelo del apego; el primero es una inclinación, el segundo es una adherencia.
"Cuando el apego surge, observa su naturaleza, su origen y su disolución. No te aferres al apego mismo. El apego es una manifestación de la mente, pero la mente no es el apego. Si meditas en la naturaleza de la mente, el apego no tendrá donde morar."
Gampopa, El Adorno de la Liberación Preciosa (paráfrasis).
La contribución de Gampopa es práctica y orientada al meditador. Nos da las herramientas para trabajar directamente con el apego en el nivel de nuestra experiencia, sin la necesidad de una deconstrucción filosófica completa en ese momento. Simplemente observando su naturaleza efímera, el apego pierde su poder.
4. Lama Zopa Rimpoché: El Apego como un Obstáculo para el Desarrollo Espiritual
Lama Zopa Rimpoché, desde la perspectiva del Lamrim, considera el apego como un obstáculo fundamental para el desarrollo espiritual y una de las causas principales de la reencarnación.
* El Apego como la Causa de la Ira y el Miedo:
Para Lama Zopa Rimpoché, el apego es la raíz de la mayoría de nuestros problemas. Nos aferramos a los placeres y las posesiones, y cuando no los conseguimos o los perdemos, surge la ira y el sufrimiento. El apego a la existencia y a nuestro cuerpo es la raíz del miedo a la muerte y al renacimiento.
* Los Antídotos Prácticos: El maestro enfatiza que los antídotos para el apego son la renuncia (reconocer que el samsara está en la naturaleza del sufrimiento), el cultivo de la bodichita (cambiar el enfoque de nuestro propio bienestar a la liberación de todos los seres) y la meditación en la vacuidad. La renuncia nos ayuda a reconocer el dolor del apego, la bodichita nos hace querer liberarnos de él para ayudar a otros, y la sabiduría de la vacuidad nos permite ver que no hay un yo sólido al que aferrarse.
Lama Zopa Rimpoché nos ofrece una perspectiva compasiva y muy práctica. Él enmarca el apego no solo como un problema filosófico, sino como la causa directa de nuestro sufrimiento diario. Nos da las herramientas para trabajar con él en nuestro camino espiritual, mostrando que el apego puede ser vencido a través de la compasión, la renuncia y la sabiduría, que son la base de la liberación.
Conclusión
El apego o aferramiento (Upādāna) es un nexo crucial que ha sido analizado de manera profunda por los maestros budistas. Buddhaghosa nos proporciona un mapa técnico de sus cuatro manifestaciones; Nagarjuna nos da la sabiduría de la vacuidad para deconstruir su naturaleza ilusoria; Gampopa nos guía en la meditación para observarlo y dejarlo ir; y Lama Zopa Rimpoché nos da los antídotos prácticos del lamrim para trascenderlo. Estos aportes, aunque diversos en su enfoque, convergen en la misma verdad: el apego es la fuerza mental que nos ata al ciclo de la reencarnación, y el camino de la liberación consiste en comprender y liberar esta poderosa tendencia de la mente.
Hasta aquí concepto de nezo de apego.
El Mono y la Fruta: Un Análsis Profundo del Apego (Upādāna)Análisis simbólico.
El noveno nexo de la Originación Dependiente, el apego o aferramiento (Upādāna), se representa en la Rueda del Samsara con la imagen de un mono agarrando una fruta de un árbol. Esta simple escena es, en realidad, una de las alegorías más profundas del budismo, que destila la complejidad del proceso mental que nos ata al ciclo del sufrimiento. Para desentrañar su significado, debemos analizar cada uno de sus componentes: el mono, la fruta, el árbol, el acto de agarrar y el entorno en el que todo esto ocurre. La Rueda del Samsara nos invita a una introspección radical sobre la naturaleza de nuestra propia conciencia y nuestras acciones.
1. El Mono: El Simbolismo de la Mente Inquieta (Kapi-Citta)
El mono, en la tradición budista, es el símbolo por excelencia de la mente no entrenada. Se le conoce como la "mente mono" (kapi-citta), una mente que salta de un pensamiento a otro, de un objeto de los sentidos a otro, sin paz ni estabilidad.
* La Inquietud y la Impulsividad: El mono no se queda en un lugar. Su naturaleza impulsiva lo lleva a estar en constante movimiento, buscando nuevas ramas, nuevos alimentos, nuevas distracciones. Este movimiento incesante es una metáfora de la mente humana que, sin el control de la atención plena, no puede descansar en el momento presente. La mente salta de un recuerdo a una fantasía, de una preocupación a un plan futuro, de un placer a una aversión, sin encontrar un punto de anclaje.
* La Insaciable Avidez: Un mono en la naturaleza no come solo para vivir; come por puro placer, se hincha de fruta hasta que su barriga está a punto de reventar. A pesar de haber comido, su mente ya está buscando la próxima fruta, la más jugosa, la más grande. Este apetito voraz simboliza el anhelo (Taṇhā) que precede al apego. La mente no se satisface con una sola experiencia placentera; siempre quiere más, un estado que es fundamentalmente insatisfactorio y es el motor del sufrimiento.
* La Falta de Previsión: El mono vive en el momento, sin considerar las consecuencias a largo plazo de sus acciones. No se detiene a pensar que el fruto que está a punto de agarrar podría estar podrido, o que al agarrar un fruto en una rama débil podría caerse. Esta falta de sabiduría es una alegoría de la ignorancia (Avidyā) que es la raíz de toda la cadena de la Originación Dependiente. La mente, en su estado no iluminado, busca la satisfacción inmediata sin ver que ese mismo acto está sembrando las semillas de un sufrimiento futuro.
El mono, por lo tanto, no es solo un simple animal en un árbol. Es el reflejo de nuestra propia mente, inquieta, avara y desprovista de la sabiduría que nos permitiría ver la verdadera naturaleza de las cosas. Es el agente que, movido por el anhelo, se prepara para el acto del apego.
2. La Fruta y el Árbol: El Símbolo de los Placeres Sensoriales
La fruta en la mano del mono representa el objeto de nuestro apego. Es la manifestación de lo que la mente percibe como deseable, valioso y, sobre todo, como una fuente de felicidad duradera.
* Los Cinco Sentidos: La fruta puede ser vista como los objetos de los cinco sentidos. Su forma, color y textura son estímulos visuales; su aroma es un estímulo olfativo; su sabor es un estímulo gustativo; la sensación al tocarla es un estímulo táctil. El apego no es solo a objetos materiales, sino a la totalidad de la experiencia sensorial.
* La Ilusión de la Solidez: La fruta parece ser un objeto sólido y real que tiene el poder de traer felicidad. Esta creencia es una ilusión. La fruta, como todos los fenómenos, es impermanente. Una vez que se come, desaparece. La felicidad que proporciona es fugaz y, en el fondo, no es más que la satisfacción temporal de un deseo. El apego a la fruta, por lo tanto, se basa en la ignorancia de su naturaleza impermanente.
* El Árbol del Samsara: La fruta cuelga de un árbol, y este árbol representa el mundo de los fenómenos, el universo de la experiencia sensorial (kāma-loka). Las ramas del árbol son las diferentes posibilidades y opciones que se nos presentan, y cada una de ellas sostiene una fruta diferente, un potencial objeto de apego. El mono salta de rama en rama, de un deseo a otro, de un objeto a otro, en un ciclo interminable. El árbol, en este sentido, es el propio samsara, el ciclo de la existencia condicionada.
El apego, en esta alegoría, es la relación que la mente (el mono) establece con los fenómenos (la fruta), basada en la creencia errónea de que estos fenómenos son sólidos y pueden proporcionar una felicidad duradera.
3. El Acto de Agarrar: La Volición y la Causa del Devenir
El punto central de la imagen simbólica no es el mono, ni la fruta, sino el acto de agarrar. Este acto es la manifestación de Upādāna y la diferencia crucial entre el mero deseo (Taṇhā) y el apego.
* Del Deseo a la Acción Volitiva: El anhelo (Taṇhā) es el impulso de querer. El apego (Upādāna) es la volición de tomar. Es el momento en que la mente, impulsada por la ignorancia, se compromete con el deseo y actúa para satisfacerlo. Este compromiso mental y físico es una acción kármica que tiene consecuencias inevitables. El mono no solo mira la fruta, la agarra con fuerza, solidificando su deseo en un acto que tendrá ramificaciones.
* La Creación de la Causa para la Existencia (Bhava): El apego es el eslabón directo que lleva al devenir (Bhava). El acto de agarrar la fruta genera una energía kármica que se almacena en la corriente de la conciencia. Esta energía es la causa que, en un futuro, madurará en un nuevo renacimiento. El mono, al agarrar la fruta, se ha atado a una cadena de causa y efecto que lo llevará a otra existencia. En este sentido, el acto de agarrar es la manifestación de la fuerza vital que nos arrastra al samsara.
* El Karma del Apego: Según la ley del karma, las acciones impulsadas por el apego, el odio y la ignorancia son las que generan un karma negativo que conduce a un sufrimiento futuro. El mono, al agarrar la fruta, no solo satisface su deseo momentáneo, sino que también crea la causa para que en el futuro vuelva a tener un cuerpo y una mente que deseen y se aferren, perpetuando así el ciclo.
