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martes, 22 de julio de 2025

texto completo, símbolos de muerte y renacimiento.Rafael Lagomarsino.


Índice temático general


Símbolos de la muerte y renacimiento





Introducción


A)  Cap1:La existencia humana insatisfactoria.


 * a. La existencia humana como insatisfacción desde la filosofía de Schopenhauer.

 * b. La insatisfacción de la existencia humana desde la filosofía budista.

 * c. Análisis simbólico de la insatisfacción y el sufrimiento en la existencia.

 * d. El pesimismo existencial en la serie Fargo.


B) Cap 2 :La confrontación con la propia finitud e impermanencia.


 * a. El hombre como ser para la muerte en Heidegger.

 * b. Reflexión sobre la muerte y la impermanencia en la filosofía budista.

 * c. Símbolos de la impermanencia y la muerte.

 * d. Heidegger y la filosofía budista presentes en la serie Breaking Bad.


C)  Cap 3:El decaer, la disolución, intrínsecos a la existencia.


 * a. Análisis filosófico de la pérdida, del decaer, como parte de la existencia.

 * b. Análisis simbólico del decaer y la pérdida como parte de la existencia.

 * c. Análisis simbólico y filosófico de "El viejo", de La Vela Puerca.

 * d. Análisis simbólico y filosófico de High Hopes de Pink Floyd.


D)  Cap 4:La agonía y el éxtasis: la esencia de la muerte y renacimiento.


 * a. Filosofía de la agonía y el éxtasis como esencia de la muerte y renacimiento.

 * b. Análisis simbólico de la agonía y el éxtasis como esencia de la muerte y renacimiento.

 * c. La agonía y el éxtasis reflejados en las estrellas, símbolos astrológicos.

 * d. La agonía y el éxtasis del renacimiento expresados en el arte.

 * e. La agonía y el éxtasis de la muerte y renacimiento en las matrices perinatales de Grof.


E) Cap 5: El despertar liberador tras la experiencia.


 * a. Filosofía budista y de Platón en la comprensión liberadora tras la experiencia.

 * b. Análisis simbólico de la comprensión liberadora de la experiencia.

 * c. La filosofía de Platón y el budismo en la película Matrix.

 * d. Expresiones artísticas de la comprensión y liberación.


Bibliografía







Introducción


Símbolos de la muerte y renacimiento



Este libro no busca definir, ni explicar, ni resolver. No hay tesis que demostrar ni conclusiones a imponer. Tampoco pretende aleccionar sobre la muerte ni sobre el renacimiento como si fueran conceptos abstractos, regulables o domesticables. El propósito es otro: invitar a detenerse. A mirar con hondura lo que muchas veces esquivamos. A explorar, con paciencia y sin apuro, el modo en que la muerte y el renacimiento se despliegan, no como fenómenos lejanos o excepcionales, sino como pulsaciones constantes de la existencia misma.


El punto de partida es simple pero radical: la muerte no es algo que nos ocurre solo al final, ni el renacimiento una fantasía posterior. Ambos están presentes, de forma continua, en nuestra experiencia cotidiana. Morimos simbólicamente en cada transformación, en cada pérdida, en cada quiebre. Renacemos en cada viraje, en cada comprensión nueva, en cada momento en que lo viejo deja paso a lo que aún no tiene nombre. Morimos y renacemos en la conciencia, en los vínculos, en el cuerpo, en la mirada. Y cada uno de esos movimientos —a menudo dolorosos, inciertos, inasibles— está cargado de sentido.


Sin embargo, esa verdad rara vez es habitada con claridad. Nuestra cultura ha construido alrededor de la muerte un cerco de negación, y alrededor del renacimiento, una ilusión de promesa. A la primera se la silencia, se la esconde, se la privatiza. Del segundo se hace mercancía, espectáculo, consigna. Pero cuando se los mira con atención, desde el silencio que permiten el arte, el símbolo, la filosofía o la contemplación, emergen como dimensiones profundamente humanas, inevitablemente ligadas a nuestra fragilidad, a nuestra potencia y a nuestra búsqueda de sentido.


A lo largo de estas páginas se despliega un recorrido que no pretende ser cronológico ni cerrado, sino más bien una cartografía poética y reflexiva de diversas experiencias humanas de disolución, vacío, caída, y también de apertura, transformación y reconfiguración interior. Cada capítulo explora desde un ángulo particular —filosófico, simbólico, estético, existencial— el modo en que lo que muere en nosotros da paso a otra forma de conciencia, de relación, de mundo. A veces ese tránsito ocurre como quiebre abrupto; otras veces, como erosión lenta. A veces se manifiesta como dolor insoportable; otras, como comprensión silenciosa.


El enfoque filosófico, especialmente desde autores como Schopenhauer y Heidegger, permite una aproximación a la estructura misma del existir humano como experiencia trágica e inacabada, donde la muerte no es un hecho externo, sino la posibilidad más íntima. Desde el budismo, en particular el tibetano, se recoge una visión contemplativa en la que la muerte no solo no es el final, sino que forma parte de un ciclo mental y kármico del que puede emerger la liberación. Ambas tradiciones —la occidental existencialista y la oriental meditativa— no se oponen, sino que dialogan en profundidad, iluminando desde diferentes lenguajes una misma inquietud humana.


Pero también hay símbolos, y no menos potentes. Porque lo que a veces no se puede pensar, puede intuirse. Porque hay imágenes, canciones, escenas cinematográficas, signos astrológicos, que condensan en una forma sensible lo que no cabe en palabras. Así, la muerte y el renacimiento aparecen cifrados en una calavera o en una caída de hojas, en la figura del Colgado del tarot o en la letra de una canción. Son representaciones que no explican, pero revelan. Que no ordenan, pero conmueven.


El arte, en todas sus formas, cumple aquí un papel crucial. No como adorno ni como ilustración, sino como lenguaje que toca lo invisible. Obras como Breaking Bad o Fargo no son simples ficciones, sino espejos oscuros donde se refleja la pregunta por lo auténtico, por el límite, por el desprendimiento del ego. Las letras de High Hopes o El viejo, por su parte, actúan como cápsulas de memoria emocional, donde se enuncia la pérdida sin consuelo, la nostalgia sin redención, la esperanza no ingenua. Incluso las matrices perinatales de Grof, leídas desde la psicología profunda, aportan una estructura simbólica para comprender las fases de la disolución y el renacimiento psíquico.


Por eso este libro no es un ensayo cerrado ni una suma de artículos. Es más bien una travesía, una suerte de bitácora existencial donde convergen distintas voces, estilos y tradiciones, guiadas por una misma interrogante: ¿cómo nos transformamos cuando algo en nosotros muere? ¿Qué se revela cuando ya no queda nada que sostener? ¿Qué es eso que llamamos “renacer” cuando no se trata de comenzar desde cero, sino de recomenzar desde el fondo?


La idea de renacimiento aquí no remite a consuelos sobrenaturales ni a ficciones de eternidad, sino a algo mucho más cercano y a la vez más hondo: la posibilidad de vivir de otro modo después del derrumbe. De habitar una nueva forma del yo sin las certezas previas. De volver a mirar con ojos limpios, a pesar de todo. No se trata de borrar el dolor, sino de atravesarlo hasta que, en algún momento, la conciencia se abra a otra luz.


Cada lector encontrará su propio ritmo. No es necesario leer en orden ni compartir todas las referencias. El libro fue pensado como una conversación silenciosa con quien atraviesa un proceso, un duelo, una transformación. Con quien sospecha que lo que muere no es un error, y que lo que nace, aunque incierto, merece ser nombrado. La lectura puede acompañar, inspirar, sacudir, pero nunca reemplazar el tránsito vivencial de quien lo recorre.


Este es, en definitiva, un libro escrito desde el centro de la caída y desde el umbral del renacer. Un intento de comprender —con palabras, con símbolos, con silencios— ese movimiento inevitable que nos atraviesa y que nos vuelve humanos: el de morir por dentro, y volver a empezar.






Capítulo 1: La existencia humana inherentemente insatisfactoria.


Introducción


En el vasto tapiz de la existencia, la condición humana se presenta a menudo envuelta en una paradoja. A pesar de los anhelos de felicidad y plenitud, una insatisfacción inherente parece permear nuestra experiencia. Este capítulo explora esa verdad fundamental a través de dos lentes filosóficas poderosas: el pesimismo de Arthur Schopenhauer y la sabiduría milenaria del budismo. Ambos sistemas, aunque distintos en origen y enfoque, convergen en la comprensión de que el sufrimiento y el descontento son intrínsecos a la vida. Complementaremos esta reflexión con un análisis simbólico y con interpretaciones de la serie Fargo, revelando cómo esta visión profunda no solo diagnostica nuestra condición, sino que también nos invita a una forma de liberación y conciencia.

a. La existencia humana como insatisfacción desde la filosofía de Schopenhauer

La existencia humana: ¿insatisfacción inherente? Análisis filosófico.

El filósofo Arthur Schopenhauer es reconocido como uno de los principales exponentes del pesimismo existencial, argumentando que el sufrimiento es una parte intrínseca de la vida humana. Pero, ¿qué causa este sufrimiento?

La voluntad como raíz del sufrimiento

Según Schopenhauer, la causa del sufrimiento humano reside en el despliegue compulsivo e inconsciente de la voluntad. Esta voluntad es una fuerza primordial que nos impulsa a desear y buscar ciertas experiencias. Sin embargo, es precisamente en la frustración de estos deseos y necesidades donde se origina el sufrimiento que fundamenta nuestra existencia.

Es importante destacar que esta "voluntad" no es una voluntad positiva orientada al crecimiento o a un hábito saludable. En Schopenhauer, se refiere a la necesidad de un egoísmo que busca su propia satisfacción, y cuyo despliegue tiene como consecuencia ineludible el sufrimiento existencial. Este sufrimiento impregna la vida humana, sin importar las diferencias superficiales en las formas de existencia.

La vida, en esta visión, es frecuentemente manejada y condicionada por una voluntad irracional y caótica que genera deseos. Cuando estos deseos son satisfechos, irónicamente, pueden generar más sufrimiento y angustia, tal como sugiere la frase de la canción "Náufrago" de Cuatro Pesos de Propina: "De qué vale ganar si cuando gano pierdo".

El mundo como sufrimiento: una regla, no una excepción

Schopenhauer sostiene que el dolor omnipresente no es aleatorio ni producto de la casualidad, sino una regla fundamental de la existencia. El sufrimiento abunda debido a necesidades y carencias insaciables. Tendemos a la ilusión de creer que las causas de nuestras necesidades y deseos "irracionales y caóticos" están separadas de una existencia de sufrimiento.

Citando a Schopenhauer en El mundo como voluntad y representación: "Es absurdo considerar que la inmensa cantidad de dolor que abunda por todas partes y que tiene su origen en necesidades y carencias inseparables de la vida misma no sirve para nada y es simplemente el resultado de la mera casualidad; cada desgracia aislada parece algo excepcional, pero la desgracia es lamentablemente la regla".

La ignorancia y negación del sufrimiento

En los momentos de dicha, solemos ignorar o negar la inminencia de un cambio hacia el sufrimiento o la incertidumbre. Si poseemos algo, sufrimos por el apego; si carecemos de lo que se desea, también sufrimos. Ambas situaciones son dos caras de la misma moneda de la voluntad o, como se describe en la filosofía budista, la "sed de experiencia".

Schopenhauer compara nuestra existencia con "corderos en el campo, que se divierten bajo la atenta mirada del carnicero". Si bien es raro no experimentar pérdidas o sufrimiento en la vida, la muerte será, sin duda, el carnicero que pondrá fin a cualquier felicidad duradera.

Además, las relaciones humanas son a menudo percibidas como un combate perpetuo. Los otros hombres son vistos como adversarios o instrumentos para nuestras propias aspiraciones de la voluntad. Schopenhauer lo expresa así: "La vida del hombre es un perpetuo combate, no solo contra la miseria y el hastío, sino contra los demás hombres".



b. La insatisfacción de la existencia humana desde la filosofía budista.


La existencia humana, a menudo idealizada y engrandecida por narrativas de progreso y felicidad ininterrumpida, es fundamentalmente un estado de insatisfacción inherente. Esta verdad, lejos de ser una visión nihilista, es una piedra angular tanto en el pesimismo filosófico occidental de Arthur Schopenhauer como en la milenaria sabiduría budista. Aunque sus caminos y objetivos difieren, ambos sistemas de pensamiento convergen en la comprensión profunda de que la vida, tal como la experimentamos, está impregnada de un tipo de sufrimiento o descontento que va más allá de las meras adversidades externas.


La Dukkha Budista: Una Verdad Fundamental


En el budismo, el concepto central que aborda esta insatisfacción es dukkha. A menudo traducido como "sufrimiento", dukkha abarca un espectro mucho más amplio que el dolor físico o emocional. Tal como lo explica la Ven. Thubten Chodron en sus enseñanzas, dukkha se refiere a la insatisfacción, la imperfección, la incomodidad, la frustración y la naturaleza insustancial de toda existencia condicionada. No es solo el dolor evidente de la enfermedad o la pérdida, sino también la sutil inquietud que acompaña incluso a los momentos de placer. Como se establece en las Cuatro Nobles Verdades, la primera de ellas es que "la vida es dukkha".

El Dhammacakkappavattana Sutta (El Sutra de la Puesta en Movimiento de la Rueda del Dharma), el primer discurso del Buda, articula claramente esta verdad:

"Ahora bien, esta, monjes, es la noble verdad del Sufrimiento (Dukkha): el nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento; la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación son sufrimiento; la asociación con lo que no se ama es sufrimiento; la separación de lo que se ama es sufrimiento; no obtener lo que se desea es sufrimiento. En resumen, los cinco agregados de apego son sufrimiento."

La Ven. Thubten Chodron subraya que existen tres tipos principales de dukkha:

 * Dukkha-dukkha: El sufrimiento obvio (dolor físico, mental).

 * Viparinama-dukkha: El sufrimiento del cambio (la impermanencia de la felicidad).

 * Sankhara-dukkha: El sufrimiento de las formaciones condicionadas, la insatisfacción inherente a la existencia misma en el samsara.

Es este último, el Sankhara-dukkha, el que más se alinea con la visión de Schopenhauer: "Es la insatisfacción general que viene con la existencia misma. Es el sufrimiento generado por la existencia condicionada."

Si hipotéticamente se eliminara todo sufrimiento de la vida de una persona, esta caería inevitablemente en una vida carente de sentido, vacía y de soberbia, lo cual demuestra el carácter imperfecto de la vida humana. Esto se puede relacionar con casos de personas que heredan una vida materialmente resuelta y experimentan un gran vacío existencial, sin metas ni desafíos, cayendo rápidamente en el hastío.

Schopenhauer compara esta situación con el cuerpo humano: "Así como nuestro cuerpo estallaría si se quitase el peso de la atmósfera, si se quitase el peso de la miseria, de la pena, de los reveses y los vanos esfuerzos, sería tan desmedido en el hombre el peso de la arrogancia, que le destrozaría, que le empujaría a la insensatez más desordenada, y hasta a la locura más furiosa".

Carencia y hastío: los polos de la existencia

Schopenhauer nos muestra cómo la mente humana busca y desea algo por carecer de ello, partiendo siempre del principio negativo de la necesidad. Una vez logrado el deseo, surgen otros, o, lo que es aún peor, se genera un estado de hastío.

"Trabajo, tormento, pena o miseria, tal es durante la vida entera el lote de casi todos los hombres". Y se pregunta: "Pero, si todos los deseos se viesen colmados apenas se formularán, ¿en qué se llenaría la vida humana, en qué se emplearía el tiempo?".

Despertar del "sueño ingenuo": la falsa esperanza de la felicidad

Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, afirma que "todo hombre que ha despertado de los primeros sueños de la juventud, que tiene en cuenta su experiencia y la de los demás, que ha estudiado la historia del pasado y la de su época, si es que estas desagradables preocupaciones no le trastornan la razón, llegará a comprender que este mundo y el de los hombres es el del azar y del error, los cuales lo gobiernan a su antojo sin piedad ninguna".


El hombre que ha despertado es aquel que ha logrado un proceso de desilusión respecto a las representaciones que son los sueños (manifestación de la voluntad del ego). Comienza a vislumbrar que en el fundamento de la esperanza de los sueños de juventud, y luego en los diversos proyectos y ocupaciones para exorcizar los miedos, reside la semilla del sufrimiento que se manifestará como desilusión o desengaño.

Según Schopenhauer, el proceso de despertar no es un encuentro fortuito o una revelación pasiva, sino el resultado de un proceso activo y racional que lleva al sujeto a cuestionar y, eventualmente, a negar la propia voluntad. Para Schopenhauer, el pesimismo existencial es una medicina que nos sana de la grave enfermedad de las representaciones que proyectamos en la existencia, al exponernos con crudeza la verdadera naturaleza de la vida humana como sufrimiento.

Cuando el ser humano está dispuesto a ver su realidad tal cual es, a confrontar las esperanzas frustradas y el sufrimiento causado por su voluntad egoísta, logra comprender su propia existencia como un gran engaño, una gran ilusión. La contemplación de la repetición cíclica de deseos y frustraciones, y el paso a momentos de hastío, genera una profunda reflexión.

"Una vez desvanecidas la ilusión y la novedad, ya no producen ningún efecto; las estrellas fijas que iluminan los mundos solo producen hastío en el mejor de los casos".

"Dadle un gallo a Esculapio": la existencia como liberación

Schopenhauer, al igual que Platón y filósofos orientales, considera la existencia humana como una experiencia limitante, generalmente consecuencia de la ignorancia de la propia voluntad, las no virtudes o las tendencias kármicas (en la concepción de la transmigración de las almas en Platón y el budismo, respectivamente).

Tanto en la filosofía de Schopenhauer como en la budista, la meta no es simplemente "no existir" o "no reencarnar", sino no estar condicionados por la voluntad del egocentrismo en ese círculo condicionante. El Buda también enseñó en el Anguttara Nikaya 3.61 (Tittha Sutta):

"Los seres están atados por el deseo, y por el deseo son liberados. Por el deseo son atados al samsara, y por el deseo son liberados del samsara."

Esta idea de liberación del condicionamiento es central. Como se menciona en el texto: "Cómo los hijos de un libertino, venimos al mundo con la carga del pecado sobre nosotros, y solo por tener que expiar el pecado, nuestra existencia es tan miserable y su fin es la muerte".

Mediante la muerte, termina el fuerte condicionamiento de esta existencia en la que, en la mayoría de los casos, desconocemos cuán condicionados estamos, y podemos liberarnos. De este controvertido concepto de la existencia como prisión o enfermedad, surge la famosa encomienda de Sócrates al saber que está por morir: "Dadle un gallo a Esculapio", en referencia a saldar la cuenta con el dios de la medicina.


c. Análisis simbólico de la insatisfacción y el sufrimiento en la existencia.


*El Viaje Hacia la Transformación: Explorando la Caída, la Pérdida y el Renacer a Través del Simbolismo Profundo.


Nos adentraremos en el profundo significado de la caída, la pérdida, la ruina y los finales, conceptos inherentes a la experiencia humana del retiro y la transformación. Para ello, analizaremos el simbolismo del planeta Plutón, el signo de Escorpio, y el Arcano del Colgado del Tarot, relacionándolos con este proceso de disolución y renovación. Complementaremos esta exploración con la luz de diversas letras de canciones que, de forma elocuente, capturan estas vivencias.

El Cinco de Copas: La Mirada Hacia lo Perdido

El Cinco de Copas en el Tarot representa una figura sumida en la tristeza, el desencanto y la desilusión, inmersa en un profundo duelo que le impide ver más allá de su propio dolor.

Las copas derramadas, en primer plano, simbolizan la fijación en el pasado y en lo que se ha perdido. Esta incapacidad de levantar la mirada obstaculiza la percepción de las posibilidades presentes y futuras. Las dos copas que permanecen de pie, ubicadas más allá de la figura, representan justamente esa potencialidad hacia el porvenir.

En este estado, la personalidad y el ego se aíslan en su sufrimiento, experimentando una anulación de la realidad a raíz de una pérdida específica. La socialización de este dolor, el compartir la vivencia con pares para exorcizar el aislamiento, se torna extremadamente difícil en una sociedad que a menudo promueve una ideología de "exitismo infinito", rechazando y evadiendo la experiencia de la pérdida.

Vivir de espaldas a la caída, a la disolución de nuestras pretensiones ilusorias, nos sumerge en una "existencia inauténtica" en términos de Heidegger, evadiendo nuestro "ser para la muerte". Esto dificulta encarar las pérdidas y los finales de forma lúcida y responsable, impidiendo la configuración de una nueva proyección hacia el futuro.

La "casa" en el simbolismo puede representar la familia o el patrimonio egoico individual que se ha perdido. Este se encuentra "al otro lado del río", en el pasado inalcanzable, por más que se anhele su retorno. La soledad y el luto no son buscados; son el resultado de un evento infortunado y súbito que sacude al ego de su zona de confort, de ese "estado de permanente bienestar" o "infinita dicha" al que aspira. "Strawberry Fields Forever", de The Beatles, alude a esta búsqueda de un paraíso inmutable, así como las descripciones de planos celestiales como de "eterna dicha".

La canción "High Hopes" de Pink Floyd, con versos como "The water flowing / The endless river / Forever and ever", evoca esta interrupción de la seguridad y la previsibilidad eterna por algo que nos deja sin posibilidad de retorno. La mirada se mantiene fija en las copas caídas, en el estado perdido, negándose a aceptar la pérdida y, en última instancia, la propia finitud e impermanencia.

El Arcano del Colgado: Suspensión, Sacrificio y Nueva Perspectiva

En el viaje del héroe, el Arcano del Colgado se presenta como una etapa crucial para comprender la caída, el derrumbe y la pérdida. No es un fin, sino una preparación para la transformación, la transmutación hacia un "morir definitivo" que precede un renacer.

Al igual que en el Arcano de la Muerte, donde la caída del rey de su copa y su corona simboliza la rendición para la transmutación, el Colgado también se prepara para una nueva fase, un nuevo estado del ser. Simbólicamente, representa una pausa, una meditación profunda y una gestación interna.

Este arcano se vincula con la proyección hacia lo desconocido. Es un proceso de gestación de un "nuevo Ser", contrastando la experiencia con el conocimiento, similar a la Sacerdotisa (Arcano II) en su décimo anterior. Sin embargo, en el Colgado, esta contrastación se da entre lo experimentado y las leyes universales, la sabiduría del propio espíritu.

Se encuentra en un estado intermedio de gestación; las experiencias cúspide de esta vida quedan atrás, y en esta síntesis se gesta la proyección hacia nuevas vías y formas. En el esoterismo, la gestación se corresponde con el samsara, el nacimiento, la iniciación y la concepción con la individuación. El retiro del mundo compartido (el valle o samsara) es un proceso de individuación, un momento de sintetizar la experiencia, equiparable a la vejez o la introspección (samsara nuevamente), para luego dar paso a la iniciación, que es la muerte.


A partir del Arcano XI (La Fuerza), los arcanos mayores tienden a dirigirse hacia la fuente original, hacia las fuerzas creadoras del inconsciente. El Colgado expresa una atracción hacia abajo y, por su naturaleza acumulativa, una parada total, una suspensión estática. En el contexto de la pérdida, lo pasado y la vejez, esta parada ocurre por la detención de la experiencia en la que estábamos inmersos, asimilando e integrando para la gestación de un nuevo ser.

Se encuentra suspendido entre el cielo y la tierra: entre la vida plena en el "valle de la experiencia compartida" y el renacimiento; entre una experiencia que terminó y otra que está gestándose para nacer nuevamente.

"No hace y no elige."

Las manos cruzadas a la espalda simbolizan el "no hacer y no elegir", el acto de retirar la acción y el deseo del mundo. Este retiro puede ser voluntario o forzado, pero es necesario para salir de la interacción que confunde e ilusiona, permitiendo ver y comprender el proceso del samsara en todos sus aspectos.

Este alejamiento del mundo, este retiro a la introspección, es equiparado al proceso de individuación y simbólicamente relacionado con la concepción, donde se alcanza una conciencia individual a partir de la conciencia universal. En este estado de gestación de una nueva forma de existencia, el Colgado espera nacer tras la "muerte" de su yo anterior. No está en la tierra (no conectado al mundo común del valle) ni en el cielo (aún no trascendido completamente), sino suspendido, esperando el nuevo nacimiento.

Esta parada puede ser provocada por una enfermedad, una separación o una jubilación; un retiro forzado del "teatro del mundo" que, a nivel inconsciente, se ofrece como sacrificio para el propio trabajo interior. En un sentido transpersonal, esta caída o pérdida se convierte en un ascenso, modificando la mirada hacia una comprensión más amplia y profunda de la realidad.

Este arcano también puede expresar la culpa por acciones pasadas, un castigo real o interno por "pecados", errores, faltas o pérdidas cometidas. Estos "pecados" generan un estado de paralización, con las manos "invisibles" y "vergonzosos secretos" ocultos a la espalda, un pasado que duele, avergüenza, o ambas cosas a la vez.

La visión simbólica del Colgado, con las monedas que caen de sus bolsillos, representa el sacrificio de las "riquezas ilusorias" del ego que se poseían en el pasado. La caída de estas monedas y el "bloqueo" en las manos impiden la influencia de las miradas y acciones del mundo, que suelen convocar a cambiar y transformar nuestro hacer y ser en el mundo.

Y si el Colgado hablara...?

"Me he colgado del árbol porque quiero..."

Aquí podemos interpretar una decisión de individuación. Antes condicionado por el samsara, por las miradas y acciones del mundo, y actuando de forma automática, ahora el Colgado decide voluntariamente detener esta rueda.

De manera similar, Buda se sienta bajo el árbol Bodhi buscando conscientemente despertar, un proceso de individuación y desapego de la rueda del samsara en la que estaba inmerso, revisando sus vidas anteriores para alcanzar la iluminación, que es un renacer.

"Le he impedido a mis manos el hacer, el poseer, el apropiarse de las cosas."

Es la "sed de experiencia", de posesión, lo que fuertemente ata y encadena la conciencia a la realidad compartida.


La Vela Puerca, en su canción "El Viejo", canta: 


"Cruzando las esquinas tocó placeres, tocó dolor".

En el estado extático del Colgado, se puede desligar del "compromiso" con el mundo exterior, con aquello que lo condiciona, y así despertar la conciencia. "He cortado todos los lazos, salvo el que me liga a la conciencia". Al cesar la interacción o afección mutua con la realidad del mundo y con lo deseado en él, puede emerger la autoconciencia. De forma análoga, una persona adicta que deja de consumir y de involucrarse en el mundo del deseo de la sustancia, puede tomar conciencia de sí misma y de su papel en esa experiencia.

"A una distancia infinita de los deseos, solo conozco la indiferencia."

El estado espiritual de indiferencia, de desapego del mundo de los deseos (propios o colectivos), es consecuencia de estar alejado, ya sea temporal o permanentemente, de esos deseos.

El Estado Extático del Colgado

"Hay acción infinita en la no acción."

"Soy el que piensa y no el que es pensado."

"No soy el cuerpo sino quien lo habita."

Es en el estado de observación, de profunda contemplación de la existencia, donde todo puede comprenderse y el tiempo parece suspendido, detenido. Se es el observador de la existencia y del ego; se es y, al mismo tiempo, se contempla el ser, logrando así una síntesis profunda.


Visión tras visión, se logra despojarse de la identificación con el "yo", con la separatividad de la conciencia. "Poco a poco me desapego de lo que podríamos llamar el yo". Para la filosofía budista y las orientales en general, la identificación con un ego compuesto es la causa del sufrimiento (samsara). Es comprensible que, en este proceso de síntesis, evaluación y revisión estática de todo el samsara vivido, se comience a desapegarse del yo y de las herramientas de identificación.

"Solo soy un corazón que late."

Esta frase puede asociarse con la afirmación de Descartes: "Solo soy una cosa que piensa" (Res cogitans), tras haber descartado y disuelto con su conciencia todas las construcciones de su yo. En la filosofía y tanatología budista, el proceso del morir físico-existencial implica una disolución de los componentes del ego hasta sus elementos más esenciales, los puramente mentales.

El estado de negación del ego y su voluntad, un inicio de la liberación o "nihilización" de la voluntad egoica, permite y habilita la posterior transformación.

"Nada poseo, nada sé, nada quiero, nada puedo."

"Soy la inversión de las perspectivas."

En la destrucción de las expectativas, en el estado de ruinas, emerge sin duda una visión diferente del mundo. El potencial de percepción se amplifica cuando ya no se está en el "esplendor de la gloria" o de la "vida en comunidad", donde se cree que todo seguirá eternamente. Como canta Silvio Rodríguez en "Monólogo": "Yo también me alegraba entre amigos y cuerdas, con licores y damas, más de eso ¿quién se acuerda?".

El Colgado se encuentra tan indefenso como "un nabo", como cualquier planta, sin poder esperar más que una fuerza externa que lo arranque de esa situación de indefensión, de ese estado regresivo atraído por la Madre Tierra. Ha buscado con todas sus fuerzas salir de esta situación, dejar de estar en manos del destino, volver a tener control sobre su vida, pero se encuentra dominado por la situación, lo que lo obliga a tratar de comprenderla y darle un sentido.

El Colgado ha dado vuelta la perspectiva al haber perdido y vivido lo vivido, permitiéndole así visualizar la realidad desde otro ángulo. En relación al prestigio social y la imagen colectiva, el Colgado representa a una persona castigada y degradada; en la antigüedad, el ahorcamiento era un castigo humillante que exponía a la persona, a menudo antes de una ejecución.

Es el contrapunto del Arcano del Mundo, donde se cierra un ciclo en un estado de danza y éxtasis liberador, al haberse completado un proceso existencial. El Colgado, en cambio, simboliza la pérdida de todo lo que constituía valor, importancia e incluso trascendencia para el ego de este personaje. "Final amargo, solo queda el hoy, un perro flaco y el fondo de un vino pa' entibiar", resuena nuevamente "El Viejo" de La Vela Puerca.

El Colgado también simboliza la pérdida de referencias, la confusión del anciano que ha perdido el brillo del ego, o de la persona que ha perdido a un ser querido o un rol. Sus "patas de referencia" y su concepción de la realidad están puestas "patas arriba".

Al estar rodeado de ramas de árbol, puede interpretarse que está como en un ataúd o un útero, confinado al igual que los gestantes que están por nacer. La conciencia necesita integrar el cielo y la tierra; aquí vemos al Colgado suspendido en un abismo entre el nacimiento y la muerte, simbolizados por los dos pilares. En el Bardo, la conciencia se describe en una transición permanente, "infinitamente suspendidos entre un nacimiento y una muerte, entre un principio y un final".

La Inversión de las Perspectivas

Cuando la vida, generalmente de forma forzada, nos obliga a una focalización en lo más terrestre y básico de la vida, a menudo en lo cotidiano de donde surge todo verdadero crecimiento, el ego y la soberbia pueden bajar. Esto permite ver la realidad desde sus bases más elementales.

Suele ocurrir que los ancianos son relegados o "bajados" a tareas más elementales, como cuidar a los niños, cocinar o involucrarse en experiencias de vida más cotidianas. Ya no están en la política internacional o en proyectos de gran envergadura, sino, por ejemplo, charlando con compañeros o paseando por el barrio, mientras las personas adultas de menor edad que están en la edad adulta están en tareas supuestamente "más importantes".

En prácticas taoístas, chamánicas y budistas (como el zen), se encuentran posturas o rituales que buscan esta conexión con lo elemental: personas boca abajo por largo tiempo, entierros simulados para conectar con la naturaleza como una planta, o minimalismo ritual donde la persona permanece como un objeto, evitando todo pensamiento para alcanzar un estado básico, sin ego, elemental. Todas estas prácticas comparten el objetivo de conectar con lo más elemental de la existencia, incluso trascendiendo lo humano. La imagen de los sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial caminando sobre las ruinas de una sofisticada sociedad y ciudad es una muestra explícita de este estado psíquico y arquetípico.

Profundizando en el Abismo: Schopenhauer, el Pesimismo Existencial y Escorpio

Conectemos la profunda visión de Arthur Schopenhauer sobre el pesimismo existencial con nuestros símbolos del Colgado, el Cinco de Copas, Plutón y, finalmente, la energía transformadora de Escorpio. Schopenhauer, con su filosofía arraigada en la Voluntad como fuerza ciega e irracional que impulsa toda existencia, nos ofrece una lente potente para entender la pérdida y la disolución. Para él, la vida es esencialmente sufrimiento, un constante devenir de deseos insatisfechos. La felicidad es solo una pausa momentánea en este ciclo, un alivio temporal de la tensión del querer.

La Voluntad y la Negación: Schopenhauer y el Colgado

El Arcano del Colgado resuena poderosamente con las ideas de Schopenhauer sobre la negación de la Voluntad. En su obra capital, "El mundo como voluntad y representación", Schopenhauer argumenta que la liberación del sufrimiento solo puede lograrse a través del ascetismo, la compasión y la negación de los impulsos egoístas de la voluntad.

El Colgado, suspendido y con las manos atadas a la espalda, simboliza precisamente este "no hacer y no elegir" que es fundamental para Schopenhauer. Él nos diría: "Toda voluntad nace de la necesidad, de la carencia, y por lo tanto del sufrimiento."

Cuando el Colgado se detiene, cuando retira su acción y su deseo del mundo, está, en esencia, deteniendo la manifestación de esa Voluntad infinita que nos condena al eterno anhelo. Las monedas que caen de sus bolsillos, esas "riquezas ilusorias", son el despojo de las posesiones materiales y, más profundamente, el abandono de los objetos de deseo de la Voluntad.

El estado del Colgado es un acto de resistencia pasiva a la tiranía de la Voluntad. Es una renuncia no solo a lo externo, sino a la propia compulsión interna de querer, poseer y actuar. "La vida humana, como toda vida, es un mar de sufrimientos; y la voluntad es la que lo agita." El sacrificio del Colgado es un intento de calmar esas aguas agitadas de la existencia. Es un movimiento hacia la quietud, una suspensión del "querer" que, según Schopenhauer, es el único camino hacia una especie de paz, no a través de la satisfacción, sino de la extinción del deseo. Este retiro no es un castigo meramente externo, sino una auto-imposición inconsciente para el trabajo interior, un descenso voluntario a un estado de indiferencia, donde "a una distancia infinita de los deseos, solo conozco la indiferencia".

El Pesimismo del Cinco de Copas y la Realidad Plutoniana

El Cinco de Copas, con su figura desolada mirando las copas derramadas, encarna el pesimismo existencial de Schopenhauer de una forma visceral. La fijación en lo perdido, la incapacidad de ver las copas que aún están de pie, refleja la convicción schopenhaueriana de que el sufrimiento es la regla y la felicidad una excepción efímera. "La vida oscila como un péndulo de un lado a otro entre el dolor y el aburrimiento."

El duelo del Cinco de Copas es ese dolor; la posible inacción que sigue al duelo, si no hay una resolución, podría llevar al aburrimiento, otra manifestación del sufrimiento. La "ideología del exitismo infinito" que rechaza la pérdida es, desde la perspectiva de Schopenhauer, una negación inauténtica de la realidad de la Voluntad, que inevitablemente nos confrontará con la insatisfacción y la pérdida.

Plutón, el gran transformador y destructor, se alinea con la visión radical de Schopenhauer sobre la finitud y la impermanencia. Plutón despoja, revela el núcleo desnudo, y ese "rey al desnudo" es la conciencia que se enfrenta a la verdad de la existencia sin adornos. "Todo querer brota de la necesidad, por consiguiente, del dolor." Las crisis plutonianas son precisamente esos momentos en que la Voluntad del ego es confrontada y desmantelada. La destrucción de las expectativas, la ruina de lo que antes se consideraba sólido, obliga a una revisión fundamental. Plutón nos fuerza a ver que la vida es mucho más allá de nuestras estructuras egoicas, exponiendo la ilusoriedad de la felicidad basada en la satisfacción de deseos, que son siempre transitorios y llevan a más deseo.

La Conexión Escorpiana: Muerte, Resurrección y la Voluntad Subterránea

Escorpio, regido por Plutón, es el arquetipo zodiacal que encarna por excelencia la temática de muerte, regeneración y el desvelamiento de las profundidades. Es el signo que no teme mirar el abismo, sino que lo busca para transformar y trascender.

El viaje de Escorpio, desde la superficie engañosa hacia la verdad subterránea, se alinea perfectamente con la visión de Schopenhauer de la Voluntad como una fuerza oculta y primordial. Así como Escorpio se sumerge en las sombras para transmutar la energía, Schopenhauer nos invita a reconocer esa Voluntad ciega que nos impulsa, para luego intentar negarla o trascenderla.

 * La Intensidad del Cinco de Copas: La profundidad del duelo y la obsesión con lo perdido en el Cinco de Copas, esa incapacidad de "ver más allá", tiene una resonancia escorpiana. Escorpio puede aferrarse intensamente a las emociones y a lo pasado, y el proceso de soltar es a menudo agonizante y radical.

 * El Sacrificio del Colgado: La suspensión y el sacrificio del Colgado son un eco de la naturaleza escorpiana de dejar ir, morir a una parte de uno mismo para renacer. Este "no hacer" es, en esencia, un acto de profunda auto-rendición que conduce a una resurrección psíquica. Escorpio sabe que la verdadera fuerza se encuentra en la capacidad de desprenderse y transformarse.

 * La Destrucción y Regeneración de Plutón: La energía plutoniana es el corazón de Escorpio. Es el arquetipo de la crisis que purifica. Así como Plutón destruye para reconstruir sobre bases sólidas, Escorpio atraviesa sus propias "muertes" (rupturas, pérdidas, revelaciones) para emerger más fuerte y auténtico. No hay vuelta atrás con Escorpio/Plutón; el desapego es irrevocable, llevando a una nueva conciencia que abraza la impermanencia.

En conjunto, Schopenhauer, el Colgado, el Cinco de Copas, Plutón y Escorpio nos invitan a un viaje hacia la aceptación de la finitud y la Voluntad incesante. No es un camino de optimismo ingenuo, sino de lucidez y confrontación con la realidad más cruda, para encontrar una forma de paz en la negación del deseo o en la auténtica transformación que emerge de las ruinas.

Trascendiendo e Integrando lo Humano

El Colgado, al igual que los animales de la Rueda de la Fortuna, tiene la oportunidad de indagar en el significado de su destino, en las distintas formas de su psique manifestada, para aceptarlas, comprenderlas y darles un sentido. Si nos quedáramos como el Colgado, solos y sin compañía, podríamos clarificar y dar valor a personas, circunstancias, roles y funciones. Podríamos ver con ecuanimidad todo lo que fuimos y los roles que ocupamos en los distintos momentos de nuestra vida.

En la Rueda de la Fortuna, el héroe contrastaba su fe con modelos universales como la ley de causa y efecto, la impermanencia y la muerte, principios que trascienden la voluntad de su ego. Ahora, debe contrastar su fe con estos principios universales. En la imagen del Colgado, todas las energías, experiencias y visiones desplegadas anteriormente se repliegan y son enviadas a las profundidades del inconsciente para su asimilación y comprensión.

