EL PROCESO DEL RENACIMIENTO EN EL BUDISMO
El bardo del devenir
(Tib: Sigpa bardo) comienza cuando se recobra la conciencia luego del
bardo del Dharmata o realidad y culmina en el ingreso en el vientre de la
futura madre.
Si uno no logra alcanzar un estado más allá de lo personal
en el bardo anterior, uno llega a el estado intermedio a partir del décimo día.
Las impresiones provenientes de la conciencia-almacén que
consisten en tendencias y el karma,
forman un patrón cada vez más fuerte que condiciona o cristaliza una nueva vida
en el mundo condicionado.
Al despertar nuevamente, unos días después de la muerte, se
abre el comienzo de un nuevo estado intermedio y el camino hacia el
renacimiento condicionado.
Las tendencias y nociones erróneas de la vida pasada
conquistan y recubren la mente ahora nuevamente desnuda. En este punto del
desarrollo, depende de que impresiones a acumulado uno en la conciencia-almacén
en la última vida y en vidas anteriores, y del grado de impersonalidad que uno
haya desarrollado respecto a las propias experiencias , será el grado de
condicionamiento del renacimiento que se está cristalizando o concretando.
En este bardo del devenir se expresa claramente el potencial
creativo de la mente, la posibilidad de convertirnos en cualquier cosa en
función del potencial karmico acumulado.
Todas las formas experimentadas, ya sea puras o inpuras,
constituyen el poder expresivo de la naturaleza vacía y luminosa de la mente.
La naturaleza luminosa-vacía de la mente es incesante y
puede aparecer como cualquier cosa, aparece en formas perceptibles o como
fenómenos mentales.
En la medida que se reconoce la naturaleza ultima de los
fenómenos o apariencias de este bardo, no habrá tanto condicionamiento respecto
a la experiencia pasada en la proyección hacia la siguiente vida.
La forma que toman está plenamente condicionada por los
patrones karmicos generados en vidas anteriores, en la vida anterior y en el proceso
de morir espècificamente.
La naturaleza fundamental de la mente, el estado de dharmata,
es la fuente o raíz de las apariencias tanto de carácter puro como impuras.
Cuando la base de todas las experiencias es pura, se la denomina alaya-jnanan o
sabiduría, tiene la cualidad de la luminosidad, del estado despierto completo,
este nivel de la mente no tiene comienzo o final de la actividad, es la base de
todos los fenómenos que la conciencia experimenta, es el flujo mental que
continua de momento a momento, constituye la portadora de semillas karmicas.
Cuando la base de todo o alaya, es impura, se denomina
“conciencia”, la alaya vitnaya es un fenómeno relativo, es una experiencia
neutra.
La base de alaya vitnaya es un fenómeno continuo que , se
continua de momento a momento, de vida en vida, y le da un sentido de imputabilidad
a la idea de un “yo”.
Al percibir el “yo”, también estamos percibiendo al “otro”, completando,
de esta manera la visión de la realidad condicionada.
El poder de los patrones habituales, junto con la fuerza del
karma, perpetúa esta ilusión fundamental, siendo su ímpetu condicionante
interrumpido en el ingreso en el bardo de la meditación, o luego de la
disolución de los elementos, en el momento de la muerte, y percibimos la
realidad de la mente.
Quien no ha logrado ingresar en el campo de poder de un
buda, experimenta planos de experiencia cuya materia prima ha sido acumulada
durante la vida anterior.
Si el ser no es consciente y no a aprendido a controlar su
mente, continua la confusión del morir.
A causa del apego al mundo y a su cuerpo, uno tiene
dificultad para asumir su muerte.
Uno se encuentra arrastrado por el mismo pensamiento
enmarañado, incontables imágenes se entremezclan según los hábitos adquiridos
en vida y los pensamientos que tuvo al
momento de morir.
La confusión tiene el mismo colorido emocional que en la
vida anterior.
Tras comprobar su interacción nula e infructífera con el
mundo fenoménico, sabe irrevocablemente: “yo estoy muerto”.
Esta comprensión puede generar un shock y el ser ingresa
nuevamente en un estado de inconciencia, luego vuelve a despertar o continua
consciente pero cada vez recuerda menos la vida anterior, si la recuerda es de
un modo borroso.
Al comienzo, la mente oscila entre el mundo familiar de
experiencia de la vida anterior y las tendencias y sentimientos que surgen con
fuerza en la conciencia almacén.