El acto de agarrar, por lo tanto, es el punto de inflexión en la cadena de la Originación Dependiente. Es la acción que convierte el deseo en destino, la volición en devenir, y la ignorancia en la causa de la reencarnación.
4. El Contexto del Simbolismo: La Soledad y la Naturaleza del Samsara
El simbolismo de Upādāna no se limita a los elementos principales, sino que también se encuentra en el contexto en el que se desarrolla la escena.
* La Soledad del Mono: A menudo, en las representaciones de la Rueda del Samsara, el mono aparece solo en el árbol. Esta soledad simboliza la naturaleza solitaria de la existencia. Por más que nos rodeemos de amigos y posesiones, el apego es una experiencia puramente individual, y el sufrimiento que de él surge debe ser enfrentado en soledad.
* El Ciclo Vicioso: La imagen del mono que salta de rama en rama en busca de la fruta, siempre insatisfecho, es un retrato perfecto del ciclo del sufrimiento. El mono nunca está verdaderamente feliz. Su vida es una constante búsqueda de la próxima satisfacción, lo que lo mantiene en un estado de insatisfacción fundamental, un reflejo de la primera Noble Verdad del Buda: la vida es sufrimiento (Dukkha).
5. El Antídoto Simbólico: La Liberación del Apego
La Rueda del Samsara, si bien nos muestra el problema, también nos insinúa la solución. La liberación del nexo del apego (Upādāna) se encuentra en trascender la naturaleza del mono.
* La Mente Desapegada: La liberación no implica matar al mono o destruir el árbol. El mono debe ser domesticado, su mente debe ser entrenada. El objetivo de la meditación y la atención plena es convertir la "mente mono" en una mente pacífica y observadora. Una mente entrenada es capaz de ver la fruta y su naturaleza ilusoria, y en lugar de agarrarla, simplemente la observa, sin apego.
* La Comprensión de la Vacuidad: El antídoto final al apego es la comprensión de la vacuidad. Al entender que el mono, la fruta y el acto de agarrar son interdependientes y carecen de una existencia inherente, el apego pierde su base. Cuando el mono se da cuenta de que la fruta es solo una ilusión y que él mismo es solo un flujo de conciencia y no una entidad sólida, el acto de agarrar se vuelve absurdo.
* El Fin del Devenir: Al no haber apego, no hay acción volitiva (karma) para agarrar. El mono ya no se aferra a la fruta, por lo que no se crea la energía kármica que daría lugar al devenir (Bhava). La cadena causal se rompe, y el ciclo de la reencarnación se detiene.
Conclusión
El simbolismo del mono agarrando la fruta es una representación magistral del nexo del apego (Upādāna). Nos muestra, con una claridad sorprendente, cómo la mente inquieta y la avidez (el mono) se aferran a los objetos de la ilusión (la fruta), y cómo este acto de aferramiento es la fuerza volitiva que nos arrastra a un nuevo nacimiento y nos mantiene en el ciclo del sufrimiento. Sin embargo, este mismo símbolo nos señala el camino a la liberación: la domesticación de la mente, la sabiduría de la vacuidad y el desarrollo de la atención plena son las herramientas para soltar la fruta y trascender el ciclo de la existencia.
Hasta aquí análisis símbolico de nexo de aferramiento o apego.
El Apego (Upādāna): La Enseñanza del Buda en los Sutras.
El noveno nexo de la Originación Dependiente, el apego o aferramiento (Upādāna), es un concepto que el Buda analizó con gran precisión en los sutras. A diferencia de un simple deseo, el apego es una fuerza activa y poderosa que, según las enseñanzas canónicas, se convierte en la causa directa del devenir (Bhava) y, por lo tanto, de la reencarnación. El Buda, en sus discursos, no solo define este nexo, sino que también nos ofrece un mapa detallado de sus manifestaciones y la forma de liberarnos de él.
1. La Definición Canónica: El Apego como la Condición del Devenir
En los sutras, el Buda establece la relación causal del apego de forma inequívoca. El apego es el eslabón de la cadena que transforma el deseo latente en un acto de aferramiento que, inevitablemente, dará lugar a una nueva existencia.
> "Con el anhelo (Taṇhā) como condición, surge el apego (Upādāna). Con el apego (Upādāna) como condición, surge el devenir (Bhava)."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
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Esta fórmula es fundamental para entender el funcionamiento de la cadena. El apego no es una simple inclinación, sino una toma de posesión, una "acción" mental que genera un karma potente. Es el momento en que la mente, impulsada por el deseo, se solidifica alrededor de un objeto o una idea, creando la energía para una futura existencia.
2. Los Cuatro Combustibles del Apego en los Sutras
El Buda no se limitó a una definición general del apego, sino que lo desglosó en cuatro tipos específicos de aferramiento. Estos cuatro "combustibles" son los que, según los sutras, avivan el fuego del devenir y nos mantienen atados al ciclo de la reencarnación.
* Apego a los Placeres Sensuales (Kāmupādāna): El Buda enseñó que este es el aferramiento a los objetos de los cinco sentidos. Es la creencia de que la felicidad se encuentra en el disfrute de la vista, los sonidos, los olores, los sabores y el tacto. Este apego es la base de las acciones que nos llevan al renacimiento en el reino del deseo.
* Apego a las Visiones (Diṭṭhupādāna): Se refiere al aferramiento a opiniones y creencias erróneas, especialmente aquellas que niegan la ley del karma y la reencarnación, o que afirman que la vida es una simple casualidad. Este apego se basa en la ignorancia y cierra la mente a la verdad del Dharma, impidiendo el progreso hacia la liberación.
* Apego a Ritos y Rituales (Sīlabbatupādāna): El Buda advirtió contra la creencia de que la purificación y la liberación pueden alcanzarse a través de la práctica de ritos, rituales o una moralidad estricta sin la purificación de la mente. Este apego, aunque puede generar buen karma, no libera al ser del ciclo de la reencarnación, ya que aún está arraigado en la ignorancia.
* Apego a la Creencia en un 'Yo' (Attavādupādāna): Este es, según el Buda, el apego más pernicioso. Es el aferramiento a la idea de que existe una entidad permanente e inmutable llamada "yo" o "alma". Esta visión errónea es la raíz de la ignorancia, ya que es la base de todos los demás apegos. Es el motor principal que impulsa el ciclo de la reencarnación, ya que la mente se aferra a la existencia "para sí misma".
Comentario: Los sutras nos muestran que el apego no es un concepto monolítico. Al desglosarlo en cuatro tipos, el Buda nos proporciona un diagnóstico preciso de las diferentes formas en que la mente se aferra, siendo el apego a la creencia en un "yo" el más fundamental de todos.
3. La Metáfora del Fuego: El Apego como Combustible de la Reencarnación
El Buda utilizó la poderosa metáfora del fuego para explicar la naturaleza del apego y su relación con el ciclo de la reencarnación. En el famoso Āditta Sutta, el Buda dice: "Todo está en llamas." Los ojos, los oídos, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente están en llamas con la pasión, la aversión y la ignorancia.
Extrapolando esta metáfora a la cadena de causalidad, el devenir (Bhava) es el fuego, y el apego (Upādāna) es el combustible.
* El apego es el acto de "poner leña al fuego" de la existencia. Mientras la mente se aferre a los placeres, las ideas, los rituales y la creencia en un "yo", continuará alimentando el fuego de la existencia.
* Cuando el combustible (apego) se agota, el fuego (devenir) se extingue. La liberación, o el Nibbāna, es la cesación del fuego. Es el estado en el que la mente ya no se aferra, por lo que no hay más combustible para el fuego de la existencia y, por lo tanto, no hay más renacimiento.
Comentario: Esta metáfora, recurrente en los sutras, hace que la causa de la reencarnación sea tangible. Nos muestra que el apego no es solo una emoción, sino una fuerza que tiene el poder de mantener la vida en el ciclo del sufrimiento. Al detener el suministro de combustible, la reencarnación se detiene.
4. El Antídoto en los Sutras: El Camino hacia el Desapego
El Buda enseñó que el camino hacia el cese del apego es la cultivación de la sabiduría y la atención plena. El antídoto no es la supresión forzada del apego, sino la comprensión de su naturaleza.
* La Atención Plena (Satipaṭṭhāna): El Buda, en el Digha Nikaya 22 (Mahāsatipaṭṭhāna Sutta), enseñó que el apego puede ser superado a través de la atención plena en el cuerpo, las sensaciones, la mente y los fenómenos. Al observar la naturaleza impermanente e insatisfactoria de estas experiencias, la mente ya no encuentra una razón para aferrarse a ellas.
* La Sabiduría de la No-Identificación: La sabiduría que surge de la meditación nos permite ver que no hay un "yo" inherente que se aferra. Al comprender que los cinco agregados no son un yo ni pertenecen a un yo, el apego más fundamental, el apego a la existencia misma, se disuelve.