De forma similar, en el proceso post-experiencia, se puede comprender y asimilar lo vivido. Cuanto más significativa sea la comprensión, más profunda será la transformación, la transfiguración de "muerte y renacimiento" del siguiente arcano.

Jung observó que cuando el ego se niega a cambiar, proyectando toda su energía en mantener el poder, a veces causa una "enfermedad espiritual" que genera un estado de parálisis para forzar a la conciencia a volcarse al interior. "Se requiere una situación imposible, en la cual uno no pueda ya confiar en el ego y sus atributos y deba confiar en los poderes del inconsciente". Sus ideas ya no conectan con el mundo ordinario, sino con un mundo interior de ritos e imágenes. Al aceptar su destino, al tomarlo, se libera de él, pues lo puede trascender. En la aceptación, en la auténtica y profunda apertura a lo pasado, puede proyectarse hacia el destino con mayor libertad.

Plutón: Destrucción para la Reconstrucción

Plutón simboliza la destrucción y la pérdida necesarias para lograr la reconstrucción y la regeneración. Su base es sólida, real, por lo que es un "planeta sólido" que diluye toda ilusión generada por los escapes del ego, como el falso misticismo o la evasión. "Vi luz en la ventana y juventud cantando, y sin querer ya estaba soñando", canta Silvio Rodríguez en "Monólogo", evocando la fugacidad de las ilusiones.

Plutón es el principio de realidad último. Si bien Saturno representa la ley y el orden social, Plutón es el principio de realidad fundamental: la conciencia de la impermanencia y la muerte de todo. Plutón deja al "rey al desnudo", mostrando que la vida es mucho más amplia de lo que creemos con nuestra existencia y estructura egoica. "Yo también me alegraba entre amigos y cuerdas, con licores y damas, más de eso ¿quién se acuerda?", un eco de la canción de Silvio Rodríguez.

El dios Plutón en la mitología griega aparece "sin rostro" (sin identidad social), es decir, en un estado impersonal, anhelado por diversas tradiciones como el esoterismo occidental. También se mostraba desnudo, simbolizando la ausencia de identidad social. Estar desposeído del rostro significa, sobre todo, la ausencia de ego o identidad egoica. La finalización y degradación de todo lo que el ego proyectaba como valor, importancia y trascendencia, es lo que se despoja ante la intervención de Plutón y su poder destructor y nihilista.

Cuando Dios despoja a Job de todo en la historia bíblica, lo deja en la necesidad de exponer y demostrar su fe y apego a lo espiritual por encima de las posesiones, llegando a un estado en que puede afirmar con autenticidad: "Tú me lo diste, tú me lo quitaste, bendito seas por siempre".

"The grass was greener, the light was brighter. With friends surrounded, the nights of wonder", cantan Pink Floyd, evocando la nostalgia de lo que se perdió antes de la intervención de Plutón.

Plutón es esa función psíquica profunda que nos despoja de todo para que nos apeguemos a nuestro centro invulnerable, para que podamos liberarnos de la identificación con lo impermanente y superficial. En una práctica budista de desapego, uno se imagina desposeyéndose de todas las cosas a las que el ego está aferrado, hasta que el cuerpo se diluye y solo queda un punto que, a su vez, se disuelve en la luz de la mente.

Aquí también podemos recordar a Descartes, quien en sus Meditaciones Metafísicas va diluyendo y cuestionando toda la realidad exterior e interior hasta quedarse con la afirmación: "Soy solamente una cosa que piensa" (Res cogitans).

Plutón toma de las ruinas de las posesiones del ego y, a partir de ellas, genera una nueva y renacida conciencia. Las crisis plutonianas implican necesariamente un desapego irrevocable; ya no hay vuelta atrás.

d. El pesimismo existencial en la serie Fargo

El pesimismo existencial liberador: Reflexiones desde la filosofía y la serie Fargo

La filosofía existencial se manifiesta de formas sorprendentes, y la serie Fargo ofrece un terreno fértil para interpretar escenas y diálogos que cuestionan el sentido de la vida. Para esta concepción, figuras como Schopenhauer y la filosofía budista son pilares fundamentales del pensamiento trágico, una antorcha que Nietzsche tomaría con grandes honores.

¿Por qué se denomina "pesimismo existencial"?

Se le llama pesimismo existencial porque busca despertarnos del engaño de negar la inminencia de la muerte, así como la negación de las motivaciones egoístas y a menudo crueles de la voluntad del ego, ya sea propia o ajena, para satisfacer sus deseos o tendencias en el mundo.

Esta negación a menudo se disfraza de optimismo o una esperanza deseable, pero ambas filosofías advierten que conducen a una actitud pasiva frente a la existencia. En la serie Fargo, hay varios diálogos donde los interlocutores actúan como "tiranos", desenmascarando la falta de sentido de la realidad de estos mecanismos de negación, que van desde el optimismo ingenuo hasta la evasión o la despersonalización. La futilidad de la existencia, la crueldad y el sufrimiento que de ellos se derivan, son exhibidos como parte de la vida trivial de los protagonistas, mostrándose tal cual son.

Al comienzo de la primera temporada, el vendedor de seguros convertido en criminal vive pasivamente una vida que aparenta seguridad y estabilidad. Sin embargo, bajo esa máscara, esconde humillación y represión de emociones para sostener esa apariencia. En su casa, compartiendo esa realidad con su esposa, abundan los carteles que proclaman el optimismo-negación: "La confianza en el futuro ha sostenido nuestras vidas". El esfuerzo en el presente se sostiene con la mirada puesta en una esperanza compartida de un futuro mejor, de realización de deseos o sueños.

Despertando del sueño ingenuo

Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, afirma:

"Todo hombre que ha despertado de los primeros sueños de la juventud, que tiene en cuenta su experiencia y la de los demás, que ha estudiado la historia del pasado y la de su época, si es que estas desagradables preocupaciones no le trastornan la razón, llegará a comprender que este mundo y el de los hombres es el del azar y del error, los cuales lo gobiernan a su antojo sin piedad ninguna."

El hombre que ha despertado es aquel que ha logrado un proceso de desilusión de las representaciones que son los sueños, manifestaciones de la voluntad de su ego. Comienza a vislumbrar que en el fundamento de esa esperanza, de los sueños de juventud y los diversos proyectos y ocupaciones con los que se intentan exorcizar los miedos, reside la semilla del sufrimiento que, tarde o temprano, se manifestará como desilusión o desengaño.

El proceso de despertar, según la magistral descripción de Schopenhauer, no es el resultado de un encuentro fortuito o una revelación pasiva, sino de un proceso activo y racional que lleva al sujeto a cuestionar y, eventualmente, a negar la propia voluntad. Para Schopenhauer, el pesimismo existencial es como una medicina que nos sana de la grave enfermedad de las representaciones que proyectamos en la existencia, tanto individual como colectivamente, al exponernos con crudeza la verdadera naturaleza de la existencia humana como sufrimiento.

Caminando irreversiblemente hacia el fin...

El Lalitavistara Sutra nos advierte:

"Todos los objetos del deseo son impermanentes e inestables, inconstantes, cambiantes como un sueño, como un espejismo, como una 'ciudad de ilusión', como un relámpago y las burbujas."

Ignorar la naturaleza impermanente de la realidad, negar la omnipresencia de la muerte, y querer dar una naturaleza eterna y verdadera al mundo y a nuestro ego como poseedor, es una ignorancia que impulsa toda esta configuración y es la causa del sufrimiento.

Esta es la Primera Noble Verdad de la filosofía budista, que se sintetiza en la afirmación de que la vida humana contiene sufrimiento. No es casual, sino muy significativo, que toda la doctrina filosófica del Buda histórico comience con esta afirmación, que nos muestra la realidad en su verdadera naturaleza condicionante y esencialmente sufriente, coincidiendo en este sentido con el pesimismo existencial de Schopenhauer.

El consuelo del sueño compartido

En una escena al final de la primera temporada de Fargo, el policía dialoga con un vecino que le cuenta la historia de un hombre rico que, a pesar de tener toda la riqueza que desea, no soporta tanto sufrimiento en el mundo. Intentando resolverlo, entrega toda su riqueza, llegando incluso a donar órganos de su cuerpo, pero el sufrimiento del mundo sigue siendo el mismo.

"Entonces, ¿murió por nada?", pregunta el policía.

El vecino responde: "Solo un tonto puede pensar que resolverá los problemas del mundo".

El policía insiste: "Pero debes intentarlo, ¿no crees?".

El vecino, con una actitud claramente pesimista o al menos cínica, expone la inutilidad del sacrificio motivado por el propósito de salvar el sufrimiento del mundo. La solidaridad no puede solucionarlo, pues la naturaleza del mundo es sufrimiento, al ser manifestación de la voluntad egoísta de la individualidad.

El mundo no es un lugar ordenado por leyes causales que podrían transformarse con las acciones correctas, como en el ejemplo del hombre rico, sino que es la expresión caótica y absurda de un principio volitivo, de una profunda e irracional sed de experiencia.

Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, argumenta:

"Desde los tiempos más remotos venía considerándose al hombre como un microcosmos; yo he invertido la proposición demostrando que el hombre es un macroántropos en el sentido de que la voluntad y la representación agotan la sustancia del mundo."

Todo lo que es mundo es la representación del ego, de la voluntad irracional, y entre ambas logran agotar, saturar el mundo. Querer resolver o subsanar lo que no podemos resolver en nosotros mismos es, sin duda, una tarea sin sentido.

Los proyectos, los objetivos o incluso los sueños que se buscan satisfacer y concretar en el mundo son una fuente segura de frustración y sufrimiento. El hombre rico, que se proyecta en una solidaridad casi compulsiva, ve absolutamente frustrado su deseo de paz y felicidad en el mundo, de sanar el sufrimiento, pues el sufrimiento es siempre la expresión de un egoísmo de la voluntad del ego individual.

Como se expone en "Las tres visiones": "Desde el momento en que se obtienen los cinco agregados (el ego individual), de manera natural no se va más allá del sufrimiento." No reconocemos el sufrimiento inherente a nuestra existencia porque habitamos en él, vemos a través de él, y lo que menos percibimos es que condiciona todas nuestras decisiones. Lo que proyectamos es lo que vemos, de ahí la gran dificultad de ver más allá, de ir más allá de nuestro sufrimiento. Querer ayudar a otros en ese estado es tan infructuoso como el ciego que pretende guiar a otro ciego.

El opio del optimismo

En la seguridad y contención del sueño, del proyecto compartido, se despliega un ingenuo optimismo que anestesia el temor, que exorciza el temblor. El "nosotros" es así un refugio ante las incertidumbres, una cabaña en el frío invierno de la existencia humana.

Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, es contundente:

"El optimismo, cuando no es acaso el atolondrado discurso de aquellos bajo cuyas aplastadas frentes no se hospedan más que palabras, no me parece más que una forma de pensar absurda, ya que es un amargo sarcasmo sobre los indecibles sufrimientos de la humanidad."

La esperanza en el progreso colectivo, el sueño compartido, no es más que una forma de enmascaramiento negador de la verdad del sufrimiento propio y del mundo. El optimismo, como expresión de una ingenuidad casi tonta que tan duramente describe nuestro filósofo, es en el fondo una forma de evasión de la propia existencia, de las propias incertidumbres.

En el ejemplo paradigmático de la pareja joven que se refugia en el "nosotros", que se proyecta en un bien común, constituye un típico mecanismo de escape, como le cuestiona la compañera jefa en Fargo.

Estar proyectados completamente en un proyecto colectivo (la pareja, el país, la religión, etc.) es una forma de pensar absurda, pues persigue la ilusión de que, mediante la consecución de esos proyectos, se evadirá la propia impermanencia, la propia mortalidad, y a un nivel más fundamental, el sufrimiento de la existencia humana.

La omnipresencia liberadora

El Bodhicharyavatara nos interpela:

"No habiendo empezado esta tarea, teniendo una empezada, y otra a medio acabar, de repente el señor de la muerte viene y pensamos: '¡Ay, ay de mí, estoy acabado!'"

La filosofía budista, con toda crudeza, nos muestra, al igual que el pesimismo existencial de Schopenhauer, la realidad de cómo finalmente naufraga la barca de nuestras esperanzas y proyectos del "nosotros" en las rocas de la impermanencia y, de forma certera, de la muerte. En medio de un sueño, de una tarea, de una representación escénica, el telón se desploma y cae.

¿Significa esto que no debemos participar, que no debemos "representar" el mundo en el mundo?

En Fargo, "El Piel Roja" logra escapar del final del clan familiar al que sirvió tan abnegada y enajenadamente, y se exilia para comenzar una nueva vida. La peluquera, que le desfiguró el rostro con aceite hirviendo, le dice: "Necesito un nuevo rostro." El hombre que le facilitará las condiciones para ello le cuestiona: "Me imagino que necesitas algo más que una nueva capa de piel," algo estructural, un hombre nuevo completamente, como el ave fénix que renace de las cenizas. "¿Qué vas a hacer ahora?", le pregunta. "¿Te vas a unir a otro imperio?".

"El Piel Roja" responde: "O quizás empezar uno propio."

Y el hombre replica: "Para que este también caiga y se desplome en el mar."

El hombre que lo conduce a su ya manifestada "nueva vida" le quiere hacer ver que lo que necesita es mucho más que un cambio de rostro; necesita cambiar su propia vida, ante lo cual se evidencia la futilidad de emprender un proyecto, que al igual que los grandes imperios, caerá por la impermanencia de todo.

Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, lo expresa:

"Todo se disuelve en el torrente de los años, de los minutos, como los gusanos que devastan todo lo que hay de bello."

Y añade:

"De la misma manera que la marcha no es más que una caída siempre impedida, así también la vida del cuerpo no es más que una muerte suspensa, una muerte aplazada, y la actividad de nuestro espíritu no es más que un tedio siempre combatido."

Todo proyecto, todo sueño, todo impulso de la voluntad no es para Schopenhauer más que una forma de prolongar un final inevitable, un intento fútil de detener el avance irreversible de la corriente de los ríos hasta llegar al mar de la muerte. El procurar por todos los medios conservar y sostener la vida, pensando que así se logrará suspender su final, de la misma manera que la evasión del tedio por medio de la actividad compulsiva, son formas de evadir la verdad que acompaña nuestra existencia humana.

El Lalitavistara Sutra reitera:

"Los placeres de los sentidos son todos placeres sujetos a la muerte, mortales. Sea lo que sea que veamos, oigamos, toquemos, probemos, pensemos o sintamos está sujeto a la muerte. Todos los objetos del deseo son impermanentes e inestables, inconstantes y cambiantes como un sueño, como un espejismo, como una ciudad de ilusión y como el relámpago y las burbujas."

Se expone bellamente el argumento compartido por el pesimismo existencial de Schopenhauer y la filosofía budista: Todo lo deseado, celado, y en definitiva, todo lo que tomamos como objeto de refugio y certeza, se diluye, se esfuma como un espejismo ante el sol iluminado de la impermanencia y la muerte. Un pesimismo que nihiliza, desarticula los velos de la ilusión que niegan la certeza más evidente y temida: la de la finitud de la existencia y todo lo representado en ella.

Arthur Schopenhauer, en Metafísica de la muerte, concluye:

"Es raro el hombre que al final de la vida, si es a la vez sincero y reflexivo, desee volver a comenzar el camino y no persista infinitamente en la nada infinita."

La renuncia a la existencia cíclica, a continuar levantando por la ladera la roca de nuestra existencia, requiere lo que se denomina "un salto al vacío", al dejar el refugio de los objetos sensoriales, de los proyectos y deseos de la voluntad del ego.

Tras la reflexión, tras la profunda comprensión, el buscar la infinita nada, la renuncia a la voluntad podría llegar a ser natural, espontánea, y es allí que se abre un infinito campo de posibilidades de Ser, de existir, que se abren tras no identificarnos con la voluntad del ego.

Es esta libertad de visión, de Ser en la existencia, la que inspira las palabras de agradecimiento y admiración hacia Schopenhauer de Friedrich Nietzsche en Consideraciones intempestivas:

"El guerrero que desde las cimas del escepticismo y de la renunciación crítica nos conduce a la cima de la contemplación trágica en tanto que la infinita bóveda estrellada que se despliega sobre nosotros."

Estas grandes e inspiradas palabras de Nietzsche nos hacen ver que el fruto, el resultado de la actitud escéptica, de la renuncia desde la racionalidad del mundo en tanto que representación de la voluntad, es la apertura a una conciencia y Ser que trasciende la dimensión existencial individual, de tiempo y espacio, abriéndose al infinito universo de la nada sin referencia.


En el capítulo ocho de la tercera temporada de Fargo, titulado sugestivamente: "Quien reina en la tierra de la negación", hay una escena en la que la protagonista huye de todo peligro, ya en estado de desesperanza y profundo agotamiento, y se sienta en un club de bolos. Un hombre se sienta a su lado y, casi sin mediar palabras, relata: "Job se sentó sobre una pila de estiércol cubierto de llagas malignas."

 * "Señor, tuve un día muy duro."

 * "Todos lo son, es la esencia de la existencia, la vida es sufrimiento, creo que empiezas a entenderlo."

Luego le muestra un gato que ella toma en sus manos.

 * Hombre sabio: "¿Conoces el término Gilgul? Es una palabra hebrea, describe la manera en que un alma añosa se va a un cuerpo nuevo. En 1768, en Ucrania, los cosacos mataron millares de personas, incluso mujeres y niños, arrojaron su cuerpo a una fosa y los olvidaron."

 * "Cuando el rabino Nachman visitó Uman les dijo a sus adeptos que lo enterraran allí, el maestro del campo decía que su alma uniría y consolaría a la de ellos."

 * "A la larga todos terminamos aquí, para ser purificados y juzgados, como pasa ahora contigo y tu compañero, algunos pensaron que debía quedarse atrás..."

 * "¿Quién se levantó a defenderme de los impíos?"... A los impíos diles: "'Aunque te remontes como el águila y aunque entre estrellas pongas tu nido, de allí te derribaré', declara el señor."

En esta escena, que parece transcurrir en un limbo o estado intermedio, el hombre dice que todos pasaremos por allí. Al mismo tiempo, habla de la reencarnación con el término hebreo "Gilgul". También le da un mensaje a la protagonista, como si fuera un mensaje a los vivos.

Le hace ver que está dándose cuenta de que, tras tanto despliegue de su ego, la vida la sobre determina con su naturaleza de sufrimiento, y que inevitablemente, por más alto que se haya llegado con el despliegue de la voluntad, todo caerá ante el final. Por más grande que sea el barco, naufragará en las rocas de la impermanencia y la muerte.

Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, afirma:

"Cuando, tras una gran resistencia, toca el hombre en el abismo de la desesperación, el hombre se reencuentra súbitamente dentro de sí mismo, se conoce, conoce al mundo, transformándose su alma, se eleva sobre sí mismo y sobre todo sufrimiento."

Tras la negación, la gran confrontación

Y esta elevación sobre la proyección infinita y ad absurdum de la voluntad del ego puede darse sobre la base de la confrontación con la verdad, con el absurdo de encontrar satisfacción y sosiego en el cumplimiento de los deseos, en la satisfacción de la "sed de experiencia" de la que habla el budismo.

Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, destaca:

"Para que se produzca este giro de la voluntad es necesario tener una visión panorámica sobre la vida, esto es, un conocimiento que salte por encima del presente para el cual es imprescindible la razón, que por ello constituye una condición de la libertad."

Tanto en la filosofía de Schopenhauer como en la budista, la facultad cognitiva tiene una relevancia fundamental como camino para liberarse del sufrimiento, para estar determinado a negar la voluntad del ego. La ignorancia condiciona fuertemente la existencia humana, desde un nivel inconsciente y profundo, condicionando nuestra visión del mundo y de nosotros mismos, generando una conciencia separatista.

La Primera Noble Verdad busca tomar conciencia de "la verdad del sufrimiento", de forma similar a como un enfermo asume su condición y busca la medicina. El primero de los pasos es concientizar la verdad del mundo que es la representación de nuestra voluntad, del sufrimiento que hay en nuestras emociones perturbadoras y en la ignorancia.

El "Sutra de las Nobles Verdades" sentencia:

"El sufrimiento en cualquiera de sus formas (dolor, sufrimiento, aflicciones, emociones, etc.) es algo inherente a la naturaleza humana."

La existencia humana, condicionada de raíz por una composición del yo o del ego, y la realidad fenoménica como inherentemente verdadera, tienen en sí misma la causa del sufrimiento en la muerte y en la impermanencia de todo lo que fue compuesto.


Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, describe:

"La vida es un mar lleno de escollos y remolinos, que el hombre solo evita a fuerza de prudencia y de cuidados, por más que sabe que si consigue liberarse de ellos con su habilidad y sus esfuerzos, a medida que avanza, no puede, sin embargo, retardar el grande, el total, el inevitable naufragio, la muerte, que parece correr delante de él."

El pensamiento trágico, valientemente retomado de los trágicos griegos, medievales u orientales, y continuado por Schopenhauer, Nietzsche y otros filósofos, logra ver la muerte, el absurdo de la existencia y la impermanencia con total coraje y honestidad, pudiendo, desde esa profunda nihilización, encontrar un sentido propio y auténtico a la existencia.

La vida como un mar lleno de escollos y remolinos es la descripción de la vida humana que para la filosofía budista es también el océano del samsara, en el cual todos compartimos una ilusión.

La pesadilla de la codicia como absurdo.

En un hotel que es el centro del poder del cartel Fargo, Mike Milligan (un sicario-filósofo) y el policía protagonista (Solverson) se encuentran. Allí, donde Fargo desarrolla sus estrategias de poder mediante el crimen, el policía, que quiere que terminen con ese despliegue de criminalidad y nieguen esa voluntad, los cuestiona sobre el poseer, la codicia de acaparar. Mike argumenta que es su lugar en el mundo, su destino, como lo expresa en las primeras líneas:

Mike: "¿Conoces la expresión: 'destino manifiesto'?"

Solverson: "No se supone que tengamos más de lo que podamos afrontar."

Mike: "Así que esta necesidad de conquistar, de poseer personas que no se supone que poseas..."

Solverson: "Creer que puedes poseer cosas es un problema, ¿no crees?"

Mike: "Dicen que el capitalismo es un problema."

Solverson: "No, la codicia lo es, que sea todo o nada."

El foco está bien puesto no en la circunstancia exterior de los defectos de un sistema político-económico o en el inevitable desarrollo de un destino, sino en la ignorancia de los hombres que nos hace tomar el mundo y a los otros como un medio para el logro de la voluntad del ego.

Arthur Schopenhauer, en El mundo como voluntad y representación, afirma:

"La fuente principal de los mayores males que agobian al hombre es el propio hombre, el hombre es un lobo para el hombre. Quien comprenda esto claramente considerará el mundo como un infierno que supera al de Dante donde cada hombre tiene que ser el demonio del otro, sin duda algunos hombres tienen para ello más aptitudes que otros."

En función de nuestra situación vital somos cazados, usados, etc., o al revés, en un ciclo que posee varias pausas o paréntesis de misericordia o armonía que rara vez no implican una estrategia de supervivencia.

La imagen radical que nos presenta nuestro filósofo para fundamentar su pesimismo existencial tiene como fin evidenciar y exponer el cúmulo de ilusiones con las que negamos esta realidad fundamental: la de buscar los hombres imponer su voluntad unos sobre otros, sobre todo a través de la máscara de la solidaridad, y entre los hombres, la máscara con la que la encubrimos.

La patéticamente explícita imagen del conquistador logrando su propósito de su voluntad a costa de la desgracia del conquistado nos muestra la tendencia a satisfacer la voluntad irracional a costa del sufrimiento propio o hacia otros.

El Lalitavistara Sutra nos advierte:

"El deseo es como un sorbo de agua salada, que hace que la sed aumente."

La raíz de la codicia y la posesividad es sin duda el deseo y el apego a lo que deseamos como causa primera del sufrimiento, que tiene su exteriorización en las emociones perturbadoras que van generando un infierno en el interior o mutuamente compartido.

En la visión de la filosofía existencialista de Schopenhauer y la filosofía budista, la raíz del sufrimiento se encuentra en la ignorancia, en un gran error, que se configura como una existencia que en términos de Schopenhauer es un error de la voluntad de la individualidad, y en términos de la filosofía budista es en su base causado por la ilusión del ego.


La gran verdad


Hay un diálogo en la segunda temporada de Fargo entre una niña que atiende el mostrador mientras lee un libro de Camus, y que cuestiona el entusiasmo de un empleado de la carnicería, quien de forma bastante clara representa a un ingenuo ilusionado con sus proyectos, en este caso, ser el dueño de la carnicería.

Niña: "Personalmente, no sé por qué te esfuerzas tanto."

Empleado: "Voy a comprar la tienda, seré mi propio jefe."

Niña: "¿Y?"

Empleado: "Es un sueño al que todos aspiran."

Niña: "¿Qué sentido tiene? De todas formas vamos a morir."

Empleado: "¿Qué quieres decir?"

Niña: "Camus dice que saber que vamos a morir convierte la vida en un chiste."

Empleado: "¿Y qué? ¿Solo te das por vencido?"

Niña: "Podrías suicidarte y acabar con todo."

Empleado: "Vamos, tienes que intentarlo... vas a la escuela, consigues trabajo, formas una familia."

Niña: "Mueres."

Empleado: "¡¡¡¿Puedes dejar de decir eso?!!! Voy a vivir una vida muy larga, mi abuelo tenía 96 años."

Niña: "¿Y entonces qué hizo? ¡¡¡Murió!!!"

La niña representa el escepticismo, el nihilismo que pretende negar la voluntad ingenua y poco racional que representa el empleado con su optimismo.

La niña busca que su compañero se dé cuenta de la ingenuidad que implica su esperanza, pues todo tiene como fin insuperable la muerte. La voluntad de vivir, del ego, que tiene su irracional expresión en el deseo, es confrontada con la muerte como radical impermanencia de esta.


Schopenhauer, en Metafísica de la muerte, sentencia:

"A la postre es menester que triunfe la muerte, porque le pertenecemos por el hecho mismo de haber nacido."

El hombre tiene en la naturaleza misma de su nacimiento, que es el resultado de un impulso de una voluntad inconsciente e irracional, la semilla de una existencia fuertemente condicionada y que tiene en su esencia el sufrimiento.

Schopenhauer, en El amor, las mujeres y la muerte, añade: "Sin embargo, es preciso que la voluntad de vivir, violenta e impetuosa, pague cada una de sus imágenes engañosas, cada uno de sus vanos caprichos, al precio de profundos sufrimientos sin cuenta y de una amarga muerte, largo tiempo temida y que llega al fin."

En el mar de la existencia samsárica, ingresamos por todas las emociones perturbadoras e ilusiones que Schopenhauer describe como imágenes caprichosas y engañosas, y que en el fuego de la vida de sufrimiento podrían encontrar su liberación.

Es mediante el despliegue en la existencia de todas las ilusiones, de todos los caprichos egoístas, que los vemos como en un espejo y podemos despertar a una honesta y profunda necesidad de liberarnos, de negar la voluntad como causa del sufrimiento.


El Bodhicharyavatara nos advierte:

"Habiendo entrado en la red de los renacimientos, que fue lanzada por los pescadores de las aflicciones, has llegado a la boca del señor de la muerte, ¿ya a estas alturas no lo sabes?"

En esa red nos encontramos y tenemos el final inevitable de la muerte. La negación de nuestra propia ignorancia genera una representación en la cual no nos vemos en esa red de poderoso condicionamiento de la existencia y el final de esa trampa. ¿Cómo negarlo? ¿Todavía lo ignoras?, nos pregunta en primera persona, en directa alusión a todos los momentos en que debemos haber visto la muerte y la impermanencia delante nuestro y aun así la negamos.

Schopenhauer, en El amor, las mujeres y la muerte, compara:

"Así es como seguimos el curso de nuestra vida, con extraordinario interés, con mil cuidados y precauciones, todo el mayor tiempo posible, como se sopla una pompa de jabón, empeñosamente, en inflarla lo más posible, y durante más largo tiempo, a pesar de la certidumbre de que concluirá estallando."

La muerte como gran maestra

Vivir como si no existiera un final, como si al realizar cada proyecto y cada apego retenido fuera la causa segura de la explosión de esa burbuja de nuestra existencia, es lo que genera toda la posterior desilusión y sufrimiento. Los proyectos en sí no son malos, sino el apego a su persistencia eterna.

De la experiencia del sufrimiento y en la confrontación con la impermanencia de la existencia humana puede surgir, mediante la razón, la determinación de liberación y renuncia de la que nos hablan ambas filosofías. La "huella de elefante", como el Buda Shakyamuni denomina a la meditación en la muerte, es la que más profunda impresión deja en la mente.

Schopenhauer, en Metafísica de la muerte, afirma:

"La muerte es propiamente, el genio inspirador, la musa de la filosofía, por la que Sócrates definió a la filosofía como la preparación para la muerte... difícilmente se hubiera filosofado sin la muerte."

Sin duda, la situación límite por excelencia, concebida desde nuestro ego y nuestra voluntad como algo inexistente en lo que a nosotros como individualidad refiere, nos deja en nuestras manos una vida y cosas de las cuales somos poseedores, de la cual somos amos y señores.

Dzongchen Ponlop, en La mente más allá de la muerte, escribe:

"Si fuéramos continuos, impermeables al cambio y a la muerte, entonces sería inútil buscar algo más allá o fuera de nosotros... solo hallaríamos proyecciones de nuestra propia mente."

Aquí podemos apreciar las excelentes coincidencias con la función de la presencia de la muerte para buscar liberarse, para aquel que tiene el valor de verla cara a cara. El impulso consciente de negar la voluntad y salir, y ver más allá de la representación del mundo de esta, el ver todo el infinito universo de posibilidades que está ante nosotros.

Schopenhauer, en El amor, las mujeres y la muerte, lo describe:

"La muerte es la detención dolorosa del mundo formado por la generación voluptuosa de la voluntad, es la destrucción violenta del error fundamental de nuestro Ser, es el gran desengaño."

Bibliografía:

 * Arthur Schopenhauer: "El mundo como voluntad y representación", editorial Trotta, clásicos de la cultura.

 * Arthur Schopenhauer: "El amor, las mujeres y la muerte", Editorial Edaf, 2007.

 * Wikipedia: "El mundo como voluntad y representación", "Las cuatro nobles verdades".

 * Ponlop Rinpoche: "La mente más allá de la muerte", editorial Kairós (2006).

 * Videos de Youtube: Adictos a la Filosofía: "Voluntad y representación", "Las dos vías para escapar del sufrimiento".





Capítulo 2: El hombre ante la propia finitud


El hombre como un ser para la muerte para Heidegger.


En las profundidades de la filosofía existencialista de Martin Heidegger y las milenarias enseñanzas del budismo, se revelan sorprendentes similitudes y complementariedades en la forma en que el ser humano se confronta con su propia muerte. Analizar estas perspectivas no solo ilumina la esencia de nuestra finitud, sino que también ofrece valiosas lecciones sobre cómo nuestra relación cotidiana con la muerte moldea nuestra existencia. La forma en que percibimos este evento ineludible tiene un impacto directo en cómo vivimos cada instante.

Para desentrañar la concepción antropológica del hombre frente a la muerte, nos sumergiremos en dos grandes fuentes de sabiduría. Por un lado, la venerable filosofía del budismo, que, a lo largo de milenios, ha desarrollado una intrincada teoría y métodos de contemplación de la impermanencia y la muerte como una práctica espiritual fundamental. Por otro lado, desde el siglo XX, el monumental aporte de uno de los textos filosóficos más influyentes de su época: "Ser y Tiempo" del pensador alemán Martin Heidegger. En particular, exploraremos su revolucionaria concepción del hombre como un "Ser ahí" o "Dasein", y su profunda noción de ser un "Ser para la muerte".

Más allá de las evidentes similitudes y, quizás, de las concepciones intrínsecas sobre el ser humano y su conexión con la muerte, es innegable la universalidad de esta visión sobre la finitud que impregna cada instante de la vida humana. Esta comprensión trasciende cualquier distinción superficial que podríamos establecer entre seres humanos más o menos conscientes de su propia mortalidad, o con una mayor o menor capacidad de reflexión y abstracción respecto a las urgencias del día a día. La muerte, en su carácter ineludible, se erige como una experiencia universal que nos define a todos.

<u>EL SER PARA LA MUERTE DE HEIDEGGER</u>

En la trascendental obra de Heidegger, "Ser y Tiempo", el capítulo dedicado al "ser para la muerte" inicia con una interrogante fundamental: ¿es realmente posible para el ser humano aprehenderse en su totalidad, como un ser integral y completo?

Constantemente nos percibimos inmersos en una situación específica, en una particular actividad, ya sea interna o externa, que nos absorbe y nos define en ese momento. Heidegger argumenta que es precisamente en la contemplación honesta y despojada de la propia muerte donde el hombre puede captarse verdaderamente como posibilidad, que es, en esencia, lo que somos en cada circunstancia. Además, esta confrontación con la finitud nos permite comprendernos como un "ser existente", es decir, un ente que está viviendo y desplegando activamente su existencia en el mundo.

Para Heidegger, el ser humano no se reduce a una conceptualización abstracta, ni a un ente meramente material sobredeterminado por condiciones concretas. Lo define como un "ser ahí", un "ser en situación", utilizando el término alemán Dasein. Este concepto recalca que la existencia humana es siempre contextual, siempre arraigada en un "ahí" específico, en un mundo con el cual interactúa y al cual le da sentido. El Dasein no es una sustancia inmutable, sino un continuo proceso de devenir en relación con su entorno y sus posibilidades.

<u>El Ser para la Muerte: Una Posibilidad Fundamental</u>

El Dasein (ser ahí) es conceptualizado como un ente intrínsecamente existencial, que se encuentra "arrojado" al mundo. Este arrojamiento implica que el Dasein no elige su existencia inicial, sino que se encuentra lanzado a ella, y a partir de ahí, se proyecta constantemente hacia las posibilidades que el mundo le presenta. Poseemos una vasta gama de posibilidades para "ser", para desenvolvernos y realizarnos. No obstante, entre todas estas posibilidades, existe una posibilidad fundamental que subyace y fundamenta a todas las demás: la posibilidad de morir. En cada una de nuestras posibilidades de ser, la muerte se cierne como una eventualidad. Y si la muerte finalmente ocurre, anula de forma definitiva cualquier otra posibilidad futura, dejando al Dasein sin horizonte de proyección.

"Ser y Tiempo", la obra cumbre de Heidegger, se inaugura con una profunda reflexión sobre el "Ser" mismo. La pregunta central que guía su indagación es: ¿quién es el que se interroga por el Ser? La respuesta es clara: es el hombre individual, concreto e histórico, el único ente que posee la capacidad de morir por sí mismo. Este concepto del ser humano implica una comprensión que va más allá de un ente exclusivamente concreto, fruto de causas específicas, o de un ente meramente espiritual que se manifiesta momentáneamente en el mundo. En cambio, el ser humano es un "ser en situación", un Dasein, cuya existencia está intrínsecamente ligada a su contexto y a su propia mortalidad.

<u>¿Por qué los Seres Humanos Somos "Seres para la Muerte"?</u>

El "morir" del que trata Heidegger no se refiere simplemente a la muerte biológica de un organismo; si bien todos los seres vivos, incluidos los animales, fallecemos, solo los seres humanos "morimos" en un sentido existencial, es decir, como una experiencia anticipatoria. La muerte no es, para Heidegger, un evento puntual que ocurrirá al final de la vida, ni tampoco una simple puerta de entrada a una supuesta "otra vida".

Refugiarse en estas concepciones superficiales de la muerte, ya sea como un acontecimiento lejano o como una transición hacia un más allá, justifica lo que Heidegger denomina una actitud inauténtica. Esta evasión oculta el verdadero significado de la muerte para nuestro "ser en el mundo": la posibilidad siempre presente de nuestra propia imposibilidad. Ilustrando esta idea, el ejemplo de la obra de Cesare, cuando se le anuncia que morirá mañana, provoca un "terrible horror". ¿Por qué esta reacción tan visceral? Porque, en nuestra existencia cotidiana, todos tendemos a pensar que "los que mueren son los otros".

Vivimos protegidos por la ilusión de que "mueren los otros, yo no", y por la engañosa idea del "aún no", es decir, que la muerte es algo que está lejano en el tiempo. En la historia de Cesare, estas dos excusas, estas dos ilusiones en las que nos resguardamos, son abruptamente anuladas, nihilizadas, confrontando con su propia e inminente finitud.

El Das Man, un concepto clave en Heidegger, representa el "ser inauténtico", aquel que vive proyectado en el colectivo anónimo, en el "se dice" lo que se debe pensar o hacer. En este contexto, el Das Man se refugia en el "se muere", diluyendo la propia mortalidad en la generalidad. Existe una banalización de la muerte por parte del ser humano, que neutraliza todo su poder de confrontación con lo que verdaderamente somos. Tendemos a vivir refugiados en la idea de que estamos lejos de ese evento fatal, basándonos en la edad, la salud, o cualquier otra circunstancia. Cultivamos, de forma a menudo inconsciente, la irracional idea de que viviremos infinitamente.

La realidad ineludible es que no solo vamos a desaparecer como seres en el mundo en un punto final, sino que constantemente aquello que somos en el mundo, y sus múltiples cambios, está en un proceso de transcurso y disolución. Somos inherentemente mortales, finitos, incluso antes de que nuestro corazón deje de latir. Esta finitud se manifiesta cada vez que las cosas cambian de manera radical, "como si fuera a empezar de cero", evidenciando la impermanencia inherente a nuestra existencia.

En la filosofía budista, esta idea se profundiza: la muerte es considerada la culminación explícita de un proceso de impermanencia que está transcurriendo siempre, desde el momento mismo del nacimiento. Es un devenir constante que no solo ocurre al final, sino que permea cada instante de nuestra existencia.

<u>¿Por qué existe la Muerte para el Dasein?</u>

Vivimos arrojados al mundo, proyectados hacia nuestros posibles, hacia nuestras posibilidades de ser o existir. En cada una de esas posibilidades, la posibilidad de morir está siempre presente, siempre latente. Es una posibilidad constante, y sin embargo, casi nunca decimos con sinceridad: "puedo morir".

El Dasein muere porque está intrínsecamente proyectado hacia el futuro. Si bien todos los seres vivos morimos, junto con otros entes como animales, solo los seres humanos somos los que nos proyectamos activamente hacia esta posibilidad. En cada posibilidad que anticipamos para el futuro, siempre está implícita la posibilidad de que esa posibilidad deje de ser tal, es decir, de que se anule. Por ello, esa posibilidad de muerte no es un mero accidente, sino que constituye al Dasein como un ser que se enfrenta a una existencia que le es propia, y de la misma manera, la muerte le es también intrínsecamente propia.