Más adelante van a predominar las impresiones acumuladas a
lo largo de las vidas, dependiendo de si las impresiones son inclusivas y
compasivas, o egoístas, asi será de agradable el ambiente el ambiente
experimentado en el bardo.
Ya sea con alegría o temor, uno reconoce que el campo de
posibles experiencias se va estrechando y concretando cada vez más.
Luego de transcurridos mas de la mitad de las siete semanas
posteriores a la muerte, uno puede pasar por estados intermedios entre la vida
pasada y el renacimiento. A los veinticinco días, se va aclarando la
orientación del foco de la conciencia y se puede vislumbrar el futuro
renacimiento.
Si uno no logra ser impulsado al campo de poder de los budas,
se encontrara atraído por uno de los seis reinos mentales de la existencia
posibles; en función de los condicionamientos karmaticos anteriores, en función
de los pensamientos, palabras y acciones de la vida que termino.
La proyección de los distintos reinos, consiste en estados
de conciencia proyectados mutuamente. La mente lo hace de forma similar a como
ocurre en esta vida, las tendencias condicionan las futuras experiencias.
En el bardo del
renacimiento, despertamos nuevamente, tras un tiempo de inconciencia, y es
cuando la estructura dualista de la mente se reafirma.
Es la reconstrucción del proceso desconstruido en el proceso
de disolución de los elementos, es la progresión en sentido inverso del proceso
de apariencia, aumento y logro.
En esta reconstrucción, inevitablemente, resurgen a la
conciencia las apariencias dualistas del samsara, trayendo consigo todas las
apariencias dualistas del samsara.
Los vientos sutiles reaparecen, transcurre de vuelta la
conformación de las ochenta formas de concientización, que corresponden a la
trinidad de las apariencias negras, rojas y blancas, que resurgen de forma
inversa a como ingresaron en el estado de absorción.
Cuando “despertamos” y retomamos el sentido de dualidad, y
por lo tanto del “yo”, comenzamos a tener también la conciencia de lo que nos a
pasado y que morimos y no tenemos el sostén y fuerte referencia para el yo que
es el cuerpo.
Esta pérdida de sostén, de referencia firme, es causa de
miedo, si la conciencia no a logrado interiorizar cierto grado de desapego y de
conciencia de la muerte.
Esta falta de estabilidad, sumada a esta falta de referencia,
genera una experiencia muy volátil en la mente, siendo una experiencia parecida
a cuando uno está despertando, que la
mente es quizás particularmente incontrolable.
Si podemos, en este punto refugiarnos en principios simples
del dharma, la experiencia puede ser muy profunda. La visualización de la
vacuidad, se torna una experiencia real, de insustancialidad, que trasciende
los modos normales de comprensión.
Siendo esta experiencia o comprensión profundizada para una
mayor comprensión posterior, para una proyección en una realización también
mayor.
Debido al poder de la mente en este bardo, tenemos la
posibilidad de ayudar a quien hayamos tenido conexión, o a las causas o
proyectos con los que hayamos estado conectados.
Después de la muerte, durante el potencial estado de
confusión del bardo del devenir, si se escuchan las instrucciones del bardo,
seremos capaces de reconectarnos con las enseñanzas y dar lugar a la motivación
para cierta experiencia y realización de la naturaleza de la mente.
La experiencia del bardo se mide en aproximadamente siete
semanas.
La mitad del bardo está conectado con las apariencias y
concepciones habituales de esta vida, y la segunda mitad va a estar más
conectada con la proyección hacia la siguiente vida. Claramente no hay en esto
una regla fija, va a depender de la conformación karmica de cada individuo, y
lo vivido en la vida anterior y antes de la muerte específicamente.
Proyección de la
mente hacia los reinos de la existencia:
El “viento del karma” , el poder condicionante de las
tendencias de la mente y el karma consecuente, nos impulsara a un reino de
renacimiento que refleje las tendencias psicológicas dominantes.
Las luces que se perciben en este punto, del bardo del
devenir, no son ya un reflejo de las distintas sabidurías sino que en realidad
serán un reflejo de las tendencias samsaricas que son en potencia las seis
sabidurías.
Al verlas nos sentiremos atraídos hacia algunas y no hacia
otras, las instrucciones de los maestros son claras en cuanto a procurar no ser
atraídos hacia ninguna.
Aparte de las luces, veremos signos del reino de nuestro
renacimiento en la forma de diferentes paisajes.
Si seguimos la atracción por la luz blanca del reino de los
dioses podríamos ver un palacio.
Si se sigue la luz roja del reino de los dioses celosos,
podríamos ver un anillo de fuego y sentir que ingresamos en un campo de
batalla.