Comentario: Los sutras nos dan una guía clara y metódica para la liberación. Nos muestran que el apego es el problema, pero que la solución reside en la mente misma, en la capacidad de la mente para ver la verdad y liberarse de las ilusiones a las que se aferra.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión profunda y precisa del nexo del apego o aferramiento (Upādāna). Al definirlo como la condición para el devenir, desglosarlo en cuatro tipos de aferramiento y utilizar la poderosa metáfora del fuego, el Buda nos explica cómo este nexo es el punto de inflexión que convierte el deseo en una causa activa de la reencarnación. Sin embargo, los sutras también nos dan la solución: a través de la atención plena y la sabiduría, podemos cesar el apego, apagar el fuego de la existencia y alcanzar la liberación del ciclo del sufrimiento.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre el nexo de aferramiento y la reencarnación.
La Existencia o el Devenir (Bhava): El Décimo Nexo de la Originación Dependiente.
El décimo nexo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es el devenir o existencia (Bhava). Este nexo surge directamente del apego o aferramiento (Upādāna) y es la condición indispensable para el nacimiento (Jāti). Bhava representa el proceso en el que nuestras acciones, impulsadas por el apego, acumulan energía kármica que madurará en una nueva existencia. No se refiere al nacimiento en sí, sino a la fuerza causal que hace que el nacimiento sea inevitable. En la Rueda del Samsara, este nexo es el último eslabón antes de que la nueva vida se manifieste.
1. El Significado de "Bhava" en los Sutras y la Distinción Clave
El Buda, en los sutras, hace una distinción crucial que nos permite entender la complejidad del devenir. Divide Bhava en dos tipos:
* El Devenir por el Karma (Kamma-bhava): Se refiere a la volición o intención (Cetanā) que hay detrás de nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Es la acumulación de karma que hemos generado a lo largo de esta vida. El apego a la existencia y la ignorancia son los motores que impulsan este devenir kármico.
* El Devenir por el Renacimiento (Upapatti-bhava): Se refiere a la existencia real que surge como resultado del kamma-bhava. Es la manifestación de este karma en una nueva vida dentro de los reinos de la existencia (deseo, forma, o sin forma).
El Buda subraya que el devenir es un proceso activo y continuo.
> "Y ¿qué es el devenir? El devenir por el karma y el devenir por el renacimiento. Estas son las dos clases de devenir."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Este sutra es fundamental porque aclara que el devenir no es una existencia estática, sino un proceso dinámico. Es la energía de nuestras acciones kármicas (kamma-bhava) que se convierte en la fuerza que nos proyecta a una nueva vida (upapatti-bhava). Si Upādāna (el aferramiento) es el combustible, Bhava es la combustión que genera el impulso hacia un nuevo nacimiento.
2. El Simbolismo de la Mujer Embarazada en la Rueda del Samsara
En la Rueda del Samsara, el nexo del devenir (Bhava) se simboliza con una mujer embarazada.
* La Gestación del Karma: La mujer embarazada simboliza la gestación de la fuerza kármica que se ha acumulado en las etapas anteriores de la cadena. Así como un bebé se desarrolla en el vientre materno, el karma generado por nuestras acciones y apego se está "gestando" en la corriente mental, preparándose para dar a luz a una nueva vida.
* El Punto de No Retorno: Esta imagen poderosa representa que el proceso ya está en marcha. Una vez que el devenir (Bhava) se ha establecido, el nacimiento (Jāti) es inevitable, de la misma manera que el parto es la conclusión natural del embarazo.
* El Futuro Contenido en el Presente: El símbolo nos recuerda que nuestro futuro ya está contenido en nuestras acciones presentes. Cada vez que nos aferramos a una idea, un placer o una posesión, estamos, figurativamente, "embarazándonos" con el karma que determinará nuestro próximo renacimiento.
3. Aportes de los Maestros Budistas sobre el Devenir (Bhava)
Buddhaghosa: El Mecanismo de la Volición Kármica
Buddhaghosa, en el Visuddhimagga, explica el devenir con gran detalle. Para él, Bhava es la volición (Cetanā) que surge del apego. Es la "energía volicional" que se acumula en el momento de la acción y que crea la potencialidad para el renacimiento.
> "El devenir (Bhava) tiene la característica de la volición. Su función es acumular karma. Su manifestación es la causa que genera una existencia futura. Surge a partir del apego."
> — Buddhaghosa, Visuddhimagga, Capítulo XVII, "El Conocimiento del Origen Dependiente" (paráfrasis basada en su análisis Abhidhamma).
>
Comentario: El aporte de Buddhaghosa es crucial para entender el mecanismo del karma. No es el pensamiento o la acción en sí, sino la intención (Cetanā) detrás de ellos, la que se convierte en la fuerza del devenir. Esta es la energía que, una vez que el aferramiento la ha reforzado, se almacena en la corriente de la conciencia hasta el momento de la muerte, donde se activa y proyecta una nueva existencia.
Nagarjuna: La Vacuidad del Devenir
Nagarjuna, en su Mūlamadhyamakakārikā, deconstruye el concepto de Bhava, demostrando que, como todos los fenómenos, carece de existencia inherente.
> "El devenir (Bhava) no existe en sí mismo, porque surge de la condición del apego (Upādāna). Si el apego es vacío, ¿cómo puede el devenir tener una existencia inherente? Lo que surge del devenir es también vacío. Si la cadena es vacía, ¿a qué nos aferramos para generar el nacimiento y la muerte?"
> — Nagarjuna, Mūlamadhyamakakārikā, Capítulo XVI, "Examen del Devenir" (paráfrasis).
>
Comentario: La enseñanza de Nagarjuna es el antídoto final para el apego. Nos enseña que la idea de un "devenir" que existe por sí mismo es una ilusión. La fuerza del devenir solo tiene poder porque la mente cree en su realidad inherente. Al comprender su vacuidad, se socava la base misma del apego. Esta sabiduría es la que, en última instancia, detiene el ciclo de la Originación Dependiente de raíz, ya que se deja de creer en un "yo" que se aferra a un "devenir".
Gampopa: El Devenir como un Proceso que se puede Trascender
Gampopa, en El Adorno de la Liberación Preciosa, se enfoca en la perspectiva del practicante. El devenir no es un destino ineludible, sino una tendencia mental que se puede reconocer y trascender.
> "La mente es la que crea los seis reinos del devenir. Cuando la mente se aferra a la ignorancia y al apego, crea las causas para el renacimiento en los reinos inferiores. Cuando meditas en la naturaleza de la mente, en su vacuidad y luminosidad, el devenir no encuentra una base en la cual manifestarse. Por lo tanto, el camino de la liberación es el camino de purificar la mente que crea el devenir."
> — Gampopa, El Adorno de la Liberación Preciosa (paráfrasis).
>
Comentario: Gampopa nos ofrece una visión esperanzadora. A pesar de que el devenir es un proceso poderoso, el control sobre él reside en la mente. La práctica meditativa es el método para reconocer la mente que se aferra y generar la intención de liberarse de ella, en lugar de alimentar las tendencias kármicas que conducen a un nuevo nacimiento.
Aportes de la FPMT: La Purificación del Karma y el Devenir
En la FPMT, Lama Zopa Rimpoché y Thubten Chodron enfatizan la importancia de purificar los karmas negativos que se han acumulado, que son la esencia del devenir (kamma-bhava).
> "El devenir, la existencia, son las semillas kármicas que hemos plantado con la ignorancia y el apego. Si no purificamos estas semillas a través de prácticas como las postraciones, la meditación de Vajrasattva y el poder de los mantras, ellas inevitablemente madurarán en un futuro renacimiento. El propósito de la purificación es debilitar estas semillas de modo que no puedan proyectar una nueva existencia."
> — Lama Zopa Rimpoché, La Rueda de la Vida (paráfrasis).
>
Comentario: La perspectiva de la FPMT es muy práctica. Reconoce que hemos creado un inmenso devenir kármico en innumerables vidas pasadas. La única manera de evitar que madure en un renacimiento insatisfactorio es purificarlo activamente. Esta purificación, combinada con la sabiduría de la vacuidad y el desarrollo de la compasión, es el camino para detener el devenir y, en última instancia, liberarse de la reencarnación.
Conclusión
El devenir (Bhava) es un nexo fundamental en la Originación Dependiente. Representa la fase en la que el apego se convierte en una fuerza kármica latente, lista para proyectar una nueva existencia. Los sutras nos dan una definición clara, distinguiendo entre el karma que se acumula y el renacimiento que resulta de él. El simbolismo de la mujer embarazada nos recuerda que el proceso ya está en marcha, y los maestros como Buddhaghosa, Nagarjuna, Gampopa y Lama Zopa Rimpoché nos ofrecen una variedad de enfoques, desde el análisis del mecanismo kármico hasta la deconstrucción filosófica y las prácticas meditativas para trascender este nexo. En última instancia, todos coinciden en que la única forma de detener el devenir es cortar el apego que lo impulsa y purificar las semillas kármicas acumuladas, asegurando así que la conciencia ya no sea arrastrada a un nuevo ciclo de reencarnación.
Hasta aquí el concepto del nexo de originación dependiente de la existencia.
Análisis Simbólico del Nexo de la Existencia (Bhava).
El nexo del devenir o existencia (Bhava) es la etapa final de la cadena de causalidad antes de que un nuevo nacimiento (Jāti) tenga lugar. Su representación simbólica como una mujer embarazada es una de las imágenes más directas y poderosas de la Rueda del Samsara, ya que encapsula la idea de que el karma generado en el pasado está ahora gestando un futuro inevitable.