El "ser para la muerte" no es un concepto pesimista, sino un potencial para el ser auténtico. Abre y libera al Dasein de la visión banal y superficial de la existencia. La concepción y la coacción del Das Man (el "se dice", el colectivo inauténtico) ya no podrían determinar nuestro ser de la misma manera, pues se verían nihilizadas y despojadas de su poder ante la conciencia de la finitud de la propia existencia. El "ser para la muerte" es, en esencia, la forma en que la existencia se ve profunda y radicalmente afectada por el hecho ineludible de ser finita.

Para Heidegger, la diferencia fundamental entre una existencia auténtica y una inauténtica radica en la actitud ante la muerte. La existencia inauténtica vive negando, de forma más o menos inconsciente, la propia mortalidad. El ser humano se atosiga de habladurías, de distracciones, de lo superfluo, para anestesiar y silenciar la idea de la muerte. Por el contrario, el ser auténtico asume honestamente y con valentía: "voy a morir, y esa es mi muerte, me es propia y me define". Esta asunción no es un signo de pesimismo, sino de una profunda lucidez que permite una vida más plena y consciente.


¿En qué sentido la Muerte Implica un "Dejar de Ser"?


El ser humano es el único ente que puede morir por sí mismo, en el sentido existencial. La muerte es radicalmente intransferible; nadie puede morir por otro, ni los otros pueden morir por mí. Este hecho, una vez asumido, individualiza y, en cierto modo, aísla al ser en esta experiencia fundamental de su propia existencia. La posibilidad de la muerte tiende a ser negada y anestesiada a través de la habladuría trivial, de la futilidad de la vida compartida con los demás, y mediante las ilusiones del "aún no" y del "se muere" (refugiándose en la generalidad de la muerte ajena). Todo esto busca ocultar la inminencia de la propia muerte, y por ende, la singularidad de la propia existencia individual.

La muerte, para Heidegger, no es la aniquilación del ser en un sentido absoluto, sino el dejar de ser Dasein, el dejar de ser posibilidad. Al morir, el Dasein se transforma en una cosa, en un objeto, más concretamente, en un cadáver. Deja de ser Dasein porque ya no posee posibilidades hacia las cuales proyectarse o verse arrojado; su horizonte de futuro se ha extinguido por completo.

<u>¿Qué Significa que la Muerte sea una Inminencia?</u>

La muerte es, ante todo, una inminencia, es decir, algo que está implícito en todas las posibilidades de nuestra existencia. Hay una multiplicidad de posibilidades en el horizonte del Dasein, pero la que subyace a todas ellas, la que está por detrás y las condiciona, es la posibilidad de morir. Esta posibilidad actual de estar escribiendo y reflexionando, por ejemplo, se realiza precisamente porque la posibilidad de morir no se concretó anoche, por poner un ejemplo algo simpático pero ilustrativo. La muerte es la posibilidad que, de hacerse efectiva, anularía instantáneamente todas las demás.

Si el ser humano se asume auténticamente como un "ser para la muerte", se captará a sí mismo como una totalidad única y singular. Se asumirá en una relación intrínseca con su propio existir, con su propio Ser, liberado de las ataduras de una existencia inauténtica.

<u>La Angustia Existencial ante el "Ser para la Muerte"</u>

La muerte, en su esencia, carece de referencialidad; no se refiere a nada específico o mundano en el sentido de los objetos. El mundo de los entes, de los objetos, es siempre referencial; todo lo que existe en el universo simbólico y en la vida cotidiana del hombre posee una relación con otras cosas, un sentido instrumental. En esta red de relaciones instrumentales, a menudo también se abarca a otros seres humanos o Daseins, como lo expresa Heidegger en su lenguaje técnico.

La muerte, sin embargo, se refiere necesariamente a mí, a mi propio ser como posibilidad, a mi ser ahí, que es el único que muere mi muerte. Es irrebalsable, pues más allá de la muerte, para el Dasein, no hay nada en el sentido de "ser en el mundo". Más allá de mi ser ahí, simplemente dejo de existir en la forma en que lo hago. Heidegger, al igual que el existencialismo ateo, no se adentra en un debate superficial sobre la existencia de un "más allá". Lo que la muerte no puede rebasar es el "ser en el mundo" que somos nosotros, aquello con lo cual nos identificamos más allá de las variaciones e incluso de los cambios radicales que atravesamos a lo largo de un ciclo vital.

La angustia existencial surge precisamente al tomar conciencia de la propia irrebasabilidad, de que vamos a ser nada tal como somos en el mundo. Por ejemplo, lo que soy ahora como persona, como profesor, con mis vínculos, y cómo es mi mundo y mi entorno específicamente montevideano, todo eso desaparecerá, dejará de ser. Y por ende, yo, como ser en el mundo, como ser ahora, también dejaré de existir en esa forma.

Tomar auténtica conciencia de uno mismo como "ser para la muerte", y más específicamente del carácter irrebasable de la muerte para nosotros, puede ser una condición poderosa para que ingresemos en un estado de angustia existencial profunda. Esta angustia, lejos de ser un mero malestar, puede catalizarnos a asumir nuestro existente auténtico, como lo denomina Heidegger. Nos asumiríamos, entonces, como seres finitos o "seres para la muerte".

El existente auténtico es aquel que no se deja sofocar ni anular por las habladurías, por el ruido de lo colectivo, por lo que se impone superficialmente. No piensa lo que todos piensan, ni hace lo que todos hacen; no vive en el "se dice" o "se hace" colectivo que Heidegger denomina el Das Man. En lugar de eso, forja su propia existencia desde su singularidad.

La angustia ante la propia muerte nihiliza, o al menos momentáneamente, la sobredeterminación y la forma en que el "ser en función de lo colectivo" (este Das Man) condiciona a los seres humanos. Puede abrir un espacio crucial para que el Ser auténtico emerja y pueda ser. Al enfrentarse a la angustia, el Dasein se despoja de las máscaras impuestas por la sociedad, revelando su verdadera esencia.

La angustia ante la muerte priva al sujeto de toda referencia externa. El Dasein queda en un estado de incertidumbre radical, ya no tiene referencias mundanas, subjetivas u objetivas en las que apoyarse. ¿Por qué ocurre esto? Porque la angustia nos confronta con el carácter ilusorio y frágil de estas referencias. La muerte posee el poder, la capacidad, de nihilizar, de anular todas las referencias, pues estas se esfuman, se futilizan, ante la propia finitud. Por ello, la angustia existencial es consecuencia y efecto de un movimiento de desposesión de sí mismo, al anticiparnos a nuestra propia finitud.

El sujeto se ve ahogado en el sinsentido. Hay una reconfiguración de la realidad, del yo, que se sume en un estado de incompletitud, en una especie de oscuridad, como una falta de forma nítida, de claridad. Este estado es descrito por Heidegger como lo inhóspito, lo "siniestro" (unheimlich). Es un estado de desposesión de lo que nos es cercano, de lo que normalmente nos brinda calor y amparo, y ello genera una fuerte impresión de súbito desamparo y, lógicamente, miedo.

La angustia, entonces, está íntimamente ligada a la experiencia de la propia finitud, incompletitud e insustancialidad del Dasein y, por reflejo, de la referencialidad del mundo. Es la sensación de precariedad de todo lo que nos rodea y nos constituye.

El existente auténtico asume su propia muerte. Al hacerlo, puede vivir con una plenitud más profunda, asumiendo con menos apego y superficialidad las experiencias que va viviendo. En contraste, en la forma de existencia inauténtica, se evade y se niega la propia muerte. Por ello, se busca otorgar una trascendencia inmerecida a las relaciones románticas, al sexo, al prestigio social, a lo material, etc., como si estas situaciones o personas pudieran sustraerse a su carácter contingente y efímero.

El ser auténtico vive con la plena conciencia de que va a morir. En función de esta conciencia, tiene en su ser auténtico y en su propia existencia la referencia fundamental de sus decisiones y de su Ser en el mundo. Así, puede trascender o nihilizar el "deber ser" compartido, logrando lo que se denomina una profunda y permanente individuación. Esta individuación no es aislamiento, sino la afirmación de la propia singularidad frente a la masificación.

<u>La Muerte es Intransferible</u>

La muerte es una característica propia de cada Dasein, es decir, es intrínsecamente intransferible. Por lo tanto, es la posibilidad más propia de cada individuo. La muerte de los otros, y especialmente si son seres queridos o cercanos, puede permitirnos comprender algo sobre la mortalidad, quizás incluso sensibilizarnos, pero la vivencia de la muerte como el fin absoluto de nuestro ser en el mundo es una experiencia que nadie puede vivir por nosotros. Es intransferible en su esencia más íntima. "Mi muerte es mía, es propia e intransferible".

Solo cada Dasein individual puede vivir su propia existencia de manera singular; de la misma manera, cada Dasein solo puede vivir su propia muerte. La muerte se erige como la posibilidad más propia, aquella que, al concretarse, da fin a toda potencialidad de ser. Es la única posibilidad de la cual tenemos una certeza absoluta e inquebrantable. Y como ya hemos visto, anula todas las demás posibilidades de ser. Por ejemplo, mañana tengo la posibilidad de seguir escribiendo este texto, o de viajar, o de realizar otras actividades; pero la posibilidad de morir durante la noche, por ejemplo, sería la que anularía todas las otras posibilidades de manera definitiva.

<u>La Muerte es Irrebalsable</u>

La actitud ante el hecho de ser "seres para la muerte" puede tomar dos caminos divergentes. Por un lado, podemos optar por una actitud evasiva, evadirnos en lo que Heidegger denomina "el ruido del uno" (el colectivo inauténtico), huyendo de la propia muerte y, por reflejo, de la propia existencia, sumergidos en el "ser colectivo". Esta evasión nos mantiene en un estado de superficialidad. Por el contrario, podemos adoptar una actitud proactiva, lo que Heidegger llama "el precursar la propia muerte".

El acto de precursar implica asumir plenamente que la muerte es una parte inalienable de la propia existencia y, de forma consciente, concientizar la propia finitud. En la filosofía budista, se considera que se puede adoptar una actitud activa para concientizar la propia finitud a través de diversas prácticas contemplativas y meditativas. Esto no busca fomentar un pensamiento mórbido, sino una profunda apreciación por la vida.

La muerte individualiza al ser humano porque, después de ella, no hay más "ser en el mundo" tal como lo conocemos. Toda nuestra existencia en el mundo se configura en función de conexiones con otros, de forma más o menos directa. Toda esta compleja estructura de relaciones que nos constituye en el mundo desaparece, y ello conduce a que esas conexiones con los demás se nihilicen en la conciencia del ser humano. Por ejemplo, al concientizar que soy un "ser para la muerte" y que todos mis vínculos terminarán, esto me individualizará en relación con mi pareja o mi familia, pues tomo conciencia de que hacen a mi ser en el mundo de forma relativa y no para siempre. ¿Por qué individualiza? Porque me confronta con la singularidad de mi propia disolución.

<u>La Muerte es No Relacional</u>

Los objetos y entes del mundo están necesariamente relacionados en términos de sentido; su ser se define en función de otros. En el mundo de los entes, los objetos existen en relación con otros, y el sentido que adquieren en la conciencia humana se debe a su relación causal referencial. Esta interconexión es similar al concepto de interdependencia de la filosofía budista, que describe una vasta red que nos conecta en este "ser en el mundo compartido", donde las causas y condiciones permiten que los fenómenos surjan y se sostengan.

La muerte, sin embargo, es irreferencial; no es causal en la línea de una cadena de causas y condiciones en el mismo sentido. Frente a la propia muerte, el "uno" (el yo), el mundo en sí mismo, y nosotros mismos en el mundo somos nada, desaparecemos. Las relaciones con los otros también se terminan, también se transforman en nada en el contexto de nuestra existencia.

La cualidad destructora y nihilizadora de la muerte nos confronta directamente con la futilidad y la impermanencia del propio yo y del mundo. Todo el mundo de objetos y referencias que constituyen lo que concebimos, de forma más o menos consciente, como "nuestro mundo", se ve súbitamente, a veces sorprendentemente, destruido y anulado. Incluso al anticiparnos precursoramente a la muerte, como lo denomina Heidegger, comprendemos que todo ese mundo y nuestro ego, como supuesta causa primera, tienen razón de ser únicamente en función de nuestra existencia individual y finita. Es por ello que la muerte no tiene una relación referencial en el sentido usual, y nos muestra, como un espejo implacable, la individuación que somos.

El carácter no relacional de la muerte, que no hace referencia a otras cosas sino que es en sí misma y por sí misma que nos ocurre a nosotros, es fundamental. Es cierto que hay acontecimientos externos que pueden determinar nuestra muerte, como por ejemplo un conductor ebrio, y que afectan a nuestros seres queridos, como los hijos, que necesariamente son causados y afectan a otros seres humanos. Pero la muerte en sí, la experiencia de la disolución de nuestro ser, nos ocurre a nosotros, y lo que termina es nuestra existencia a causa de nuestra más propia posibilidad.

<u>La Muerte como una Inminencia</u>

La muerte es conceptualizada como una inminencia, como algo que puede acontecer en cualquier momento, incluso en el instante aparentemente más seguro o estable. Esta comprensión no busca fomentar un pensamiento mórbido, sino de valorar el potencial que encierra la existencia humana y de lo que el ser puede llegar a ser como existente en el mundo compartido.

En la venerable tradición del budismo tibetano, se ha establecido un método preciso para integrar esta verdad innegable en la conciencia a través de la contemplación profunda de la afirmación: "hoy puedo morir". A lo largo del avance de este capítulo, exploraremos otras meditaciones sobre la muerte provenientes de esta tradición milenaria, con la finalidad explícita de integrar la muerte en la conciencia del individuo, no como un temor, sino como un motor de transformación.

No es la muerte de los demás lo que nos define existencialmente, sino la muerte propia la que se vive a cada instante. En cada posibilidad de nuestra existencia, está implícita la posibilidad de morir, presentándose como la posibilidad que anula, que deja sin efecto todas las otras posibilidades, pues nuestro ser en el mundo se termina de forma radical.

Anticipar la muerte, es decir, enfrentarnos a nuestra condición de seres mortales de manera consciente, nos muestra de forma patente nuestra individualidad. Tiene la profunda potencialidad de darnos una conciencia más aguda de nuestra existencia al tomar plena conciencia de nuestra más propia posibilidad: la del morir.

Como veremos más adelante en este mismo capítulo, una de las reflexiones centrales de la filosofía budista sobre la muerte contempla la idea de que, al anticiparse a ella precursoramente, se toma conciencia de que nacemos y morimos solos, sin un sentido de existencia inherente que nos acompañe más allá de nuestra propia finitud. Esta perspectiva no es nihilista, sino liberadora.

Heidegger establece una clara diferenciación entre la espera y la anticipación de la muerte. La anticipación se describe como una confrontación honesta y auténtica con nuestra mortalidad, en la cual nos asumimos como "seres para la muerte". La espera, en cambio, es una forma más racional pero inauténtica de negarla y ocultárnosla en relación con la propia existencia. La espera mantiene la muerte a raya, como un evento futuro y lejano, mientras que la anticipación la incorpora como una posibilidad siempre presente.


La Muerte como Espejo en que el Ser Humano se Capta como Totalidad.


Heidegger considera que el Ser que se capta como totalidad es, paradójicamente, un Ser incompleto en su devenir constante. Es un Ser ahí que siempre está proyectado hacia sus posibilidades, siempre es posibilidad de Ser. No obstante, al captarse, al comprenderse a sí mismo como un Ser finito, cuyas posibilidades de ser se verían anuladas en un punto, es entonces cuando se ve a sí mismo como totalidad. Como totalidad, el hombre es un Ser que está siempre llegando a Ser; es en sí mismo, como totalidad, una posibilidad de Ser. En el momento del morir, dejará de ser posibilidad de ser para convertirse en una cosa, más concretamente, en un cadáver.

¿Cómo se explicita esta totalidad al confrontarnos con la propia finitud? El ser humano es para Heidegger, como Dasein o Ser ahí, un ser proyectado hacia sus posibilidades. Al ver la muerte como el fin de toda posibilidad, se ve a sí mismo como lo que es en el espejo que, como ya sabemos, es la muerte. Esto podría parecer contradictorio, ya que es un ser que no se posee plenamente, no se crea a sí mismo, pues está siempre arrojado en un mundo que lo va cocreando. Sin embargo, la totalización está dada en el hecho de que la muerte nos confronta con el límite de nuestras posibilidades. Y por ello, nos confronta como un espejo con nuestra existencia, pero como una totalidad finita.

El ser humano es posibilidad, un proyecto lanzado hacia sus posibilidades. Al confrontarnos con el límite infranqueable en el que termina la posibilidad de ser, es en este sentido que la muerte le desoculta, le revela a la existencia como totalidad. Aquí, creo que es pertinente la metáfora del límite territorial de un país o estado: sin dudas, el centro del país es parte del país, pero es precisamente en el límite donde su extensión y su identidad se hacen patentes y evidentes. La muerte es ese límite que define la totalidad de nuestra existencia en el mundo.

<u>El Dasein es Temporalidad, el Dasein es Finitud</u>

El ser es siempre en una temporalidad. La temporalidad sintetiza los tres éxtasis temporales: pasado, presente y futuro. Esta temporalidad es aprehendida y comprendida por el hombre en tanto que Dasein o Ser ahí, en un presente que se proyecta activamente hacia un futuro, hacia sus múltiples posibles. Heidegger considera que el hombre despierta su sentido de cuidado de su propio Ser en la medida en que puede percibir que, al proyectarse hacia su propio futuro, también está siempre presente, como un límite irrebasable, la propia finitud, la finalización de la propia posibilidad de Ser.

Es en ese sentido que la temporalización de la existencia del hombre está caracterizada intrínsecamente por su finitud. No hay existencia fuera del tiempo, y no hay tiempo sin finitud.


Arcano n. 13: Muerte y Transformación en el Tarot.


La serie Breaking Bad ofrece un escenario contemporáneo para reflexionar sobre un arquetipo universal: el de la Muerte y Transformación, magistralmente representado por el Arcano XIII del Tarot. Pero, ¿qué es exactamente un arcano y por qué se convierte en la representación de un arquetipo?

Un arcano es, básicamente, como un espejo de algún aspecto de la psique profunda que se halla en lo más recóndito de nuestro ser y que, de una manera u otra, se manifestará en la conexión que establecemos con nosotros mismos y con la realidad circundante. Carl G. Jung, el renombrado psicólogo analítico, nos describe cómo estamos estructurados en lo profundo de nuestra psique por arquetipos, patrones primordiales e inconscientes que nos constituyen como seres humanos. El arquetipo de la muerte y renacimiento es un universal, descrito en muchísimas culturas como un símbolo de profunda transformación, y es caracterizado de manera prominente en el Arcano de la Muerte del Tarot. Jung señalaba que los arquetipos son "formas sin contenido material", representaciones de la experiencia humana básica que resuenan en todas las culturas. La carta de la Muerte, en este sentido, no es solo un dibujo, sino una ventana a esta experiencia arquetípica de disolución y regeneración inherente a la psique.

El Arcano n. 13 es uno de los llamados Arcanos Mayores, que van a describir el proceso de muerte y transformación tanto desde un aspecto físico como desde una perspectiva psicológica. Es una de las cartas más temidas y malinterpretadas del mazo, ya que su nombre evoca el fin, pero su verdadero mensaje es el de la renovación radical.

El Arcano de la Muerte nos habla de algo que tiene que renacer, pero para ello, previamente, tiene que morir. Este no es un proceso de aniquilación, sino de deconstrucción necesaria para una nueva construcción.

<u>Simbolismo Profundo del Arcano XIII</u>

La riqueza simbólica del Arcano XIII varía ligeramente entre las barajas, pero su esencia permanece constante:

 * El Jinete de la Muerte: En el Tarot renacentista, la Muerte a menudo lleva un reloj en una mano, simbolizando la finitud del tiempo de vida. En otras versiones, el jinete negro nos indica la necesidad de soltar, dejar ir y tener una función proactiva en el cierre de ciclos. La transformación se emprende desde el interior, catalizada por cambios externos.

 * "La Inmortalidad" en el Tarot Egipcio: Curiosamente, en el Tarot egipcio, a este arcano se le denomina "La Inmortalidad", significando la trascendencia del alma a través de la disolución y desestructuración. Subraya que el fin no es absoluto, sino un paso hacia otra forma de ser.


 * La Precedencia de El Colgado: 

El arcano anterior, El Colgado (Arcano XII), significa la completud de un ciclo, un estado de suspensión y sacrificio que antecede a la muerte y transformación, siendo el siguiente paso ineludible en el proceso existencial. Es una preparación para la gran renuncia.

 * La Letra Hebrea "Mem": La letra hebrea "Mem" (ם), asociada al Arcano XIII, significa perpetuidad y crecimiento continuo. Se asocia a la proliferación de los peces, simbolizando que de la disolución surge una nueva abundancia.

 * El Esqueleto: Simboliza la capacidad de atravesar las puertas de este mundo e ir al más allá. Es la estructura fundamental que permanece cuando todo lo superfluo se ha desprendido, dando estabilidad y permitiendo el movimiento. Se relaciona con el arquetipo del orden y la estructura (Saturno), y con la guadaña y la finitud. El esqueleto es lo que más perdura, y la muerte es una verdad eterna; la transformación es una verdad infinita. Es lo que está siempre, que perdura y no podemos ver: el inconsciente, o también el inconsciente colectivo. Nos permite reconocer que somos algo más profundo que lo que conocemos, que, sin embargo, nos es extraño, ajeno. Es casi imposible identificarnos con el esqueleto y al mismo tiempo se podría decir que a un nivel anatómico es lo más propio.


 * Los Cadáveres y la Putrefacción: Los cadáveres que yacen a los pies del jinete simbolizan la destrucción de las formas terrenales. Para que la vida renazca en una nueva forma, es a través de la muerte que puede tener continuidad; si no se diera ese ciclo de renovación, la forma se estancaría. Esta carta representa el principio universal de transformación: muriendo lo viejo para volver a la vida luego de la transformación.


 * Acompañamiento de otros Arcanos: 


Cuando el Arcano XIII está acompañado de otras cartas como La Suma Sacerdotisa o El Ermitaño, significa un cambio íntimo o profundo que precede a la manifestación externa en las relaciones y el mundo. Es una muerte interna que precede a la manifestación exterior.

 * La Segadora en el Tarot de Marsella: En el Tarot de Marsella, la figura de la segadora, recogiendo el fruto o cosecha de la experiencia, es muy importante. Nos cuestiona: ¿qué está listo para ser cosechado o segado? ¿Qué necesitamos dejar atrás para poder cosechar ante la presencia explícita de la transformación y la muerte? Es un espejo que refleja la necesidad de emprender un cierre de un ciclo o de participar conscientemente en él.

 * El Caballo Blanco: Simboliza la fuerza, la vitalidad o la pureza primitiva de los impulsos inconscientes que nos impulsan hacia lo desconocido del más allá.

 * El Estandarte de la Recolección: El estandarte lleva una corona de espigas de trigo con la punta hacia abajo. No es un pentáculo de destrucción, sino de recolección, de síntesis y de integrar lo ya vivido, extrayendo la sabiduría de lo que culmina.

 * El Rey Caído: Un rey con la corona caída simboliza la muerte del ego y del poder terrenal sobre el cual se proyecta nuestra identidad superficial. Las leyes y el poder terrenal caen, se difuminan ante la marea arrolladora de los ciclos de la vida y la muerte.

 * La Actitud de Niños y Sumo Sacerdote: Los niños y el sumo sacerdote, que miran a la muerte de frente, representan actitudes de rendición o aceptación. El sumo sacerdote y la niña, al indicar que desde lo inocente y lo espiritual se podrá asumir y hasta integrar la muerte, nos muestran la vía para trascender el miedo.

 * La Barca de las Almas: Al fondo, una barca que va de orilla a orilla hace referencia a la barca de las almas que las conduce al más allá, una imagen presente en la mitología griega (Caronte) y egipcia (la barca de Ra).

 * El Amanecer y el Juicio: En el fondo del paisaje hay unos portales y más allá en el horizonte hay un amanecer. Esto simboliza el juicio en ese día y la llegada al cielo, la iluminación del despertar. Hay una silueta de una ciudad, donde habitan los "heroicos", los "dioses". Es una imagen del juicio final, que para el arcano es el juicio "el día de hoy", un juicio continuo de la propia existencia.

 * Colores de Introspección y Renovación: El gris del caminante (el jinete), junto con el azul verdoso, nos llama a la introspección. Es un proceso interno, incluso más allá de lo emocional, de lo consciente, para soltar y dejar morir todo lo que identificamos como "lo que somos". En el Tarot de Marsella, la calavera con una guadaña desmembra partes de la estructura física de cuerpos humanos de muy distinta condición económica y de edad, indicando que la desestructuración nos lleva a un estado primitivo o elemental de nuestro yo constituido. Las partes de esta psique que se estructuró y desarrolló han quedado entonces separadas, desmembradas: la cabeza (sostén de ideas), los pies (sostén en la existencia), y las manos (símbolo del hacer en el mundo) se disocian, se disgregan ante el impacto de la muerte. Al mismo tiempo que se da toda esta destrucción, hay un renacimiento o renovación simbolizada por los brotes amarillentos (percepción de lo exterior) y azules (renovación de la intuición y aspectos espirituales).


Ser para la muerte y la impermanencia presentes en la serie Breaking Bad


La aclamada serie Breaking Bad pivota sobre un eje central y profundamente humano: la crisis existencial de Walter White, desatada por un inesperado diagnóstico de cáncer terminal. Esta coyuntura no solo amenaza su vida, sino que lo empuja hacia una serie de cambios dramáticos y una metamorfosis radical que lo lleva a abandonar su identidad anterior para abrazar un alter ego imponente: Heisenberg.

El nombre "Heisenberg" no es una elección azarosa; remite directamente al principio de incertidumbre (o de indeterminación) de la mecánica cuántica. Esta analogía resulta pertinentemente válida para la mutación ontológica de un ser que, en términos del filósofo Martin Heidegger, podría considerarse inicialmente inauténtico. Walter White, antes de su diagnóstico, vivía inmerso en la cotidianidad, huyendo de su propia finitud y, por ende, viviendo para los otros, encarnando el Das Man (el "se" impersonal, la masa anónima que dicta cómo se "debe" vivir). Su transformación lo conduce a convertirse en un ser auténtico, uno que no solo asume, sino que vive de cara a la muerte, que vive "para sí", un verdadero Dasein (ser-ahí) que se apropia de su existencia.

Para la filosofía existencialista de Martin Heidegger, la única posibilidad de la que no podemos dudar es el hecho ineludible de nuestro nacimiento y de nuestra muerte. La incertidumbre respecto al "cuándo" y la inquebrantable certeza de la propia muerte forman parte esencial de la meditación sobre la muerte en el budismo tibetano. Esta reflexión profunda y constante nos conduce a dotar de un sentido más auténtico y urgente a nuestra propia existencia, liberándonos de las trivialidades impuestas por la sociedad.

<u>El Despertar Ante la Finitud</u>

Esta ineludible confrontación con la muerte, impuesta a Walter White por la implacable progresión de su enfermedad y la dureza de los tratamientos, lo fuerza a encarar aquello de lo que había estado escapando de forma inconsciente durante toda su vida: la posibilidad cierta de su propia finitud. La vida cómoda y predecible que llevaba era, en el fondo, una elaborada negación de su mortalidad.


En la impactante escena de su primer examen físico, Walter se encuentra solo, vulnerable, frente a sus miedos más profundos y los ineludibles síntomas de la enfermedad. Esta experiencia, la más propia e "irrebalsable" según Heidegger y la filosofía budista, se vuelve dolorosamente palpable. Heidegger afirma en Ser y Tiempo: "La muerte constituye la más personal experiencia de vida que un ser humano puede tener; nos deja a nosotros solos, y una vez que morimos no podemos compartir esta experiencia con nadie más ya que la experiencia muere con nosotros". Esta cita resalta la soledad radical y la intransferibilidad de la muerte, un encuentro íntimo y definitorio que subraya la singularidad de cada individuo.

Esta situación crítica provoca un despertar existencial en Walter, un reconocimiento de su previo estado de sometimiento a las expectativas y la voluntad de los otros. Este momento de epifanía se expresa de forma concisa y poderosa cuando dice: "I'm awake" ("Estoy despierto"). Este diálogo, aparentemente simple, marca el punto de inflexión donde Walter White, el profesor de química sumiso, comienza a reclamar su agencia existencial, trascendiendo el rol pasivo que había asumido.


De Walter a Heisenberg: La Integración de la Muerte


La metamorfosis de Walter White en Heisenberg es la manifestación externa de esta profunda transformación interna. Se enfrenta a la realidad ineludible de que morirá, asume esa realidad como parte intrínseca de la vida, y esta comprensión fundamental no se evapora, sorprendentemente, ni siquiera ante la remisión de su cáncer. Por el contrario, la integra. Con una nueva calma y convicción, afirma: "Tengo más opciones, Tengo más tiempo". Esta declaración no es un ingenuo suspiro de alivio, sino la manifestación de una libertad recién conquistada, la de quien ha abrazado y trascendido su propia finitud.

Para la filosofía budista, en su concepción de la impermanencia (anicca), todos somos "pacientes terminales" por el mero hecho de vivir una vida humana. El Buda mismo, en el Dhammapada, enseña con claridad meridiana: "Todas las cosas compuestas son impermanentes. Todas las cosas compuestas son sufrimiento. Todas las cosas son sin ego". Esta verdad fundamental subraya que la muerte biológica es solo la culminación de un proceso constante de cambio, disolución y transitoriedad que define cada aspecto de nuestra existencia. Como reitera Heidegger, "Cada vida tiene su sentencia de muerte", una sentencia implícita desde el momento mismo del nacimiento.

La integración de la muerte en su conciencia empodera a Walter. Cuando empieza a cuestionar y desafiar las reglas de lo legal e ilegal con su cuñado, Hank Schrader, un agente de la DEA, es palpable un nivel superior de asimilación de la muerte. Su miedo a la existencia en general, y al juicio social, ha disminuido drásticamente. La actitud de sometimiento, de enajenación frente a las reglas y tradiciones de la sociedad —una actitud que surge primordialmente del miedo, y en su fundamento más esencial, del miedo a la muerte— se ve visiblemente reducida o desaparece por completo en Walter White. Esto se expresa en su audaz y desalineado cuestionamiento de las normas a las cuales su cuñado se somete de forma inconsciente y automática.


Autenticidad frente al Das Man


En la memorable escena del salón, cuando la familia se reúne a instancias de su esposa Skyler para convencerlo de tratarse el cáncer, todos opinan sobre lo que "debería" hacer, intentando imponerle su propia voluntad. Pero es en este momento crucial que Walter White se da a sí mismo la palabra, es el único que opina sobre su propia vida. Es en esta escena donde se manifiesta de forma patente cómo está modificando su forma de relacionarse con los otros y sus demandas, cortando los lazos del Das Man.

La muerte, como la experiencia más personal e intransferible que es, lo ha colocado de forma cruda frente a la realidad de que, hasta entonces, había vivido para los otros, sin tomar decisiones auténticamente suyas. De allí surge su monólogo, donde expresa y, sobre todo, se expresa a sí mismo, liberándose de años de resentimiento y sumisión, sobre la imperiosa necesidad de ser él mismo en sus decisiones. El clímax de esta liberación se da con su poderosa confesión a Skyler: "Lo hice por mí. Me gustaba. Era bueno en eso. Y estaba... realmente vivo." Este diálogo encapsula la esencia del Dasein auténtico, que elige y se apropia de su propio ser frente a las imposiciones y la inautenticidad del Das Man. Jung, en su obra, enfatizaría que este proceso de confrontar la sombra (aspectos reprimidos de uno mismo, como la ambición o la agresión en Walter) es crucial para la individuación, el camino hacia la totalidad psíquica.

Más adelante, en la sala de espera para un estudio médico, Walter comparte un diálogo significativo con otro paciente, también enfermo. Este paciente se encuentra en un estado de profunda autocompasión, buscando lástima, y atribuye la culpa de su sufrimiento a la situación de enfermedad y a la inminente posibilidad de muerte, que rechaza con angustia. Este estado de existencia inauténtica lo deja en una forma de pasividad, de victimización. Es un estado que Walter White rechaza visiblemente, con una nueva y firme convicción de que la muerte ocurrirá tarde o temprano – "Toda vida tiene su sentencia" – y que, en cualquier circunstancia, uno puede imponer su propia esencia, su propia voluntad.

Claramente, Walter se encuentra en la actitud existencial opuesta: el empoderamiento frente a la existencia. Ya no teme morir, pues lo asume como parte intrínseca e ineludible de la vida, convirtiendo su finitud en el catalizador de su verdadera libertad.

Como bien lo expresa Heidegger en Ser y Tiempo, resumiendo la profunda transformación de Walter:

"Si tomo la muerte en mi vida y conscientemente la enfrento, me voy a liberar de la ansiedad ante la muerte y la mezquindad frente a la existencia, y tan solo entonces seré libre para ser yo mismo." Esta cita resume la travesía de Walter: al aceptar su finitud, se libera para ser el Heisenberg que siempre estuvo latente, un ser que se atreve a vivir su propia vida, por más oscura que se vuelva.

<u>La Muerte como Renacimiento Constante</u>

Hay un morir, un dejar atrás todo un mundo y un modo de ser, y ello inevitablemente va a generar miedo, un temor natural a lo nuevo y desconocido. Esta carta está asociada con el planeta Plutón. A Plutón se lo asocia con Shiva, el aspecto destructivo del universo que da lugar a Brahma (el dios de la creación) y Vishnu (el aspecto que se desarrolla y crece). Así nos encontramos en un constante ciclo de nacimiento, desarrollo, transformación y muerte. Por ello, en el Tarot egipcio, esta carta se denomina "La Inmortalidad".

Somos criaturas de costumbre y, por ello, nos negamos a ver los cambios, porque nos genera, natural y generalmente, temor. Nos apegamos a nuestra apariencia física o a las relaciones y proyectamos allí lo que somos como "yo" o como "identidad", y es seguro que eso desaparecerá. El esqueleto, paradójicamente, es lo que nos da estabilidad, nos sostiene y al mismo tiempo nos permite el movimiento. Todo esto se relaciona con el arquetipo del orden y la estructura que es Saturno. Aparece una forma de guadaña, tanto en Saturno como en el Tarot. El esqueleto es al mismo tiempo lo que más perdura y la muerte es una verdad eterna; la transformación es una verdad infinita. Es lo que está siempre, que perdura y no lo podemos ver: el inconsciente, o también el inconsciente colectivo. El símbolo del esqueleto nos permite reconocer que somos algo más profundo que lo que conocemos, que, sin embargo, nos es extraño, ajeno. Es casi imposible identificarnos con el esqueleto y al mismo tiempo se podría decir que a un nivel anatómico es lo más propio. Hay otros tarots donde la Muerte es un esqueleto con un reloj de arena y una guadaña, simbolizando el fin de un ciclo y la necesidad de recoger los frutos. Cuando se recogen los frutos que da la tierra, es para iniciar un nuevo proceso, para iniciar una nueva etapa. La guadaña tiene forma de Artemisa, que es la diosa del cuidado y la nutrición de la vida, sugiriendo que incluso en la destrucción hay un propósito vital.

Al aceptar la muerte como tal, también buscamos darle un sentido a la existencia, porque la vemos y podemos empoderarnos de ella.

El número trece nos indica un movimiento de salir de lo cotidiano; hay 12 horas, 12 meses y 12 signos del zodíaco. El 13 irrumpe para recordarnos que la vida va más allá de los ciclos predecibles. Al intentar escapar de la muerte, estamos escapando de nuestra propia existencia, lo que equivale a negarnos a vivir plenamente.

En las distintas tradiciones culturales y espirituales, siempre hubo rituales de pasaje o iniciáticos que, básicamente, buscaban enfrentar al sujeto con la propia muerte. Esto no era un fin, sino una puerta para lograr un estado superior de conciencia. El suceso de la muerte, como un evento de transformación que no es aniquilación total sino un tránsito, era antiguamente visto como la promesa de la vida eterna.

<u>La Muerte y las Fases del Duelo (según el Tarot de Rider-Waite)</u>

En la imagen del Tarot de Rider-Waite, podemos relacionar el Arcano XIII con las fases del duelo, tal como las describe Elisabeth Kübler-Ross. El duelo es un proceso emocional y psicológico que atravesamos natural y espontáneamente ante la pérdida de un ser querido, un rol, o cualquier situación significativa.

 * Negación: La primera fase, representada por una chica que le da la espalda a la muerte. La muchacha joven, llena de esperanza, se niega a aceptar lo inminente.

 * Negociación: La segunda fase, representada por el sacerdote y el niño que negocian con la muerte, buscando un trato o una prórroga, o desde la ingenuidad.

 * Ira: La tercera fase, representada por los personajes caídos en el suelo, simbolizando la derrota del ego y la rabia por lo incontrolable.

 * Depresión/Tristeza: La transformación en sí, representada por el jinete esqueleto, donde la metamorfosis es causada o patrocinada por la tristeza de la pérdida.

 * Aceptación: Finalmente, la fase de aceptación, donde se aprende de lo vivido, se renace y se logra la victoria espiritual, representada por el estandarte de gloria.


Reflexiones Finales y Bibliografía Sugerida


La temática es difícil, pero justamente es en la medida que se puede reflexionar sobre esto cada vez más desde un lugar de visión clara, que se va comprendiendo la relación permanente de la impermanencia con todo. Es lo que configura el tiempo y la forma de existencia humana en definitiva.

Claramente es el inicio de un proceso; en el budismo tibetano se realiza esta forma de práctica como una preliminar y también hasta el final. Según los sutras, el Buda tuvo un recuerdo claro de sus vidas pasadas y una síntesis de ellas en las cuales tomó conciencia de la ilusión de cada una de las formas de ego que había construido y la futilidad de los mismos.

Este proceso de confrontación con la muerte tiene un eco profundo en la psicología analítica de Carl G. Jung. Para Jung, la muerte no es solo un evento biológico, sino un arquetipo de transformación que impulsa la individuación. La "muerte" del viejo yo, de las viejas estructuras psíquicas y de las identificaciones superficiales, es necesaria para el nacimiento de una personalidad más íntegra y auténtica. Walter White, en Breaking Bad, encarna esta idea al despojarse de su identidad de "Sr. Chips" para abrazar a "Heisenberg". En palabras de Jung: "La vida es un proceso de individuación. La individuación es el proceso de llegar a ser un individuo, y en la medida en que 'individualidad' significa nuestra más íntima, última e incomparable singularidad, también implica llegar a ser el propio sí mismo. Por lo tanto, podríamos traducir 'individuación' como 'llegar a ser el propio sí mismo' o 'autorrealización'". La muerte, en este contexto, es un catalizador para que el "Sí-mismo" emerja.

El Arcano 13 del Tarot, con su simbolismo de disolución y renovación, es una representación visual de este arquetipo junguiano. El esqueleto, la guadaña, los cuerpos desmembrados y los nuevos brotes no son solo imágenes de destrucción, sino de la necesidad de desintegrar lo viejo para que lo nuevo pueda surgir. Es una invitación a la introspección y a la participación consciente en el cierre de ciclos, como se ve en el viaje de Walter White, quien, al aceptar su finitud, se libera para ser su verdadero y aterrador "Sí-mismo".