Si en cambio, nos sentimos atraídos por la luz verde del
reino de los animales, podríamos vernos atraídos a un valle, cueva o cabaña
vacia.
Al responder a la atracción por el reino de los fantasmas
hambrientos podemos visualizar una pila de troncos o una jungla.
Si sigues la luz oscura y neblinosa del reino infernal, podrías
ver una forma de mazmorra.
Si sientes atracción por la luz azul, el renacimiento será
humano.
De los cuatro reinos que componen, tres pueden resultar
deseables por varias razones, pero no hay posibilidad de practicar el dharma,
tan solo un continente ofrece esta posibilidad y es el continente austral.
Si percibes una bruma blanca o ves una ciudad con casas
bonitas, significa que es un renacimiento en el continente austral.
La ciudad con casas bonitas indica el precioso renacimiento
humano con excelentes condiciones para la práctica del dharma.
En la filosofía budista se considera que los diversos reinos
son en realidad estados mentales que condicionan fuertes tendencias emocionales
y karmaticas, son siempre creación a consecuencia de un karma individual y
grupal.
Son siempre proyecciones de la propia mente, que se
manifiestan en la experiencia de un reino especifico, de allí su naturaleza
impermanente e insustancial.
Aunque estamos en el reino humano, podemos y de hecho
atravesamos por la experiencia de los seis reinos en él, desde la experiencia más
infernal a la más gozosa.
Momentos previos al aterrizaje:
En el vientre
materno, estamos desarrollando todos los elementos, en el proceso inverso de la
disolución de la muerte.
La sensación, en el bardo del devenir es la de volver a
casa, es como un descanso luego de un largo viaje sin hogar propio.
La instrucción de los maestros en este punto es el realizar
acciones positivas, en el ambiente que estamos viviendo y hacia la existencia
que nos proyectamos con un reforzamientos de la intensión bodhichitta.
Al llegar el momento mismo de renacer, de ingresar en el
vientre materno, hay una serie de emociones intensas que se pueden
experimentar, en especial las que corresponden a la posesión y a los celos.
La energía de los tres kleshas raíz se intensifica,
intensificando con ellas el condicionamiento karmatico, la pasión y la agresión
se intensifican específicamente, haciéndonos ingresar en un estado de mayor ignorancia,
hasta el punto que no sabemos quiénes somos ni tampoco que nos está ocurriendo.
Las instrucciones indican que un renacimiento con este
condicionamiento inicial puede minimizarse o reducirse mediante una serie de técnicas.
La esencia de propósito de estas técnicas consiste en transformar una
experiencia del mundo samsarico interior o exterior en un mundo sagrado.
Mediante la práctica de creación de vajrayana o de visión
profunda uno puede sostenerse en una visión pura de sí mismo y de los futuros
padres y todo el ambiente futuro.
De esta manera se reduce la velocidad del proceso motivado
por las emociones de posesividad y poder examinar las cualidades de los padres
para un renacimiento donde sea posible la práctica del dharma.
Es particularmente importante el transformar la visión de
los futuros padres y el futuro ambiente para visualizarlo de forma pura y en
todo su potencial de realización del propósito.
La estrategia principal para interrumpir el ímpetu hacia el
nacimiento que se denomina “bloqueo a la persona” y “cerrar la puerta del
vientre”, respectivamente, es la de transformar las apariencias y verse a si
mismo y a los distintos seres y apariencias como una expresión del buda.
Otra forma de reflexionar sobre la situación y desarrollar
la visión pura es el reconocerse soñando, como alguien que aspira a despertar,
y así verse como un instrumento de una energía mayor a uno como ser el poder de
los budas.
Al reconocer la insustancialidad de las emociones
perturbadoras, es una forma de purificarlas y anular el efecto realizador del
apego y de las emociones perturbadoras en general.
En este momento es también sumamente liberador el
reflexionar sobre la naturaleza impermanente del samsara, sobre la unidad de
samsara, nirvana, y la verdad del mahamudra.
En definitiva, el aspirar a una encarnación en las
mejores condiciones y proteger y desarrollar el estado de despertar es la mejor
de las aspiraciones, como fundamento de lo que el ser puede desarrollar como
aprendizaje en esta vida.Bibliografia:
*La mente mas alla de la muerte, Dzogchen Ponlop, Editorial Kairos,2008
* Sin temor a la muerte, Lama Ole Nydahl, Lama Ole Nydahl, (2015).
El libro tibetano de la vida y de la muerte, Sogyal rimpoche.