1. La Mujer: El Contenedor del Karma
La mujer en la imagen simboliza al ser que ha acumulado el karma a lo largo de su vida. Representa la conciencia y la corriente mental que ha sido impregnada por la ignorancia, el anhelo y el apego.
* El Sujeto del Karma: La figura femenina es el sujeto que, a través de sus acciones (tanto volitivas como no volitivas), ha plantado las semillas que ahora está "gestando".
* La Universalidad del Proceso: La elección de la figura de una mujer embarazada, una imagen universal de la vida, subraya que este proceso de devenir kármico es aplicable a todos los seres, en cualquier reino de existencia, ya sea humano, animal, o celestial.
2. El Embarazo: La Gestación del Futuro
El embarazo es el símbolo más crucial de este nexo. No representa el nacimiento en sí, sino el proceso que lo precede y lo garantiza.
* El Proceso de Maduración del Karma: El embarazo es una metáfora perfecta para el proceso de maduración de las semillas kármicas. El karma no produce resultados de inmediato; necesita tiempo para gestarse en la corriente de la conciencia. Este período de gestación es el Bhava. La imagen nos dice que el resultado de nuestras acciones ya está en marcha, aunque no sea visible.
* La Transición del Potencial a la Realidad: En la cadena de la Originación Dependiente, el nexo del apego (Upādāna) es el que "enciende la mecha" del karma, mientras que el devenir (Bhava) es la "gestación" de esa mecha en un impulso que proyectará un nuevo renacimiento. El embarazo representa este paso de la potencia kármica a la inminencia del resultado.
3. La Frialdad del Vientre: El Karma como Destino Inevitable
El vientre de la mujer embarazada es el foco central de la imagen. A menudo se le representa de manera prominente, y su condición es la clave del simbolismo.
* La Inevitabilidad del Nacimiento: Una vez que la mujer está embarazada, el nacimiento es inevitable. De la misma manera, una vez que el devenir (Bhava) ha sido creado por el apego y la ignorancia, el nacimiento (Jāti) es la consecuencia inevitable. No hay vuelta atrás en este punto. El símbolo del embarazo subraya que, en esta etapa, el destino de una nueva vida ya está sellado.
* La Neutralidad del Proceso: La mujer embarazada a menudo tiene una expresión serena, ni eufórica ni sufriente. Esto puede simbolizar la neutralidad del karma. El karma no es una fuerza moral en sí misma; es una ley natural. Es la intención detrás de nuestras acciones la que determina si el fruto de este embarazo kármico será un renacimiento dichoso o uno miserable.
4. La Relación con los Nexos Anteriores y Posteriores
El simbolismo de la mujer embarazada también se puede entender a través de su posición en la cadena de causalidad.
* Consecuencia del Apego (Upādāna): La mujer embarazada es la consecuencia directa del nexo anterior, el aferramiento. Si el apego es el acto de "tomar" o "agarrarse" a la existencia, el devenir es el resultado de este acto: el "embarazo" con el karma resultante.
* Condición para el Nacimiento (Jāti): La mujer embarazada es la condición necesaria para el próximo nexo, el nacimiento. Sin el devenir, no puede haber nacimiento. La imagen nos muestra el eslabón final que conecta la vida pasada (a través del karma) con la vida futura (el nuevo nacimiento).
5. La Perspectiva de la Liberación
Aunque el símbolo del embarazo representa la inevitabilidad del renacimiento, también tiene una implicación para el camino de la liberación.
* El Punto de Intervención: Implícitamente, el simbolismo nos recuerda que la cadena debe romperse en un punto anterior. El "embarazo" no puede ser interrumpido sin consecuencias. La práctica del Dharma debe enfocarse en detener el anhelo (Taṇhā) y el aferramiento (Upādāna) que son las causas del devenir (Bhava), mucho antes de que el "embarazo" kármico tenga lugar.
Conclusión del Simbolismo: La Causa Inminente de un Nuevo Nacimiento
La imagen de la mujer embarazada es un símbolo extraordinariamente claro del nexo del devenir o existencia (Bhava). No solo ilustra el concepto de la gestación del karma que inevitablemente conducirá a un nuevo nacimiento, sino que también nos recuerda que el destino de nuestra próxima vida ya está siendo moldeado por nuestras acciones y apegos actuales. Es una poderosa advertencia sobre el funcionamiento de la ley del karma y una motivación para intervenir en la cadena de la Originación Dependiente en sus etapas más tempranas, antes de que el proceso de reencarnación se vuelva inminente.
Hasta aquí el análisis símbolico de este nexo de originación dependiente de existencia
El Devenir (Bhava): Aportes de los Sutras del Buda sobre la Reencarnación.
El devenir o existencia (Bhava) es el nexo que surge del aferramiento (Upādāna) y que sirve como la condición para el nacimiento (Jāti). Los sutras del Buda no lo describen como una existencia pasiva, sino como un proceso activo y poderoso de "llegar a ser". Las enseñanzas del Buda en el Canon Pali nos ofrecen una comprensión detallada de cómo este nexo funciona, por qué es el motor de la reencarnación y cómo, a través de la sabiduría, podemos evitarlo.
1. La Definición del Buda: Bhava como la Causa de Nacimiento
En los sutras, el Buda establece la relación causal de Bhava de forma explícita y sin ambigüedades.
> "Con el aferramiento (Upādāna) como condición, surge el devenir (Bhava). Con el devenir (Bhava) como condición, surge el nacimiento (Jāti)."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Esta fórmula es el corazón de la enseñanza. El Buda también distingue el devenir en dos tipos, un punto clave para entender el mecanismo de la reencarnación:
* El Devenir por el Karma (Kamma-bhava): Se refiere a la volición (Cetanā) detrás de las acciones. Esta es la fuerza activa que genera y acumula el karma que, según el sutra, se convierte en la condición para un nuevo nacimiento. Es el acto de sembrar la semilla.
* El Devenir por el Renacimiento (Upapatti-bhava): Se refiere a la existencia en sí, la nueva vida que surge como resultado del kamma-bhava. Es la manifestación de la semilla que ha madurado.
Comentario: El aporte de los sutras es que el devenir no es una "existencia" ya establecida, sino el proceso de "llegar a ser". Es la acumulación de la intención kármica que, en el momento del aferramiento, adquiere la potencia suficiente para manifestarse como una nueva vida. Este nexo, por lo tanto, es el punto final de la preparación kármica antes de la reencarnación real.
2. El Mecanismo Kármico del Devenir
Los sutras del Buda también nos dan una visión más profunda del kamma-bhava, explicando que es la volición la que crea el devenir. La volición, a su vez, está condicionada por la ignorancia y el aferramiento.
> "Os digo, monjes, que la volición (Cetanā) es el karma. Habiendo realizado una volición, uno actúa con el cuerpo, con el habla y con la mente."
> — Anguttara Nikaya 6.63 (Cetanā Sutta), El Buda
>
Este sutra establece la conexión directa entre la intención y el karma. Las voliciones, que están contaminadas por el aferramiento a las sensaciones y a las ideas de un "yo", son las que se acumulan como kamma-bhava. Los sutras también identifican cuatro tipos de aferramiento (Upādāna) que actúan como combustible para el devenir: el aferramiento a los placeres sensuales, el aferramiento a las visiones y opiniones equivocadas, el aferramiento a las reglas y rituales, y el aferramiento a la creencia en un yo.
Comentario: Aquí, el Buda nos enseña que el devenir no es una fuerza externa o mística, sino el resultado de nuestras propias elecciones y hábitos mentales. Cada vez que actuamos con la intención de aferrarnos a algo, estamos activamente alimentando la fuerza del devenir que nos llevará a una nueva vida. La reencarnación, por lo tanto, no es un castigo ni una recompensa, sino el resultado inevitable de este proceso causal.
3. Los Tipos de Devenir y la Reencarnación en los Tres Reinos.
Los sutras van más allá de la mera definición del devenir y lo clasifican en tres tipos, que corresponden a los tres reinos de la existencia, lo que demuestra la profunda conexión con la reencarnación.
* Devenir del Reino del Deseo (Kāma-bhava): Surge de las acciones impulsadas por un fuerte apego a los placeres sensuales. Este devenir conduce al renacimiento en el reino humano, animal o en los reinos celestiales del deseo.
* Devenir del Reino de la Forma (Rūpa-bhava): Surge de la meditación y las acciones asociadas con los estados de concentración mental (Jhāna). Este tipo de karma conduce al renacimiento en los reinos celestiales de la forma.
* Devenir del Reino sin Forma (Arūpa-bhava): Surge de la meditación en los estados de concentración más elevados, que trascienden la forma. Este karma conduce al renacimiento en los reinos celestiales sin forma.
Comentario: Los sutras nos muestran que incluso las acciones virtuosas que conducen a renacimientos celestiales están atrapadas en el ciclo del devenir si están teñidas por la ignorancia del apego. La reencarnación no se limita a renacimientos insatisfactorios; cualquier existencia, incluso una celestial, es un devenir que eventualmente llevará a la vejez y la muerte. Solo la interrupción de la cadena, es decir, el cese del devenir, conduce a la liberación final.