<u>Bibliografía Adicional y Comentada</u>

Para aquellos interesados en explorar más a fondo los temas de la existencia auténtica, el pesimismo, la impermanencia, el sentido de la vida, y la psicología arquetípica, a continuación se sugieren algunas lecturas y recursos que pueden servir como puntos de partida accesibles y enriquecedores:

 * Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Madrid: Trotta, 2009. (Obra cumbre de la filosofía existencialista. Es fundamental para comprender los conceptos de Dasein, autenticidad, inautenticidad y la relación intrínseca del ser con la muerte. Su análisis de la "ser-para-la-muerte" es central para entender la transformación de Walter White).

 * Rinpoche, Sogyal. El libro tibetano de la vida y la muerte. Barcelona: Urano, 2006. (Una obra clásica y muy accesible que introduce las profundas enseñanzas budistas sobre la impermanencia, la muerte, el bardo y el proceso de morir. Ofrece una perspectiva compasiva y práctica sobre cómo vivir y morir con mayor conciencia y paz, esencial para la comprensión de la visión budista de la finitud).

 * Jung, Carl G. El hombre y sus símbolos. Barcelona: Paidós, 2012. (Una excelente introducción a los conceptos junguianos para el público general. Explora la naturaleza de los arquetipos, el inconsciente colectivo y el simbolismo en el arte, los sueños y la vida cotidiana. Es fundamental para entender la relación entre los arcanos del Tarot y la psique profunda, y cómo los símbolos nos conectan con patrones universales).

 * Jung, Carl G. Arquetipos e inconsciente colectivo. Madrid: Trotta, 2013. (Una obra más profunda para aquellos interesados en la teoría junguiana de los arquetipos. Aquí se explican en detalle el concepto de arquetipos, incluyendo la sombra, el ánima/animus, el sí mismo, y cómo influyen en la psique individual y colectiva. Directamente relevante para el análisis del Arcano de la Muerte como arquetipo de transformación y el proceso de individuación).

 * Jodorowsky, Alejandro. Yo, el Tarot. Barcelona: Siruela, 2004. (Libro muy recomendable para una interpretación espiritual y filosófica del Tarot, no solo como herramienta de adivinación, sino como un mapa del viaje interior y los procesos de transformación personal. Su visión poética y profunda del Arcano 13 es particularmente inspiradora y resuena con la idea de la "muerte del ego").

 * Kübler-Ross, Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Barcelona: Grijalbo, 1969. (Obra pionera que introduce las cinco fases del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación). Es crucial para comprender el proceso psicológico que atraviesan los individuos ante una pérdida y cómo estas fases se reflejan en el simbolismo del Arcano de la Muerte).

 * Shakespeare, William. Hamlet. (La obra teatral que contiene el famoso soliloquio "Ser o no ser", una profunda reflexión sobre la existencia, la muerte y el propósito de la vida, que se conecta directamente con la angustia existencial y la búsqueda de autenticidad).

 * Vince Gilligan (Creador). Breaking Bad. Serie de televisión. AMC, 2008-2013. (La obra de ficción que sirve como hilo conductor para explorar los conceptos filosóficos y psicológicos de la impermanencia, la muerte, la autenticidad y la transformación del individuo).

<u>Links de Referencia</u>

 * El Tarot de Andy. El Arcano de la Muerte. (Video que explica lo que es un arquetipo y su expresión en los símbolos del Tarot).

 * El Tarot de Andy. El Duelo en la Tirada del Arcano de la Muerte. Fases de los Duelos. Arcano 13. (Video que compara los símbolos del Arcano 13 con las fases del duelo de Elisabeth Kübler-Ross).

 * El Arcano de la Muerte. Simbología de Jung. (Contenido que profundiza en la interpretación junguiana de este arquetipo).







Capítulo 3: El decaer, la disolución, intrínsecos a la existencia.


3.1. Análisis filosófico de la pérdida, del decaer, como parte de la existencia.



La pérdida, la ruina, la decadencia y la vejez no son meros finales, sino expresiones intrínsecas de una fase crucial en el proceso universal de muerte y renacimiento. En este ciclo incesante de la existencia, estas etapas se entrelazan con profundos simbolismos que, lejos de ser puramente destructivos, nos preparan y nos impulsan hacia una transformación profunda y necesaria del ser.


El Decaer y la Vejez en el Proceso Evolutivo Transpersonal.


En el proceso evolutivo transpersonal, el decaer del cuerpo y la mente, junto con la vejez, adquieren un significado particular que va más allá de la mera biología. No son simplemente el fin, sino una estación crucial en la jornada del alma.

Para el esoterismo, la individuación —el proceso de convertirse en un ser completo e indivisible— es comparable a la concepción y la gestación en el "samsara de la existencia", el ciclo interminable de nacimientos, muertes y renacimientos. En contraste, la iniciación no es sino el nacimiento mismo, la irrupción consciente en un nuevo nivel de ser o realidad. De forma análoga y profundamente simbólica, la salida de la vida compartida en el "valle" de las preocupaciones mundanas, el alejamiento de las ataduras egoicas, es similar a la individuación. La "rueda del samsara" que gira perpetuamente se equipara, en esta visión, a la vejez o al estado de duelo que acompaña las grandes pérdidas de la vida, simbolizando la fase de purificación y desapego. Y finalmente, la muerte física simboliza la iniciación suprema, el umbral hacia una nueva forma de existencia o de conciencia. Al elaborar y sintetizar conscientemente las experiencias acumuladas, el ser está gestando activamente el nacimiento a un nuevo destino, a una comprensión más elevada de su propósito y su lugar en el cosmos.

La Sabiduría Budista: Vejez, Pérdida e Impermanencia como Caminos de Liberación

La filosofía budista ofrece una resonancia profunda y una validación milenaria a la comprensión de la vejez y las pérdidas no como calamidades, sino como puertas ineludibles hacia la transformación y la liberación. La reflexión fundamental de Buda sobre el sufrimiento de la existencia, central en las Cuatro Nobles Verdades, destaca la vejez y la decadencia como aspectos ineludibles del dukkha (sufrimiento, insatisfacción, incomodidad o estrés existencial).


Las Cuatro Nobles Verdades y el Sufrimiento Ineludible de la Vejez.


La Primera Noble Verdad del budismo postula de manera categórica: "La vida es sufrimiento" (dukkha). Dentro de esta verdad fundamental, el Buda no solo identificó el dolor físico o emocional, sino que explícitamente incluyó la vejez como una forma intrínseca de sufrimiento. Este dukkha inherente a la vejez no se limita a las molestias físicas o la enfermedad; abarca la angustia sutil de la pérdida de capacidades, la disolución de la familiaridad con lo conocido, la desintegración de la identidad construida y la creciente conciencia de la proximidad del fin. Es la fricción entre nuestra expectativa de permanencia y la realidad del cambio constante.


Como se afirma con una claridad impactante en el Dhammacakkappavattana Sutta (Sutra de la Puesta en Movimiento de la Rueda del Dharma), el primer sermón del Buda:

> "Nacimiento es sufrimiento, vejez es sufrimiento, enfermedad es sufrimiento, muerte es sufrimiento; pena, lamentación, dolor, aflicción y desesperación son sufrimiento; unirse a lo que no se ama es sufrimiento; separarse de lo que se ama es sufrimiento; no conseguir lo que se desea es sufrimiento. En resumen, los cinco agregados de apego son sufrimiento."


Esta enseñanza magistral subraya con contundencia que la vejez y la pérdida no son eventos accidentales o desviaciones de la norma, sino características inherentes a la existencia cíclica (samsara). Reconocer y abrazar esta verdad es el primer paso crucial hacia la liberación del sufrimiento que nace de la ignorancia y del apego tenaz a una existencia ilusoriamente inmutable. Es un llamado a la rendición ante la realidad tal cual es.


La Impermanencia (Anicca) como la Clave para la Aceptación Radical de la Pérdida.


La impermanencia (anicca) es otra enseñanza central y liberadora del budismo que ilumina profundamente nuestra relación con la vejez y con todas las pérdidas que la vida nos presenta. Esta verdad universal nos enseña que todo fenómeno, sin excepción —incluido nuestro propio cuerpo, nuestra mente, nuestras emociones y todas las circunstancias externas— está en un estado de constante flujo, cambio, surgimiento y disolución. Aceptar la vejez, desde esta perspectiva, es, en esencia, aceptar la impermanencia radical de la forma física, de las capacidades mentales y de todas las experiencias mundanas que creemos poseer.

La venerable Thubten Chodron, una maestra budista occidental contemporánea, a menudo enfatiza la meditación sobre la impermanencia como una herramienta crucial para cultivar la ecuanimidad y la resiliencia frente a la pérdida, el envejecimiento y el cambio. Ella explica con claridad meridiana que:

> "Cuando comprendemos la impermanencia, nuestras expectativas se ajustan radicalmente. Dejamos de esperar que las cosas permanezcan fijas, y eso reduce drásticamente nuestra frustración y dolor cuando inevitablemente cambian o desaparecen."

Este entendimiento profundo nos permite mirar el decaer físico y psicológico no como un fracaso personal o una tragedia injusta, sino como una manifestación natural y universal de la impermanencia. Al reconocer que todo lo que surge, permanece un tiempo y luego se disuelve, el apego egoico a lo transitorio disminuye. Y con la disminución del apego, se reduce también el sufrimiento que nace de resistir este flujo natural e incesante de la existencia. La vejez, vista desde esta perspectiva iluminadora, es una manifestación clara y poderosa de esta verdad universal, invitándonos a una reflexión profunda, a una introspección radical y a una decisión consciente de renunciar al samsara, al ciclo de existencia condicionado por el apego, el deseo y la ignorancia. Es una invitación a la liberación.

El Pesimismo Existencial de Schopenhauer: La Voluntad, el Sufrimiento y la Redención en la Aceptación

La filosofía de Arthur Schopenhauer (1788-1860) nos ofrece una lente distinta, pero profundamente convergente, para abordar la inevitabilidad de la decadencia, la pérdida y la vejez. Su pensamiento, aunque a menudo calificado de pesimista y sombrío, lejos de ser meramente desalentador, proporciona un profundo insight sobre la naturaleza del sufrimiento humano, resonando con las verdades budistas sobre la transitoriedad y la insatisfacción inherente a la existencia. Schopenhauer, de hecho, encontró afinidades notables entre su propia filosofía y las enseñanzas de las Upanishads y el budismo.

Para Schopenhauer, la esencia última del universo y de toda la existencia no es la razón divina, una ley moral o una entidad trascendente, sino una ciega, irracional e insaciable "Voluntad". Esta Voluntad es un impulso metafísico incesante, un impulso de vida sin propósito ni fin último discernible, que se manifiesta en todos los fenómenos, desde la fuerza de la gravedad que atrae los cuerpos hasta los deseos más intrincados y profundos del ser humano. Todo lo que es, es manifestación de esta Voluntad única e insaciable.

En su obra magna, "El mundo como voluntad y representación" (1818), Schopenhauer argumenta de forma contundente que "toda voluntad nace de la necesidad, de la carencia, y por tanto del sufrimiento". Esto implica que el deseo, lejos de ser el camino hacia la felicidad duradera, es en realidad una fuente perpetua de desasosiego y dolor. La satisfacción de un deseo es fugaz; apenas se logra, inmediatamente surge otro, y así sucesivamente, en un ciclo interminable de insatisfacción, frustración y tedio. La vida humana, por tanto, está condenada a oscilar entre el dolor de la carencia y el aburrimiento de la saciedad transitoria.

La Vejez como la Revelación Cruda de la Voluntad en Decadencia

En este marco conceptual, la vejez se presenta no solo como una etapa biológica, sino como una manifestación contundente y quizás la más cruda de la naturaleza sufriente de la existencia. El cuerpo, que es para Schopenhauer la "objetivación" más directa y palpable de la Voluntad en nosotros, inevitablemente decae, se deteriora y se disuelve. Las capacidades físicas e intelectuales que una vez impulsaron nuestras acciones disminuyen inexorablemente, los deseos que antes nos animaban con vigor se vuelven inalcanzables o pierden su atractivo, revelando su naturaleza ilusoria. Este proceso de decadencia es una confrontación directa y dolorosa con la limitación de la Voluntad individual en su lucha por afirmarse y perpetuarse a través de la representación.

Schopenhauer observó esta inevitable declinación con una lucidez implacable y a menudo melancólica. Para él, la existencia es una lucha constante, y "la vida se mueve en un vaivén como un péndulo, de la derecha a la izquierda, del dolor al aburrimiento". En la vejez, este péndulo puede inclinarse aún más agudamente hacia el dolor físico persistente, hacia la frustración y la desesperación ante las limitaciones crecientes, o hacia un aburrimiento existencial profundo si el individuo no encuentra nuevos propósitos o caminos más allá de los dictados de una Voluntad ya debilitada en su expresión fenoménica. La pérdida de vitalidad, la disminución de la fuerza vital y la inexorable proximidad de la muerte no son, en esta visión, fallos del sistema o tragedias injustas, sino la culminación natural y lógica del ciclo de afirmación y eventual negación de la Voluntad.

La Aceptación Radical de la Pérdida como Vía de Negación de la Voluntad

Aunque su filosofía se tilda recurrentemente de pesimista, Schopenhauer no abogaba por la desesperación inactiva o la pasividad nihilista. Por el contrario, proponía una salida al sufrimiento, una vía de "redención": la negación de la Voluntad. Esta negación no implica el suicidio, que para él sería un acto de afirmación de la Voluntad, al desear el fin del sufrimiento. En cambio, propone un ascetismo voluntario, una reducción consciente y deliberada de los deseos, y crucialmente, la empatía y la compasión (Mitleid) hacia el sufrimiento ajeno. Al reconocer que todos somos meras manifestaciones de la misma Voluntad universal que sufre, podemos trascender nuestra individualidad egoica y encontrar una forma de "salvación" en la compasión desinteresada.

La aceptación radical de la pérdida —de la juventud, de la salud, de los seres queridos, de las capacidades físicas e intelectuales, de la propia vida— se alinea perfectamente con esta profunda negación de la Voluntad. Al desapegarnos de las ataduras de los deseos insaciables y de la identificación ilusoria con el ego individual (que es una mera representación de la Voluntad), podemos trascender el sufrimiento inherente a la impermanencia. La decadencia física y las pérdidas se convierten así en oportunidades invaluables para comprender la verdadera naturaleza ilusoria del mundo fenoménico, para ver más allá de la "representación" y reconocer la Voluntad única y sufriente que nos subyace a todos.

En este sentido profundo, la vejez y la pérdida, lejos de ser meramente calamitosas, pueden ser un camino hacia una liberación de la tiranía implacable del querer, un retiro de la lucha incesante y sin fin que define la vida desde la perspectiva de la Voluntad. Este "soltar" schopenhaueriano resuena con la imagen arquetípica del Colgado, suspendido y liberado de las ataduras terrenales, y con la renuncia al samsara propugnada por el budismo. Es en la comprensión profunda de esta inevitabilidad y en la consiguiente aceptación radical donde reside el potencial para una paz duradera, una ataraxia que va más allá de la mera satisfacción transitoria de deseos, una paz que se asemeja a la cesación misma del sufrimiento.


3.2. Análisis simbólico del decaer y la pérdida como parte de la existencia.


El Simbolismo del Colgado y la Alquimia de la Transmutación.


En el sendero ineludible del morir y renacer, esta fase de aparente declive se asocia poderosamente con la enigmática imagen del Colgado en el tarot. Este arcano no representa una suspensión estática o un castigo, sino una inversión voluntaria de la perspectiva, un acto de sacrificio consciente que nos lleva a soltar el mundo sensible. Es el momento de abandonar las pretensiones egoicas, los proyectos mundanos que una vez nos definieron, y de asumir la pérdida del estado físico y de la vida tal como la conocíamos. Esta entrega es, en sí misma, una preparación esencial y una purificación para el acto de morir y, consecuentemente, para el glorioso renacer del espíritu en una nueva forma de conciencia.

Esta alquimia de la experiencia, donde la pérdida, la decadencia y la síntesis convergen, también la asociamos profundamente con el signo zodiacal de Escorpio. Escorpio, en su esencia, simboliza una alquimización profunda y transformadora de la experiencia vivida. Es un crisol donde las vivencias se destilan, se transmutan, preparando el terreno para la expansión de conciencia que precede el ingreso en el "templo de la sabiduría" que representa Sagitario. Esta conexión no es casual: Escorpio rige los procesos de muerte y resurrección, lo oculto, la purificación a través de la crisis, y la profunda fusión con la esencia de la vida.

Existe un proceso inherente de fusión con la realidad más profunda y de comunión íntima con la experiencia y con el otro que, paradójicamente, en la experiencia del Colgado y en la simbología de Escorpio, nos permite también una diferenciación esencial. De ahí la potente imagen del escudo: a través de la confrontación y la asimilación de estas experiencias, podemos establecer una distancia sagrada, comprender el dolor y el cambio, y alquimizar esa vivencia antes de llegar a la "apoteosis" que es la muerte del viejo ser. Este escudo no es una barrera, sino una herramienta de discernimiento que nos permite procesar la experiencia sin ser consumidos por ella.

Cuando el individuo logra esa conexión profunda con la experiencia pasada —incluyendo el dolor, el error, el éxito y la pérdida— y con la experiencia general de la vida, y al mismo tiempo cultiva un desapego activo y consciente, es posible integrar plenamente lo vivido y comprender su movimiento inherente. Este proceso de integrar lo aprendido y lo comprendido solo surge cuando se asume plenamente lo vivido y se acepta la pérdida sin resistencia. Solo entonces puede mirarse la experiencia con una perspectiva objetiva, una mirada profunda y una compasión radical, transformando la herida en sabiduría.

Análisis Simbólico del Colgado y el Ermitaño: La Síntesis de la Transformación

El Colgado, en su inversión, emerge como la contracara iluminadora de "El Mundo", no como un opuesto conflictivo, sino como el complemento esencial. Funciona como el cierre y la síntesis profunda de la experiencia vivida, un punto de inflexión donde la acumulación de vivencias se decanta en sabiduría. Su postura invertida simboliza una reorientación radical de la percepción, un sacrificio de lo mundano para obtener una verdad más elevada. 


El Ermitaño, por su parte, complementa esta introspección. No es un mero recluso, sino el arquetipo de la sabiduría alcanzada a través del retiro, la reflexión y la comprensión profunda. Él ilumina el camino con la lámpara de su conocimiento interior, guiando a través de la oscuridad de la ignorancia.

Juntos, estos arcanos, el Colgado y el Ermitaño, dan lugar a la posibilidad inmensa de un morir significativo. Un morir que no es un final absoluto, sino una transición consciente, una rendición que abre las puertas a una transformación. Este proceso de "morir" puede ser literal, refiriéndose al fin de la vida, o metafórico, aludiendo a la muerte de una etapa, una identidad o un conjunto de creencias limitantes.

Es importante señalar que este proceso también puede darse de forma inversa: el morir que da lugar al retiro y la contemplación de lo vivido. En ocasiones, una gran pérdida o la confrontación con la propia mortalidad puede ser el catalizador que nos empuja a la introspección, al alejamiento voluntario de la vorágine externa para procesar y comprender lo que ha sido. Es la pérdida la que impone la necesidad de la reflexión ermitaña.


A través de la experiencia de la impotencia de ya no poder actuar en el mundo de la misma manera, de ya no poder comprenderlo o dominarlo a través de las herramientas o los atributos limitados de nuestro ego (nuestra personalidad consciente), se genera un potencial inmenso para la renuncia total. Es el soltar lo que se creía poseer, el aceptar el destino tal cual se despliega, el aceptar la pérdida inevitable y, en última instancia, el aceptar el fin de una forma de ser. Solo así, libre de las ataduras del ego y de los deseos insaciables, el espíritu puede abrirse de par en par para la transmigración, para la verdadera transmutación que se da en el sagrado y misterioso proceso de morir y renacer.

Cuando logramos una verdadera comprensión de lo pasado —sus lecciones, sus dolores, sus alegrías— y una verdadera y radical aceptación de lo pasado sin resentimiento ni nostalgia paralizante, podemos encomendar nuestro ser, abrirnos al destino divino o al flujo de la existencia con confianza. Y desde allí, desde esa posición de rendición y sabiduría, podemos no solo trascender ese destino individual, sino fusionarnos con el gran ciclo universal de la vida y la muerte.

Análisis Simbólico de la Pérdida y el Renacimiento: Cinco de Copas, El Colgado y Plutón

En este apartado, profundizaremos en el análisis de símbolos arquetípicos como el Cinco de Copas del Tarot, el arcano del Colgado y el planeta Plutón, para relacionarlos intrínsecamente con el proceso de caer, de la pérdida, la ruina y el final. Buscamos comprender cómo estos símbolos se iluminan mutuamente, especialmente a la luz de letras de canciones que capturan su esencia.

El Cinco de Copas: El Eco del Pasado Perdido

El Cinco de Copas en el tarot es una imagen conmovedora de la tristeza, el desencanto y la desilusión. Representa a una persona sumida en un duelo profundo, tan absorta en su aflicción que se muestra incapaz de ver más allá de su propia tristeza. Sus ojos están fijos en las tres copas derramadas, simbolizando aquello que se ha perdido, aquello que ya no está. Esta figura mira hacia el pasado, hacia lo irrecuperable, negándose a percibir la totalidad de las posibilidades que el presente aún ofrece y las proyecciones que el futuro podría deparar. Al mismo tiempo, justo detrás de él, dos copas de pie permanecen erguidas, señalando un potencial no visto, las oportunidades que yacen en el presente y se proyectan hacia el futuro, esperando ser reconocidas y recogidas.

La personalidad, el ego, se encuentra en un estado de aislamiento autoimpuesto en su dolor y desilusión. Esta situación puede incluso conducir a una nihilización de la realidad, donde la percepción del mundo se reduce a la magnitud de la pérdida sufrida. Todo lo demás se desvanece, eclipsado por el vacío dejado por lo que se ha ido.

La socialización de la pérdida —la conversación con pares, el compartir estas vivencias para exorcizar el aislamiento— se torna paradójicamente difícil. En nuestra cultura, la ideología predominante es la de rechazar y evadir esta experiencia, escondiéndola detrás de una especie de "exitismo infinito". Se nos insta a "pasar página" rápidamente, a "ser positivos", a no mostrar vulnerabilidad, lo que invalida el proceso natural del duelo.

Al vivir de espaldas a la pérdida, evadiendo la caída de nuestras pretensiones ilusorias y negándonos a reconocer una existencia inauténtica en términos de Heidegger —nuestro "ser para la muerte"—, se nos hace muy difícil encarar las pérdidas y los finales de una forma lúcida y responsable. Esta evasión impide la configuración de una nueva proyección hacia el futuro, basada en la aceptación de la finitud.

La casa que a menudo se ve en el fondo del Cinco de Copas puede representar la familia, el patrimonio o la seguridad egoica e individual que se ha perdido. Esta casa, ahora al otro lado del río, simboliza lo pasado que no puede volver, por más que el corazón lo anhele. La soledad y el luto que experimenta el personaje no han sido buscados; son el resultado de un evento infortunado, súbito, que lo ha sacado abruptamente de la zona de confort del ego, de ese estado de "permanente bienestar" o "infinita dicha" al que siempre aspira. Resuena aquí la ilusión de "Strawberry Fields Forever" de The Beatles, que describe un paraíso eterno, o la evocadora frase de Pink Floyd en "High Hopes":

> "The water flowing, the endless river, forever and ever."

Este estado de seguridad y previsibilidad eterna se ve interrumpido por algo que deja al individuo "del otro lado del río de la vida", sin posibilidad de retorno a lo anterior. La mirada se fija obstinadamente en las copas caídas, en el estado perdido, en una obstinada negación a aceptar la pérdida, y en su fundamento último, en una negación a aceptar la finitud y la impermanencia.


El Arcano del Colgado: La Suspensión y la Inversión Sagrada


El arcano del Colgado es un símbolo central en este contexto del viaje del héroe, comprendiendo el proceso de la caída, el derrumbe y la pérdida como una forma de preparación para la transformación, la transmutación hacia el morir definitivo.

Al igual que en el arcano de la Muerte, donde la caída del rey de su montura y su corona indica una rendición para transmigrar y transmutarse definitivamente en el jinete de la muerte, aquí también, en el Colgado, el ser se está preparando y abriendo para una nueva fase, para un nuevo estado de conciencia.

Simbólicamente, el Colgado representa una parada forzada o voluntaria, una profunda meditación, la gestación de uno mismo a través de la inacción. En relación con los arcanos anteriores, este se vincula con la proyección hacia lo desconocido. Es un ser que está siendo engendrado para nacer como un nuevo Ser. En la correspondencia con la Sacerdotisa (el arcano X en algunas numeraciones), que gesta un nuevo ser en la contrastación de la experiencia con el conocimiento, el Colgado es su contraparte, su opuesto complementario. Él contrasta, conecta lo experimentado con las leyes universales, con la sabiduría profunda de su propio espíritu.

Se encuentra en un estado intermedio de gestación. Detrás quedan las experiencias del cenit de esta vida, la plenitud del valle, y en esta síntesis se está generando la proyección hacia nuevas vías, hacia nuevas formas de existencia y comprensión.

En el esoterismo, se considera que hay una correspondencia donde la gestación se equipara con el samsara, el nacimiento con la iniciación, y la concepción con la individuación. De manera similar, en este arquetipo, cuando nos retiramos del mundo del samsara, del mundo compartido en el "valle", es un acto de individuación, el proceso de la fase de retiro. En el momento de sintetizar la experiencia, la vejez, la introspección, sería de alguna forma el samsara nuevamente, y luego la iniciación que es la muerte.

A partir del arcano XI (La Fuerza, en algunas barajas), todos los arcanos se dirigen hacia la fuente original, hacia las fuerzas creadoras del inconsciente. El Colgado, como el arcano XII, expresa una atracción hacia abajo, una rendición a las profundidades, y por su naturaleza acumulativa, expresa una parada total, una suspensión estática.

En el tema de la pérdida de lo pasado y la vejez, esta parada ocurre por la detención de la experiencia en la cual estábamos sumergidos e involucrados con otros en el valle de la experiencia. Esta detención permite asimilar e integrar lo vivido, generando así la gestación de un nuevo ser.

El Colgado se encuentra suspendido entre el cielo y la tierra, entre la vida plena en el valle de la experiencia compartida y el renacimiento, entre una experiencia que ha terminado y otra que está gestándose para nacer nuevamente. No hace y no elige. Sus manos están cruzadas a la espalda, simbolizando el "no hacer y no elegir", el acto de retirar la acción y el deseo del mundo. Este retiro puede ser voluntario o forzado, pero es lo que se necesita para salir de la interacción que confunde e ilusiona, para poder ver y comprender el proceso del samsara en todos sus aspectos.

Este alejamiento del mundo, este retiro a la introspección, es equiparado al proceso de la individuación, que también está simbólicamente relacionado con la concepción, donde se alcanza una consciencia individual a partir de la conciencia universal. En ese estado de gestación de una nueva forma de existencia, el Colgado espera nacer tras la muerte simbólica. No está en la tierra porque no está completamente conectado al mundo común del valle, ni tampoco está completamente en el cielo; está suspendido en un limbo transformador, esperando nacer.

Puede ser una parada provocada por una enfermedad, una separación o una jubilación; una retirada del propio teatro del mundo. En definitiva, el ser se ofrece a nivel inconsciente como un sacrificio para el propio trabajo interior. En un sentido transpersonal, que trasciende lo específico del momento, esa caída, esa pérdida, ese fin, es en realidad un ascenso. Hay una modificación de la mirada hacia una visión más amplia y profunda de la realidad.

Este arcano a veces expresa la culpa por acciones pasadas, un castigo real o interno por los pecados cometidos, errores, faltas o pérdidas. Estos "pecados" pasados se manifiestan en un estado de paralización, con las manos escondidas a la espalda, como si ocultaran secretos vergonzosos, un pasado que duele, avergüenza o todo a la vez.

La visión simbólica del Colgado, con las monedas que caen de sus bolsillos, representa ese sacrificio de las riquezas ilusorias del ego que se poseían en el pasado. La caída de las monedas y el bloqueo de las manos impiden la influencia de las miradas del mundo y de las acciones que nos invitan a cambiar y transformar nuestro hacer y nuestro ser en el mundo.

¿Y si el Colgado hablara...?

Si el Colgado hablara, quizá diría: "Me he colgado del árbol porque quiero...". Se puede hablar, simbólicamente, de una decisión de individuación. Antes, el individuo estaba condicionado, poseído por el samsara, por las miradas y acciones del mundo y del mundo sobre él; actuaba en modo automático. Ahora, él decide voluntariamente detener esta rueda.

De forma similar, cuando el Buda decide frenar la rueda del samsara, busca despertar de la ilusión en la que estaba condicionado y de alguna forma hundido en el transcurso de las vidas. Es también una forma de individuación, un proceso en el cual tiene que revisar todas las vidas anteriores, todo su transcurrir en el samsara, para poder así lograr la iluminación, que es como volver a nacer. Es así que el Buda histórico se sienta apoyado en el árbol Bodhi y busca despertar, buscar conscientemente ese despertar. Es esa decisión un proceso de individuación, un proceso de desligamiento de la rueda del samsara en la cual estaba completamente condicionado.

El Colgado también podría decir: "Le he impedido a mis manos el hacer, el poseer, el apropiarse de las cosas". Es la "sed de experiencia", de posesión, la que ata y encadena fuertemente a la conciencia a la realidad compartida. Schopenhauer, en su filosofía, habla de la "Voluntad" en el deseo o búsqueda de experiencia o posesiones en el mundo. Cuando el Colgado está atado de manos a la espalda, esta voluntad del ego en el mundo ha sido retirada, negada, ya sea voluntaria o involuntariamente.

Como canta La Vela Puerca en "El Viejo": "Cruzando las esquinas tocó placeres, tocó dolor". En el estado extático del Colgado, él puede desligarse del "compromiso" con el mundo exterior, con el mundo que lo condiciona, y poder así despertar la conciencia. Diría: "He cortado todos los lazos, salvo el que me liga a la conciencia".

En la cesación del interactuar o de la afección mutua con la realidad del mundo y de lo deseado en este, se puede despertar la autoconciencia. De forma similar, cuando una persona adicta deja de consumir, deja de estar involucrada en el mundo del deseo de la sustancia, es posible que pueda tomar conciencia de sí misma, de su papel en ello, y comprender su lugar en esa experiencia.

Si el Colgado continuara hablando, susurraría: "A una distancia infinita de los deseos, solo conozco la indiferencia". El estado espiritual de indiferencia, de desapego del mundo de los deseos —propios o colectivos— es consecuencia de estar alejados, ya sea pasajera o permanentemente, de esos deseos.


El Estado Extático: La No-Acción Contemplativa.


Este es un estado extático donde se experimenta que "Hay acción infinita en la no acción". Se es "el que piensa y no el que es pensado". Se comprende: "No soy el cuerpo sino quien lo habita".

Es en el estado de observación profunda, de contemplación radical de la existencia, que todo puede comprenderse. En este espacio, el tiempo parece suspendido, detenido. Se es el que observa la existencia y el ego; se es y al mismo tiempo se contempla el ser, y es así que se logra una síntesis sublime.

Es así que, visión tras visión, se logra ir desligándose de la identificación con el yo, con la separatividad de la conciencia. "Poco a poco me desapego de lo que podríamos llamar el yo". Para la filosofía budista y para las filosofías orientales en general, se considera que el identificarnos con un ego compuesto como lo que somos es la causa de todo el proceso del sufrimiento, del samsara.

Es entonces comprensible que en ese proceso de síntesis, de evaluación, de revisión extática de todo el proceso de samsara vivido en la experiencia anterior o en toda esa existencia anterior, se empiece a desapegar del yo, se empiece a desligar de las herramientas y de la identificación con el yo.

El Colgado podría culminar: "Solo soy un corazón que late". Esta frase se puede asociar con la expresión de Descartes: "Solo soy una cosa que piensa" (Res cogitans), tras ir descartando, eliminando, disolviendo con su conciencia y su comprensión todas las construcciones de su yo que se habían generado hasta ese momento. En la filosofía y tanatología budista, se considera que en el proceso del morir —físico o existencial— hay una disolución progresiva de los componentes del ego hasta sus elementos más esenciales, a sus elementos exclusivamente mentales.

El estado de negación del ego y su voluntad es el inicio de la liberación, de la nihilización de la voluntad del ego, y es lo que permite y habilita la posterior transformación. Como hemos citado de Schopenhauer, "Nada poseo, nada sé, nada quiero, nada puedo". En su filosofía, el camino de la abstención del despliegue y la satisfacción de la Voluntad es la causa fundamental de la búsqueda de la renuncia al mundo y, en última medida, a la existencia misma.

El Colgado es la "inversión de las perspectivas". En la destrucción de las expectativas, en el estado de ruinas, se tiene el potencial de una visión del mundo radicalmente diferente de la que se posee en el esplendor de la gloria o de la vida en comunidad, donde se cree que todo seguirá eternamente. Nos lo recuerda Silvio Rodríguez en "Monólogo":

> "Yo también me alegraba entre amigos y cuerdas, con licores y damas, más de eso quien se acuerda?"

Colgado, el personaje se encuentra tan indefenso como un nabo o cualquier planta, no puede esperar más que una fuerza externa que lo arranque de esa situación de indefensión, de ese estado regresivo, totalmente atraído hacia la madre tierra. Ha buscado con todas sus fuerzas salir de esta situación, ha dejado de depender totalmente de sí mismo, poniéndose en manos del destino, deseando volver a tener control y dominio de su vida. Pero se encuentra totalmente tomado, dominado por la situación, y así se ve obligado a tratar de comprenderla, a poder darle un sentido.

El Colgado ha dado vuelta la perspectiva al haber perdido y haber vivido lo vivido, para que de esa manera pueda visualizar la realidad desde otra óptica. En relación al prestigio social, a la imagen colectiva, el Colgado representa a una persona castigada, degradada. Históricamente, fue un castigo humillante, una exposición pública previa a una ejecución.

Es contrapuesto al arcano del Mundo, donde se cierra un ciclo y hay un estado de danza, de éxtasis liberador porque se ha logrado completar un proceso existencial. El Colgado, por el contrario, simboliza todo lo que significaba algo que se ha perdido por parte de esta personalidad: un vuelco de todo lo que podía constituir un valor, una importancia y hasta una trascendencia para este ego. Resuena con fuerza la letra de La Vela Puerca en "El Viejo":

> "Final amargo solo queda el hoy, un perro flaco y el fondo de un vino pa' entibiar."

El Colgado simboliza también el hecho de perder las referencias, la confusión del anciano que ha perdido el brillo del ego, del personaje que ha perdido un ser querido o un rol significativo. Su concepción de la realidad está "patas arriba".

Al estar rodeado de ramas de árbol, puede interpretarse que está como en un ataúd o, paradójicamente, en un útero, rodeado y confinado, al igual que los gestantes que están por nacer. La conciencia necesita integrar el cielo y la tierra; aquí vemos al Colgado suspendido en un abismo entre el nacimiento y la muerte, simbolizados por los dos pilares que lo sostienen o que lo enmarcan. En el bardo tibetano, la conciencia se describe siempre en una transición permanente, suspendida infinitamente entre un nacimiento y una muerte, entre un principio y un final.


La Inversión de las Perspectivas y el Regreso a lo Elemental.


Al darse, generalmente de forma forzada, la focalización en lo más terrestre y básico de la vida —muchas veces en lo cotidiano, de donde surge todo verdadero crecimiento—, puede bajarse el ego, la soberbia, y así ver la realidad desde sus bases más elementales.

Suele ocurrir que los ancianos son relegados o "bajados" a las tareas más elementales, por ejemplo, cuidar a los niños, cocinar, estar en las tareas o experiencias de vida más cotidianas. Ya no están en la política internacional, ni en proyectos muy amplios. Ahora están, por ejemplo, para charlar con los vecinos, para pasear por el barrio, mientras las personas de menor edad, que están en la "edad adulta", se ocupan de las tareas más "importantes" entre comillas. Este es un descenso simbólico que, paradójicamente, puede ser un ascenso espiritual.

En las prácticas taoístas, chamánicas y también budistas, se encuentran analogías con la postura del Colgado. Por ejemplo, en las prácticas taoístas, a veces se coloca a la persona boca abajo durante mucho tiempo. En las tradiciones chamánicas, se entierra a la persona y queda sola junto a la naturaleza en un estado básico y elemental, como si fuera una planta. En el budismo zen, se hallan prácticas de minimalismo ritual en las cuales las personas permanecen en un estado como si fueran un objeto, procurando evitar todo pensamiento, sintiéndose en un estado básico, sin ego, en un estado elemental. Todas estas prácticas tienen en común la búsqueda de la conexión con lo más elemental de la existencia, incluso llegando a un estado más básico que lo puramente humano.

La imagen de los sobrevivientes a la Segunda Guerra Mundial caminando sobre las ruinas de lo que antes era una sofisticada sociedad y ciudad es una muestra explicitada de este estado psíquico y arquetípico: la confrontación con la pérdida total obliga a una nueva perspectiva desde las bases.

Trascendiendo e Integrando lo Humano: La Lección del Colgado

El Colgado, al igual que los animales simbólicos de la Rueda de la Fortuna (en el Tarot, los cuatro seres alados de la visión de Ezequiel), tienen la oportunidad de indagar en el significado de su destino, en las distintas formas de su psique manifestada, y de aceptarlas, comprenderlas y darles un sentido trascendente.

Si nos quedáramos como el Colgado, solos y sin compañía, podríamos aclarar de alguna forma, como una visión, todo el valor que le dábamos a personas, a circunstancias, a roles, a funciones. Podríamos también ver con ecuanimidad todo lo que fuimos, los roles que ocupamos, las partes nuestras que se manifestaron en los distintos momentos de nuestra vida.

En la Rueda de la Fortuna, el héroe estaba contrastando su fe con los modelos universales, como la ley de causa y efecto, la impermanencia y la muerte. Principios universales que trascienden la voluntad de su ego. Ahora, con el Colgado, tiene que contrastar su fe con estos principios universales desde una posición de entrega.

En la imagen del Colgado, todas las energías, experiencias y visiones desplegadas anteriormente se ven replegadas y enviadas hacia las profundidades del inconsciente para su asimilación y comprensión. De forma similar, en el proceso post-experiencia, se puede comprender y asimilar lo experimentado. Cuanto más significativa sea la comprensión, más profunda será la transformación, la transfiguración de la muerte y renacimiento, que augura el siguiente arcano.

Carl Gustav Jung observó que cuando el ego se niega a cambiar, cuando proyecta toda su energía hacia el mantenimiento del poder y el control, se causa a veces una enfermedad espiritual, que genera un estado de parálisis para forzar a la conciencia a volcarse al interior. En este sentido, "se requiere una situación imposible, en la cual uno no pueda ya confiar en el ego y sus atributos y deba confiar en los poderes del inconsciente". Las ideas del individuo ya no conectan con el mundo ordinario, sino que se conectan con un mundo interior de ritos e imágenes arquetípicas.

Al aceptar su destino, al tomarlo y abrazarlo plenamente, el individuo se libera del destino, pues lo puede trascender. En la aceptación, en la auténtica y profunda apertura a lo pasado, puede proyectarse hacia el destino con una mayor libertad y autenticidad.

Plutón: La Gran Disolución y Regeneración

El planeta Plutón en la astrología esotérica y transpersonal simboliza la destrucción necesaria, la pérdida radical para lograr una reconstrucción profunda y una regeneración auténtica. Es un principio de transformación a nivel del alma, que opera en las profundidades del inconsciente colectivo e individual. Pero esta reconstrucción se asienta siempre sobre la base sólida de lo real, por ello se considera a Plutón un principio planetario de solidez y verdad última.

Plutón tiene el poder de diluir toda ilusión generada por los escapes del ego, ya sean las idealizaciones neptunianas del "gurú", la evasión a través de la droga o el falso misticismo, o cualquier otra fantasía que nos aleje de la realidad cruda. Como canta Silvio Rodríguez en "Monólogo":

"Vi luz en la ventana y juventud cantando, y sin querer ya estaba soñando."


Plutón es el principio de realidad último a un nivel existencial. Mientras Saturno rige el principio de realidad social, la ley, el orden estructurado, Plutón es la conciencia fundamental de la impermanencia radical de todo y la omnipresencia de la muerte. Plutón deja al "rey al desnudo", mostrando que la vida, y la existencia misma, es mucho más amplia y profunda de lo que creíamos con nuestra existencia y estructura egoica. La misma letra de Silvio Rodríguez resuena:

> "Yo también me alegraba entre amigos y cuerdas, con licores y damas, más de eso quien se acuerda?"

El dios Plutón en la mitología griega aparece a menudo sin rostro (sin identidad social visible), o sea, en un estado impersonal, lo cual es anhelado por diversas tradiciones como el esoterismo occidental. El dios se mostraba también desnudo (sin artificios sociales). Sobre todo, el estar desposeído del rostro significa una ausencia radical de ego o identidad egoica. La finalización, la degradación de todo lo que el ego proyectaba como valor, importancia y hasta trascendencia, es lo que se desposee ante la intervención de Plutón y su poder destructor y nihilista.

El relato bíblico de Job es una analogía perfecta de la acción plutoniana. Al despojar a Job de todo, Dios lo deja en la necesidad de exponer y demostrar su fe y aferramiento a lo espiritual por encima de las posesiones materiales y las identificaciones mundanas. Llegando así a un estado en que puede afirmar con autenticidad: "Tú me lo diste, tú me lo quitaste, bendito seas por siempre". Esta es la máxima expresión de la aceptación plutoniana de la pérdida radical.

La nostalgia por lo perdido se expresa de forma conmovedora en Pink Floyd, "High Hopes":

> "The grass was greener, the light was brighter. With friends surrounded, the nights of wonder."

Plutón es esa función psíquica profunda de despojarnos de todo para que nos apeguemos a nuestro centro invulnerable, para que podamos liberarnos de la identificación a lo que es impermanente y superficial. En una práctica budista de desapego, lo que se hace es imaginarse que uno se va desposeyendo de todas las cosas a las cuales el ego está aferrado, hasta que el cuerpo mismo se va diluyendo, todo se dirige, y solamente queda un punto de conciencia que a su vez también se disuelve en la luz de la mente. También aquí podemos recordar a Descartes, que en sus meditaciones metafísicas va diluyendo, va cuestionando toda la realidad exterior e interior hasta quedarse con la afirmación: "Soy solamente una cosa que piensa" (Res cogitans).

Plutón, en su arquetipo regenerador, toma de las ruinas de las posesiones del ego y genera a partir de ello una nueva y renacida conciencia. Las crisis plutonianas implican necesariamente un desapego irrevocable. Una vez que Plutón ha actuado, ya no hay vuelta atrás; la transformación es definitiva.


3.3. Análisis simbólico y filosófico de "El viejo", de La Vela Puerca.


Este subtítulo en el índice temático se fusiona con gran parte del desarrollo ya realizado en la sección anterior ("Análisis simbólico del decaer y la pérdida como parte de la existencia") y en la sección posterior de "High Hopes", donde ya se hizo una mención a "El Viejo" de La Vela Puerca. Para evitar repeticiones y optimizar el contenido, propongo una sección más concisa aquí, retomando la cita específica de la canción y contextualizándola dentro de la filosofía de la pérdida y la aceptación.

La canción "El Viejo" de La Vela Puerca resuena con la experiencia universal del decaer y la pérdida, reflejando una resignación melancólica ante el fin de una etapa. En sus versos, se percibe la confrontación con la realidad ineludible de la decadencia, un eco de la "campana de la división" que marca el final de la plenitud y la ilusión de la permanencia.

> "Cruzando las esquinas tocó placeres, tocó dolor."

Esta línea encapsula la dualidad de la existencia que Schopenhauer describe como un péndulo entre el placer (satisfacción momentánea del deseo) y el dolor (la carencia inherente). El "viejo" de la canción ha vivido ambas facetas, comprendiendo que ni los "placeres" son eternos ni el "dolor" es el fin, sino parte del mismo ciclo vital.

> "Final amargo solo queda el hoy, un perro flaco y el fondo de un vino pa' entibiar."


Esta potente imagen final es un testimonio de la resignación. Ya no hay sueños expansivos ni grandes ambiciones; solo el "hoy" despojado, la compañía de un "perro flaco" (símbolo de la lealtad y la escasez) y el consuelo efímero del "fondo de un vino". Es una descripción cruda y honesta de la pérdida de las referencias, del brillo del ego y de los roles significativos, lo que lleva a una "concepción de la realidad 'patas arriba'". La melancolía que impregna esta imagen se alinea con la visión schopenhaueriana de la vida como un ciclo de sufrimiento y la vejez como la culminación de esta revelación. Sin embargo, en esta aceptación del "final amargo" y la simpleza del "hoy", hay un atisbo de la paz que surge al renunciar a la tiranía del querer y al aferramiento a lo transitorio, una resonancia con la negación de la Voluntad y la aceptación de la impermanencia budista.


3.4. Análisis simbólico y filosófico de High Hopes de Pink Floyd.


"High Hopes", la canción que cierra el álbum The Division Bell de Pink Floyd, es una profunda meditación sobre el paso del tiempo, la nostalgia por un pasado idealizado y la confrontación con la realidad de la impermanencia y la decadencia. A través de sus evocadoras metáforas, la canción no solo narra un proceso de pérdida personal y desilusión, sino que también sirve como un conmovedor ejemplo artístico de cómo la ancianidad y el decaer biológico se entrelazan con la disolución de los sueños y las ilusiones, un proceso vivenciado en las etapas finales de la vida.

En su esencia, la canción expone el desengaño de la Voluntad y la cruda verdad de la impermanencia, llevando al oyente a un viaje introspectivo desde el esplendor de la juventud hasta la aceptación de un presente más sobrio.


La Retrospección y la Campana de la División: El Comienzo del Fin.


La canción se articula desde una mirada hacia atrás, a un tiempo donde todo parecía maravilloso, un estado de esplendor que, irónicamente, pudo haber sido la raíz de una vertiginosa e insaciable desesperación al negarse a reconocer su naturaleza efímera.

> "Más allá del horizonte donde vivíamos cuando éramos jóvenes, en un mundo de imanes y milagros.

> Nuestros pensamientos se desvían constantemente y sin límites.

> El sonido de la campana de la división ha comenzado."


Este "horizonte" y el "mundo de imanes y milagros" evocan la fascinación y la ilusión de la juventud, un periodo donde las cosas parecían atraerse y generarse espontáneamente, mágicamente. Los "pensamientos que se desvían constantemente y sin límites" reflejan una mente joven llena de posibilidades infinitas, sin las restricciones o el peso de la experiencia que trae la madurez. Sin embargo, en medio de esta euforia, surge el sonido ineludible de "la campana de la división". Esta campana no es solo un llamado a la separación, sino una verdad revelada, el anuncio del comienzo del fin de ese estado paradisíaco de unidad y plenitud.


Para el Buda, "todo lo generado termina, todo lo que nace muere". Esta es la verdad fundamental de la impermanencia (anicca). 

La campana, en este contexto, simboliza el despertar a esta realidad. Los "jóvenes" de la canción, embriagados por el esplendor y la creencia en la continuidad, ignoran la impermanencia y la muerte, y por lo tanto, la pérdida de toda esa fascinante belleza del samsara (el ciclo de existencia). Necesitan "dar la espalda a todo el fin", simbólicamente representados por el sonido de la división, para seguir disfrutando juntos del paraíso ilusorio. Esta negación es la fuente de dukkha (sufrimiento). Resuena aquí la melancolía de Silvio Rodríguez en "Monólogo":

> "Yo también me alegraba, entre amigos y cuerdas, con licores y damas, más de eso quien se acuerda?"


La memoria selectiva, la dificultad de aferrarse al pasado glorioso, es un reconocimiento implícito de la naturaleza transitoria de los placeres y la compañía.


El Brillo Ilusorio del Samsara y la Ceguera ante el Fin.


La descripción del pasado se intensifica con imágenes de plenitud sensorial:

> "El pasto era más verde,

> la luz era más brillante,

> rodeados de amigos,

> las noches maravillosas."

 

Estas líneas son la quintaesencia de la nostalgia y, a su vez, una clara manifestación de la visión pesimista de Schopenhauer. En este estado de disfrute, este "brillo del samsara", todo es una exaltación del mundo y las maravillas que uno cree disfrutar y que se tiene la convicción de que se disfrutarán por siempre. La frase "El interminable río, fluyendo por siempre" encapsula esta ilusión de eternidad. Uno, embriagado por las mieles de la gloria sensorial, social y hasta material, vive con la certeza de que eso es lo real y permanente, porque los otros están viviendo la misma experiencia y por ello se comparte la convicción de que "por siempre será".

Schopenhauer nos advierte que la felicidad y el placer son meramente la "cesación de un dolor o de una carencia", y que la memoria tiende a embellecer el pasado, creando la ilusión de que los momentos de gozo eran más intensos de lo que realmente fueron. Cuando la letra canta: "El pasto era más verde, la luz era más brillante, rodeados de amigos, las noches maravillosas", estamos presenciando esta retrospección idealizada, un mecanismo de la mente para compensar la inevitable insatisfacción del presente. Como Schopenhauer señaló: "La vida es un negocio cuya ganancia cubre los gastos con gran dificultad." La brillantez y verdor del pasado, entonces, no son tanto una realidad objetiva como una construcción de la memoria, un anhelo de la Voluntad por lo que ya no es, lo que la condena a un sufrimiento perpetuo. El presente, por contraste, siempre palidece.

Esta ilusión compartida genera, entre otros efectos, una "fobia y rechazo del anciano, de la vejez y lo que es el fin en general" en muchos círculos sociales de jóvenes. La negación de la propia finitud se proyecta en el desprecio por aquellos que encarnan el paso del tiempo y la decadencia, lo que el budismo identificaría como una profunda ignorancia (avidya) sobre la verdadera naturaleza de la existencia.

La canción también alude a la pérdida de un pasado de gloria personal, lo que conecta con la caída de las pretensiones egoicas:

> "Una vez fui famoso,

> siempre andaba viajando,

> aquí traigo una foto actuando,

> me representaban tiempos de sueños e ilusiones

> perdonen a este viejo, perdonen."

> (Monólogo, S. Rodríguez, citado como ejemplo de un sentimiento similar)

 

Esta estrofa, aunque no de Pink Floyd, captura el mismo sentimiento de un pasado de esplendor que ya no existe, y la petición de "perdón" del viejo, que puede interpretarse como una súplica de comprensión por su estado actual de desposesión y el contraste con su antiguo yo.


La Vertiginosa Caída de la Voluntad y el Hambre Insatisfecha.


El camino hacia la desilusión se describe como un descenso compulsivo:

"Pasos hacia adelante, pero sonámbulo de nuevo

 arrastrado por la fuerza de alguna marea interna

 a una altura muy alta y con bandera desplegada

 llegamos a las alturas vertiginosas

de aquel mundo soñado."


Aquí se presenta la idea de que las "causas y condiciones 'positivas' y disfrutables de felicidad, de placer" no conducen a una paz duradera, sino que arrastran de forma compulsiva y en un bucle interminable a experiencias cada vez más plenas y al mismo tiempo más ilusorias. Los "pasos hacia adelante, pero sonámbulo de nuevo" sugieren una falta de conciencia, una vida vivida en la inercia del deseo. Se es "arrastrado por la fuerza de alguna marea interna", que Schopenhauer identificaría sin dudar como la Voluntad, un impulso ciego e irracional que nos impulsa constantemente a buscar más, sin un objetivo final que pueda satisfacerla permanentemente.

Las "alturas vertiginosas" son descritas como "causa de confusión y de vernos arrastrados". Esto es crucial para la filosofía schopenhaueriana: la búsqueda incesante de la Voluntad nos lleva a un estado de perpetua insatisfacción. Incluso al alcanzar las "alturas soñadas", la Voluntad no se detiene; se perturba, sigue proyectando deseos, generando más dukkha. La "confusión" surge precisamente de esta paradoja: la cumbre no trae la paz esperada. El "mundo soñado" se vive "tal como se desea, porque siempre está uno soñando", una clara referencia a que la realidad, para Schopenhauer, es primariamente "representación", un velo ilusorio que cubre la verdadera naturaleza de la Voluntad.

El clímax de la desilusión llega con la confrontación de la ambición y el deseo:

"Perturbado para siempre por el deseo y la ambición

todavía hay un hambre insatisfecha

nuestros ojos cansados aún se alejan hacia el horizonte

aunque por este camino hemos estado tantas veces."


Esta estrofa es una potente validación de la filosofía de Schopenhauer. El deseo y la ambición "perturban y nublan la paz y claridad del espíritu", impidiendo encontrar una verdadera paz. Schopenhauer afirmó: "Toda voluntad, todo querer, nace de una necesidad, de una carencia, y por tanto, de un sufrimiento." El "hambre insatisfecha" es la encarnación directa de esta Voluntad nunca saciada. No importa cuánto se consiga, la Voluntad proyectará un nuevo deseo, un nuevo objetivo, manteniendo al ser en un ciclo interminable de anhelo y frustración.

La frase "nuestros ojos cansados aún se alejan hacia el horizonte / aunque por este camino hemos estado tantas veces" subraya el carácter cíclico y repetitivo del sufrimiento causado por el deseo. A pesar del agotamiento ("ojos cansados") y la experiencia ("tantas veces"), la Voluntad sigue impulsando al individuo a buscar la satisfacción en el mismo horizonte ilusorio. Schopenhauer, en Parerga y Paralipomena, escribe: "La vida se balancea, como un péndulo, de un lado a otro entre el dolor y el aburrimiento." El protagonista de "High Hopes" ha experimentado el dolor de la insatisfacción y la pérdida, pero la persistencia de su "hambre insatisfecha" lo condena a seguir buscando, incluso con los ojos cansados, perpetuando este ciclo. Es la trampa de la rueda del samsara descrita por el Buda, alimentada por el tanha (anhelo o sed), y la tiranía de la Voluntad ciega de Schopenhauer.

Conclusiones: La Melancolía de la Impermanencia Aceptada

"High Hopes" no ofrece una solución explícita o una redención triunfante, sino que culmina en una aceptación melancólica de la realidad. El brillo del pasado ha desaparecido, y el presente es una mezcla de nostalgia y el reconocimiento de las limitaciones. La canción se convierte en un himno a la impermanencia de todo lo fenoménico, un recordatorio de que los "mundos de imanes y milagros" de la juventud son, en última instancia, representaciones efímeras de la Voluntad.

La belleza de "High Hopes" radica en su honestidad al retratar esta verdad universal. Al igual que el Cinco de Copas, el foco de la canción está en lo perdido, pero la existencia misma de la canción como obra de arte sugiere una contemplación, un procesamiento de esa pérdida. Aunque no es explícitamente un "Colgado" en el sentido de una entrega voluntaria, la aceptación tácita de que "el sonido de la campana de la división ha comenzado" y que hay un "hambre insatisfecha" que perturba, es un reconocimiento forzado a una nueva perspectiva. La ancianidad, el decaer físico y la memoria de una vida de ambiciones insatisfechas se convierten en el crisol donde la conciencia se ve obligada a confrontar su propia finitud y la naturaleza ilusoria de sus aspiraciones, abriendo la puerta a una sabiduría que solo puede surgir de la aceptación de lo que es.

<u>Bibliografía Comentada del Capítulo 3</u>

 * Chodron, Thubten. Cómo transformar tu vida: Una explicación de las Cuatro Nobles Verdades y el Camino Óctuple. Ediciones Dharma, 2005.

   * Comentario: Este libro es una excelente introducción a las enseñanzas fundamentales del budismo tibetano, especialmente las Cuatro Nobles Verdades. La venerable Thubten Chodron, con su lenguaje claro y accesible, desglosa cómo la comprensión del sufrimiento (incluida la vejez y la pérdida) y la impermanencia son cruciales para la práctica budista y el camino hacia la liberación. Sus explicaciones sobre cómo aplicar estos principios en la vida diaria son muy pertinentes para el tema del artículo y para la situación del "viejo".

 * Dalai Lama XIV. El libro tibetano de la vida y de la muerte. Trad. de Sogyal Rinpoche. Urano, 1994. (Aunque la traducción es de Sogyal Rinpoche, el Dalai Lama escribe el prólogo y es una obra fundamental del budismo tibetano).

   * Comentario: Aunque Sogyal Rinpoche es el autor principal, esta obra es considerada un clásico contemporáneo que explora las enseñanzas tibetanas sobre la muerte, el morir y la reencarnación. Ofrece perspectivas profundas sobre cómo el entendimiento de la impermanencia y la preparación para la muerte pueden transformar radicalmente la vida. Es una lectura esencial para comprender la visión budista del morir y renacer, y ofrece un contrapunto a la resignación del "viejo" al mostrar el camino de la conciencia ante la disolución.

 * Jodorowsky, Alejandro, y Marianne Costa. La Vía del Tarot. Sirio, 2004.

   * Comentario: Este libro es fundamental para el análisis simbólico de los arcanos mayores del Tarot. La interpretación de Jodorowsky y Costa del Colgado como un arquetipo de sacrificio voluntario, inversión de la perspectiva y renacimiento a través de la entrega, es directamente relevante para la primera sección de tu artículo. Su enfoque psicológico y espiritual del Tarot enriquece la comprensión de estos símbolos. Además, sus interpretaciones de otras cartas como el Cinco de Copas son muy valiosas para comprender el estado inicial del "viejo".

 * Jung, Carl Gustav. El hombre y sus símbolos. Luis de Caralt, 1964.

   * Comentario: Aunque no se cita directamente, la influencia de Jung en el concepto de "individuación", el papel del inconsciente y la importancia de los arquetipos es fundamental para tu artículo. Este libro, accesible para el público general, explica cómo los símbolos (como los del tarot o los planetas) operan en la psique y cómo la confrontación con el inconsciente es vital para el crecimiento personal, incluso en situaciones de crisis como la del protagonista de la canción.

 * Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación. Varias ediciones (ej. Alianza Editorial, Gredos). Publicado originalmente en 1818 (Vol. I) y 1844 (Vol. II).

   * Comentario: La obra cumbre de Schopenhauer es indispensable para entender su concepto de la Voluntad y la naturaleza inherente del sufrimiento. Es aquí donde desarrolla su pesimismo existencial, explicando cómo el deseo conduce al dolor y cómo la negación de la Voluntad (a través del ascetismo y la compasión) puede ser una vía de redención. Los pasajes sobre el cuerpo como objetivación de la Voluntad y la vejez como manifestación de su declive son clave para la sección dedicada a su filosofía, y resuenan profundamente con la decadencia y el destino del protagonista de "El Viejo".

 * Schopenhauer, Arthur. Parerga y Paralipomena. Varias ediciones (ej. Trotta, Valdemar). Publicado originalmente en 1851.

   * Comentario: Esta colección de ensayos y aforismos complementa El mundo como voluntad y representación, ofreciendo reflexiones más concisas sobre la vida, el sufrimiento, la muerte y la sabiduría. Sus aforismos sobre la brevedad de la felicidad y el predominio del aburrimiento y el dolor son pertinentes para la discusión de la Voluntad y el estado melancólico de la canción.

 * Siddhartha Gautama (Buda). Dhammacakkappavattana Sutta (El Sutra de la Puesta en Movimiento de la Rueda del Dharma). Pāli Canon, Samyutta Nikaya LVI.11.

   * Comentario: Este es el primer sermón del Buda y la base de las Cuatro Nobles Verdades. Su cita directa en el texto es crucial para fundamentar el análisis del sufrimiento (dukkha) inherente a la existencia, incluyendo la vejez y la pérdida. Es una fuente primaria esencial para las conexiones budistas en el artículo.

 * Watts, Alan. El camino del Zen. Sirio, 2011 (originalmente publicado en 1957).

   





Capítulo Cuatro: Agonía y Éxtasis.La Gran Liberación.



Filosofía de la agonía y éxtasis.


Hay varias instancias en la vida cotidiana que pueden asociarse con la agonía y el éxtasis, pero sobre todo pueden interpretarse como un proceso que ocurre permanentemente en nuestra existencia cuando transitamos por una transición, por una muerte y renacimiento. Esta dualidad, lejos de ser contradictoria, es la esencia misma de la liberación y el crecimiento.

El Viaje del Héroe: La Apoteosis

El proceso del viaje del héroe, descrito magistralmente por Joseph Campbell, simboliza el arquetipo universal del morir y renacer a una nueva existencia en el ser humano. Es el sacrificio de la persona común que renace como una figura heroica, dispuesta a sacrificar su ego y su autoaferramiento en pro de la liberación de la humanidad.

El símbolo del enfrentamiento con este ego, a menudo representado como un dragón, se interpone en el camino del héroe, impidiéndole trascender su mundo familiar y alcanzar la verdadera liberación. El héroe debe embarcarse en un viaje hacia su destino simbólico para el desarrollo de su pleno potencial, enfrentándose a sus miedos y limitaciones internas.

Esta experiencia de integración con la sombra puede asociarse con la matriz perinatal dos (según las fases de Stanislav Grof), una profunda experiencia del "desierto interior", del encierro agónico del cual se renace transformado. La apoteosis o clímax de este viaje es muy similar al "cruce del umbral" o la "panza de la ballena", momentos de disolución total que preceden a una revelación fundamental.

Conexiones con las Matrices Perinatales de Grof

Stanislav Grof, pionero en la investigación de estados no ordinarios de conciencia, desarrolló el concepto de las Matrices Perinatales Básicas (MPB), que describen patrones arquetípicos de experiencia relacionados con el proceso del nacimiento biológico, pero que tienen profundas implicaciones psicológicas y espirituales a lo largo de la vida. Estas matrices ofrecen un marco poderoso para entender la agonía y el éxtasis como parte de un proceso transformador:

 * MPB I (La Matriz del Océano Primordial): Representa el estado intrauterino ideal, de unidad y bienestar. Su ruptura al inicio del parto se asemeja a la pérdida de un paraíso, el comienzo de la agonía que, paradójicamente, es el primer paso hacia la individualización. La nostalgia por esta unidad puede manifestarse en la búsqueda de estados de éxtasis o trascendencia.

 * MPB II (La Matriz del Encierro Agónico): Es la fase de contracciones uterinas con el cuello del útero aún cerrado. Aquí se experimenta una sensación de claustrofobia, opresión y una agonía sin salida aparente, a menudo asociada con imágenes de oscuridad, vacío o incluso infierno. Es el "desierto interior" del que hablábamos, la "noche oscura del alma" donde el yo se siente atrapado y en proceso de desintegración. Esta matriz es el epítome de la agonía que precede a la liberación.

 * MPB III (La Matriz de Lucha y Muerte-Renacimiento): El cuello del útero comienza a dilatarse, y el feto se mueve a través del canal de parto. Esta fase se caracteriza por una lucha intensa, una confrontación con fuerzas colosales y la experiencia de muerte y renacimiento. Aquí la agonía se mezcla con una fuerza vital impulsora. Es el momento del clímax, donde la presión y el sufrimiento son máximos, pero también donde se vislumbra la salida, la promesa del éxtasis. La superación de esta matriz simboliza el sacrificio del ego del héroe y la confrontación con el dragón que custodia el paso a una nueva existencia.

 * MPB IV (La Matriz de Explosión Cósmica y Liberación): El nacimiento físico, la salida del canal de parto. Representa una liberación repentina, una expansión y un éxtasis inmenso. Es el renacimiento a una nueva realidad, la "apoteosis" del viaje del héroe. Aquí, la agonía da paso a una sensación de alivio, luz y una conexión profunda con la vida, con nuevas posibilidades y un sentido de propósito renovado. Es la integración que sigue a la "nigredo", donde el caos se transforma en un orden superior.

Estas matrices demuestran que la agonía no es un fin en sí misma, sino una fase crucial en el ciclo de muerte y renacimiento que nos impulsa hacia una mayor integración y conciencia.

La Noche Oscura del Alma

La noche oscura del alma nos sumerge en un profundo cuestionamiento del sentido de nuestra vida, impulsándonos a darle un nuevo giro. En la alegoría de la caverna de Platón, el prisionero que sale lo hace forzado por una realidad exterior que lo obliga a abandonar esa zona de confort en la que creía tener claras sus convicciones.

Para que la luz emerja, es indispensable que primero haya oscuridad. Esta idea resuena en diversas culturas y tradiciones espirituales, donde se plantea el símbolo del sol negro, un viaje de la oscuridad hacia la luz que no es una negación de lo oscuro, sino su integración.

El sol negro fue empleado en algunas tradiciones alquímicas para simbolizar la fase de transmutación conocida como nigredo o putrefactio. Para la alquimia, esta fase es indispensable para un auténtico renacimiento. La materia prima de los distintos aspectos del ser se disuelve hasta sus elementos más básicos, y es a partir de ellos que se puede generar algo completamente nuevo. Debemos atravesar la oscuridad de la ignorancia para alcanzar la luz del conocimiento.

Como bien afirmaba Carl Jung: "Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad." Este es el proceso de nigredo de la transmutación alquímica: una confrontación con todo lo negado detrás de la máscara, un desmantelamiento necesario para la integración dentro de una gran totalidad. El sol negro simboliza el proceso de individuación hacia una realización del sí mismo auténtico.

Jung sostenía que la integración de estos elementos ocultos o enmascarados es posible al atravesar un proceso de desintegración y desidentificación. Las fases que siguen al sol negro son las de integración y renovación (albedo). Es el paso a la comprensión del papel del individuo en una totalidad mucho mayor de lo que era su mundo antes de la transformación, de la "crisis revolucionaria".

El proceso que se atraviesa desde la nigredo en adelante, desde el caos al orden superior, subraya la necesidad de esta etapa de muerte y renacimiento para poder alcanzar un estado de conciencia superior. El poder sintetizar los dos polos —el orden y la estructura y el caos y la desintegración— permite que ambos se retroalimentan y le den profundidad al otro. Al reintegrar la sombra es cuando se logra una mayor expansión hacia la sabiduría y la acción del yo.

Las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM)

Las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), estudiadas por pioneros como Raymond Moody y Elisabeth Kübler-Ross, ofrecen un paralelismo sorprendente con la agonía y el éxtasis como procesos de transformación profunda. Aunque las ECM varían en detalle, comparten elementos recurrentes que resuenan con el arquetipo de muerte y renacimiento:

 * La Agonía Inicial y la Separación: Muchas ECM comienzan con una sensación de dolor, miedo o la percepción del cuerpo físico como una prisión, un momento de intensa agonía que precede a la sensación de abandono del cuerpo. Esta "muerte" del yo físico es el inicio de un viaje no ordinario.

 * El Túnel y la Oscuridad: Un elemento común es el tránsito a través de un túnel oscuro, que evoca la Matriz Perinatal II (encierro agónico) y la "noche oscura del alma". Es un pasaje de transición donde la conciencia se enfrenta a la disolución de su realidad familiar.

 * El Encuentro con la Luz y Seres de Luz: Tras la oscuridad, la mayoría de las ECM reportan un encuentro con una luz brillante y amorosa, o con seres de luz. Esta es la manifestación del éxtasis, de la liberación y la apoteosis. La luz simboliza el conocimiento, la sabiduría y una profunda sensación de paz y unidad. Este punto se conecta con la Matriz Perinatal IV (explosión cósmica y liberación), donde la agonía culmina en una experiencia de expansión y beatitud.

 * La Revisión de Vida y el Conocimiento:

: A menudo, quienes experimentan una ECM relatan una revisión panorámica de su vida, donde se confrontan con sus acciones y sus consecuencias, a menudo desde una perspectiva de amor incondicional. Esto se alinea con la necesidad de "hacer consciente la oscuridad" y con la reintegración de la sombra, llevando a un nuevo nivel de autoconocimiento y sabiduría.

 * El Retorno y la Transformación: El regreso al cuerpo físico no es un mero "despertar", sino un renacimiento a una nueva vida con una perspectiva radicalmente alterada. Las personas que han tenido ECM suelen reportar una profunda transformación personal: una reducción del miedo a la muerte, un aumento de la empatía, un cambio en sus valores y prioridades, y un sentido renovado de propósito. Este "retorno del héroe" es la encarnación de la liberación, donde la agonía experimentada se traduce en un éxtasis de vivir con mayor plenitud y autenticidad.

Las ECM, por tanto, no solo validan el ciclo de agonía y éxtasis como una vía hacia la liberación, sino que lo elevan a una dimensión que trasciende la experiencia psicológica para tocar lo que podría considerarse la esencia de la conciencia y la existencia.

El Bardo Thodol: La Guía del Morir y Renacer

En la concepción de la tanatología budista, la existencia humana se encuentra en permanente transición, un flujo constante de "bardos" o estados intermedios. El Bardo Thodol, conocido en Occidente como el Libro Tibetano de los Muertos, es una antigua guía espiritual que ofrece instrucciones para transitar conscientemente por las distintas fases de la muerte y el renacimiento. Sus enseñanzas son un reflejo profundo de la agonía y el éxtasis como caminos hacia la gran liberación.

Este texto sagrado describe el proceso del morir y los estados que la conciencia atraviesa después de la disolución del cuerpo físico, con el objetivo de lograr la liberación o un renacimiento favorable. El Bardo Thodol nos recuerda que "debe morir el cuerpo, para que renazca el espíritu", y desglosa este viaje en distintas etapas:

 * Chikhai Bardo (El Bardo del Momento de la Muerte): Esta es la fase de la disolución de los elementos y la conciencia. Es un momento de profunda agonía física y mental, pero también de una oportunidad única para la liberación.

   * Cita Clave: "¡Oh, hijo de noble familia, ahora que estás experimentando el Bardo del Momento de la Muerte, no te dejes distraer. Reconoce el resplandor de la realidad verdadera, la Luz Clara primordial."

   * Comentario: Aquí la agonía del cuerpo se encuentra con la posibilidad del éxtasis de la iluminación. La "Luz Clara primordial" es la naturaleza inherente de la mente, a menudo experimentada como una vasta y radiante vacuidad. Si se reconoce, hay liberación.

 * Chönyid Bardo (El Bardo de la Experiencia de la Realidad): Después del momento de la muerte, la conciencia entra en un estado donde se manifiestan visiones, tanto pacíficas como iracundas, que son proyecciones de la propia mente. Este puede ser un momento de confusión y temor (agonía) o de reconocimiento y liberación (éxtasis).

   * Cita Clave: "Cuando aparezcan las deidades pacíficas e iracundas, las cuales son tus propias proyecciones, no las temas ni te asustes. Reconócelas como la luminosidad de tu propia mente."

   * Comentario: Este bardo es una confrontación directa con la sombra y los arquetipos internos, similar al proceso de individuación de Jung. Reconocer estas visiones como propias es clave para trascender el miedo y avanzar hacia la liberación.

 * Sidpa Bardo (El Bardo del Renacimiento): Esta es la fase final antes de un nuevo renacimiento. La conciencia, aún sin un cuerpo físico, puede experimentar fuertes deseos y apegos que la impulsan hacia una nueva existencia en el samsara (ciclo de nacimiento y muerte).

   * Cita Clave: "Si no puedes lograr la liberación en el Chönyid Bardo, ahora, en el Sidpa Bardo, evita el apego a cualquier forma ilusoria. Recuerda las instrucciones y busca un nacimiento afortunado."

   * Comentario: Aquí, la agonía del apego y el karma no resuelto puede conducir a un renacimiento menos favorable, mientras que la práctica y el desapego conscientes pueden llevar a una liberación o a una reencarnación en circunstancias que propicien el camino espiritual.

El Bardo Thodol no es solo un manual para los moribundos, sino una profunda enseñanza sobre la impermanencia, la naturaleza de la mente y la oportunidad constante de transformación que cada transición, cada "muerte" y "renacimiento", nos ofrece en la vida.


El Ave Fénix: Símbolo de Muerte y Renacimiento.


El ave fénix es un símbolo milenario de muerte y renacimiento, presente fundamentalmente en la cultura occidental y a lo largo de todas las épocas de la humanidad. Otros símbolos potentes de esta transformación son el tiempo, la sublimación y la metempsicosis, entre otros.

El ave fénix es también un símbolo alquímico, estrechamente asociado con la progresión (o ascensión) a través de los estadios de la materia hacia la expansión del espíritu. El fénix encarna lo esencial del proceso alquímico: el aspecto siempre presente de muerte y renacimiento, una constante evolución hacia una forma superior de ser.

La Calavera: La Caída de la Máscara

El rostro, la cara, es la máscara que adoptamos ante la sociedad y ante nosotros mismos, con todo lo que nos hace parecer lo que parecemos frente a los demás. Universalmente, la confrontación con la calavera es la confrontación con la propia finitud, con el temor primordial a la disolución de lo que creemos ser.

Por ello, la calavera nos acerca a una identidad más allá de las circunstancias materiales, más allá de esta vida efímera. Al disolverse esta máscara, esta elaborada identidad, se genera un vacío, una carencia de referencia que nos deja en una confrontación potencial con el fundamento que subyace a toda identidad. Al mismo tiempo, se constituye en la naturaleza común que compartimos más allá de los distintos roles y apariencias.

En la icónica escena de Hamlet, el príncipe confronta la calavera de quien fuera el bufón de la corte, Yorick, reconociendo con espanto que quien lo hacía reír y disfrutar ahora es solo un recordatorio crudo de la mortalidad. La calavera es lo que nos iguala a todos, trascendiendo las distintas formas o identidades que desarrollamos en vida.

En algunas culturas, la calavera simboliza la muerte del viejo yo y el nacimiento de una nueva conciencia. Es un símbolo del conocimiento más allá de las apariencias de la vida fenoménica o sensorial. La contemplación de la calavera (memento mori) nos remite al recordatorio de la propia finitud, un concepto que se desplegó en la Edad Media a través del ars moriendi.

La frase "Res est forma fugaz" ("el cuerpo es una forma fugaz") encapsula esta idea, utilizada como recordatorio por tradiciones espirituales orientales, como el budismo, y occidentales, de la impermanencia de todo, y especialmente de la forma física y del cuerpo mismo. En la tradición espiritual hindú, a Kali se la considera un símbolo del poder destructor omnipresente de la naturaleza, donde la destrucción y la muerte son aceptadas e integradas como parte necesaria de la vida, en lugar de ser resistidas o rechazadas.


Símbolos de Agonía y Éxtasis:


 

La dualidad de agonía y éxtasis en el proceso de muerte y renacimiento se ha expresado de múltiples formas a lo largo de la historia y las culturas. Aquí algunas citas que encapsulan esta profunda experiencia:

 * "De la desesperación más profunda nace a menudo la alegría más grande." — Søren Kierkegaard.

   * Comentario: Esta frase del filósofo existencialista captura la esencia de la agonía (desesperación) como el crisol del que emerge el éxtasis (alegría), un renacimiento del espíritu después de un profundo cuestionamiento. Refleja cómo la confrontación con el vacío existencial es un paso necesario para encontrar un nuevo sentido.

 * "Solo cuando estamos perdidos empezamos a encontrarnos." — Henry David Thoreau.

   * Comentario: Thoreau, desde una perspectiva de búsqueda de la autenticidad, apunta a que el proceso de "perderse" o desorientarse (una forma de agonía del ego y la identidad conocida) es el preámbulo indispensable para el autodescubrimiento y un nuevo "nacimiento" del verdadero yo. Se conecta con la idea de la disolución de las viejas estructuras.

 * "El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional." — Buda.

   * Comentario: Aunque concisa, esta enseñanza budista subraya que la agonía (dolor) es una parte ineludible de la existencia y de los procesos de cambio. Sin embargo, el apego a ese dolor es lo que lo transforma en sufrimiento. La liberación y el éxtasis llegan al aceptar la impermanencia y soltar el aferramiento, un acto de muerte del ego.


El Arcano del Juicio (XX): Otro Símbolo de Muerte y Renacimiento.


Además del Arcano XIII (La Muerte), El Juicio (Arcano XX) es otro potente arquetipo del Tarot que ilustra el proceso de agonía y éxtasis, pero desde una perspectiva de resurrección y revelación. Mientras que la Muerte es la disolución y la transformación radical, el Juicio es la llamada a una nueva conciencia, una emergencia colectiva hacia un estado superior:

 * Agonía del Juicio: La imagen central de personas emergiendo de tumbas, con gestos de asombro o súplica, puede representar la agonía de un "despertar" forzado o repentino. Es la confrontación final con las verdades ocultas, con el propio karma y las decisiones pasadas. La trompeta del ángel es una llamada ineludible que interrumpe el reposo, obligando a una última agonía de rendición y exposición. Es el final de un ciclo y la necesidad de dejar atrás las viejas estructuras para un veredicto.

 * Éxtasis del Juicio: El éxtasis se manifiesta en la revelación, la claridad y el renacimiento espiritual. La figura del ángel con la trompeta representa una liberación divina, un reconocimiento o una epifanía. Las personas que se levantan de sus tumbas no solo resucitan, sino que lo hacen hacia una luz, una comprensión colectiva. Es la culminación del proceso de individuación, donde el ser se integra plenamente con su verdadero propósito y se une a una conciencia superior. La imagen final de los nuevos seres liberados que se alzan representa el éxtasis de una nueva era, un ciclo de existencia renovado.

Así, si la Muerte nos invita a la transformación personal a través de la disolución, el Juicio nos convoca a una resurrección y revelación que impacta en un plano más amplio y colectivo, ambos reflejando la danza incesante de agonía y éxtasis en el camino hacia la liberación.


La Agonía y el Éxtasis en el Arte: Un Viaje a Través de la Disolución del Ego Ilustrada en el Arte.