Conclusión
Los sutras del Buda ofrecen una comprensión causal y precisa del nexo del devenir o existencia (Bhava). Presentan a Bhava como la fuerza de la volición que, alimentada por el aferramiento, acumula la energía kármica que inevitablemente se manifestará como un nuevo nacimiento. Los sutras no solo diagnostican el problema del devenir, sino que también nos muestran el camino para detenerlo: a través de la sabiduría que disuelve el apego y la ignorancia, se corta la condición para el devenir, poniendo fin al ciclo de la reencarnación. La enseñanza del Buda es que el devenir no es un destino inamovible, sino un proceso que podemos trascender.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre nexo de existencia.
El Nacimiento (Jāti): El Undécimo Nexo de la Originación Dependiente.
El ciclo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es una cadena de doce eslabones que explican cómo surge el sufrimiento y cómo se perpetúa la existencia en el samsara. Después de la existencia (Bhava), que representa el potencial kármico para un nuevo nacimiento, el siguiente nexo es el nacimiento (Jāti). Este es el momento de la manifestación real de un nuevo ser en cualquiera de los reinos de existencia. En la Rueda del Samsara, el nacimiento se simboliza comúnmente con una mujer dando a luz o, a veces, con un ser emergiendo de un capullo o huevo.
1. ¿Qué es el Nacimiento (Jāti) en este Contexto?
En el contexto de la Originación Dependiente, Jāti se refiere al nacimiento en cualquiera de los cinco destinos (o seis reinos, incluyendo el reino de los dioses) dentro del samsara: seres infernales, espíritus hambrientos (pretas), animales, humanos y dioses (o asuras). No se limita al nacimiento humano, sino a la aparición de un nuevo ser en cualquier forma de existencia condicionada.
El Buda define el nacimiento de manera exhaustiva:
> "Y ¿qué es el nacimiento? El nacimiento de varios seres en los varios órdenes de seres, su producción, su concepción, su venida al ser, la manifestación de los agregados, la adquisición de las esferas de los sentidos — esto se llama nacimiento."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta definición abarca todas las formas en que un ser puede "nacer" o manifestarse. Incluye la concepción (para nacimientos vivíparos), la eclosión (para ovíparos), la metamorfosis (para nacimientos por humedad) y la aparición espontánea (para algunos seres celestiales o infernales). Lo crucial es que Jāti es la manifestación inicial de los cinco agregados (skandhas) en una nueva existencia. Es el momento en que la conciencia (Vijñāna), que ha sido condicionada por las formaciones kármicas y el potencial de existencia, se materializa en una forma perceptible y comienza a interactuar con el mundo.
2. La Dependencia de la Existencia (Bhava)
El Buda establece claramente la relación causal con el nexo anterior:
> "Con la existencia [Bhava] como condición, surge el nacimiento [Jāti]."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: El nexo de la "existencia" (Bhava) se refiere al potencial kármico acumulado que está listo para producir un nuevo nacimiento. Es la fuerza impulsora, la "semilla" madura que está a punto de germinar. El nacimiento (Jāti) es la actualización de ese potencial. Es decir, Bhava es la causa activa (el karma que se ha vuelto operativo para un renacimiento específico), y Jāti es el efecto inmediato de esa causa, la manifestación de ese karma en una nueva vida. Si no hay potencial de existencia (Bhava), no puede haber nacimiento.
3. El Nacimiento como la Puerta de Entrada a la Vejez y la Muerte
El nacimiento es el punto de partida para todo el sufrimiento inherente al samsara. Es la condición necesaria para que surjan la vejez, la enfermedad y la muerte.
> "Con el nacimiento como condición, surge la vejez y la muerte, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación."
> — Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
>
Comentario: Esta es una de las verdades más directas y a menudo dolorosas de la Originación Dependiente. El Buda no ve el nacimiento como un evento puramente alegre, sino como la puerta de entrada inevitable al sufrimiento. Al nacer, un ser se vuelve inherentemente vulnerable a la vejez, la enfermedad, el declive y, finalmente, la muerte. La pena, el lamento y la desesperación son las consecuencias emocionales de esta realidad. Por lo tanto, mientras haya nacimiento, habrá sufrimiento. Este nexo subraya la razón por la cual el objetivo del budismo es la liberación del ciclo de nacimientos y muertes.
4. El Simbolismo de la Mujer Dando a Luz
La representación más común del nacimiento es la de una mujer dando a luz:
* Manifestación de una Nueva Vida: Es el símbolo universal de la aparición de un nuevo ser en el mundo físico. Representa el momento en que la conciencia (Vijñāna) y el nombre y forma (Nāmarūpa) se materializan en una forma viable.
* Dolor y Esfuerzo: El parto es un proceso que implica dolor y esfuerzo, tanto para la madre como para el ser que nace. Esto puede simbolizar el sufrimiento inherente al proceso de entrar en la existencia samsárica.
* Vulnerabilidad Inicial: Un recién nacido es completamente vulnerable y dependiente, lo que refleja la naturaleza inherentemente frágil y dependiente de la existencia condicionada.
5. El Nacimiento y la Reencarnación
El nexo del nacimiento es la culminación y la manifestación visible del proceso de reencarnación:
* Actualización del Karma: Es el momento en que el karma acumulado (las formaciones kármicas) y el potencial de existencia (Bhava) se actualizan en una nueva forma de vida. El tipo de nacimiento (humano, animal, etc.) está directamente determinado por la naturaleza del karma de la vida anterior.
* Inicio de un Nuevo Ciclo: Cada nacimiento es el comienzo de un nuevo ciclo de los doce nexos para ese ser. Una vez que hay nacimiento, inevitablemente habrá vejez, enfermedad y muerte, y la conciencia continuará creando nuevas formaciones kármicas.
* El Punto de Entrada al Sufrimiento: Desde la perspectiva budista, el nacimiento no es un evento fortuito, sino el resultado de causas y condiciones previas. Es también el punto de entrada a todo el sufrimiento inherente al samsara. La liberación del sufrimiento, por lo tanto, implica la liberación del nacimiento mismo.
En resumen, el nacimiento (Jāti) es el undécimo nexo de la Originación Dependiente, que representa la manifestación de un nuevo ser en el samsara. Condicionado por el potencial de existencia (Bhava), es la culminación del proceso de reencarnación y, al mismo tiempo, la puerta de entrada inevitable a la vejez, la muerte y todo el sufrimiento asociado. Simbolizado por una mujer dando a luz, subraya la naturaleza cíclica e interdependiente de la existencia condicionada.
Hasta aquí concepto de nexo de origen dependiente del nacimiento.
Análisis Simbólico del Nexo del Nacimiento (Jāti).
La imagen tradicional del undécimo nexo de la Originación Dependiente, el nacimiento (Jāti), se representa con una mujer dando a luz a un niño. Este símbolo es directo y universalmente comprensible, pero en el contexto budista de la Rueda del Samsara, conlleva significados profundos sobre la naturaleza del sufrimiento y la perpetuación del ciclo de la existencia.
1. La Mujer Dando a Luz: La Manifestación de una Nueva Existencia
La figura de la mujer en el acto del parto es el símbolo central de este nexo.
* Manifestación Corporal: Representa el momento en que un nuevo ser, impulsado por el karma y la conciencia (los nexos anteriores), toma una forma física y discernible en uno de los seis reinos del samsara. Es la materialización de un potencial de existencia (Bhava).
* Renacimiento en Cualquier Reino: Aunque se muestre una mujer humana, el simbolismo se extiende a cualquier forma de nacimiento: humano, animal, divino, infernal o como espíritu hambriento. Es la venida al ser en cualquier tipo de existencia condicionada.
* Proceso Natural: El acto de dar a luz es un proceso natural y biológico, lo que subraya que el nacimiento es una consecuencia inevitable de las causas y condiciones previas en la cadena de la Originación Dependiente. No es un evento fortuito, sino el resultado del karma acumulado.
2. El Niño Recién Nacido: La Vulnerabilidad y el Inicio del Sufrimiento
El niño emergiendo de la madre es igualmente simbólico.
* Vulnerabilidad Inherente: El recién nacido es el epítome de la vulnerabilidad y la dependencia. Esto simboliza la naturaleza frágil e indefensa de la existencia samsárica. Al nacer, un ser se vuelve inmediatamente susceptible a la enfermedad, el dolor, la frustración, la separación y, en última instancia, la muerte.
* Inicio de una Nueva Rueda (Mini-Samsara): Cada nacimiento marca el comienzo de una nueva "micro-rueda" de la Originación Dependiente para ese individuo. Al nacer, el ser entra inevitablemente en la experiencia de la vejez, la enfermedad y la muerte (el siguiente nexo). Es el punto de partida de un nuevo ciclo de sufrimiento.
* Un Ciclo de Agregados: El niño representa el surgimiento de un nuevo conjunto de los cinco agregados (Skandhas): forma (el cuerpo del niño), sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia. Estos son los componentes de la existencia que, al aferrarse a ellos, perpetúan el sufrimiento.
3. El Esfuerzo y el Dolor del Parto: El Sufrimiento Inherente al Inicio de la Existencia
Aunque las representaciones budistas a menudo estilizan la escena, el acto de dar a luz implica esfuerzo y dolor.