Exploraremos cómo diversas expresiones artísticas, desde la literatura clásica hasta la música contemporánea, capturan la agonía de la disolución del ego y el éxtasis de la trascendencia. A través del viaje del héroe, analizaremos cómo estas obras nos amplían la comprensión de experiencias límite, la confrontación con la sombra y el anhelo de una realidad más allá de lo conocido. Haremos nexos con el existencialismo, la simbología de Jung, la astrología y el arte para profundizar en estas interpretaciones, manteniendo el estilo y la argumentación característicos de este blog. Además, integraremos la perspectiva de las matrices perinatales de Stanislav Grof, que ofrecen un marco psicológico profundo para entender estas vivencias de muerte y renacimiento, y la simbología junguiana (arcanos, alquimia, la noche oscura del alma) para enriquecer nuestra comprensión.


Hamlet, William Shakespeare: La Disolución del Ego Frente a la Impermanencia, la Matriz Perinatal I y el Símbolo del Colgado.


En la tragedia de Shakespeare, el Príncipe de Dinamarca, Hamlet, nos sumerge en una profunda meditación sobre la existencia, la mortalidad y el sinsentido que puede emerger de la pérdida de las referencias del yo. Sus monólogos no solo revelan su tormento interno, sino que también actúan como un espejo de la confrontación del ego con su propia fragilidad.

"Si esta carne por demás maciza se disolviera, se derritiera como el líquido del rocío."

Esta es la expresión inicial de un deseo de aniquilación, un anhelo de escapar de la pesada carga de la existencia. Es la agonía del ego que desea liberarse de su prisión corporal y mental. Esta sensación de ahogo y deseo de disolución puede conectarse con la Matriz Perinatal I (MPI) de Grof, la experiencia de la unidad primordial en el útero, donde no hay diferenciación entre el yo y el entorno. La pérdida de esta unidad puede generar un anhelo de retorno a ese estado de disolución y no-existencia diferenciada.

"Cuan tristes, rancias y sin provecho hallo todas las cosas de este mundo."

Aquí, Hamlet experimenta una visión nihilista del mundo. Las "cosas" que antes daban sentido a su existencia, o en las que el ego proyectaba su valor, ahora carecen de significado. Esta percepción de futilidad es, paradójicamente, lo que puede abrir la puerta al desapego, una fase crucial en el camino hacia la trascendencia.

"¡Horror!, es como un huerto íncubo que brama por doquier."

La realidad se le presenta como algo corrompido y hostil, una imagen de su propio estado interno descompuesto. Es la manifestación externa de un caos interno, donde el mundo refleja la angustia de un ego que se siente asediado.

"¿Por qué temerle? ¡No es digna en un ápice mi vida, y en cuanto a su esencia, tampoco es inmortal!"

Este es un momento de revelación sobre la impermanencia. Hamlet confronta la insignificancia de su propia vida y la inevitabilidad de la muerte. Es la aceptación de la desintegración de todo lo material y personal, liberándo así del temor a la pérdida.

"Este lugar, la tierra, me parece un estéril calvario."

La vida en la Tierra se percibe como un lugar de sufrimiento, un "calvario" donde el ego se siente crucificado por sus propias ataduras. Esta desilusión profunda con la realidad material es lo que, según ciertas filosofías como el budismo, puede inducir al desapego y a la búsqueda de una verdad superior.

"Este majestuoso techo sembrado de luces doradas, es solo para mí un conjunto de inmundos y pestilentes vapores."

Lo que para otros es esplendor y belleza, para Hamlet es corrupción y decadencia. Su percepción distorsionada revela cómo el estado interno del ego puede teñir la realidad externa, transformando lo sublime en lo abyecto. Esta visión del mundo enajenado y despersonalizado impulsa la necesidad de encontrar la esencia, como ocurre en las experiencias cercanas a la muerte (ECM), donde la agresión y el dolor desaparecen, dando paso a una profunda paz y conexión con lo auténtico.

"Me llevo a cuestas más de mil veces, hoy toda su vista me horroriza." (Sobre la calavera del bufón Yorick)

La calavera es un potente símbolo de la muerte y la impermanencia. Al confrontar los restos de Yorick, Hamlet se enfrenta a la desintegración de la personalidad, del "yo" que una vez fue el bufón. La calavera es lo que siempre estuvo presente, aunque invisible, bajo la piel, una verdad subyacente sobre la fugacidad de la identidad construida. Es la imagen de cómo todo lo que sostenía una personalidad ha desaparecido, dejando solo la estructura fundamental y desnuda.

> Conexión con Grof (MPI): 

"En la Matriz Perinatal I, la experiencia de la unidad oceánica, el individuo se siente fusionado con el universo y experimenta un estado de dicha y paz. Sin embargo, la interrupción de esta unidad, como ocurre en el nacimiento o en la confrontación con la mortalidad, puede generar una profunda nostalgia y una sensación de pérdida, similar a la percepción de Hamlet de un mundo 'sin provecho' o un 'estéril calvario' cuando su ego se siente separado de una unidad primordial." (Grof, La aventura del autodescubrimiento, p. 115). La agonía de Hamlet reside en la ruptura de esa unidad, real o imaginada, que lo sumerge en el sinsentido.



> Conexión con Jung y los Arcanos:

 El estado de Hamlet puede ser visto a través del arquetipo del Colgado en el Tarot (Arcano XII). Este arcano no representa la muerte física, sino una suspensión, un sacrificio voluntario o forzado del ego para obtener una nueva perspectiva. Hamlet está "colgado" entre dos mundos: el de la acción y el de la reflexión, el del pasado y el del futuro. Esta postura invertida simboliza la necesidad de ver las cosas desde un ángulo diferente, de renunciar a la lógica habitual para acceder a una verdad más profunda. Es un arquetipo de la noche oscura del alma, donde el sufrimiento y la inacción aparente son necesarios para una transformación interna profunda. "La experiencia del Colgado implica un período de pausa y sacrificio, una rendición del ego a fuerzas mayores, que es crucial para la individuación" (Jung, Arquetipos y el inconsciente colectivo, p. 150).


La Divina Comedia, Dante Alighieri: El Infierno como la Noche Oscura del Alma, la Matriz Perinatal II y la Alquimia.


Dante nos embarca en un viaje épico a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, una alegoría del despertar espiritual y la confrontación con la sombra. El inicio de su travesía es un punto clave para entender la "noche oscura del alma" y la disolución del ego.

"A mitad del camino de nuestra vida, me encontré en una selva oscura, pues la recta vía había sido extraviada."

El poema comienza con Dante perdido en un bosque oscuro, un lugar al que ha llegado sin saber cómo, y donde afirma haber estado "dormido". En la filosofía budista, esto se equipara al estadio del sufrimiento por ignorancia, por no haber despertado a la verdad. Las "tendencias destructivas" de su propio ser —representadas por la pantera, el león y la loba— le impiden liberarse de la prisión de este estado de inconsciencia.

"¡Oh, espíritus dolientes que clamaban por la segunda muerte!"

En el Infierno, Dante encuentra almas que anhelan una "segunda muerte", una aniquilación que los libere de su tormento existencial. Esta "segunda muerte" no es la física, sino la disolución de un estado de sufrimiento, la posibilidad de renacer en una condición mejor. La vivencia existencial del infierno ocurre cuando el yo se ve expuesto a su disolución, consciente o inconscientemente. La pérdida de referencias de sentido que antes se poseían es vivenciada con angustia e incertidumbre.

"Al ingresar aquí, abandonad toda esperanza."

Esta inscripción a la entrada del Infierno encapsula la experiencia de la disolución del ego. Es la ruptura con la antigua esperanza y la concepción previa de la realidad. Una vez que se cruza el umbral entre lo conocido y lo desconocido, no hay vuelta atrás; los ojos de la conciencia se han abierto y no pueden volver a cerrarse. Es una experiencia de aprisionamiento sin salida, como las descritas por Grof, que potencia la desintegración del ego y sus falsas esperanzas, aquellas que antes lo "encendían". Este abandono total es la agonía necesaria para que algo nuevo pueda emerger.

> Conexión con Grof (MPII): "La Matriz Perinatal II (MPII) se caracteriza por la experiencia de no escape, de una presión abrumadora y de la imposibilidad de salir de una situación sin salida. Es el 'infierno' del nacimiento, donde el feto es comprimido por las contracciones uterinas sin una vía de escape aparente. La 'selva oscura' de Dante y la inscripción 'abandonad toda esperanza' reflejan directamente esta vivencia de aprisionamiento, donde el ego se enfrenta a su propia impotencia y a la disolución de sus estructuras habituales." (Grof, Psicología transpersonal: Nacimiento, muerte y trascendencia, p. 87). La angustia de Dante al inicio de su viaje es la manifestación de esta matriz, donde la confrontación con la sombra es inevitable y el camino de purificación comienza en la oscuridad.


> Conexión con Jung y la Alquimia:

 El descenso de Dante al Infierno es una poderosa metáfora de la Noche Oscura del Alma, un concepto junguiano donde el individuo debe confrontar sus propias sombras, complejos y aspectos no integrados de su psique. Este proceso es análogo a la fase de la Nigredo en la alquimia, la "putrefacción" o "ennegrecimiento", donde la materia prima (el ego no transformado) debe disolverse y descomponerse en la oscuridad para que una nueva forma pueda surgir. "La Nigredo es el caos primordial de donde el mundo de la luz y de los colores ha de surgir. En ella, todas las contradicciones se unen y se disuelven" (Jung, Psicología y alquimia, p. 293). Los círculos infernales y los sufrimientos de los condenados son proyecciones de los propios demonios internos de Dante, elementos que deben ser reconocidos y atravesados para su individuación. Virgilio, su guía, representa el Logos, la razón y la sabiduría que lo acompañan en esta inmersión en lo inconsciente.


A Horse with No Name, America: El Desierto como Umbral de Transformación, la Matriz Perinatal III y el Viaje del Héroe.


La canción "A Horse with No Name" de America es una profunda alegoría de un viaje interior, interpretada a menudo como una experiencia liminal cercana a la muerte, donde la disolución del ego conduce a una liberación y una nueva perspectiva de la vida.

"En la primera parte del viaje estaba mirando toda la vida."

El protagonista inicia un viaje de introspección, una revisión de su existencia. Esta fase inicial es una preparación para la inmersión en lo desconocido, un reconocimiento del punto de partida antes de la transformación.


El desierto: Un mundo sin referencias.


El desierto en la canción no es solo un lugar físico; es un potente símbolo de un estado sin referencias, un espacio de aislamiento y purificación, común a muchas tradiciones culturales (como la experiencia de Jesús en el desierto). Es un umbral místico que permite la redención y la transformación.

"En el desierto no puedes recordar tu nombre, porque nadie puede causarte dolor."

Este verso es clave. No poder recordar el nombre significa la disolución de la identidad social y personal que el ego construye. En este "plano" o "mundo" del desierto, el individuo ya no está a la defensiva de su ego, lo que permite un encuentro genuino con su esencia. La ausencia de agresión y conflicto, una conexión que a menudo se experimenta en estados alterados de conciencia, es un contraste abrumador con la agonía del sufrimiento en la vida cotidiana. Aquí, del sufrimiento se pasa a la profunda paz del éxtasis.

"Después de nueve días dejé el caballo, el desierto se había convertido en río."

El caballo puede interpretarse como el ego, el vehículo que nos lleva a través de las experiencias de la vida. Al dejarlo, el protagonista se libera de su guía habitual. La transformación del desierto en un río simboliza que la realidad, que parecía estéril, se convierte en una fuente de vida que fluye. El río que se transforma en mar representa el cambio constante y la impermanencia de la vida, pero también el llegar al destino, la fusión con algo más grande.

"Es bueno no estar bajo la lluvia."

Esta frase, aparentemente simple, sugiere un estado de liberación del malestar, de las "lluvias" de la vida que representan las dificultades y el sufrimiento. Es la llegada a un lugar de paz interior, libre de las vicisitudes del ego.

"El caballo sin nombre."

El caballo, como vehículo del viaje, al no tener nombre, simboliza la ausencia de la identidad social que nos limita y condiciona. Es el ego "domado", o al menos, ya no dominante. Permite un viaje de introspección hacia las profundidades del inconsciente. Si no hay ego que nos separe de los demás, el sufrimiento —que según la concepción budista de la psique humana proviene de una mente condicionada por el ego— se disuelve.


Conexión con Grof (MPIII): 

"La Matriz Perinatal III (MPIII) se asocia con la lucha heroica de la fase de expulsión del nacimiento, donde hay una intensa confrontación con la muerte y la vida, una lucha por la supervivencia, pero también una promesa de liberación. El desierto en 'A Horse with No Name' representa este 'túnel' o 'pasaje' donde el ego se disuelve y el individuo se enfrenta a la muerte simbólica, pero con la posibilidad de un renacimiento. El 'caballo sin nombre' es el vehículo de esta lucha, un ego que se despoja de su identidad para transitar hacia una nueva forma de ser, hacia la luz al final del túnel, simbolizada por el río y el mar." (Grof, Psicología del futuro: Lecciones de las investigaciones modernas de la conciencia, p. 102). La agonía de la lucha se transforma en el éxtasis de la liberación.



> Conexión con Jung y el Viaje del Héroe: 


Esta canción encarna el arquetipo central del Viaje del Héroe de Campbell, influenciado por Jung. El "desierto" es la Travesía del Umbral, un lugar solitario y despojado donde el héroe debe abandonar lo conocido y enfrentar la disolución de su identidad superficial. La incapacidad de recordar el nombre y la ausencia de dolor en el desierto son claras manifestaciones del vaciamiento del ego (análogo al "solvit et coagula" alquímico, disolver y coagular), una precondición para la individuación. El "caballo sin nombre" es un arquetipo del animal guía o vehículo del inconsciente, desprovisto de las identificaciones egoicas que lo anclaban a la realidad ordinaria. Es el viaje hacia el sí mismo, donde "el desierto se convierte en río", simbolizando la transformación de la aridez psíquica en una fuente de vida y conciencia renovada, la integración de opuestos que Jung tanto enfatizaba.


One, Metallica: La Agonía del Desmembramiento, la Negación del Renacimiento y el Arquetipo de la Sombra.


La canción "One" de Metallica es una cruda y poderosa representación de la disolución del ego a través de la experiencia traumática del desmembramiento físico y la anulación sensorial. Es un viaje hacia la agonía más profunda y, a diferencia de otros relatos del viaje del héroe, una negación explícita del renacimiento.

En el viaje del héroe, la disolución del ego, a menudo representada por el arcano del Colgado, es una etapa crucial que permite acceder al renacimiento. En "One", esta disolución se presenta de forma literal y figurativa, enfrentando al sujeto con un dolor abrumador.


"La desaparición del mundo, la infinita oscuridad."

La pérdida de sus extremidades, sus sentidos y su movilidad simboliza la muerte de su yo social y la neutralización de gran parte de la funcionalidad del yo físico. Simbólicamente, esta fase refleja la disolución total del ego. El yo se disuelve en una oscuridad sin forma, un vacío total, similar a los mitos de transformación donde el héroe entra en el "vientre de la ballena". Al disolverse el mundo exterior y anularse el físico, las referencias externas del yo desaparecen, dejando al protagonista enfrentado a un vacío ineludible.

"I can't remember anything, Can't tell if this is true or dream."

Este verso subraya la confusión y desorientación propias de una fase liminar. El protagonista se encuentra en un umbral entre un mundo y otro, en una especie de purgatorio existencial sin salida, sin un aparente renacimiento.

"Darkness, imprisoning me, All that I see, absolute horror.".


La oscuridad representa el espacio del inconsciente, el caos primordial del cual todo surge y hacia el cual todo se dirige. Esta experiencia existencial de descenso al inframundo es un momento de reflexión forzada, donde el dolor más profundo —en este caso, el dolor de todo lo experimentado en la guerra— se manifiesta como un horror absoluto.


La negación del renacimiento:


A diferencia de otros relatos de transformación, el protagonista de "One" no desea vivir ni renacer. Su único anhelo es que la pesadilla termine.

"Dios, por favor, despiértame."

"Hold my breath as I wish for death."

Este deseo de no seguir existiendo, aunque sea una negación del renacimiento convencional, puede interpretarse como un profundo deseo de trascendencia, una aniquilación del ser actual para escapar del sufrimiento insoportable, incluso si esa trascendencia es la nada. Es la agonía máxima que se niega el éxtasis de la renovación.

> Conexión con Grof (MPIV Incompleta o Fallida): "La Matriz Perinatal IV (MPIV) es la experiencia de la muerte-renacimiento, el clímax del proceso de nacimiento, donde la agonía de la lucha (MPIII) culmina en la liberación y el éxtasis de una nueva existencia. Sin embargo, en 'One', el protagonista se queda atrapado en una especie de 'anti-MPIV', donde la disolución del ego es total, pero el renacimiento es negado. La 'oscuridad que lo aprisiona' y el 'horror absoluto' son una distorsión de la fase final del nacimiento, donde la conciencia se enfrenta a la posibilidad de no emerger, de quedarse en el vacío. El deseo de 'despertar' o 'morir' es un intento desesperado de resolver esta matriz sin llegar a la trascendencia positiva, sino a una aniquilación que ponga fin al sufrimiento insoportable." (Grof, La experiencia holotrópica: Tres décadas de investigación en la conciencia, p. 145). La canción nos muestra una agonía sin el éxtasis de la liberación, un infierno existencial donde la muerte no es un umbral, sino un fin deseado.



> Conexión con Jung y el Arquetipo de la Sombra: La experiencia del protagonista en "One" es una inmersión forzada en la Sombra, ese arquetipo junguiano que contiene los aspectos reprimidos, no reconocidos y a menudo dolorosos de la personalidad. La mutilación física y la pérdida sensorial simbolizan la desintegración de la persona (la máscara social) y la confrontación con el puro dolor existencial. La "oscuridad que aprisiona" es la noche oscura del alma en su forma más brutal, donde el individuo es confrontado con lo inaceptable y lo insoportable de sí mismo y del mundo. "La Sombra es el lado oscuro de la personalidad, aquello que no queremos ser. Sin embargo, su confrontación es esencial para la totalidad, aunque a menudo sea una experiencia dolorosa y aterradora" (Jung, Arquetipos y el inconsciente colectivo, p. 86). En este caso, la negación del renacimiento sugiere una Sombra tan abrumadora que impide la integración y el movimiento hacia la totalidad. La canción se convierte en un símbolo de la resistencia del ego a la transformación, incluso frente a la aniquilación.


Take Back My Life, Evanescence: El Renacimiento Desde la Oscuridad y la Matriz Perinatal IV Exitosa.


La canción "Take Back My Life" de Evanescence, con su tono de lucha y empoderamiento, explora la agonía de sentirse atrapado y el éxtasis de recuperar el control y la esencia personal. Es un himno a la resiliencia y la capacidad de resurgir de las profundidades de la desesperación.

"I've been falling down, falling down, falling down"

"Into the darkness, it consumes me now"

Estos versos de apertura sumergen al oyente en una profunda sensación de caída y aniquilación, una experiencia de hundimiento en la oscuridad. Es la agonía de la pérdida de control y la inmersión en un estado de desesperanza, similar a una noche oscura del alma donde la fuerza vital parece desvanecerse.

"But I won't let it take me, I won't let it win"

"I'm taking back my life, taking back my life"

Aquí emerge el grito de resistencia, el punto de inflexión. A pesar de la profunda caída, hay una firme voluntad de recuperar el yo. Este es el umbral del éxtasis potencial, no aún de la liberación completa, sino de la decisión consciente de luchar por ella. Es el momento en que el héroe, incluso en la oscuridad, encuentra una chispa de autodeterminación.

"The monster in my head is trying to feed"

"It whispers lies, but I refuse to bleed"

El "monstruo en mi cabeza" es una clara personificación de la sombra personal, los aspectos internos que generan duda, miedo y autodestrucción. Es la manifestación de los complejos internos que intentan mantener al ego atrapado. La negativa a "sangrar" simboliza la resistencia a ser consumido por estas fuerzas negativas, una afirmación de la propia integridad frente a la desintegración.

"I will rise above the ashes, just like a phoenix"

"I'm breaking free, breaking free, breaking free"

Esta imagen del fénix es el arquetipo por excelencia del renacimiento y la transformación. Es el éxtasis de la apoteosis, la superación de la muerte simbólica. El rompimiento de las cadenas y la liberación son la culminación de la agonía, llevada a un punto de no retorno que permite la emergencia de un nuevo ser. Es una afirmación poderosa de la capacidad de trascender el sufrimiento.

> Conexión con Grof (MPIV Resuelta): "Take Back My Life" puede interpretarse como una confrontación y resolución de los elementos más desafiantes de la Matriz Perinatal IV (MPIV), la experiencia de muerte-renacimiento. Aunque la canción describe la inmersión en la oscuridad y la sensación de estar atrapado (elementos de MPIII y MPIII), el énfasis recae en el impulso activo por el renacimiento, la lucha consciente por "tomar de vuelta la vida". La caída inicial y la agonía ("falling down into the darkness") son el descenso al inframundo de la conciencia, pero la declaración "I'm taking back my life" y la imagen del "fénix" representan la culminación exitosa de la fase de muerte-renacimiento, donde la liberación de la opresión y la reintegración del ser son el éxtasis final. La canción refleja la superación de una MPIV que, si bien pudo haber sido traumática, se resuelve hacia la vitalidad y el poder personal.


Conexión con Jung y el Arquetipo del Renacimiento: 


Esta canción es un claro ejemplo del arquetipo del Renacimiento. La "caída en la oscuridad" y el "monstruo en mi cabeza" representan la confrontación con la Sombra personal y colectiva. La decisión de "taking back my life" es el llamado a la individuación, la integración de los opuestos (luz y sombra) para alcanzar la totalidad del sí mismo. La imagen del Ave Fénix es un poderoso símbolo alquímico de la resurrección y la transformación tras un proceso de disolución (Nigredo) y purificación. "El símbolo del fénix es una metáfora de la transformación psíquica, de la muerte de la vieja personalidad y el nacimiento de una nueva conciencia" (Jung, Símbolos de transformación, p. 300). La canción no solo narra la agonía de la lucha contra fuerzas internas y externas, sino que celebra el éxtasis de la autodeterminación y la emergencia de un yo más auténtico y empoderado. Es el viaje del héroe que regresa con el elixir.

Bibliografía Comentada

 * Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras: Psicoanálisis del mito. Fondo de Cultura Económica, 2014.

   * Comentario: Obra fundamental que explora el "monomito" o "viaje del héroe", detallando las etapas arquetípicas que un individuo atraviesa en su proceso de transformación y autodescubrimiento. Es crucial para entender la dinámica de muerte y renacimiento.

 * Evans-Wentz, W. Y. (Ed.). El Libro Tibetano de los Muertos: O La Gran Liberación por Audición en el Bardo. Sirio, 2014.

   * Comentario: Edición clásica del Bardo Thodol, un texto fundamental del budismo tibetano que describe los estados intermedios (bardos) entre la muerte y el renacimiento, ofreciendo una guía para la conciencia del difunto y una profunda reflexión sobre la vida, la muerte y la liberación.

 * Grof, Stanislav. Psicología transpersonal. Kairós, 2017. (Otras obras relevantes incluyen Las aventuras de la auto-exploración o El juego cósmico).

   * Comentario: Grof desarrolla sus teorías sobre las matrices perinatales básicas, ofreciendo un marco para entender cómo las experiencias del nacimiento influyen en patrones psicológicos y espirituales, y cómo se reflejan en estados no ordinarios de conciencia y procesos de muerte y renacimiento.

 * Jung, Carl Gustav. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Trotta, 2012.

   * Comentario: En esta obra, Jung desarrolla el concepto de la sombra y el proceso de individuación, directamente relacionado con la "noche oscura del alma" y la confrontación con los aspectos negados del psique para lograr la totalidad. Su cita sobre "hacer consciente la oscuridad" es clave.

 * Moody, Raymond A. Vida después de la vida. Editorial Planeta, 2006.

   * Comentario: Una obra pionera en el estudio de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), que recopila testimonios y patrones comunes, ofreciendo una perspectiva valiosa sobre la naturaleza de la conciencia más allá de la experiencia física y su impacto transformador.

 * Platón. La República. Gredos, 2000.

   * Comentario: Contiene la célebre "alegoría de la caverna", que ilustra la liberación de la ignorancia y el camino hacia el conocimiento y la verdad, un proceso que implica salir de la zona de confort y enfrentar una nueva realidad, reflejando el aspecto agónico de la transición.

 * San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo. Editorial Trotta, 2008.

   * Comentario: Texto místico cristiano que describe la "noche oscura del alma" como un proceso espiritual de purificación y desapego necesario para alcanzar la unión con lo divino. Aunque desde una perspectiva religiosa, su descripción de la experiencia resuena con los conceptos psicológicos y alquímicos de nigredo.


El Proceso de Muerte y Renacimiento y la Disolución del Ego en las Matrices Perinatales de Grof.


¿Qué es el proceso de muerte y renacimiento?

Como lectores, ustedes se adentrarán en la profunda idea de que, en todo proceso de cambio profundo —ya sea existencial o directamente biológico— las personas reviven, consciente o inconscientemente, las matrices perinatales. Estas son los patrones de experiencia vividos durante el íntegro proceso de nuestro nacimiento biológico.

Cada fase se experimenta de acuerdo a la integración y sanación en nuestra psique profunda, manifestándose interna o externamente de forma sincrónica.

Por ejemplo, la segunda matriz perinatal es experimentada, en su modo más "tóxico", como un estado infernal sin salida. Simbólicamente, se relaciona con la "noche oscura del alma", un concepto descrito en diversas culturas y sus tradiciones escatológicas post mortem.

El pasaje de la segunda a la tercera matriz perinatal nos ofrece un atisbo de salida, con su correlato en las experiencias cercanas a la muerte (ECM), donde se vislumbra una luz al final del túnel.

Esta transición implica una sensación de aniquilación total o destrucción, de "tocar fondo", para luego emerger hacia la luz, sintiendo que, tras una lucha, se sale adelante. ¿Dónde queda entonces la muerte?

Otro proceso de "muerte y renacimiento" se experimenta en el propio canal de parto, pasando horas luchando por respirar. Siempre está presente la experiencia de la muerte en este pasaje; su intensidad dependerá de cómo haya sido vivenciada.

Así, puede ocurrir que uno emerja como un recién nacido biológico, pero aún incompleto, y psicológicamente se encuentre todavía "dentro del útero".

Desde la metafísica de la alquimia, el esoterismo occidental y la filosofía budista, se considera que el nacimiento en un plano de existencia no garantiza un nacimiento a nivel de conciencia en ese mismo plano.

Existe otro proceso de muerte en sí mismo, el que se da con la experiencia del canal de parto en el cual nos identificamos como un ser contraído y limitado. Al agonizar, este ser "muere" junto con todo aquello con lo que nos sentíamos identificados.

Lo que ustedes, si se han estancado en ese estado, deben comprender es la necesidad de soltar ese ser falso e ilusorio que está muriendo y salir al mundo hacia lo nuevo.


La Primera Matriz Perinatal: La Inocencia Edénica y la Llamada a la Aventura.


Aunque a menudo se pasa por alto, la primera matriz perinatal (el estado intrauterino ideal) se vincula con la fase inicial del Viaje del Héroe: el "mundo ordinario" antes de que la aventura comience. Es un estado de unidad, plenitud y ausencia de conflicto.

 * Viaje del Héroe: Se alinea con el "Mundo Ordinario". Antes de la irrupción del conflicto, el héroe (o el ser en el útero) vive en un estado de equilibrio, aunque sea inconsciente.

 * Arquetipo Junguiano: Representa el arquetipo del "Inocente" o la plenitud del "Yo Pre-diferenciado". Hay una conexión con el arquetipo de la Gran Madre o el Paraíso, donde todo está provisto y no hay necesidad de lucha.


La Segunda Matriz Perinatal: El Descenso al Bardo del Chönyid y la Ordalía.


Las contracciones comienzan cuando el cérvix aún no está abierto, generando una opresión física y existencial. Ustedes pueden sentir un descenso a un remolino de vorágine.

Al cortarse o disminuir bruscamente el flujo de oxígeno, surge una sensación de peligro casi omnipresente. Junto con este peligro existencial, se vive la pérdida del paraíso experimentado en la matriz perinatal anterior y una caída a un estado infernal. Esto recrea la experiencia de condena y castigo de Adán y Eva y su expulsión del paraíso, conectando con la simbología de los arquetipos bíblicos.

En esta matriz, junto con el pasaje a la tercera, se entrelaza la experiencia de agonía y éxtasis, que en la simbología de Jung se corresponde con el arquetipo de la muerte y el renacimiento.

La vivencia general es de estar abandonado a una angustiosa experiencia de desmoronamiento infinita. Hay un creciente peligro de perder la propia identidad, de quedarse sin referencias sobre lo que uno es, tanto interna como externamente.

No hay un origen definido del peligro, y el mundo entero se interpreta en términos paranoicos. Se tiene la experiencia de ser engullido, devorado por una entidad superior, ante la cual uno se encuentra totalmente impotente.

La conexión con experiencias vinculadas a esta matriz puede ir acompañada de gran ansiedad, peligro de muerte, impotencia, sufrimiento físico o emocional agudo, claustrofobia, etc. En una experiencia más transpersonal, esto puede vivenciarse como una conexión con el dolor de la humanidad, un tema recurrente en el existencialismo y la reflexión sobre el sufrimiento colectivo.

Eventos difíciles en nuestra vida, de gran presión y sin salida, pueden conectarnos con esta matriz, con la sensación de estar "entre la espada y la pared" o en un "callejón sin salida". Esto genera sentimientos de impotencia, rechazo, abandono o victimismo. Junto con estas vivencias, puede haber una gran desilusión ante la vida, que derive en depresión.

Cuando pasamos de la primera matriz perinatal a la segunda, la experiencia estática de fusión se transforma en una vivencia con un "otro" antagónico, donde podemos experimentar la polaridad de víctimas o victimarios. A medida que este proceso se integra, hay menos posibilidades de proyectarlo externamente o, directamente, de no experimentarlo en el mundo exterior.

Si esta segunda matriz es tóxica o patológica, se pasa de una experiencia oceánica a una amenazante, que busca destruir la existencia individual. Un hecho claro es que, si estamos vivos y mínimamente sanos, es porque logramos superar la "contracción Saturnina" (una alusión a la astrología y la influencia de Saturno como principio de limitación y estructura), transformándola en impulso para irrumpir en el mundo con más fuerza.

Para un ser incapacitado para formular un sentido del tiempo y el espacio, esta sensación de opresión puede durar una eternidad. En este punto, ustedes se identificarán, se percibirán como una víctima pasiva de la realidad, sintiendo que nada se puede hacer, lo que lleva a una profunda sensación de impotencia.

Las experiencias de destrucción tridimensional, de embudo o torbellino, que tiran del sujeto hacia un centro, son muy características de esta etapa. La principal característica es la experiencia de un peligro inminente de destrucción de la psique, que impone un movimiento unidireccional, sin posibilidades de modificar la situación. La sensación de que una fuerza exterior nos empuja a una situación inevitable que nos destruye.

El remolino engullidor representa un grave peligro para un organismo que flota libremente en el agua, imponiéndole un movimiento unidireccional. Una representación simbólica de la experiencia de esta matriz cuando es revivida en un estado alterado de conciencia la constituye la imagen de ser devorado por un leviatán gigantesco, un monstruo o una ballena. (El cuento de Jonás o Pinocho podrían ser ejemplos artísticos de este arquetipo).

El sujeto experimenta torturas físicas y psicológicas sin encontrar salida. Bajo la influencia de esta matriz, el sujeto no encuentra posibilidad alguna de algo positivo en su vida; hay una experiencia de inevitabilidad e impotencia frente a la existencia, acompañada de desesperación existencial y culpabilidad. Se vive la sensación de ser víctima de fuerzas destructivas de las cuales no se puede escapar y cuyas causas son casi siempre desconocidas.

 * Viaje del Héroe: Esta matriz se alinea con la "Negativa a la Llamada", el "Cruce del Primer Umbral" (hacia un mundo desconocido y peligroso), las "Pruebas, Aliados y Enemigos" y el "Acercamiento a la Cueva más Profunda". Es el descenso al inframundo, el punto de no retorno donde el héroe es confrontado con sus mayores miedos y desafíos. La sensación de ser "engullido por un leviatán" es un claro eco del mito de Jonás o del descenso al inframundo.

 * Arquetipo Junguiano: Los arquetipos de la "Sombra" (miedo, lo reprimido), el "Devorador" o el "Dragón" (la fuerza que engulle y retiene), y el "Guerrero" (que lucha por sobrevivir en medio de la adversidad) son centrales. También se manifiesta el arquetipo del "Rebelde" o el "Huérfano" en la sensación de abandono y victimismo. Es una confrontación con el inconsciente personal y colectivo en su aspecto más oscuro y desafiante.


 * Conexión con el Bardo Thödol (Libro Tibetano de los Muertos):


   Esta matriz se correlaciona directamente con el Bardo del Chönyid o "Bardo de la Realidad". Grof señala que las terribles experiencias de asfixia, presión, impotencia y la confrontación con figuras demoníacas en esta matriz reflejan los "terrores y apariciones aterradoras" descritas en el Bardo Thödol.

   Como Grof explica: "Los sujetos reviven vívidamente el infierno descrito en diversas mitologías, incluyendo las torturas de los reinos infernales del budismo y el hinduismo. Esta es una correspondencia notable con las descripciones del Bardo del Chönyid, donde el difunto se enfrenta a deidades pacíficas y furiosas que, si no se reconocen como proyecciones de la propia mente, pueden arrastrar al individuo a reinos inferiores de existencia." Es la etapa donde la mente proyecta sus miedos más profundos, manifestándose como las "deidades iracundas" que los tibetanos instruyen reconocer como ilusiones.


La Tercera Matriz Perinatal: El Bardo del Sidpa y la Lucha por la Liberación.


En la tercera matriz perinatal hay una compresión sobre el feto, pero se abre una salida uterina.

Se produce una conexión pasivo-agresiva entre la madre y el feto que se introyecta, influyendo en la relación del individuo con el mundo. Mediante esta interacción tensa de lucha, se activa la energía marciana (una referencia astrológica a Marte, el planeta de la acción y la irrupción), que facilita la irrupción en el mundo.

Puede haber una experiencia de la fragilidad de nuestra biología e individualidad en relación con los elementos exteriores de la realidad. Como parte de la dualidad inherente a la experiencia de esta matriz, podemos tener vivencias emocionales de identificación o posesión, que podríamos trascender al lograr una ecuanimidad, obteniendo una visión desde una perspectiva trascendental (aquí se vincula con el camino de la conciencia en el budismo).

En esta matriz, hay una sensación de asfixia, de no poder salir de la situación actual y la necesidad imperiosa de avanzar. Se da una polarización entre estados de esperanza y desesperanza, con la aparición de un atisbo de luz al final del túnel. Hay una esperanza de liberación cercana. Grof asocia esta fase con los relatos míticos de lucha y liberación que se encuentran en diversas culturas.

 * Viaje del Héroe: Corresponde a la "Ordalía" o la prueba suprema, el clímax de la confrontación. Es el momento de la verdad, donde la fuerza acumulada en la segunda matriz se emplea para buscar la salida. La "luz al final del túnel" es la "Recompensa" inicial, el vislumbre de la victoria.


 * Arquetipo Junguiano: El arquetipo del "Guerrero" en su máxima expresión de lucha activa y perseverancia. También el "Buscador" que no se rinde y el "Héroe" que encuentra la fuerza para empujar hacia la liberación. La esperanza que emerge representa la energía del "Creador" o el "Mago" que empieza a vislumbrar la posibilidad de transformar la realidad.

 * Conexión con el Bardo Thödol (Libro Tibetano de los Muertos):

   Esta matriz se alinea con la transición en el Bardo del Sidpa, el "Bardo del devenir" o "Bardo de la Reencarnación". Aquí, la conciencia está en movimiento, buscando una salida y una nueva encarnación. Las visiones de túneles o pasajes y la percepción de una "luz al final del túnel" son comunes tanto en las ECM como en las descripciones de esta fase perinatal y del Bardo.

   Como Grof observa, "las experiencias de lucha titánica, de ser arrastrado o expulsado con gran fuerza, y la aparición de una luz o una salida, son características compartidas. En el Bardo del Sidpa, el alma experimenta un fuerte deseo de renacer y busca activamente un nuevo cuerpo, a menudo siendo atraída por visiones que representan úteros o entradas a otros planos de existencia." Es la fase de la acción y el movimiento incesante hacia una nueva manifestación.


La Cuarta Matriz Perinatal: El Renacimiento y la Integración del Elixir.


En la cuarta matriz perinatal hay una sensación de liberación inminente y un lanzamiento hacia "fuegos purificadores".

En este punto, hay una fuerte identificación con el estado de renacimiento, que puede expresarse en la vivencia de símbolos universales como Kali, Osiris, Cristo, etc. Ustedes encontrarán en estos símbolos una resonancia profunda con la propia transformación.

En la cuarta matriz perinatal, se produce una muerte del feto que estaba casi fusionado con la madre, para nacer como individuo.

En la práctica budista, se busca disolver la deidad que se está visualizando para, tras fundirse en el vacío, reaparecer como la deidad. Esto es un entrenamiento para desidentificarse de una forma o ego y tomar encarnación de forma ecuánime, un claro ejemplo de la disolución del ego en el contexto budista.

Tras la experiencia de presión y lucha de las matrices anteriores, se siente un alivio al renacer. Esta primera "mudanza" o transformación va a condicionar la forma de atravesar cada transformación futura.

 * Viaje del Héroe: Esta fase engloba el "Camino de Retorno", la "Resurrección" y el "Regreso con el Elixir". El "lanzamiento hacia fuegos purificadores" puede ser una última prueba antes de la integración total. El nacimiento como individuo es la "resurrección" del héroe transformado, que trae consigo la sabiduría o el "elixir" de su experiencia para compartirlo con su comunidad.


 * Arquetipo Junguiano: El arquetipo del "Yo Unificado" o el "Sí Mismo" emergiendo del caos es central. Los símbolos de Kali (destrucción y creación), Osiris (muerte y renacimiento), y Cristo (sacrificio y resurrección) representan el arquetipo del "Transformador" o el "Sabio". La disolución del ego en el budismo se alinea con el arquetipo del "Iluminado" o el "Buda", donde la conciencia se expande más allá de la identificación personal.


 * Conexión con el Bardo Thödol (Libro Tibetano de los Muertos):

   Esta etapa final del proceso perinatal se asemeja al momento de la reencarnación consciente en una forma nueva, o la liberación última si se logra el reconocimiento total. Es el retorno del alma al mundo fenoménico, ya sea en una nueva existencia o trascendiendo el ciclo.

   Grof postula que "la resolución de la cuarta matriz perinatal a menudo coincide con experiencias de una profunda liberación espiritual, el surgimiento de sentimientos oceánicos y de unidad con el universo, así como la identificación con figuras de deidades luminosas y compasivas. Esto tiene un paralelismo asombroso con las instrucciones del Bardo Thödol para el momento de la muerte, donde se insta al practicante a reconocer la Clara Luz Primordial y, si eso no es posible, a reconocer las deidades apacibles que aparecen, facilitando así una buena reencarnación o la liberación del Samsara." Es el momento de la culminación del ciclo, donde la conciencia puede elegir su destino con mayor lucidez.

Conexiones Temáticas Adicionales

El rico simbolismo y las experiencias descritas en las matrices perinatales se entrelazan profundamente con otros campos de estudio que enriquecen nuestra comprensión de la psique humana:

 * Existencialismo: La "noche oscura del alma" y el "callejón sin salida" son metáforas potentes en la filosofía existencialista, que explora la angustia, la búsqueda de sentido ante la finitud y la confrontación con la libertad y la responsabilidad individual.

 * Astrología: Las referencias a la "contracción saturnina" y la "energía marciana" ilustran cómo la astrología simbólica ofrece una lente para entender estos ciclos de presión, lucha e irrupción. Los tránsitos planetarios reflejan estos "muertes y renacimientos" a nivel personal.

 * Arte: Estas fases de transformación se han representado extensamente en el arte. En la segunda matriz, obras que expresen claustrofobia, el infierno o la lucha interna; en la tercera y cuarta, el arte que simboliza el renacimiento, la iluminación o la trascendencia.


Bibliografía Comentada


 * Alighieri, Dante. La Divina Comedia. Trad. Ángel Crespo. Seix Barral, 2005.

   * Comentario: La fuente principal para el análisis del Infierno como la "noche oscura del alma" y el camino de purificación espiritual.

 * America. A Horse with No Name. Publicada en America, Warner Bros. Records, 1971.

   * Comentario: La letra de la canción, con su imaginería del desierto y el viaje, ofrece una rica veta para la interpretación simbólica de la disolución del ego y la búsqueda de la esencia.

 * Buda. Dhammapada. Varias ediciones.

   * Comentario: Colección de dichos y enseñanzas de Buda que profundizan en conceptos como el sufrimiento (dukkha), el apego y el camino hacia la liberación (nirvana), ofreciendo una perspectiva sobre la agonía como parte de la experiencia humana y el cese del sufrimiento a través de la comprensión.

 * Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras: Psicoanálisis del mito. Fondo de Cultura Económica, 2014.

   * Comentario: Obra fundamental que explora el "monomito" o "viaje del héroe", detallando las etapas arquetípicas que un individuo atraviesa en su proceso de transformación y autodescubrimiento. Es crucial para entender la dinámica de muerte y renacimiento.

 * Eliot, T. S. Poesía reunida. Alianza Editorial, 2017.

   * Comentario: La obra de Eliot, y en particular poemas como Miércoles de Ceniza o La Tierra Baldía, a menudo exploran temas de muerte, renacimiento espiritual, decadencia y redención, resonando con la experiencia de agonía y éxtasis en la transformación humana.

 * Evanescence. Take Back My Life. Publicada en The Bitter Truth, BMG Rights Management, 2021.

   * Comentario: La letra de esta canción ofrece un contraste con "One", mostrando un proceso de agonía que culmina en un renacimiento activo y empoderador, ideal para el análisis de la Matriz Perinatal IV y el arquetipo del Renacimiento.

 * Evans-Wentz, W. Y. (Ed.). El Libro Tibetano de los Muertos: O La Gran Liberación por Audición en el Bardo. Sirio, 2014.

   * Comentario: Edición clásica del Bardo Thodol, un texto fundamental del budismo tibetano que describe los estados intermedios (bardos) entre la muerte y el renacimiento, ofreciendo una guía para la conciencia del difunto y una profunda reflexión sobre la vida, la muerte y la liberación.

 * Frankl, Viktor E. El hombre en busca de sentido. Herder, 2015.

   * Comentario: Ofrece una perspectiva existencialista sobre la búsqueda de sentido, incluso en las circunstancias más adversas, resonando con la "noche oscura del alma" y la superación de la desesperación.

 * Goethe, Johann Wolfgang von. Diván de Oriente y Occidente. Cátedra, 2005.

   * Comentario: Obra cumbre de la poesía alemana que, aunque vasta, incluye profundas reflexiones sobre la vida, la muerte y la transformación del individuo, como se evidencia en la cita inicial del artículo.

 * Grof, Stanislav. La aventura del autodescubrimiento: Psicoterapia, muerte y trascendencia. La Liebre de Marzo, 2005.

   * Comentario: Grof explora experiencias no ordinarias de conciencia, incluyendo las experiencias cercanas a la muerte y los estados de aprisionamiento, que enriquecen la comprensión de la agonía y la disolución del ego descritas en las obras. Esencial para la conexión con la Matriz Perinatal I.

 * Grof, Stanislav. La experiencia holotrópica: Tres décadas de investigación en la conciencia. Kairós, 2014.

   * Comentario: Detalla las fases de la Matriz Perinatal IV y la dinámica de muerte-renacimiento, permitiendo una comprensión más profunda de la negación del renacimiento en la canción "One" y la resolución en "Take Back My Life".

 * Grof, Stanislav. Psicología del futuro: Lecciones de las investigaciones modernas de la conciencia. La Liebre de Marzo, 2002.

   * Comentario: Ofrece una visión ampliada de las experiencias transpersonales y las matrices perinatales, especialmente relevante para la Matriz Perinatal III y el simbolismo del túnel/pasaje.

 * Grof, Stanislav. Psicología transpersonal: Nacimiento, muerte y trascendencia. Kairós, 2010.

   * Comentario: Profundiza en las matrices perinatales, siendo crucial para el análisis de la Matriz Perinatal II y la experiencia de aprisionamiento.

 * Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Trotta, 2009.

   * Comentario: Una de las obras filosóficas más influyentes del siglo XX, donde Heidegger explora la noción del "ser para la muerte" (Sein zum Tode) como una característica fundamental de la existencia humana, crucial para comprender la autenticidad y la finitud.

 * Jodorowsky, Alejandro y Costa, Marianne. La vía del Tarot. Sirio, 2004.

   * Comentario: Una interpretación profunda y psicomágica de los arcanos mayores del Tarot, que ofrece una visión rica y simbólica de la carta de la Muerte como un proceso de transformación radical y necesaria, así como su conexión con El Loco y el Juicio.

 * Jung, Carl Gustav. Los arquetipos y el inconsciente colectivo. Trotta, 2012.

   * Comentario: Fundamental para comprender los conceptos de la sombra, los arquetipos (como el Colgado y el Animal Guía), la noche oscura del alma y el inconsciente colectivo, que son la base para entender las tendencias destructivas y la confrontación con lo infernal en el viaje del héroe.

 * Jung, Carl Gustav. Psicología y alquimia. Paidós, 1995.

   * Comentario: Esencial para la conexión con los procesos alquímicos como la Nigredo y la disolución de la materia (ego) para la transformación, y el simbolismo del Fénix.

 * Jung, Carl Gustav. Símbolos de transformación. Paidós, 2009.

   * Comentario: Profundiza en los símbolos arquetípicos de muerte y renacimiento, como el Ave Fénix, que son clave para entender la transformación psíquica.

 * Kierkegaard, Søren. El concepto de la angustia. Alianza Editorial, 2011.

   * Comentario: Obra clave del existencialismo que explora la angustia como una experiencia fundamental del ser humano, ligada a la libertad y la posibilidad, sirviendo como catalizador para el autoconocimiento y la transformación, resonando con la agonía previa al éxtasis.

 * Metallica. One. Publicada en ...And Justice for All, Elektra Records, 1988.

   * Comentario: La letra de esta canción es un caso extremo y potente para analizar la agonía del desmembramiento y la negación del renacimiento como formas de disolución del ego.

 * Moody, Raymond A. Vida después de la vida. Editorial Planeta, 2006.

   * Comentario: Una obra pionera en el estudio de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), que recopila testimonios y patrones comunes, ofreciendo una perspectiva valiosa sobre la naturaleza de la conciencia más allá de la experiencia física y su impacto transformador.

 * Shakespeare, William. Hamlet. Ed. y trad. Luis Astrana Marín. Austral, 2010.

   * Comentario: La obra original de la cual se extraen los monólogos de Hamlet, esenciales para el análisis de la visión nihilista y la confrontación con la impermanencia.

 * Thoreau, Henry David. Walden. Alianza Editorial, 2015.

   * Comentario: Reflexión profunda sobre la vida sencilla y la conexión con la naturaleza, que a menudo invita a la introspección y a la disolución de las convenciones sociales para encontrar la verdadera esencia del ser, lo que se alinea con la idea de "perderse para encontrarse".



Cap 5. La comprensión liberadora tras la experiencia.




Filosofía de la comprensión Liberadora tras la experiencia.


El ser humano, a diferencia de otros seres, tiene la singular capacidad de tomar conciencia de su propia existencia y, crucialmente, de que esta existencia dejará de acontecer. Tenemos la certeza ineludible de que vamos a morir, de que todo finaliza. Es esta conciencia de la finitud y la impermanencia la que nos empuja a cuestionarnos: ¿cuál es el sentido de todo esto?

Paradójicamente, mientras la vida transcurre, a menudo nos percibimos no tanto en nosotros mismos como seres vivientes, sino casi siempre en relación con otros, en un constante "ser con otros". Esta interconexión es fundamental, ya que construimos un sentido o razón de existir, aunque en muchos casos no seamos plenamente conscientes de ello. A lo largo de nuestra vida, forjamos una identidad a la que nos aferramos, a menudo a pesar del sufrimiento que pueda generarnos. Esta identidad puede convertirse en una suerte de máscara, detrás de la cual nos escondemos y ocultamos nuestros temores más profundos. Tememos, y hasta nos angustiamos, ante la única certeza irrefutable de esta existencia: su impermanencia.

La verdadera liberación no proviene de ignorar o negar este hecho fundamental, sino de comprender en profundidad la naturaleza de nuestra experiencia, especialmente la de la finitud y el cambio. Esta comprensión, lejos de paralizarnos, tiene el poder de transformarnos, de liberarnos de las cadenas de la ilusión y el apego que nos causan sufrimiento.

Despertar de las Sombras: La Visión Platónica de la Liberación

Aquí es donde la filosofía platónica ofrece una poderosa clave para esta comprensión liberadora. Platón, a través de su famosa Alegoría de la Caverna en La República, nos invita a contemplar la existencia humana como la de prisioneros encadenados desde su nacimiento en el fondo de una cueva. Lo único que perciben son sombras proyectadas en una pared, tomándolas por la única y verdadera realidad.

Para Platón, estas sombras representan el mundo sensible, la realidad que percibimos a través de nuestros sentidos: lo efímero, lo cambiante, lo ilusorio. La comprensión liberadora comienza cuando uno de estos prisioneros es liberado y forzado a girar su cabeza. Inicialmente, la luz le ciega, le duele, le resulta incómodo. Pero, si persiste, si asciende por la escarpada cuesta y sale al exterior de la caverna, finalmente puede contemplar el Sol mismo y los objetos en su verdadera forma.

Este ascenso y la visión del Sol simbolizan el acceso al Mundo de las Ideas (o Formas), el reino de la verdad, la esencia inmutable y la realidad auténtica. Aquí, las Ideas (como la Belleza en sí o el Bien en sí) son la verdadera realidad, y el mundo sensible que habitamos es solo una copia imperfecta. La liberación, en este contexto, es un despertar de la ignorancia de las sombras para contemplar la luz de la verdad.

Desde esta perspectiva, nuestro aferramiento a identidades efímeras y la ansiedad por la impermanencia podrían ser vistos como una persistencia en la contemplación de las "sombras". La muerte, en la visión platónica, no es necesariamente un final trágico, sino una potencial liberación del alma (inmortal y preexistente para Platón) de las ataduras del cuerpo, esa "cárcel" terrenal. Es una oportunidad para que el alma contemple el Mundo de las Ideas de forma más pura y directa, trascendiendo las ilusiones del mundo sensible.

En su diálogo Fedón, Platón, a través de Sócrates, profundiza en esta idea:

> "Los que filosofan rectamente, Sócrates, no hacen otra cosa que disponerse a morir y a ser muertos." (Platón, Fedón, 64a)


Esta afirmación no sugiere un deseo literal de acabar con la vida física, sino una preparación constante del alma para su separación del cuerpo. El verdadero filósofo se "ejercita en morir en vida" al desapegarse de las pasiones y los placeres corporales, considerados obstáculos para el conocimiento puro. Es una muerte simbólica y progresiva de las limitaciones de lo físico, para ascender a la contemplación de lo inteligible. El conocimiento de las Ideas es, entonces, una forma de "morir" a la ignorancia del mundo sensible y "renacer" a la verdadera realidad. Esta experiencia de "muerte y renacimiento" no es necesariamente física, sino una transformación de la conciencia.

El dualismo platónico, que separa el mundo sensible del inteligible, nos muestra que el alma pertenece a este último. El proceso de anamnesis (reminiscencia) es el recuerdo de estas Ideas que el alma ya conoció antes de su encarnación. Así, la conciencia de la finitud no sería un callejón sin salida, sino un recordatorio urgente de que hay una realidad superior. La comprensión liberadora, entonces, no es solo del miedo a la muerte física, sino de la ignorancia y la ilusión de que lo efímero es lo único real.


El Cese del Sufrimiento: La Liberación Budista de la Ignorancia.


En un eco sorprendente a la búsqueda platónica de la liberación de la ilusión, la filosofía budista aborda la experiencia del "fin" no solo como la muerte física, sino como la liberación de la ignorancia (Avidyā) y el ciclo del sufrimiento (Dukkha). Para el budismo, el apego a la identidad individual y a las formas cambiantes del mundo sensible es la raíz de todo padecimiento.

Conceptos fundamentales como la impermanencia (Anicca) son centrales. Todo lo que existe, incluyendo nuestro cuerpo, mente, emociones y relaciones, está en constante cambio:

> "Todo lo que surge, decae. Realicen esto con diligencia." (Últimas palabras de Buda, según el Mahāparinibbāna Sutta).


Esta máxima budista no es una condena, sino una invitación a la comprensión profunda de la naturaleza de la realidad. Aceptar la impermanencia es el primer paso para la liberación. La experiencia de "muerte" aquí puede interpretarse como el fin de una forma de ser, de un apego, de una creencia ilusoria. Cada vez que soltamos una identidad rígida o una percepción errónea de la realidad, experimentamos una especie de "muerte" de esa vieja forma y un "renacimiento" en una nueva y más liberada conciencia. Aquí, la liberación es un proceso continuo de desapego y comprensión.


La filosofía budista se asienta en las Cuatro Nobles Verdades, reveladas por Buda, que ofrecen un camino claro hacia la liberación del sufrimiento:


 * La Verdad del Sufrimiento (Dukkha): La vida, tal como la experimentamos en nuestro estado de ignorancia, es insatisfactoria y frustrante.

 * La Verdad del Origen del Sufrimiento (Samudaya): El sufrimiento surge del apego y el anhelo (tanha) por cosas impermanentes. La ignorancia es la raíz.

 * La Verdad de la Cesación del Sufrimiento (Nirodha): Es posible poner fin al sufrimiento mediante la eliminación del apego y la ignorancia. Esto es Nirvana.

 * La Verdad del Sendero que Conduce a la Cesación del Sufrimiento (Magga): Existe un camino práctico, el Óctuple Sendero, que incluye la comprensión, el pensamiento, el habla, la acción, el sustento, el esfuerzo, la atención plena y la concentración correctas.


Como explica la Venerable Thubten Chodron en sus enseñanzas:

> "La ignorancia es la raíz de todo nuestro sufrimiento... Si quitamos esa raíz, el sufrimiento no puede crecer." (Basado en las enseñanzas de Thubten Chodron).

Esta "ignorancia" es la falta de comprensión de la verdadera naturaleza de la realidad, especialmente la impermanencia (Anicca), la insatisfactoriedad (Dukkha) y la ausencia de un yo permanente e independiente (Anatta). Es esta ignorancia la que nos hace aferrarnos a lo transitorio y, por ende, nos condena al sufrimiento. La comprensión liberadora, en este contexto, es un despertar a estas verdades profundas.

Cuando el budismo habla de la "muerte de la ignorancia" o el "fin del ego", se refiere a un proceso de desidentificación de esas construcciones mentales que nos causan dolor. Es una "muerte" a la ilusión de separación y un "renacimiento" a una conciencia de interconexión y vacuidad (sunyata), donde las cosas se ven "como son" –es decir, interdependientes y sin esencia inherente. Esta comprensión radical disuelve el sufrimiento y permite una experiencia más plena y auténtica de la existencia, liberada de las ilusiones del apego y la permanencia.


La Libertad Radical: La Comprensión Existencialista de la Autenticidad.


Mientras que Platón y el budismo ofrecen caminos de liberación a través de la comprensión de verdades universales, la filosofía existencialista nos confronta con una forma de liberación distinta: la que nace de la conciencia de nuestra libertad radical y la ausencia de un sentido preestablecido. Para autores como Jean-Paul Sartre o Albert Camus, la vida no tiene un propósito inherente que descubrir, lo cual puede parecer desolador.


En su obra seminal, El existencialismo es un humanismo, Sartre sentencia:

> "La existencia precede a la esencia." (Jean-Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo)

Esta frase es el pilar de la libertad existencialista. Significa que el ser humano primero existe, y solo después se define a sí mismo a través de sus elecciones y acciones. No hay una naturaleza humana predefinida, ni un plan divino. Somos lo que hacemos de nosotros mismos.

Esta libertad, sin embargo, no es un regalo ligero; conlleva una angustia (angoisse) inmensa, pues somos condenados a ser libres. Condenados porque no nos hemos creado a nosotros mismos y, sin embargo, somos enteramente responsables de todo lo que hacemos. No podemos culpar a nada externo por nuestras decisiones. Esta es la carga de la responsabilidad total. La angustia surge de darnos cuenta de que, sin un "sentido" externo o una guía, somos los únicos arquitectos de nuestros valores y de nuestra existencia.

Para el existencialismo, la comprensión liberadora llega cuando asumimos plenamente esta libertad y responsabilidad. Es una liberación del autoengaño (mala fe), de las excusas que construimos para evitar nuestra libertad, como culpar a la "sociedad" o a la "naturaleza humana" de nuestras elecciones. La mala fe es el intento de escapar de la angustia de la libertad, de pretender que somos cosas, con una esencia fija, en lugar de seres conscientes y libres.

Albert Camus, por su parte, en su ensayo El mito de Sísifo, aborda la noción de lo absurdo. El absurdo nace del choque entre nuestra innata necesidad de encontrar sentido y el silencio irracional del universo. No hay un significado trascendente que nos espere. ¿Cómo vivir entonces?

 Camus propone la revuelta: no hay que huir del absurdo, sino confrontarlo, abrazarlo y vivir plenamente a pesar de él.

> "No hay destino que no se venza con el desprecio." (Albert Camus, El mito de Sísifo)

Para Camus, la comprensión de lo absurdo es el punto de partida para una vida liberada. Sísifo, condenado a empujar una roca cuesta arriba solo para verla rodar de nuevo, es el héroe absurdo. Su liberación no reside en un final feliz, sino en la conciencia y el desprecio de su destino. En el momento en que desciende la montaña para buscar su roca, es dueño de su destino, superior a su roca. Es en ese instante de pura conciencia del absurdo donde reside la felicidad.

La comprensión liberadora para el existencialista no es trascender el mundo físico a un reino de ideas, ni eliminar el sufrimiento a través de la disolución del ego. Es, en cambio, la liberación de la ilusión de un significado preexistente y la audacia de crear nuestro propio sentido en un mundo indiferente. Es asumir la carga de nuestra libertad, vivir con autenticidad y elegir nuestros proyectos, incluso frente a la certeza de la muerte y la ausencia de un propósito externo. En esta aceptación radical de la finitud y la responsabilidad, el individuo se libera para construir su propio valor y significado.


La Angustia del Sin Sentido y la Búsqueda Humana.


Si todo lo que nos sucede, incluida nuestra existencia, es resultado del azar, y si nuestra existencia también lo es, entonces ¿careceríamos de sentido? ¿Estamos dispuestos a asumir el vacío de sentido de nuestra existencia? Para el existencialismo y para la filosofía budista, es precisamente la evasión de esta realidad lo que genera el ego individual y, con ello, los sufrimientos de una forma de vida superficial.

Nuestras decisiones —grandes o pequeñas— configuran nuestra esencia, construyen nuestra identidad y nuestra máscara. Detrás de la búsqueda de un sentido, hay también la necesidad de sintetizar racionalmente una existencia humana que adquiere, a lo largo de su transcurso, múltiples sentidos en los diversos aspectos de nuestro ser que van cambiando.

La existencia humana en sí, vista claramente, es angustiante. Nacemos sin saber por qué o para qué, y tenemos certeza de que vamos a morir y de que todo lo que construimos se desvanecerá. Nuestra existencia individual es, en su aspecto objetivo, irrelevante frente a la infinitud del tiempo y del espacio. Lo que podemos haber hecho puede trascender por un tiempo, pero a la larga todo será borrado por los vientos del tiempo.

Lo que somos o vivimos entonces ¿tiene valor o significatividad para nosotros? Esto nos remite a un estado de soledad frente a la existencia. Partimos solos con nuestro espíritu de este mundo y así llegamos a él. Claro que podemos transitar acompañados hasta el último instante, pero no por ello perdemos nuestra condición de viajeros solitarios del cosmos.

Frente a este hecho irrefutable, el sentido de la vida es un sinsentido en el mundo de los resultados objetivos. Todo lo que hacemos o logramos no tendría sentido porque es descompuesto, desintegrado por la impermanencia omnipresente y por la irrebasable muerte en el trágico final. Lo que hacemos es efímero, nosotros también lo somos, y las personas o entes en referencia a quienes somos o hacemos en general también lo son.


La Construcción del Sentido Compartido y la Conciencia Trascendental.


La existencia tiene un final; frente a ese final, buscamos que tenga o haya tenido un sentido o una razón de ser. Muchas veces proyectamos el sentido de la propia existencia en la utilidad o necesidad de los otros: nuestros hijos, la comunidad, la pareja, etc. El sentido de la vida, así, se convierte en algo que construimos en la experiencia con un otro. Con ese otro, edificamos un sentido común, que es la existencia compartida.

La existencia humana pareciera no bastar con "ser y ya está"; parece que tenemos la necesidad de modificar algo. Hay en el ser humano una necesidad de felicidad, de superar el sufrimiento que nos sobredetermina. Y ello solo sería posible trascendiéndonos en lo cotidiano.

Para la ciencia, nuestra propia vida y lo que ocurre es resultado del azar. Pero, ¿es azaroso quiénes son nuestros familiares o las personas significativas que encontramos? En general, tendemos a creer que hay un destino y una forma de plan o razón de ser en lo que nos ocurre. Sin embargo, la mayoría de los seres humanos no le dan un sentido o un propósito consciente a la existencia, viviendo casi toda la vida en un modo de reacción a la realidad exterior y a los requerimientos del ego.

El tomar conciencia de la finitud de la existencia humana nos enfrenta a la realidad de que tenemos una existencia y a la necesidad de encontrarle un sentido. La comprensión liberadora no elimina la finitud, sino que nos permite relacionarnos con ella de una forma distinta, más plena y menos dominada por el miedo. Es en esta profunda comprensión de la impermanencia, de la ilusión de un "yo" permanente y de la verdadera naturaleza de la realidad, donde reside el potencial para una vida más auténtica y liberada.

Conclusión: Los Senderos hacia la Comprensión Liberadora

Hemos explorado tres grandes senderos filosóficos que, desde distintas perspectivas, convergen en la idea de una comprensión liberadora frente a la experiencia de la existencia y su final.

Desde la visión platónica, la liberación surge de un despertar intelectual y espiritual, una "muerte" a la ilusión del mundo sensible para "renacer" a la contemplación de las verdades inmutables del Mundo de las Ideas. La conciencia de la finitud del cuerpo se convierte en un trampolín hacia la trascendencia del alma.

Para la filosofía budista, la liberación del sufrimiento es el resultado de una profunda comprensión de la impermanencia y la ausencia de un yo fijo, disolviendo la ignorancia que nos ata al ciclo de apego y padecimiento. Cada acto de desapego es una "muerte" a una forma de ilusión y un "renacimiento" a una conciencia más clara y compasiva.

Finalmente, el existencialismo nos ofrece una liberación nacida de la aceptación de nuestra libertad radical y la responsabilidad inherente a ella. Frente a un universo sin sentido inherente, la comprensión de que "la existencia precede a la esencia" nos libera para ser los creadores de nuestro propio significado, asumiendo la angustia y el absurdo como catalizadores de una vida auténtica.

Aunque sus aproximaciones difieren en sus fundamentos metafísicos, estas corrientes comparten la premisa de que una verdadera comprensión de nuestra experiencia existencial —ya sea de la realidad detrás de las sombras, de la naturaleza del sufrimiento o de la carga de nuestra libertad— nos conduce a una forma de liberación. No una liberación de la existencia misma, sino de las cadenas de la ignorancia, el apego o el autoengaño que nos impiden vivir plenamente y afrontar el final con una conciencia más profunda y serena. Este es el fundamento sobre el cual podemos construir futuras reflexiones sobre la simbología, la astrología y el arte.


Bibliografía Comentada.


Aquí se presentan las obras fundamentales que sustentan las ideas exploradas en este capítulo sobre la comprensión liberadora de la experiencia:

 * Platón. La República. Obra cumbre de la filosofía platónica, esencialmente para comprender la Alegoría de la Caverna (Libro VII). Esta alegoría es una metáfora central para la tesis de este artículo, representando el camino del conocimiento, el despertar de la ilusión del mundo sensible y el ascenso a la contemplación de las Ideas. Subraya la liberación a través de la comprensión de una realidad superior.

 * Platón. Fedón. Este diálogo socrático es crucial para entender la concepción platónica del alma, su inmortalidad y su relación con el cuerpo. La idea de que "filosofar es prepararse para morir" (64a) es directamente citada y analizada, mostrando cómo la muerte no es un fin, sino una liberación del alma y una oportunidad para el conocimiento más puro.

 * Sartre, Jean-Paul. El existencialismo es un humanismo. Texto fundamental para entender los pilares del existencialismo ateo. La afirmación central de que "la existencia precede a la esencia" establece la libertad radical y la responsabilidad absoluta del ser humano. Es clave para comprender la liberación no como una trascendencia a un plano superior, sino como la autenticidad de asumir la propia libertad y la creación personal del sentido frente a la ausencia de un propósito predeterminado.

 * Camus, Albert. El mito de Sísifo. Este ensayo explora la noción de lo absurdo y la confrontación del ser humano con la falta de sentido inherente en el universo. La "revuelta" y el "desprecio" ante el destino de Sísifo ilustran una forma de liberación a través de la conciencia y la aceptación valiente de lo absurdo. Permite entender cómo la felicidad puede ser encontrada en la plena conciencia de la propia existencia, incluso sin un sentido trascendente.

 * Theragatha y Therigatha (Textos Pali del Canon Budista). Estos textos antiguos, parte del Canon Pali, contienen versos de monjes (Theragatha) y monjas (Therigatha) que vivieron en los tiempos de Buda. Sus versos reflejan la experiencia directa de la impermanencia (Anicca), el sufrimiento (Dukkha) y el no-yo (Anatta), y el camino hacia la liberación (Nirvana). Aunque no se cita un Sutra específico en el texto, estos compendios son representativos de la sabiduría budista original sobre la cesación del sufrimiento a través de la comprensión profunda de la realidad.

 * Chodron, Thubten. La alegría de vivir y morir bien (o títulos similares sobre las enseñanzas budistas). Las enseñanzas de la Venerable Thubten Chodron, monja budista tibetana, son una excelente fuente contemporánea que clarifica conceptos budistas complejos para el lector occidental. Sus obras a menudo enfatizan las Cuatro Nobles Verdades y la importancia de la eliminación de la ignorancia y el apego como camino hacia la liberación del sufrimiento, reforzando la idea de una "muerte" no física, sino de la ilusión del ego.


Expresiones Artísticas de la Comprensión Liberadora: 



El Viaje a través de la Ilusión en "Dark".


El arte, en sus múltiples formas —música, cine, series— ha sido siempre un espejo de la condición humana, un medio para explorar y expresar las más profundas preguntas existenciales. Desde la angustia y la búsqueda de sentido hasta la liberación de las ilusiones y el despertar de la conciencia, las obras artísticas nos invitan a un viaje introspectivo. La comprensión liberadora no es solo un concepto filosófico, sino una experiencia visceral que se manifiesta cuando descorremos los velos de la percepción y confrontamos la verdad de nuestra existencia. En este sentido, ciertas creaciones artísticas se convierten en auténticos faros que iluminan el camino hacia la autenticidad y la trascendencia.

A continuación, profundizaremos en una de estas obras maestras contemporáneas: la serie "Dark" de Netflix. Analizaremos cómo su compleja narrativa se entrelaza con las ideas filosóficas de Platón, el pesimismo metafísico de Schopenhauer y los principios del budismo, revelando los puntos de coincidencia en el cuestionamiento de la experiencia y la búsqueda de una liberación genuina. Además, exploraremos las potentes conexiones con los arcanos del Ermitaño y el Juicio del Tarot, símbolos arquetípicos de la introspección y la revelación transformadora.


"Dark": Un Viaje Cíclico hacia la Verdad de la Existencia.


La serie alemana "Dark" es una epopeya narrativa que teje el destino de cuatro familias interconectadas a través de viajes en el tiempo. Más allá de su intrincado rompecabezas temporal, la serie es una profunda meditación sobre el determinismo, el libre albedrío, el sufrimiento y la búsqueda de liberación. A lo largo de sus tres temporadas, "Dark" obliga a sus personajes –y a su audiencia– a confrontar la naturaleza cíclica de su existencia y la dolorosa verdad que se esconde detrás de la aparente realidad.

El Velo de la Ilusión: La Caverna Platónica en Winden

La premisa central de "Dark" resuena poderosamente con la alegoría de la caverna de Platón. Los habitantes de Winden, el pueblo donde se desarrolla la trama, viven atrapados en un bucle temporal que se repite una y otra vez. Aunque perciben sus vidas como lineales y sus decisiones como libres, están, en realidad, encadenados a un patrón preestablecido. Las "sombras" en la pared de su caverna son las repeticiones de eventos trágicos, las relaciones predestinadas y la ilusión de control que les impide ver la verdadera naturaleza de su existencia.

Platón sostenía que el mundo fenoménico es una mera sombra del mundo de las Ideas. En "Dark", el bucle temporal mismo actúa como esta caverna. Los personajes, como los prisioneros de Platón, interpretan las sombras (los eventos recurrentes, los déjà vu, las desapariciones) como su realidad inmutable, sin comprender que hay una maquinaria oculta —el "nudo"— que proyecta esas sombras. La revelación de la existencia de mundos paralelos y la interconexión de sus linajes es el equivalente a salir de la caverna: una verdad deslumbrante y dolorosa que desintegra toda su percepción de la realidad.

 * Diálogo clave: El aforismo de Adam, "El fin es el principio, y el principio es el fin", encapsula perfectamente la naturaleza de esta caverna cíclica. No hay escapatoria aparente; cada fin es un renacimiento forzado de la misma ilusión, la misma condena.

 * Conexión con Platón: Esta idea de un ciclo ineludible y una percepción engañosa de la realidad es el corazón de la caverna platónica. Los personajes de "Dark" están, sin saberlo, en la misma situación que los prisioneros de Platón, quienes "no vieron otra cosa de sí mismos ni de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí". La creencia de que cada "fin" es solo un "principio" refuerza la imposibilidad de salir del engaño sin una revelación externa. La verdad, como para Platón, solo se alcanza al girar la cabeza y ver la fuente de las sombras, un acto doloroso de desilusión.

El Sufrimiento Inevitable: Ecos de Schopenhauer y el Budismo

La filosofía de Arthur Schopenhauer se caracteriza por su visión pesimista de la existencia, donde la voluntad es una fuerza ciega e irracional que nos impulsa a desear y, por ende, a sufrir. Para Schopenhauer, la vida es un constante oscilar entre el deseo y el aburrimiento, y el sufrimiento es inherente a la existencia. "Dark" es una profunda exploración de este sufrimiento perpetuo. Los personajes están atrapados en un ciclo de pérdida, traición y desesperación que se repite con cada bucle. Sus vidas están marcadas por la angustia existencial, la soledad y la incapacidad de cambiar su destino. El amor, lejos de ser una fuente de felicidad, a menudo se convierte en el motor de su dolor y de la perpetuación del ciclo.

Esta visión resuena con la primera Noble Verdad del budismo: Dukkha (el sufrimiento). El budismo enseña que la existencia es inherentemente insatisfactoria y está marcada por el apego (el deseo) y la ignorancia de la verdadera naturaleza de la realidad (el velo de Maya). Los personajes de "Dark" están profundamente apegados a sus seres queridos, a sus roles, a la idea de un futuro que no llega. Esta ignorancia sobre la verdadera causa del bucle los mantiene encadenados al Samsara (el ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento, pero también el ciclo de sufrimiento existencial).

 * Diálogo clave: Noah, en su búsqueda retorcida de un "paraíso", afirma: "Dios sacrificó a su propio hijo. Nosotros tenemos que sacrificar lo que amamos para crear un paraíso." Esta línea, aunque distorsionada en su contexto, subraya la idea de que la vida en el bucle exige un sacrificio constante y que el sufrimiento es el precio de una supuesta redención. La redención, en este contexto, no es una liberación, sino la perpetuación de un dolor que se cree necesario.

 * Conexión con Schopenhauer: Schopenhauer diría que esta "voluntad" de crear un paraíso, aunque implique sacrificio, es otra manifestación de la ciega voluntad de vivir, que es la raíz del sufrimiento. La obsesión de los personajes con sus "misiones" y la repetición de los ciclos de dolor, a pesar de sus intenciones, ilustra perfectamente su visión: "Todo deseo nace de una necesidad, de una privación, de un sufrimiento. Cuando se satisface un deseo, se genera otro; y si no se satisface, se sufre." Los personajes de "Dark" nunca están realmente satisfechos; un deseo es reemplazado por otro, y el sufrimiento persiste.

La Búsqueda de Liberación y Redención: Rompiendo el Samsara

A pesar del determinismo y el sufrimiento, "Dark" también explora la imperiosa necesidad de liberación. Los personajes principales, Adam (un Jonas envejecido) y Eva (una Martha envejecida), cada uno desde su perspectiva, buscan romper el bucle. Sin embargo, sus métodos iniciales son egoicos y solo perpetúan el sufrimiento, demostrando cómo la búsqueda de liberación puede volverse una nueva forma de apego si no se basa en una comprensión profunda de la realidad.

La verdadera liberación en "Dark" llega con la comprensión del Origen, la fuente del nudo que entrelaza los mundos. Esta revelación, impulsada por la sabiduría de Claudia Tiedemann, es el equivalente budista a la iluminación, el Nirvana: la comprensión de la causa del sufrimiento y el camino para extinguirlo. La ruptura del ciclo no es a través de la violencia o la manipulación, sino a través de un acto de auto-sacrificio y no-existencia por parte de los "Jonas y Martha originales", quienes evitan el nacimiento de la paradoja que creó los mundos entrelazados. Su "muerte" existencial es el acto redentor definitivo.

 * Diálogo clave (Jonas y Martha originales en el momento previo a entrar al "mundo origen"):

   * Jonas: "¿Qué estás haciendo aquí?"

   * Martha: "He venido a liberarte. A liberarnos."

     Esta es la culminación del viaje. La verdadera liberación no proviene de la manipulación de los ciclos, sino de un acto consciente de trascendencia, donde el ego individual se disuelve para el bien mayor. La redención no es para un individuo, sino para un linaje de sufrimiento. La no-existencia de Jonas y Martha en ese "mundo origen" es la liberación del Samsara para todos los demás, permitiendo que un mundo coexista en paz, libre de los ciclos y el dolor.

 * Conexión con Platón y Schopenhauer: La Comprensión del Ermitaño y el Juicio Interior:

   Para Platón, la liberación se logra a través del ascenso intelectual y moral que nos permite contemplar las Ideas, el conocimiento verdadero que nos libera de las sombras. Cuando los "verdaderos" Jonas y Martha finalmente comprenden el origen y actúan para disolverlo, están actuando desde un nivel de conocimiento que trasciende las apariencias ilusorias de sus respectivos mundos. Este proceso de revelación y comprensión se alinea con el arcano del Ermitaño del Tarot. El Ermitaño, con su lámpara en alto, simboliza la introspección profunda, la búsqueda de la verdad en la soledad y la sabiduría que se obtiene al iluminar el propio camino interior. Es el momento en que los personajes, al igual que el Ermitaño, se retiran del caos y el ruido del ciclo para buscar la verdad esencial que está oculta. La "lámpara" del Ermitaño es la comprensión que les permite ver el "nudo" en su totalidad, la verdad que ha permanecido velada.

   Schopenhauer, por su parte, proponía la liberación del sufrimiento a través de la negación de la voluntad de vivir, una ascética renuncia a los deseos. La decisión final de Jonas y Martha de sacrificar su propia existencia para romper el bucle y liberar a los demás puede verse como la negación definitiva de su propia voluntad individual de existir, disolviendo el "nudo" de sufrimiento que los ataba. Es la comprensión de que su propia existencia (y sus deseos, apegos y sufrimientos) es la raíz del problema, y que la única forma de verdadera liberación es trascenderla.

 * Diálogo final (Jonas y Martha cuando se dan la mano antes de desvanecerse):

   * Jonas: "Quizás la vida es solo un camino. Un camino para llegar a la muerte."

   * Martha: "Pero en ese camino, no estamos solos."

     Esta última interacción es el punto más cercano a una redención budista. Aceptan la impermanencia y la muerte como parte del camino, pero encuentran consuelo y significado en la conexión. El acto de su disolución conjunta es un gesto de compasión que pone fin al sufrimiento de innumerables generaciones. La liberación se logra a través del desapego y el sacrificio, llevando a un verdadero "renacimiento" para el mundo origen.

 * Conexión con el Budismo: El Juicio y la Liberación del Samsara:

   La aceptación de la impermanencia y el sufrimiento como parte de la existencia es fundamental en el budismo. La afirmación de Jonas, "Quizás la vida es solo un camino. Un camino para llegar a la muerte", es una aceptación de Anicca (impermanencia) y Dukkha (sufrimiento). La respuesta de Martha, "Pero en ese camino, no estamos solos", aunque breve, apunta a la compasión (Karuna) y la interconexión (Anatta, la no-separatividad del yo), pilares del budismo. La liberación del Samsara no es escapar, sino trascender el apego al yo y al sufrimiento, incluso si eso implica la no-existencia. Es el cese del deseo y la ignorancia lo que lleva al cese del sufrimiento, manifestado aquí en la disolución del nudo causal.