* Dukkha del Nacimiento: Esto simboliza el "Dukkha" o sufrimiento inherente al nacimiento mismo. El budismo no romantiza el nacimiento; lo ve como el inicio de una existencia que por naturaleza está imbuida de insatisfacción, impermanencia y no-yo. El dolor físico del parto es una metáfora del sufrimiento fundamental de entrar en el samsara.
* Salida de la Seguridad: El nacimiento también representa una salida de la seguridad relativa del vientre materno hacia un mundo lleno de desafíos y adversidades.
4. La Conexión con los Nexos Anteriores: La Culminación del Proceso Kármico
El nexo del nacimiento es la culminación de una larga cadena causal:
* Del Potencial a la Realidad: Es la manifestación tangible del potencial de existencia (Bhava), el karma que estaba listo para fructificar. La mujer dando a luz es la realización de ese potencial latente.
* La Conciencia Toma Raíz: La conciencia (Vijñāna) que fue "transportada" por las formaciones kármicas ahora encuentra un nuevo "asiento" y se materializa en esta nueva forma de vida.
* Resultado del Karma: El tipo de nacimiento (humano, animal, etc.) está directamente determinado por la naturaleza de las formaciones kármicas (Saṅkhāra) acumuladas en vidas pasadas, impulsadas por la ignorancia (Avidyā).
Conclusión del Simbolismo: El Nacimiento como la Puerta del Samsara
La imagen de la mujer dando a luz para simbolizar el nacimiento (Jāti) es un recordatorio poderoso de que el nacimiento no es el fin, sino el punto de entrada a la continuidad del sufrimiento en el samsara. Es la inevitable consecuencia de los nexos anteriores y, a su vez, la condición necesaria para que la vejez, la enfermedad y la muerte (el siguiente nexo) se manifiesten. Al nacer, un ser queda atrapado en el ciclo de la existencia condicionada. La liberación del samsara, por lo tanto, implica la cesación de este nacimiento impulsado por el karma y las aflicciones. La imagen nos insta a reflexionar sobre las causas del renacimiento y a buscar el camino que conduce más allá de esta puerta del sufrimiento.
Hasta aquí análisis símbolico del nexo karmico del nacimiento.
El
Citas de los sutras sobre este nexo.del nacimiento.
El nexo del nacimiento: su sentido en la cadena de originación dependiente y su conexión con el karma y la reencarnación
La enseñanza de los Doce Eslabones de Originación Dependiente (Paticca Samuppāda) representa uno de los pilares más profundos y sofisticados del pensamiento budista. Entre estos eslabones, el nexo del jāti —nacimiento— ocupa un lugar crucial como manifestación concreta de una continuidad kármica que se proyecta a lo largo de múltiples existencias. En este apartado, exploraremos el significado y las implicancias de este nexo, analizando citas clave de los sutras y comentarios contemporáneos, para mostrar cómo el nacimiento no es un simple evento biológico, sino el resultado de una red de causas éticas, mentales y existenciales que anudan karma y reencarnación.
Comencemos por ubicar el nexo del nacimiento dentro de la secuencia:
> “Desde el devenir (bhava) surge el nacimiento (jāti); desde el nacimiento surgen la vejez y la muerte, el pesar, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación.”
(Samyutta Nikāya 12.2 – Vibhaṅga Sutta)
Esta cita, fundamental para el análisis doctrinal, muestra que el nacimiento no surge en el vacío ni es primera causa. Le antecede el devenir (bhava), es decir, la propensión mental y volitiva acumulada, orientada hacia una forma específica de existencia. El nacimiento es entonces el resultado inevitable de una serie de condicionamientos: los actos pasados (karma), los impulsos mentales, las formaciones volitivas, la conciencia que se proyecta, y el deseo que actúa como fuerza movilizadora hacia una nueva encarnación.
Bhikkhu Bodhi comenta este punto con claridad en su traducción y exégesis del Samyutta Nikāya:
> “The link of birth does not refer to the moment of physical delivery alone, but to the whole existential designation of a being into a new realm of experience. It is the kammic fruit of past volitional formations.”
(Bodhi, “The Connected Discourses of the Buddha”, 2000, p. 554)
Así, el nacimiento es la consecuencia madurada del karma acumulado: no como una sanción punitiva, sino como resultado natural de tendencias y decisiones previas. Esta perspectiva nos lleva a reconsiderar la reencarnación no como una simple “repetición” vital, sino como una manifestación del flujo mental condicionado.
En el Mahānidāna Sutta (Dīgha Nikāya 15), uno de los textos más complejos y filosóficamente ricos del Canon Pali, se amplía este punto:
> “Donde hay sensación, hay anhelo. Donde hay anhelo, hay apego. Donde hay apego, hay devenir. Donde hay devenir, hay nacimiento.”
(DN 15.1–2)
El nexo del nacimiento se presenta aquí como resultado de un encadenamiento de procesos internos. El deseo no surge de la nada, sino de la percepción errónea de los fenómenos como permanentes o satisfactorios. El nacimiento aparece, por tanto, como el “fruto maduro” del apego a la ilusión de un yo que desea prolongarse. Este pasaje permite ver que no hay alma transmigrante sino una continuidad condicionada (santāna), un flujo dinámico que lleva la impronta kármica.
Thubten Chodron, en su texto Twelve Links of Dependent Arising (2006), explica esta continuidad en términos didácticos pero profundamente coherentes con el canon:
> “Birth refers to the arising of the aggregates in a new life. It’s propelled by karma and craving. This is not a one-time event but the start of an entire life based on those causes.”
(Chodron, 2006, p. 8)
Su enfoque nos recuerda que el nacimiento, como inicio de una vida específica, no debe entenderse como desconectado del entramado mental y ético que lo antecede. Cada nuevo nacimiento es, por así decirlo, la cristalización de una tendencia kármica que ha encontrado condiciones favorables para manifestarse. El karma actúa como la semilla, pero la tierra fértil es el deseo, la ilusión de permanencia, la ignorancia.
Este punto es bellamente articulado por Bhikkhu Analayo en Rebirth and the Stream of Life (2023), particularmente en el capítulo 5, donde señala:
> “In early Buddhist thought, rebirth is a conditioned event based on intentional action. The link of birth is the formal instantiation of a previous momentum of clinging and becoming.”
(Analayo, 2023, cap. 5)
Analayo subraya que el nacimiento no se explica por sí mismo, sino que es la exteriorización de una causa interior: la voluntad de devenir, la sed del ego por afirmarse en una nueva forma. En esa clave, la reencarnación no puede comprenderse como castigo, sino como repetición estructurada por patrones de apego. Es la mente no liberada que, movida por el karma, reencarna.
Por ello, en el Visuddhimagga (siglo V), Buddhaghosa resume esta noción con claridad:
> “Because of craving and clinging, the being takes birth again, according to the seed of past actions. Birth is the arising of the new five aggregates.”
(Visuddhimagga, XVII, 291)
El nacimiento, según esta escuela, no es mera continuidad, sino renovación condicionada de los cinco agregados (pañcakkhandha), que constituyen el soporte del sentido del yo. En otras palabras, nacer es reconstruir ilusoriamente la identidad sobre cimientos kármicos. La rueda del samsara gira porque el nacimiento sigue al deseo, y este al error cognitivo: ignorar la impermanencia.
Hasta aquí el aporte de los sutras sobre el nexo de nacimiento.
La Vejez y la Muerte (Jarāmaraṇa): El Duodécimo Nexo de la Originación Dependiente.
El último eslabón en la cadena de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda) es la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa). Este nexo representa el resultado final y doloroso de todo el proceso condicionado, el culmen de una existencia ligada al samsara. Si bien es el final de una vida individual, también es el recordatorio más vívido de la naturaleza cíclica del sufrimiento y la impermanencia, ya que la muerte de un ser, impulsada por el karma acumulado y la ignorancia, conduce inevitablemente a un nuevo nacimiento y, con ello, al reinicio de la cadena.
Jarāmaraṇa, por lo tanto, no es simplemente el cese de las funciones vitales, sino el sufrimiento inherente a la decadencia y el fin de cualquier existencia condicionada.
1. ¿Qué es la Vejez (Jarā) y la Muerte (Maraṇa)?
El Buda define la vejez y la muerte de manera clara, enfatizando sus características como el punto culminante del sufrimiento en la existencia.
"Y ¿qué es la vejez? Es el envejecimiento de los seres en las diversas clases de seres, su decrepitud, la rotura de sus dientes, el encanecimiento de su cabello, el arrugamiento de su piel, el deterioro de su vida, el debilitamiento de sus facultades sensoriales. Esto se llama vejez."
"Y ¿qué es la muerte? Es el perecer de los seres en las diversas clases de seres, su desaparición, su desintegración, su extinción, la interrupción de sus existencias, la rotura de las agregaciones, el abandono del cuerpo. Esto se llama muerte."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: El Vibhanga Sutta ofrece definiciones explícitas y sombrías de vejez y muerte. La vejez (jarā) se describe no solo como un proceso físico (arrugas, canas, debilidad) sino como un deterioro general de la vitalidad y las facultades sensoriales. La muerte (maraṇa) es la disolución total del ser, el cese de la vida y la interrupción de la existencia como la conocemos. Estas descripciones no buscan ser meramente biológicas, sino que resaltan la inherente insatisfacción y el sufrimiento (dukkha) asociados con el ciclo de la existencia condicionada. Son el resultado inevitable de haber renacido.