   Este momento final de revelación y trascendencia puede conectarse con el arcano del Juicio del Tarot. El Juicio simboliza la llamada a la resurrección o al despertar espiritual, la confrontación con la verdad y la redención. No es un juicio de condena, sino un juicio de la conciencia, una revelación que permite la liberación de viejos patrones y la ascensión a un nuevo nivel de existencia. En "Dark", el momento en que Jonas y Martha aceptan su destino y se disuelven es su "Juicio" personal, una revelación que trae consigo la redención no solo para ellos, sino para todo el tejido de la realidad. Es la comprensión liberadora que permite el renacimiento de un mundo sin el yugo del nudo. La trompeta del arcano del Juicio es la llamada final a la consciencia que disuelve la ilusión y permite la liberación.

En conclusión, "Dark" no es solo una serie de ciencia ficción; es una profunda alegoría filosófica que invita a la audiencia a cuestionar su propia percepción de la realidad, a reconocer la presencia del sufrimiento y el determinismo en sus vidas, y a considerar la posibilidad de una auténtica liberación. Al igual que en la alegoría de Platón y las enseñanzas budistas, el camino hacia la verdad y la redención en "Dark" es arduo y exige la disolución de viejas creencias y apegos, pero ofrece la promesa de un despertar transformador, reflejado en la introspección del Ermitaño y la revelación del Juicio.


Bibliografía Comentada y Referencias.


Para aquellos que deseen profundizar en los conceptos filosóficos y arquetípicos explorados en este análisis, presentamos una bibliografía comentada:

 * Platón. La República. Obra fundamental para comprender la alegoría de la caverna y la dualidad de los mundos sensible e inteligible. Es crucial para entender cómo "Dark" representa la ilusión de la realidad y la búsqueda de la verdad oculta tras las apariencias.

 * Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación. La obra cumbre de Schopenhauer, donde expone su visión del mundo impulsado por una voluntad ciega e irracional que es la causa de todo sufrimiento. Su filosofía ofrece una lente poderosa para analizar el dolor recurrente y la aparente falta de libre albedrío en los personajes de "Dark".

 * Jung, Carl G. Sus trabajos sobre los arquetipos y el concepto del Sí Mismo son esenciales para comprender las fuerzas psíquicas subyacentes en la serie. Aunque no se citan directamente sus textos en el análisis de "Dark", el concepto del inconsciente colectivo y la individuación resuenan con el viaje de los personajes hacia la totalidad y la comprensión de su destino.

 * Jodorowsky, Alejandro. La Vía del Tarot. Este libro ofrece una profunda interpretación psicológica y espiritual de los arcanos mayores del Tarot. Su análisis del Ermitaño como símbolo de la introspección, la soledad buscada para el autoconocimiento, y del Juicio como la llamada a la transformación y la resurrección de la conciencia, son directamente aplicables a los procesos de liberación y revelación en "Dark".

 * Buda (Siddhartha Gautama). Las Cuatro Nobles Verdades y el concepto del Samsara (ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento, pero también de sufrimiento) son fundamentales para entender la visión budista de la existencia. "Dark" es una alegoría moderna de este ciclo de sufrimiento y de la búsqueda de la liberación a través de la comprensión de sus causas, el desapego y la compasión.

 * Foucault, Michel. Aunque no se cita directamente, su concepto de la vigilancia y el control puede ofrecer un marco adicional para pensar en la Matrix como un sistema que no solo engaña, sino que también domina y restringe la libertad.

 * Wachowskis (dir). The Matrix (1999). Película fundamental para entender el concepto de la realidad como ilusión y el despertar a una verdad más profunda. Es un precursor cinematográfico de muchas de las ideas exploradas en "Dark".

 * Baran bo Odar & Jantje Friese (creadores). Dark (2017-2020). La serie que sirve como objeto de análisis. Su intrincada narrativa y profundos temas la convierten en una obra clave para el estudio de la filosofía existencialista en el arte contemporáneo.

 * Gilmour, David (Pink Floyd). "Coming Back to Life" (1994). Una poderosa canción que, aunque personal en su origen, encapsula la experiencia universal de la muerte simbólica del pasado y el renacimiento a una nueva etapa de vida, reflejando el proceso de redención personal explorado en "Dark".

La Filosofía de Matrix: Un Despertar Platónico y Budista hacia la Realidad

En este análisis filosófico, nos adentramos en la saga cinematográfica Matrix, centrándonos en la primera película, para desentrañar sus profundas conexiones con la filosofía de Platón y los principios fundamentales del budismo. La película no solo es un hito de la ciencia ficción, sino también una poderosa alegoría sobre la percepción, la realidad y el camino hacia la liberación de la ilusión.

El guion de Matrix establece una clara dicotomía entre un mundo ilusorio y engañoso –la Matrix misma– y un mundo verdadero. Esta distinción resuena poderosamente con la concepción platónica del mundo fenoménico (el mundo de los sentidos o de las apariencias) y el mundo de las Ideas (la realidad verdadera e inteligible). Platón sugiere que, al nacer y comenzar nuestra existencia en el mundo fenoménico, olvidamos el conocimiento que poseíamos en el mundo de las Ideas. Adoptamos como verdad lo que el "velo de Maya" de los sentidos nos permite percibir, creyendo que esta es la única realidad. Al morir, tenemos el potencial de descubrir la verdadera realidad, de que caiga el velo de ilusión que nos tenía atrapados.


La Llamada al Despertar: El Héroe y el Maestro, Matrix.



Matrix .magistralmente representa el encuentro con el maestro que nos despierta y nos guía en un viaje de liberación y transformación radical. Este periplo es elocuentemente descrito por Joseph Campbell en "El viaje del héroe", arquetipo que Neo encarna a la perfección. Lleno de cuestionamientos, miedos y una profunda insatisfacción, Neo busca la verdad a cualquier costo para liberarse de la ilusión de la Matrix.

Morfeo es este maestro; él nos despierta del "mundo de los sueños", del engaño de la Matrix, ayudándonos a reconocer nuestra verdadera naturaleza como el "elegido", primero para nosotros mismos y, por extensión, para los demás. El mundo sensible o de los fenómenos es la Matrix. Para Platón, el alma olvida lo que sabe, olvida lo que es, y así llega a la existencia en el mundo condicionado o mundo de los fenómenos. Adoptamos pasivamente un dogma al que nos sometemos de forma automática e inconsciente. Este es un velo de ignorancia de la verdad que nos sobredetermina y nos ata a una forma limitada de concebir la realidad que nos rodea, a los otros y a nosotros mismos. 


Morfeo lo expresa con contundencia:

 "Matrix nos rodea, está por todas partes incluso ahora, en esta misma habitación, puedes verla si miras por la ventana o al encender la televisión... es el mundo que fue puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad."


Aquí es crucial entender que no es un agente externo quien nos impone el velo-Matrix, sino que es nuestro propio ego el que, a través de fuerzas que se retroalimentan con los demás, va configurando de forma interdependiente lo que consideramos la realidad. Para la filosofía budista, la realidad es nuestra interpretación de la misma, la cual determina o incluso sobredetermina nuestras emociones, tendencias kármicas y acciones sobre nosotros mismos y nuestro proyecto de existencia. Esto es lo que en las filosofías orientales se denomina el velo de Maya, que compartimos y que genera una realidad emocional y de conciencia con los demás seres humanos.

El maestro, el liberador que nos despierta del letargo de la ilusión, es representado por Morfeo, quien tiene la capacidad de moverse a voluntad del mundo de la realidad al de los sueños. Él es un espejo de nuestra verdadera naturaleza, de nuestra verdad que no se corresponde con la ilusión a la que estamos sometidos y que busca la oportunidad para liberarse, para desplegarse. La llamada es interna, pero puede manifestarse externamente a través de un maestro, o mediante una situación que provoca una crisis, un cambio brusco de visión.

Morfeo advierte a Neo de las consecuencias de su decisión, de que siempre hay un antes y un después. Esto se conecta con la importancia de las crisis espirituales o trascendentales, un tema recurrente en el camino del autoconocimiento:

> "Viniste por algo que sabes, no sabes explicarlo, pero lo sientes. Lo has sentido toda la vida. Que hay algo más en el mundo. No sabes lo que es, pero está como una astilla clavada en tu mente y te está enloqueciendo."


Así describe Morfeo la profunda inquietud en el espíritu de Neo, en contraste con la realidad que se presenta ante sus sentidos. Neo es el elegido, según la Pitonisa, y tiene como misión simbólica liberar al hombre, a la humanidad –que somos todos nosotros– de la propia ilusión y el engaño, y por ende, del Samsara que compartimos.

A lo largo de la película, se libra una intensa lucha interior sobre lo que es y no es real. Las máquinas inhumanas han creado una ilusión que nos domina y deshumaniza. Hay una humanidad que vive, ama, desea, sufre sin saber que nada de lo que experimenta es real. La Matrix, que es el Samsara a consecuencia del velo de los fenómenos de las filosofías orientales, mantiene a la humanidad y nuestra propia naturaleza dominadas y manipuladas.

 Esta idea es capturada por Carl G. Jung:

"No hay despertar de la conciencia sin dolor. Las personas harán de todo, llegando a los límites de lo absurdo para evitar enfrentar la propia alma. Nadie se vuelve iluminado por imaginar figuras de luz, pero sí por tornar consciente la oscuridad."

Matrix y la Alegoría de la Caverna de Platón

Existe un paralelismo innegable entre Matrix y la alegoría de la caverna de Platón. En la Matrix, estamos convencidos de que el mundo que percibimos a través de los sentidos es el mundo real. El mundo sensible o de los fenómenos es claramente el interior de la Matrix, mientras que el mundo inteligible o mundo de las Ideas es el exterior de la caverna, donde tenemos el potencial de conocer las cosas como son en realidad. Matrix, al igual que la alegoría de la caverna, es una gran analogía del desarrollo de la conciencia humana. El mundo de los seres esclavizados por la ilusión es este mundo humano compartido por todos, que se potencia de forma interdependiente por la interacción entre ellos.

Neo descubre que todo lo que consideraba real no lo era, que constituía una ilusión construida por la propia mente e impuesta a los sentidos. De la misma manera, en la alegoría de la caverna, Platón describe la situación hipotética de qué pasaría si alguien nos mostrara que todo lo que considerábamos verdad, lo que configurábamos como realidad, era un engaño. Él nos da a entender que la reacción natural sería la de rechazar ese descubrimiento al darnos cuenta de la ilusión que rige nuestra vida. Matrix es una analogía de algo que hemos vivido a lo largo de la historia, transmitido por varios pensadores y movimientos espirituales: vivimos en un mundo irreal, ilusorio, engañados por el velo de Maya de las filosofías orientales. Morfeo, en este sentido, afirma:

> "Nuestras vidas son proyecciones de programas generados, en este caso, por la Matrix."


Esta idea de la programación va más allá: "repetimos las historias, repetimos el pasado". Los seres humanos no estamos programados genéticamente como los animales, pero la libertad es, en principio, un potencial. Sin embargo, en la mayoría, los condicionamientos (o tendencias kármicas para la filosofía budista) se expresan como limitaciones reales en lo material, emocional o intelectual. En este sentido, se puede hablar de una "programación" de nuestro ser y existencia, que se retroalimenta con los condicionamientos sociales y culturales de las sociedades a las que pertenecemos.

El "mundo real" de Matrix no es el verdadero mundo real; es donde vivimos repetida y compulsivamente. Lo más importante es despertar dentro del sueño y ser dentro de él. Morfeo representa al espíritu, al Sí Mismo, al guía o maestro que nos libera de la ilusión. Es un símbolo de nuestra naturaleza más sabia que tenemos el potencial de recordar, de la conexión y descubrimiento de la verdad de lo que es la realidad. En la filosofía de Platón, se considera que cuando ingresamos en el mundo fenoménico, olvidamos lo que ya sabemos en el mundo de las Ideas; así, para Platón, conocer es recordar lo que ya sabíamos antes de nacer. Esto evoca la letra de la canción "Náufrago" de Cuatro Pesos de Propina: "Supe la verdad, hoy ya no la recuerdo."

Neo es el buscador, la parte de nuestro espíritu que busca la verdad por encima de la fuerte ilusión impuesta a los sentidos. Smith representa al ego, el que quiere preservar hasta el infinito la Maya o el velo de la ilusión. Smith es la expresión patente de la mente ilusoria que, en su afán de preservarse, busca generar todo tipo de emociones, especialmente el miedo que quiere infundir en Neo para que no intente salir de su zona de confort, para que no intente ver más allá del velo de Maya.


La Libre Decisión y el Arquetipo del Ermitaño.



> "Creemos que existe un futuro cuando este no es más que la repetición de un pasado."


En cada repetición compulsiva de patrones, lo vivimos como si fuera algo novedoso, sin tomar conciencia de que es una simple repetición. El Oráculo representa la memoria del inconsciente, la sabiduría oculta que reside en él. Es la conciencia de la repetición del programa, la sabiduría de la conexión interdependiente entre lo que fue, es y será siempre presente. Ella nos recuerda que estamos dentro de la Matrix. El Oráculo lo sabe todo porque carecemos de libre albedrío; estamos sobredeterminados por la Matrix. La verdadera capacidad de decisión libre solo será posible una vez liberados del fuerte condicionamiento de esta.

La Matrix es el ego materializado en el afuera, es el sueño compartido que se retroalimenta con la de otros con quienes compartimos alguna forma de compatibilidad. A partir del propio condicionamiento que nos encadena a la Matrix, en el encuentro con el maestro y el Oráculo, el sentido de la realidad y de uno mismo se derrumba. Uno descubre las cadenas invisibles; la Matrix se hace patentemente visible. Morfeo es el poder de lo verdaderamente real que nos libera del estado inconsciente, comparable con el "fantasma" de los contenidos del inconsciente que nos encierra e hipnotiza.

En la película, se observa cómo sujetos normales o neutros se transforman en agentes. Esto simboliza que, al estar en un estado tan fuerte de alienación, los sujetos pueden transformarse en enemigos u obstáculos para los demás. Aquello que uno no se permite ser a sí mismo, tampoco lo permitirá a otros. Por ejemplo, si una persona se somete a patrones alienantes de vida material y busca valoración en el consumismo, le molestará e incluso intentará reprimir a quienes se permiten ser ellos mismos con criterios propios en su vida material. A nivel psicológico (que no está separado de lo vincular o social), la neurosis necesita del otro para sobrevivir; si el otro se mueve de ese lugar de correspondencia, nos sentimos expuestos o incómodos. El despertar del otro nos incomoda, pues nos muestra por espejo nuestra ignorancia y alienación, por lo que la reacción natural es buscar reprimirlos o anularlos.

Al descubrir que lo que se creía real no lo era, que lo que se concebía con certeza como la verdad es un estado de confusión e ignorancia:

> "¿Entonces, esto no es real? ¿Qué es real? Intuimos que debe haber un mundo más allá del que vemos."

La Matrix son las mentes de nosotros que intentamos salvar, pero hasta que no logremos liberarnos de ella, dándonos cuenta de que estábamos fuertemente condicionados, no podremos realmente salvarnos de su engaño. Cuando los sujetos están dentro de la Matrix, no estarán dispuestos a ser liberados, pues lo consideran parte de su naturaleza y no conciben nada más allá de ello. Por esto, son capaces de llevar a cabo cualquier acción para perpetuarla, como una adicción a la que nos resistimos a dejar o el apego a un vínculo tóxico que protegemos y negamos su carácter destructivo. Como consecuencia de esta dependencia y condicionamiento, tomaríamos como enemigos a quienes quieran sacarnos de esta situación, identificándolos con un enemigo de nuestro ego.

En una escena crucial, Morfeo le dice a Neo:

> "Tienes que dejarlo todo, ¡libera tu mente!"


El ser humano, desde que tiene conciencia, está permanentemente decidiendo. De acuerdo con la concepción del filósofo existencialista Sartre, estamos "condenados a ser libres", decidiendo inevitablemente. Morfeo busca que Neo supere el engaño al que ha estado sometido sin darse cuenta, que es omnipresente, que está en cada percepción física o interior:

> "Matrix está en todas partes, es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad: ¿Qué verdad? Que eres un esclavo. Al igual que los otros, naciste en cautiverio, en una prisión que no puedes ver, ni saborear, ni tocar."


Esto es una explícita alusión a la situación de los esclavos en la alegoría de la caverna de Platón. Ellos consideran real lo que perciben desde que nacieron; es la realidad que les fue impuesta. Desafortunadamente, no se puede comprender realmente lo que es la Matrix hasta verlo con nuestros propios ojos. En la filosofía budista, la primera verdad que inicia el camino hacia la liberación es el hecho de que la existencia es sufrimiento, la piedra de toque que da comienzo al cambio de perspectiva. Esta lógica del darse cuenta o insight como paso inicial y siempre presente para un cambio, es actualmente aplicada en la psicoterapia gestáltica al considerar el reconocimiento de la realidad como punto de inicio para la transformación.

El despertar es tomar conciencia de que todo está relacionado, conectado, como un espejo. Debemos aplicar la autoconciencia a nuestra vida; solo el propio Sí Mismo nos liberará. Al lograr despertar dentro del programa, cada uno de nosotros se convierte en el "elegido". En la famosa escena de la píldora roja o azul se representa la necesidad de elegir entre escuchar al ego o al espíritu, recuperando así el libre albedrío; es rescatarse a sí mismo, ser el elegido para sí mismo.

A lo largo de toda la película, hay una profunda reflexión y lucha interior en Neo sobre lo que es o no es real. Las máquinas inhumanas han creado una ilusión que nos domina y deshumaniza. Hay una humanidad que vive, ama, desea, sufre sin saber que nada de lo que experimenta es real. La Matrix, que es el Samsara de ilusión de las filosofías orientales, mantiene nuestra humanidad dominada y manipulada.

En el transcurrir de las experiencias de la vida, lo que normalmente ocurre es que la conciencia está tan sumergida en la vivencia particular que, al terminar, la intensidad del efecto hipnótico de la experiencia nos impide comprender completamente su carácter ilusorio. Sin embargo, es fundamental entender que esta comprensión es siempre una posibilidad al elaborar e integrar la experiencia vivida. Cuando una experiencia es sabiamente comprendida, tiene el potencial de permitirnos proyectarnos hacia una nueva experiencia, hacia una nueva existencia. Por ejemplo, una persona que atraviesa una experiencia laboral conflictiva puede, al comprender las lecciones, errores y aciertos de esa vivencia, proyectarse en futuras experiencias laborales desde otro nivel de motivación y enfoque.

El filósofo Hegel, sobre la experiencia y su comprensión, utilizaba la metáfora: "El búho de Minerva eleva su vuelo luego del atardecer". Esto significa que la conciencia solo puede comprender la experiencia después de que esta ha terminado, siendo el búho de Minerva un símbolo de la sabiduría y la comprensión. Luego, Nietzsche nos contradice: "El búho de Minerva eleva su vuelo antes del amanecer", sugiriendo la necesidad de la comprensión antes de la experiencia para darle un sentido. Ambas perspectivas son válidas y representan distintas fases del proceso de autoconocimiento.

En Matrix, y específicamente en la figura de Morfeo como maestro, se le revela a Neo cuán ilusionado ha estado sobre lo que percibía como real. Sin embargo, en Neo siempre hubo una inquietud interna, una "astilla clavada" que le indicaba que algo no encajaba, que había algo más allá de lo que se presentaba ante sus ojos. Morfeo representa la conciencia superior o Sí Mismo, que en la simbología de Jung es encarnada por el arquetipo del Anciano Sabio. El encuentro con Morfeo es, en esencia, el encuentro con la propia sabiduría. Es un encuentro siempre esperado por parte de este "maestro interior" o Sí Mismo. Neo es llamado al despertar por Morfeo porque, de alguna manera, a algún nivel, está preparado para conocer la verdad. Al conocer cómo funciona la Matrix, al ver la realidad, es como el caer del velo de Maya, después de lo cual ya no es posible volver atrás. Es como un cambio de paradigma o un insight: una vez que hay una comprensión, no es posible regresar a la visión anterior. Así lo expresa Morfeo al poner a Neo frente al famoso dilema entre la píldora azul y la roja:

> "Esta es tu última chance, luego de esto ya no podrás volver atrás."


Si Neo elige la píldora azul, nada cambia. Si elige la roja y comprende la realidad, nada volverá a ser como antes. Al igual que en la película The Truman Show, el hecho de ver las cosas como son nos impide volver a verlas como las veíamos antes.

Que podamos estar engañados por algo exterior es difícil de imaginar a nivel particular, aunque a nivel colectivo podemos ver ejemplos ilustrativos en la acción de los medios de comunicación masivos sobre la conciencia de las masas y su comprensión de la realidad. Esto puede identificarse con los titiriteros de la alegoría de la caverna de Platón. Sin embargo, también existen ilusiones y situaciones engañosas que son cocreadas con los engaños de nuestra propia conciencia y la realidad. Al terminar una situación o una existencia, podemos cuestionarnos: ¿Cómo pudimos creer lo que creíamos o hacer lo que hicimos? A partir de ello, nos preguntamos: ¿Qué es lo real? ¿Qué de lo que percibimos de nosotros mismos o del mundo es real?


El Encuentro con el Maestro Interior: La Sabiduría del Ermitaño.


Neo, el elegido, en el protagonismo de su propia vida, se encuentra con su conciencia superior o Sí Mismo, en términos junguianos. El aforismo del Kybalión lo resume: "Cuando el alumno está preparado, el maestro llega". Para Platón, es el conocimiento previo, adquirido al contemplar en el mundo de las Ideas la verdad, lo que nos permite estar predispuestos a ver las cosas desde otro punto de vista. Conocer, para Platón, es reconocer lo que ya sabemos en un nivel más inconsciente de la mente. Morfeo le dice a Neo:

> "Estás aquí porque sabes algo, lo que sabes no lo puedes explicar pero lo sabes. Pero lo sientes, lo has sentido durante toda tu vida."


Morfeo, cuyo nombre evoca al dios de los sueños, es una representación simbólica de la voz de la conciencia superior, que observa y espera la apertura de la conciencia para poder expresarse. Luego, le describe lo que ha estado impidiendo que conozca lo real: la Matrix.

> "Matrix está en todos lados, incluso en este mismo salón, la estás viendo cuando miras por la ventana. Es lo que ha sido puesto frente a tus ojos para ocultarte la verdad."


Al igual que los prisioneros en la caverna, nos encontramos encadenados por vínculos invisibles: las cadenas de la ignorancia de creer real solamente lo que estamos acostumbrados a percibir y que, junto con otros prisioneros, confirmamos permanentemente. En la cultura de la sociedad, se tiende a confirmar la ideología por una especie de juego dialéctico entre individuos y grupos. Históricamente, esto ha justificado la esclavitud o la desigualdad entre géneros, y de hecho, sigue ocurriendo. También sucede a nivel de microgrupos familiares o parejas: si son muy cerrados, justifican y naturalizan concepciones absurdas o abusos que individualmente no cometeríamos o formas de pensamiento que no sostendríamos por ser ilógicas. Varios filósofos, entre ellos Nietzsche, afirman que muchos sabios reunidos se transforman en imbéciles.

El requisito casi imprescindible para encontrarse con este maestro interior, con este anciano sabio, es salir del "valle de la convivencia" de la comunidad y ascender a la soledad de la montaña, para allí encontrarnos con nuestro propio Sí Mismo. Este proceso de introspección y búsqueda de la verdad individual se conecta directamente con el arcano del Ermitaño en el Tarot. El Ermitaño, con su lámpara y su bastón, simboliza la búsqueda de la sabiduría interior en la soledad, el viaje hacia la luz que solo se encuentra tras un retiro consciente del ruido externo. Su figura representa la paciencia, la prudencia y la comprensión profunda de lo experimentado, el valor de la introspección para discernir la verdad de la ilusión.


 Como lo expresan las cartas del Tarot, en el arquetipo del Ermitaño, o en las palabras de Jodorowsky:


> "Yo soy la soledad, yo soy el desprendimiento. Yo remito a la soledad, incluso a la decadencia, remito al lugar secreto y sombrío en donde se preparan las mutaciones." (Yo, el Tarot, Jodorowsky).

Ser o No Ser: La Elección del Despertar.


Es después, en este fabuloso diálogo, cuando Morfeo le da a Neo a elegir entre la píldora azul y la roja, entre seguir en un estado de ignorancia o ver la verdad. Reconocer la verdad es un estado del cual no es posible retornar, pues una vez que hemos visto las cosas como son, no podemos volver al estado de ignorancia. En la alegoría de la caverna de Platón, el esclavo que ve el artificio de los objetos que generan las sombras en el fondo de la caverna ya no podría volver a sentarse y ver las sombras como reales. De la misma manera, cuando se produjo el cambio de paradigma del sistema aristotélico (sol girando alrededor de la Tierra) al sistema copernicano (la Tierra gira sobre sí misma), el cambio fue súbito, como un despertar, y nada fue igual después.

Morfeo le advierte:

> "Esta es tu última oportunidad, después de esto ya no hay vuelta atrás. Te tomas la pastilla azul, la historia termina, te despiertas en tu cama y crees lo que quieras creer. Tomas la pastilla roja, te quedas en el país de las maravillas y te muestro hasta dónde llega la madriguera del conejo."

Cuando elegimos permanecer en la ignorancia, vamos creyendo lo que nuestro ego quiere creer en su narcisismo. Como afirma el filósofo Schopenhauer, nos encontramos encerrados en un sistema de creencias que buscamos confirmar de una u otra forma. Quedamos atrapados en una zona de confort, representada por el interior de la caverna. Al decidirnos por conocer la realidad, nos encontramos con lo que estaba más allá de nuestro conocimiento, con lo real. Escoger conocer lo real no es a cambio de nada del mundo fenoménico; conscientemente asumimos que esto muchas veces tiene consecuencias negativas para nuestro ego social y material. Nietzsche decía que la conciencia del hombre se mide por cuánto dolor (o vacío) es capaz de soportar.

> "Todo lo que te ofrezco es la verdad, nada más. Sígueme."


La Matrix es lo que se nos impone permanentemente ante nuestros sentidos, y aunque es causa de nuestro sufrimiento, tendemos a convertirla en nuestro mundo y a encontrar alguna forma de confort en ella. En la alegoría de la caverna, un punto muy importante es que Platón nos dice que el prisionero se ve obligado o forzado a darse vuelta, a comprender el engaño y a salir hacia el exterior de la caverna. ¿Qué es lo que nos hace salir de la caverna, ver la realidad? Puede ser una crisis, una situación de muerte existencial, o la propia muerte física. Incluso en la película Matrix, no es pensable que Neo hubiera visto por sí mismo la verdad de la Matrix, por más que tuviera una apertura o predisposición a conocer más allá de lo acostumbrado. El Arquitecto de Matrix dice que "la negación es la más predecible de las reacciones humanas". Por ello, casi siempre es la crisis existencial la que tiene el potencial de movilizar una apertura de conciencia.

En las experiencias cercanas a la muerte (ECM), se describen encuentros con seres de gran sabiduría que guían al individuo a que revea su realidad desde una concepción que no había concebido anteriormente. Y es a partir de ello que pueden, tienen el potencial de realizar cambios. Es importante señalar que las crisis tienen el potencial de generar un cuestionamiento, no que lo provoquen por sí mismas, pues depende de muchos factores, como el conocimiento y la experiencia previa. ¿Por qué nos resistimos a ver lo real? ¿Por qué tanta negación? Porque un cambio tan radical en la percepción de uno mismo y de la realidad podría producir un shock y atrofiar el ego. Por ello, de forma más o menos consciente, aceptamos narrativas engañosas que nos refugian en un relato más o menos tranquilizador. Como les ocurre a los prisioneros en la caverna, se confirman la frecuencia y la razón de ser de las sombras que percibieron juntos toda la vida, lo que les da una sensación de solidez, estabilidad y hasta de eternidad.

Descorriendo el Velo de la Ilusión y el Universo Condicionado

Lo que concebimos como real en nosotros mismos y en el exterior, es lo que estructurará nuestro ser en relación a nosotros mismos, a los demás y a la existencia. En la filosofía budista, se concibe que la causa del sufrimiento es la identificación con un ego separado y con la realidad que este concibe. La realidad que percibimos a través de los sentidos es el mundo fenoménico para Platón y que está representado por el interior de la caverna. Lo que percibimos permanentemente obstaculiza que comprendamos y conozcamos lo real, que en la concepción platónica de la teoría de los dos mundos es representado alegóricamente por el exterior de la caverna, el mundo de las Ideas.


Morfeo le pregunta a Neo sobre lo que es real para él:

> "¿Qué es lo real? ¿Cómo defines lo real? Si estás hablando sobre lo que puedes sentir, lo que puedes oler, tocar o ver, entonces lo real son simplemente señales interpretadas en el cerebro."

La palabra clave aquí es "interpretadas". La mente interpreta de acuerdo a lo que concibe como real, y ello es un velo que está permanentemente delante nuestro. Junto con otros, interpretamos situaciones y objetos como atractivos o despreciables, valiosos, etc., y en función de ello, tendemos a confirmarnos mutuamente lo real en grupos familiares y sociales.


 "Has vivido en un mundo de sueños, Neo. ¡Bienvenido al desierto de lo real!"


El mundo, tal como lo concebimos, es a menudo una versión edulcorada para tenernos ilusoriamente tranquilos, pero lo real en el llamado Samsara es un mundo mucho más doloroso de lo que queremos o podemos aceptar.

 "¿Qué es Matrix? Un mundo de sueños sincronizados hechos para tenernos controlados."

La Matrix, el mundo de los sentidos, el Samsara, son ilusiones que se sincronizan y se confirman la mayoría de las veces. Por ello, al perder las referencias que nos unen a los otros, tenemos el potencial de encontrarnos con la voz del silencio, de nuestro propio maestro. La voz de la conciencia profunda puede escucharse cuando se ha cuestionado y comenzado a acallar la voz de los sentidos, de los deseos, del Samsara.


> "Habiéndose vuelto indiferente a los objetos de percepción, debe el discípulo ir en busca del rey de los sentidos, el productor del pensamiento, aquel que despierta de la ilusión." (La Voz del Silencio, Annie Besant).


Determinismo y Libre Albedrío

> "Solo hay una constante, es la única verdad: causalidad."

Todo el universo funciona y es percibido por nosotros en base a la causalidad. Todo el universo es mental; todo lo creamos con la intencionalidad, con las acciones y las palabras. Todo esto tiene como causa el pensamiento a algún nivel.

¿Estamos determinados? Cuando nacemos, no somos conscientes de nosotros mismos y estamos muy condicionados tanto en nuestra mente y emociones como en la realidad exterior del devenir. Siendo esto cierto, la decisión libre de la que habla Morfeo no sería tal, sino que estaría condicionada por el ambiente, la relación con los padres, etc. La trama de Matrix le da cada vez más crédito e importancia al libre albedrío, a la posibilidad o potencial del ser humano de liberarse de su programación, de su condicionamiento.

Neo ha estado viviendo en un mundo imaginario, un mundo tal cual es hoy en día. Otro tema que sobrevuela toda la saga es el del determinismo: ¿tenemos la posibilidad de elegir o estamos condicionados por factores que nos sobredeterminan, como las emociones, el ambiente, etc.? La parte del espíritu absolutamente deshumanizada, alienada con la perpetuación de la Matrix, representada por el agente Smith, no comprende la necesidad del espíritu de buscar una y otra vez trascender el estado condicionante del Samsara:

> "¿Por qué se levanta? ¿Por qué sigue luchando? ¿De verdad cree que lucha por algo más que su propia supervivencia? ¿Quiere decirme qué es, si es que acaso lo sabe? ¿Es por la libertad, por la verdad, tal vez por la paz? ¿Ilusionarse con frágiles intenciones del débil intelecto humano que trata con desesperación de justificar una existencia sin sentido ni objetivo? ¿Por qué lo haces?"


> Neo entonces responde: "Porque lo he elegido."

Cuestionar si hay algo más que la lucha por la supervivencia de un organismo biológico expresa a las claras lo difícil que es ver más allá de las apariencias materiales, de las motivaciones del ego y de la materia. Siempre está presente el cuestionamiento de la percepción de la realidad y de nosotros mismos, la búsqueda de la libertad en el despertar a la realidad de que estamos manipulados por una Matrix de ilusión y que solo saliendo de ella podremos ver la realidad y ser nosotros mismos. Para Platón, podremos ver realmente, tenemos el potencial de ver realmente lo que somos y lo que es la realidad tras la muerte biológica, pues hay una liberación de la ilusión de las fuertes experiencias sensoriales para así poder ver la propia mente como fuente de las ilusiones.

Respecto a la concepción de la muerte de Platón y cómo se puede despertar en esa experiencia vital, se recomienda el artículo sobre el mito de Er.


Bibliografía Comentada y Referencias


 * Platón. La República. Obra fundamental para entender la alegoría de la caverna y la dualidad de los mundos sensible e inteligible, central en la comparación con Matrix.

 * Jung, Carl G. Sus escritos sobre los arquetipos (especialmente el Anciano Sabio) y el concepto del Sí Mismo son esenciales para comprender la figura de Morfeo y el proceso de individuación de Neo.

 * Jodorowsky, Alejandro. Yo, el Tarot. Aporta una perspectiva simbólica y psicológica del Tarot, relevante para la comprensión de los arquetipos y el camino interior de autoconocimiento, particularmente el del Ermitaño.

 * Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras. Obra clave para comprender el concepto del monomito o "viaje del héroe", arquetipo central en la narrativa de Matrix y en el proceso de transformación personal.

 * Besant, Annie. La voz del silencio. Un texto que explora la filosofía esotérica y el camino hacia la sabiduría interior a través de la trascendencia de las percepciones sensoriales y el pensamiento mundano.

 * Sartre, Jean-Paul. El ser y la nada. Texto central del existencialismo que aborda la idea de la "condena a la libertad" y la responsabilidad inherente a la elección humana.

 * Nietzsche, Friedrich. Sus obras, especialmente Así habló Zaratustra o Más allá del bien y del mal, son relevantes para comprender su concepción del dolor como medida de la conciencia y la importancia de la auto-superación.

 * Pink Floyd. "Wish You Were Here". Canción icónica que, aunque no es un tratado filosófico, evoca la sensación de ausencia, pérdida de conexión con la realidad y la búsqueda de lo auténtico, resonando con la temática de la ilusión y el despertar.

 * The Wachowskis (dir). The Matrix (1999). Película fundamental para el análisis, que sirve como la base conceptual para explorar las ideas platónicas y budistas.

 * Weir, Peter (dir). The Truman Show (1998). Película que, de manera similar a Matrix, explora la idea de una realidad construida y la epifanía del protagonista al descubrirla, complementando la reflexión sobre la ilusión.





Bibliografía general comentantada.





*Artaud, Antonin. El teatro y su doble. Trad. Federico Gorbea. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2002.


> Obra clave en la comprensión del arte como experiencia de disolución del yo. Su visión ritual del teatro como un espacio de transformación y catarsis ilumina el tratamiento del arte como vía simbólica de renacimiento.




*Baudelaire, Charles. Las flores del mal. Trad. Néstor Ibarra. Buenos Aires: Losada, 1995.


> A través de una poética de la decadencia y el éxtasis, Baudelaire revela cómo el dolor y la belleza pueden coexistir en una estética transfiguradora, idea que atraviesa el enfoque simbólico de este libro.




*Chödrön, Pema. Cuando todo se derrumba: Palabras sabias para momentos difíciles. Trad. Lorena Olivieri. Barcelona: Oniro, 2003.


> Obra accesible y profunda sobre cómo afrontar el colapso interno desde una perspectiva budista. Inspiradora para el desarrollo de los procesos de agonía y comprensión liberadora.




*Chödrön, Thubten. Budismo para principiantes. Trad. Silvia Katerin de Lafourcade. Barcelona: Oniro, 2004.


Texto claro y directo que ha servido de guía para vincular la cosmovisión budista con los símbolos de transformación presentes en la obra.




*Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno. Madrid: Alianza Editorial, 2007.


> Fundamental para comprender el valor de los arquetipos de muerte y renacimiento en el imaginario colectivo. Su análisis de los ritos de paso está presente como trasfondo en todo el texto.




*Freud, Sigmund. Más allá del principio del placer. Trad. Luis López-Ballesteros. Madrid: Alianza Editorial, 2003.


> Obra clave para pensar el papel del sufrimiento psíquico, la pulsión de muerte y los ciclos de repetición inconsciente que anteceden a toda comprensión liberadora.




*Grof, Stanislav. La mente holotrópica. Trad. Marcela Cedrés. Barcelona: Kairós, 2003.


 Su modelo de las matrices perinatales ha sido central para pensar el proceso de muerte y renacimiento desde una visión transpersonal, aportando marcos simbólicos y vivenciales integrados al texto.




*Heidegger, Martin. Ser y tiempo. Trad. José Gaos. México: Fondo de Cultura Económica, 2003.


 Obra fundamental del existencialismo. La noción de “ser-para-la-muerte” constituye una piedra angular del abordaje filosófico sobre la finitud, presente especialmente en los primeros capítulos del libro.




*Jung, Carl Gustav. Recuerdos, sueños, pensamientos. Trad. Cristina Piña. Barcelona: Seix Barral, 2004.


> Las vivencias de Jung sobre la muerte, lo simbólico y los arquetipos del inconsciente colectivo atraviesan transversalmente la perspectiva simbólica y transformadora del texto.




*La Vela Puerca. “El viejo”. En De bichos y flores. Montevideo: Bizarro Records, 2001.


* Esta canción ha sido analizada como representación simbólica de la pérdida, el deterioro físico y la resignificación vital, mostrando cómo la música puede canalizar la experiencia existencial de lo irreversible.




Nietzsche, Friedrich. Así habló Zaratustra. Trad. Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Alianza Editorial, 2005.


> Su idea del eterno retorno, del superhombre y de la transformación del sufrimiento en fuerza vital nutren el enfoque del renacimiento como trascendencia del yo decadente.




Pink Floyd. “High Hopes”. En The Division Bell. EMI, 1994.


*Esta canción ha sido interpretada desde una perspectiva simbólica y filosófica en el texto. Evoca la nostalgia, la pérdida, el ciclo del tiempo y la posibilidad de comprender desde la caída.




Platón. La república. Trad. Carlos García Gual. Madrid: Alianza Editorial, 2008.


El mito de la caverna es base filosófica para el desarrollo del despertar liberador. Su visión del conocimiento como recuerdo y del alma como prisionera de la ilusión se conecta con el enfoque del libro.




*Sogyal Rimpoché. El libro tibetano de la vida y de la muerte. Trad. Juan José Sánchez. Barcelona: Urano, 1993.


 Fuente fundamental para el abordaje budista de la muerte, el bardo y la transformación de la conciencia. Ofrece una visión integradora del morir como oportunidad espiritual.




*Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación. Trad. Pilar López de Santa María. Madrid: Trotta, 2007.


> Su filosofía del sufrimiento como estructura de la existencia alimenta la reflexión sobre la insatisfacción humana. Es base teórica del primer capítulo del libro.




*Wachowski, Lana y Lilly. Matrix. Dir. Andy y Larry Wachowski. Warner Bros, 1999.


 Esta película es leída en el texto como relato simbólico del despertar espiritual. Su narrativa conecta con el mito de la caverna de Platón y con la visión budista de la ilusión.




                          Fin