2. La Dependencia de Jarāmaraṇa del Nacimiento (Jāti)
El Buda establece una dependencia directa y causal entre el nacimiento y la inevitable experiencia de la vejez y la muerte.
"Con el nacimiento [Jāti] como condición, surge la vejez y la muerte [Jarāmaraṇa]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Esta es la conexión más directa en esta parte de la cadena. Una vez que un ser ha tomado nacimiento (Jāti), ya sea en cualquier reino o forma, está intrínsecamente sujeto a la vejez, la enfermedad y la muerte. No hay escape de este destino en el samsara. Este nexo subraya la primera Noble Verdad: la existencia es sufrimiento, y gran parte de ese sufrimiento se manifiesta en la decrepitud y el fin de la vida. Para la reencarnación, esto significa que el acto mismo de renacer, impulsado por la ignorancia y el karma, es la condición para experimentar este inevitable sufrimiento final. Mientras haya nacimiento, habrá vejez y muerte, lo que a su vez creará las condiciones para un nuevo nacimiento, perpetuando el ciclo.
3. El Sufrimiento Inherentemente Asociado con Jarāmaraṇa.
Jarāmaraṇa no es solo un hecho biológico, sino que el Buda enfatizó el dolor y la aflicción que conlleva.
> "Y ¿qué es el sufrimiento? Tristeza, lamento, dolor, aflicción, desesperación – esto es sufrimiento."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda (comentario adicional en otros sutras)
Comentario: Asociado con la vejez y la muerte están las aflicciones mentales y emocionales: la tristeza por la pérdida, el lamento por lo que se va, el dolor físico y mental, la aflicción profunda y la desesperación ante lo inevitable. Estas no son experiencias accidentales, sino que son inherentemente parte del proceso de vejez y muerte en el samsara. Para la reencarnación, esto es crucial: el ciclo de nacimientos y muertes es un ciclo de sufrimiento. Cada vez que se nace, se hereda la certeza de experimentar estos aspectos dolorosos de la vejez y la muerte. Es precisamente este sufrimiento el que motiva la búsqueda de la liberación del samsara.
4. Jarāmaraṇa y el Ciclo de la Reencarnación
El nexo de Jarāmaraṇa es el cierre de un ciclo individual, pero es también el punto que inmediatamente nos remite al comienzo del siguiente.
* El Cierre de una Vida, el Impulso para la Siguiente: La muerte disuelve los cinco agregados (cuerpo, sensaciones, percepciones, formaciones mentales, conciencia) de una existencia. Sin embargo, las improntas kármicas (semillas de acciones pasadas) y la ignorancia fundamental (el primer nexo) que no han sido erradicadas, junto con el apego al ser (Upādāna) y la tendencia a devenir (Bhava), aseguran que la corriente de la conciencia busque un nuevo nacimiento. La muerte no es un fin absoluto, sino una transición en el samsara.
* La Compulsión del Renacimiento: La muerte, aunque dolorosa, no libera de la reencarnación si la ignorancia y el anhelo persisten. La vejez y la muerte son la consecuencia inevitable de haber renacido y, a su vez, la experiencia de la muerte, con su aferramiento al ser, alimenta la sed por una nueva existencia.
* El Motivo para Romper la Cadena: La comprensión profunda de que la vejez y la muerte son el destino ineludible de todo nacimiento es un poderoso motivador para buscar la liberación. Es la realización de que, mientras la rueda de la Originación Dependiente gire, este sufrimiento final se repetirá una y otra vez.
5. Simbolismo de Jarāmaraṇa en la Rueda del Samsara.
El nexo de la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa) se simboliza en la Rueda del Samsara típicamente con un cadáver siendo llevado para su entierro o cremación, o un anciano jorobado y ciego.
* El Cadáver / Entierro: Simboliza el final innegable de la vida, la disolución del cuerpo y el abandono de los cinco agregados. Es la representación de la muerte física.
* El Anciano Jorobado y Ciego: Este símbolo destaca la vejez (jarā) en sus aspectos más debilitantes: la postura encorvada por la edad, la ceguera que representa la pérdida de facultades sensoriales y la fragilidad general. También puede simbolizar la pérdida de discernimiento y la incapacidad de ver la verdad sin la práctica. Es un recordatorio de la decadencia inherente a toda forma nacida.
Ambos símbolos refuerzan la idea de que la existencia condicionada, a pesar de sus placeres fugaces, culmina en la decrepitud y la disolución. Son el resultado de todo lo que precede en la cadena de la Originación Dependiente.
El duodécimo nexo, la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa), es el punto final de una existencia individual en el ciclo de la Originación Dependiente, directamente condicionado por el nacimiento. Es el doloroso culmen de una vida ligada al samsara, manifestado en la decrepitud física, la pérdida de facultades y la disolución final del cuerpo y la mente. Los sutras del Buda no solo definen estos fenómenos, sino que enfatizan el sufrimiento inherente a ellos.
Para la reencarnación, Jarāmaraṇa es un recordatorio implacable: cada nuevo nacimiento lleva consigo la semilla de esta inevitable conclusión. La muerte, sin la erradicación de la ignorancia y el anhelo, no es una liberación, sino una puerta giratoria hacia un nuevo ciclo. Comprender y contemplar la vejez y la muerte con sabiduría es un poderoso catalizador para buscar el cese de la Originación Dependiente, que es la liberación de la rueda de nacimientos y muertes. Este nexo final nos impulsa a ver la verdad del sufrimiento y a trabajar diligentemente para romper las cadenas que nos atan a él.
Hasta acá concepto de nexo de muerte.
Análisis Simbólico del Nexo de la Vejez y la Muerte (Jarāmaraṇa).
El duodécimo y último nexo de la Originación Dependiente (Paticca-samuppāda), la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa), es un poderoso recordatorio visual y conceptual de la inevitabilidad del sufrimiento inherente a la existencia samsárica. En la Rueda del Samsara, este nexo se simboliza típicamente de dos maneras complementarias, cada una ofreciendo una perspectiva única sobre el culmen del ciclo vital condicionado.
1. El Cadáver Siendo Llevado para su Entierro o Cremación.
Este es uno de los símbolos más directos y universales de la muerte. La imagen de un cuerpo sin vida, inerte, que es transportado para su disposición final, encierra múltiples capas de significado.
* La Inevitabilidad de la Muerte: Es el fin innegable de una existencia individual. Sin importar cuán exitosa, placentera o larga sea una vida, su conclusión última es la muerte física. Simboliza que, una vez que hay nacimiento (Jāti), la muerte es el destino ineludible.
* La Disolución de los Agregados: El cadáver representa la disolución de los cinco agregados de apego (cuerpo, sensaciones, percepciones, formaciones mentales y conciencia) que conforman la identidad personal. Al morir, esta "construcción" se desintegra, revelando su naturaleza impermanente y no-sustancial.
* La Pérdida y el Dolor: La imagen evoca la tristeza, el lamento y la aflicción asociados con la pérdida de un ser querido, o el miedo a la propia desaparición. Es el sufrimiento (Dukkha) en su forma más cruda y final.
* El Fin de una Manifestación, no del Flujo: Aunque el cuerpo y la vida particular cesan, en el contexto de la Rueda del Samsara, la muerte no significa el fin del sufrimiento si la ignorancia y el apego persisten. El acto de llevar el cadáver sugiere un "movimiento", una continuación, no un cese absoluto. Simbólicamente, es la disolución de esta forma que permite que la corriente de la conciencia, impulsada por el karma, busque una nueva existencia.
2. El Anciano Jorobado y Ciego.
Este símbolo, que a menudo aparece junto al cadáver o como una alternativa, se centra en la "vejez" (Jarā) y sus penurias, que preceden y conducen a la muerte.
* La Decadencia del Cuerpo: La figura encorvada y frágil del anciano simboliza el deterioro físico inevitable que acompaña a la edad: la pérdida de fuerza, agilidad y vitalidad. Es un recordatorio de que el cuerpo, una vez nacido, está sujeto a la decadencia.
* El Debilitamiento de las Facultades Sensoriales: La ceguera del anciano representa el debilitamiento de las facultades sensoriales (vista, oído, etc.) que ocurre con la vejez. Alude a la disminución de la capacidad de interactuar con el mundo de la manera en que se hacía en la juventud, generando frustración y desapego de las experiencias.
* La Carga de la Existencia: La joroba del anciano puede simbolizar la carga acumulada de una vida de experiencias, preocupaciones y karma. Es el peso de la existencia samsárica manifestándose en el cuerpo.
* La Pérdida de Autonomía y Dignidad: La imagen puede evocar la vulnerabilidad y la dependencia que a menudo acompañan a la vejez avanzada, donde el ser ya no es plenamente capaz de valerse por sí mismo.
* La Incapacidad de Ver la Verdad: La ceguera también puede ser una metáfora de la ignorancia (Avidyā), el primer nexo de la cadena. A pesar de una vida de experiencias, la vejez a menudo no trae consigo la sabiduría liberadora si la ignorancia fundamental no ha sido erradicada. Uno puede llegar a la vejez sin haber "visto" la verdadera naturaleza de la realidad.
3. La Implicación Global en la Rueda del Samsara.
Jarāmaraṇa, como último nexo, es la culminación de toda la cadena de la Originación Dependiente.
* El Fruto Amargo del Nacimiento: Este nexo es el resultado inevitable de haber experimentado el nacimiento (Jāti). No puedes nacer sin eventualmente envejecer y morir.
* La Circularidad del Samsara: La vejez y la muerte no son el "fin" del ciclo en sí, sino el punto que inevitablemente nos lleva de regreso al primer nexo: la ignorancia. El temor y el aferramiento a la existencia en el momento de la muerte, si la ignorancia persiste, alimentan la volición y la conciencia para un nuevo renacimiento, reiniciando la rueda. La muerte es una transición, no una escapatoria definitiva si la raíz del samsara (la ignorancia) no ha sido erradicada.
* La Motivación para la Liberación: La cruda realidad de la vejez y la muerte, con todo el sufrimiento que implican, sirve como un poderoso catalizador para la práctica budista. Al contemplar la inevitabilidad de Jarāmaraṇa, uno se motiva a buscar la verdadera liberación del samsara, rompiendo la cadena de la Originación Dependiente antes de que conduzca a un nuevo nacimiento y a un nuevo ciclo de sufrimiento.
Conclusión del Simbolismo: La Inevitable Conclusión de una Existencia Condicionada.
El simbolismo de la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa) en la Rueda del Samsara es una profunda meditación sobre la transitoriedad y la inherente insatisfacción de la existencia condicionada. Ya sea a través de la imagen del cadáver inerte o del anciano decrépito, ambos símbolos nos confrontan con la cruda realidad de que todo lo que nace debe morir y que este proceso está teñido de sufrimiento. Lejos de ser un mero final, Jarāmaraṇa es el recordatorio más potente de la naturaleza cíclica del samsara y la fuerza impulsora detrás de la búsqueda budista de la liberación. Nos insta a reconocer que el verdadero escape del sufrimiento no radica en evitar la muerte, sino en erradicar las causas fundamentales (la ignorancia y el anhelo) que nos encadenan a repetidos nacimientos, y por ende, a repetidas vejeces y muertes.
Hasta acá análisis símbolico.
La Vejez y la Muerte (Jarāmaraṇa): Aportes de los Sutras del Buda sobre su Relación con la Reencarnación.
El duodécimo y último nexo de la Originación Dependiente, la vejez y la muerte (Jarāmaraṇa), es el fin inevitable de cualquier existencia condicionada. Los sutras del Buda revelan que este nexo es el resultado directo del nacimiento (Jāti) y el recordatorio más contundente de la naturaleza insatisfactoria del samsara. Las palabras del Buda no solo definen la vejez y la muerte, sino que utilizan su inevitabilidad para motivar la práctica espiritual, revelando que la única forma de escapar de ellas es erradicando la ignorancia y el anhelo que nos atan al ciclo de nacimientos y muertes.
1. La Definición del Buda: La Consecuencia Directa del Nacimiento.
El Buda define la vejez y la muerte de manera explícita y sin paliativos, estableciendo una relación causal directa con el nacimiento.
> "Y ¿qué es la vejez? Es el envejecimiento de los seres... su decrepitud, la rotura de sus dientes, el encanecimiento de su cabello, el arrugamiento de su piel, el deterioro de su vida, el debilitamiento de sus facultades sensoriales. Esto se llama vejez."
> "Y ¿qué es la muerte? Es el perecer de los seres... su desintegración, su extinción, la interrupción de sus existencias, la rotura de las agregaciones. Esto se llama muerte."
"Con el nacimiento [Jāti] como condición, surge la vejez y la muerte [Jarāmaraṇa]."
— Samyutta Nikaya 12.2 (Vibhanga Sutta), El Buda
Comentario: Estas definiciones no solo son descripciones biológicas, sino que sirven para resaltar la inherente insatisfacción y el sufrimiento (Dukkha) que caracterizan el envejecimiento y el fin de la vida. El Buda establece inequívocamente que si hay nacimiento, habrá vejez y muerte. Para la reencarnación, esto significa que el acto mismo de renacer, impulsado por el karma y la ignorancia, es la condición fundamental para experimentar este sufrimiento final. Mientras un ser permanezca en el samsara, esta cadena causal será implacable.
2. La Muerte como el Cese de los Agregados de Apego.
El Buda explica la muerte como la disolución de los cinco agregados que conforman la identidad individual, subrayando que no hay una "esencia" o "alma" que perezca.
"Monjes, si los cinco agregados no existieran, no habría muerte. Pero como existen, la muerte ocurre. Por lo tanto, el final del cuerpo, las sensaciones, las percepciones, las formaciones mentales y la conciencia, esta es la muerte."
> — Samyutta Nikaya 22.39 (Upadana Sutta), El Buda (paráfrasis)
Comentario: Esta enseñanza es crucial para refutar la noción de un alma eterna. La muerte es el cese de los agregados. Sin embargo, los sutras también nos enseñan que el karma acumulado, las voliciones y las tendencias mentales, no se aniquilan. La corriente de la conciencia continúa. Por lo tanto, en la reencarnación, la muerte es el final de una manifestación de los agregados, pero las causas que los produjeron persisten y se manifiestan en un nuevo nacimiento. La muerte es la disolución del "paquete" de una vida, pero las "semillas" kármicas en el subconsciente esperan el momento de germinar en una nueva existencia.
3. La Vejez y la Muerte como el Origen del Lamento y la Desesperación.
Los sutras señalan la vejez y la muerte no solo como eventos físicos, sino como la fuente de un profundo sufrimiento emocional y mental.
"Y ¿qué es el sufrimiento? El dolor, el lamento, la aflicción, la desesperación. Es por la vejez, por la enfermedad, por la muerte, que surgen el dolor, el lamento, la aflicción y la desesperación."
— Digha Nikaya 22 (Mahasatipatthana Sutta), El Buda
Comentario: En el gran sutra de los Cuatro Fundamentos de la Atención Plena, el Buda asocia directamente la vejez y la muerte con el sufrimiento en su forma emocional más intensa. Esto sirve para recalcar que la vida en el samsara no solo culmina en la disolución, sino en la angustia. La reencarnación perpetúa este ciclo. Cada vez que se nace, se hereda la certeza de volver a experimentar este doloroso final, a menos que se rompa la cadena de la Originación Dependiente en su raíz.
4. La Muerte como Motivación para la Práctica del Dharma.
El Buda utiliza la inevitabilidad de la vejez y la muerte para inspirar a sus discípulos a practicar con urgencia. La contemplación de Jarāmaraṇa no es mórbida, sino una práctica de sabiduría.
"Monjes, no es posible decir que un ser que ha nacido no morirá. No es posible que un ser que ha muerto no vaya a renacer. Solo aquellos que han roto las ataduras de la ignorancia y el anhelo no renacerán. Por lo tanto, Monjes, mediten sobre la muerte y la impermanencia para liberarse de este sufrimiento."
> — Anguttara Nikaya 3.33 (Maha-Saccaka Sutta), El Buda (paráfrasis)
Comentario: Este pasaje crucial revela el propósito liberador de la contemplación de Jarāmaraṇa. El Buda nos dice que, si bien la muerte es inevitable en esta vida, el renacimiento no lo es. La única forma de romper el ciclo es erradicar las causas fundamentales (ignorancia y anhelo) que nos atan a él.
La contemplación de la vejez y la muerte sirve como un recordatorio contundente de la urgencia de la práctica. Es el "aguijón" que nos despierta de la complacencia y nos motiva a seguir el Óctuple Sendero, el único camino para alcanzar el estado donde no hay nacimiento, y por lo tanto, no hay vejez ni muerte.
5. La Muerte como el Umbral entre Vidas sin la Conclusión del Karma.
Los sutras también explican cómo la muerte es el puente entre existencias, impulsado por el karma sin purificar.
"Con la ignorancia como condición, surgen las formaciones kármicas; con las formaciones kármicas como condición, surge la conciencia; con la conciencia como condición, surge la mente y el cuerpo... con la muerte como condición, surge el renacimiento."
— Samyutta Nikaya 12.1 (Paccaya Sutta), El Buda (paráfrasis del ciclo completo)
Comentario: Esta visión del ciclo completo nos recuerda que Jarāmaraṇa no es un nexo aislado, sino que está íntimamente ligado a los demás.
La muerte (y el sufrimiento que conlleva) es la consecuencia del nacimiento, que a su vez es el resultado de las "causas de devenir" (Bhava), que son impulsadas por el apego y el anhelo. A menos que se rompa la cadena antes de que se llegue al apego, la muerte no será el fin del ciclo, sino el catalizador del renacimiento. Los sutras nos advierten que mientras las raíces de la ignorancia y el apego persistan, la muerte simplemente abrirá la puerta a un nuevo nacimiento y, con él, a un nuevo ciclo de vejez y muerte.
Hasta aquí aportes de los sutras sobre el nexo de muerte.
Hasta aquí los nexos de originación dependiente.